En el manual del técnico o directivo vendehumo, la palabra que más aparece según nos confirmó la división de análisis de discurso de nuestra unidad investigativa es «proceso». Gigantescos desfalcos han tenido lugar en el fútbol con esa palabra como punta de lanza. No obstante, en el feliz regreso de Colombia a un Mundial, sí que hubo uno. Este se dio en la década pasada, en las selecciones juveniles que lograron un título suramericano y tres clasificaciones a semifinales de Copas del Mundo de las categorías sub17 y sub20. Así, con muy pocas excepciones -entre ellas Mondragón que, cuando era joven todavía no se habían inventado ni el término, ni los diccionarios- casi todos los que irán a Brasil entraron a la Federación desde preescolar.
Pero, como siempre pasa, junto a los que desde el primer día dejaron claro que sacarían el mejor Icfes y terminarían de gerentes, están los que se salieron al terminar primaria, los que eran pilos pero caspas y aquellos que si bien se graduaron, son el azote de los exitosos quienes hace rato guardaron su contacto como «No contestar» fruto de tanto llamarlos a pedirles lo que les falta para pagar la tarjeta y no terminar en Datacrédito. Son los mismos que, para este caso, nadie se los soportará durante el Mundial pues en lugar de ver el partido intentarán ser centro de atención recordando cuando en una concentración le escondieron las pinzas alisadoras a Falcao o aquella vez en que se fue la luz, se rompió un vidrio y tembló un poco la tierra luego de que el profe Lara sonriera.
Carlos Abella: Veterano de los mundiales de Finlandia 2003 y Holanda 2005, este arquero suplente tenía todo para ser el Eduardo Niño de esta generación, pero hoy parece más el Roque Pérez de la década. Tuvo su gran oportunidad en Nacional, donde no brilló. Pasó luego por Envigado y Chicó para recalar en el Atlético Huila, donde hoy es amo y señor del eterno tierrero de debajo de los arcos del Plazas Alcid.
Óscar Briceño: Junto a su hermano Daniel, fueron por unos meses los gemelos maravilla del fútbol colombiano. Su transferencia a Millonarios luego de que su rostro se le apareciera a Juan Carlos Osorio en su libreta haciendo que éste se empecinara en su traída para gloria de la cuenta en islas Cayman del senador y desgracia de la salud mental de la parcial azul. Su aterrizaje en Bogotá, que parecía la antesala de su despegue definitivo que lo pondría, mínimo en Europa, por esas cosas del fútbol terminó siendo su pasaporte a la liga costarricense. Regresó en 2009 apenas para confirmar su declive. Hoy es baluarte del Mineros de Guayana de Venezuela.
Sebastián Hernández: También hizo parte del equipo de Eduardo Lara tercero en el mundial escandinavo. A juzgar por su palmarés, diez equipos en apenas nueve años, de llegar a ser dirigido por Néstor Otero sin duda sería su consentido. En el Medellín el año pasado mostró algunos chispazos de su época dorada, los mismos que monetizó en su transferencia a comienzos de este año a la enigmática liga búlgara para engrosar la nómina del PFC Ludogorets Razgrad. Cualquier información sobre su paradero y estado actual será bienvenida.
Libis Arenas: Otro graduado manga cum laude de la Lara Academy. El puesto que hoy se escrituró David Ospina, con sobrados méritos, parecía en algún momento destinado para él luego de ser titular con gran rendimiento en Finlandia 2003 y Holanda 2005. El punto de giro, en contra, de su carrera tuvo lugar en Italia, donde no se adaptó la agitada vida romana en la Lazio. Regresó a Envigado, primera escala de una gira laboral continental con escalas en varios equipos de Paraguay y Uruguay y fugaces regresos a lavar ropa a Colombia. Su trasegar le dejó un impresionante promedio de 1.6 equipos por año que lo puso en la mira del libro Guinness. Salió del América en 2012 por exceso de contravenciones.
Harrison Morales: Si las convocatorias a la selección funcionaran con «selepuntos», Morales tendría asegurado cupo hasta Qatar 2022. No solo estuvo en la nómina, sino que además jugó buena parte de las copas juveniles de Finlandia y Holanda como volante. A diferencia de sus compañeros aquí reseñados, Morales ha mantenido una relación estable con un solo patrón, Hernando Ángel Corp. La mayor parte del tiempo estuvo en Quindío y unos meses en Villavicencio donde lo mandaron en comisión a la sucursal de esta ciudad que funciona bajo el nombre de Centauros. Ahora, por último, lo trasladaron a la sede Popayán quizás en condición de avanzada para preparar la llegada del equipo de Armenia a la B.
Jimmy Estacio: En esta sequía de laterales que azota al país y que permite que cualquier ciudadano residenciado en Colombia con cédula de ciudadanía, rut y libreta militar llegue incluso a ser titular por toda una temporada de un equipo profesional en dicha posición sin consideración alguna de sus habilidades con el balón, harto debe lamentar Estacio no estar por lo menos en la primera división para así tener algo de visibilidad que seguro lo pondría en la órbita del cuerpo de asesores de Pékerman. Arrancó en el Cali, luego Pereira, Caldas y Pasto. Su último escalón, descendente, es el pomposo Expreso Rojo.
Juan Carlos Toja: El Jim Morrison del FPC ha tenido una carrera marcada por los altibajos y, sobre todo, las tentaciones naturistas. Después del que parecía su reencauche en el Steua de Bucarest, se inscribió definitivamente en la doctrina Juan Pablo Montoya y prefirió la placidez de los suburbios estadounidenses al ajetreo de la alta competencia europea. Hoy milita sin contratiempos en el New Egland Revolution. Se le ve con frecuencia en los mercados orgánicos autogestionados de productos elaborados por mujeres cabeza de hogar de países en vía de desarrollo de Foxborough.
Daniel Machacón: Ver aquí.
Criterio de selección: Escogimos a aquellos que fueron varias veces llamados a selecciones juveniles en la década pasada y que hoy no tienen ninguna opción de entrar en una convocatoria. Esto excluye a algunos que también fueron discípulos de Lara y Rueda y que hasta ahora no han logrado entusiasmar a Pékerman como Hugo «Estefan Medina me desbancó» Rodallega, Wason Rentería, Harrison Otálvaro, Dayro Moreno y Mauricio Casierra.