Fue miembro del Millonarios reluciente de Fernando Castro en 2005, ese que supo ganar cinco partidos de manera consecutiva a durísimos adversarios como Envigado y Huila entre otros. Dicen que el argentino, de trayectoria en colosos de su país como Instituto de Córdoba, Huracán, Nueva Chicago y Almagro, usaba el truco de la «lengüeta capilar» -timo ideado por los oficinistas calvos que consiste en dejar crecer parte del pelo y cubrir la zona calva con un revés de peinilla- para simular menor edad (ver imagen).
Pero la juventud, en vez de ser su arma para convencer, resultó una contrariedad porque en el vestuario los veteranos se la montaban por ser el «primíparo argentino» y fueron varias las ocasiones en las que «Facu» tuvo que encargar a droguerías vecinas, tarros de crema cero para curar la irritación que dejaban los fuetazos que sus compañeros le pegaban con las toallas cuando salían de las duchas.
Es que el truco del pelo estaba tan bien montado que al verlo, hasta el sub 18 pensaba: «qué lozanía la que tiene este muchacho». Pero claro: a la «mascota» del equipo se le quiere y protege, pero también se le cobra derecho de piso. Una tarde, cuentan los avezados periodistas que cubren los entrenamientos de doble jornada, afirman que el plantel le escondió el único par de guayos que tenía sobre el techo de la cafetería de la sede campestre ubicada en la autopista.
Además dicen que Argüello, desconocedor de las rutas bogotanas y con afán de encontrar sus guayos Fasttrak, salió a pie del campo de entrenamiento, llorando como un niño, a las diez de la noche, cinco horas después de terminada la práctica, luego de encontrar sus zapatos. Un amable conductor de grúa que lo vio en la berma de la autopista lo recogió conmovido y le dijo: «mijito, ¿quién es su acudiente? usted está muy chiquito para estar por acá callejeando».
Hizo dos goles (uno en un 3-3 ante Quindío en Armenia y otro en un 2-2 frente a Pasto). Los directivos decían: «este pelao la está embarrando mucho para tener apenas 15 años, pero es joven. Tengámoslo unos tres años más para que coja confianza y experiencia y lo vendemos a Europa. Nos vamos a tapar de plata».
Sin embargo, un día se cayó la mentira: cuando iba a ser inscrito como el «pelao de la norma», se asustó y más, en el instante que un comunicador encontró sendos frascos de Pantene y Regaine en su maletín -nadie preguntó por qué estaba esculcando el periodista la maleta de Facundo, pero igual se reveló todo-
Desesperado de tantas mofas sufridas, Argüello se reacomodó el pelo y mostró entradas dignas de Jota Mario Valencia. Gritó «¡Sí! ¡Soy un viejo! ¡No se habían dado cuenta, idiotas!
Todos se miraron y no podían creerlo. Facundo ya estaba coqueteando con la crisis de los 30 y no estaba para niñadas. Por eso se fue, con un combo infantil de Cali Vea bajo el brazo y el rumor de que sería extra en Benjamin Button y de que su fichaje para el Deportivo Vida de Honduras estaba listo. Solamente se cumplió la segunda.