Si en Bogotá se quiere hablar de arqueros malos que vinieron del extranjero, salvando a Juan Francisco Hirigoyen, al que no le alcanzó con ponerse los guantes y pararse debajo de los 7´32 y 2´44 para parecer portero de fútbol, los nombres se reducen dramáticamente a tres o cuatro pelagatos, entre ellos el de este estandarte del bigote, la panza y las “planchas de la guanábana” mentadas por nuestros locutores y comentaristas.
Su look, similar al que hizo famoso “Tancredo Plata” aquel tolimense procaz y millonario interpretado por Norberto López en “Sábados Felices”, de verdad le quitaba credibilidad. Es que nadie se hizo muchas ilusiones cuando Basigalup desembarcó desde Buenos Aires, donde jugaba en Ferrocarril Oeste, al verle ese frondoso mostacho.
En el campo las cosas no cambiaron y un camionado de goles bobos se comió Basigalup, hecho que no le permitió a los azules ganar el título de 1986. Pero su bozo, casi un talismán que seguramente imitó de colegas suyos en Argentina como Ricardo Lavolpe o Miguel Ángel Wirzt (que vino al Cúcuta), le dio el pasaje hacia Cali, donde integró en 1987 la plantilla llena de figuras como él, Obdulio Trasante y Alfredo “Coco” Mendoza, que fracasaron con Óscar Tabárez y Julio Comesaña.
La última vez que oímos de él, era asistente técnico de Héctor Cúper, con quien hizo una gran amistad cuando los dos jugaban para Huracán.
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