Quince años después, la verdad sobre el caso Arley Betancourt

En nuestro fútbol abundan las verdades a medias. Según una encuesta recientemente contratada por nuestra siempre inquieta Unidad Investigativa a la pregunta de cuál es la primera imagen que se le viene a la mente cuando escucha el nombre de Arley Betancourt 99.93% de los encuestados respondieron «Karate kid» (un desubicado encuestado restante respondió «familia de Belisario»).  Esto por el célebre episodio, ya reseñado, cómo no, que protagonizó el volante en los juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995.

Otras serían las respuestas si la opinión publica estuviera al tanto de la verdadera historia detrás de la patada de Arley que comienza con la foto que acompaña este texto. Esta muestra a Arley profunda y plácidamente dormido un año antes del altercado con el juez Ronald Gutiérrez. En el tercer sueño se encontraba Betancourt cuando algún intrépido y creativo fotógrafo de la desaparecida revista «Deporte Gráfico» decidió que era una gran idea mostrar la faceta onírica del volante. Sigiloso se acercó, instaló luces y trípode en silencio para no despertar al de Cerrito. Dicen  que incluso una asistente del fotógrafo logró aplicarle sendas capas de base sin que se inmutara (al contrario, dice la fuente, provocó sendos espasmos en el lenguaje de los cuerpos).

Cuando todo estuvo listo, el fotógrafo obturó, las luces descargaron sus vatios en el rostro del volante y Arley palideció. Aterrado y creyendo por un instante que las luces del fotógrafo eran las del túnel del que sólo tiene llaves la parca, tuvo que esperar algunos segundos para volver en sí y ser plenamente consciente de lo que sucedía. Una vez pudo ponerse en pie, presa de la ira, sólo atinó a agradecer el sorpresivo foto-estudio con una torpe patada voladora que, por suerte, el fotógrafo pudo esquivar.

Un año después, en la semifinal del torneo de fútbol de los Panamericanos de Mar del Plata, Betancourt se acercó al juez costarricense Ronald Gutiérrez  para decirle que el balón que había lanzado un compañero no tenía como fin quemar tiempo. Cuando se disponía, cortés y respetuoso, a reclamarle a Gutiérrez, de la tribuna emergió un flash traicionero que, por esas cosas que ni Rodolfo Llinás podría explicarnos, activó no sabemos qué circuito neuronal de Betancourt logrando revivir enterito el trauma irreversible que le había causado el derroche creativo del fotógrafo. Fuera de sí, Arley reaccionó como ya todos sabemos. La diferencia fue que esta vez Betancourt no cargaba con el lastre de las horas de sueño que le quitó puntería aquella vez y, con una maestría que el mismísmo Jackie Chan envidiaría, lanzó la memorable patada que le significó a Gutiérrez varios puntos de sutura y a Arley la oportunidad de enriquecer su estadía en Mar del Plata conociendo las instalaciones de una Comisaría de Policía.

9 Replies to “Quince años después, la verdad sobre el caso Arley Betancourt”

  1. La pieza del mes del Museo de la Industria Licorera del Valle del Cauca, Colección Figuras de Cera.

    PS: Confieso que leyendo el post sobre el incidente de mar del Plata, el anónimo que comparó al buen Arley con un famoso sicario me sacó una carcajada.

  2. jajajajaja…hago un llamado urgente a la Unidad Investigativa y averiguencen que pasó con Bolaños dizque se le olvido jugar al fútbol en Norte de Santander..que le pasaria a Bolañitos??

  3. Arley era un gran jugador, por ahi dicen que despues de su retiro del futbol monto en cerrito Valle una academia de Kickboxing que se llama Mar de Pata…

  4. Claro que si hay una explicacion neurocientifica para este caso, eso se llama BALISMO: Una alteracion en unos centros neuronales sub-corticales: El balismo es en un trastorno hipercinético caracterizado por un movimiento de lanzamiento violento e involuntario de las extremidades. Consiste en una liberación excesiva de dopamina en el tálamo debido a una desinhibición de los núcleos talámicos, que afecta a nivel cortical y que produce una influencia excitadora sobre las áreas motoras de la corteza cerebral. Este tipo de afectación también produce otras enfermedades como los Tic, o la enfermedad de Huntington.

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