Adivine el personaje (o los personajes)

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Aporte de xeneizebastian

Fue en una fría tarde de Helsinki. Las bufandas detectan los helajes de los que fueron víctimas los colombianos en aquella gira en 1988 donde se le ganó 1-3 al equipo local. Si bien el arquero de Finlandia era apellido Patelainen, es bueno recordar esta selección de lujo que fue a cubrir un juego que, en tiempos en los que no existía internet, no era anodino.

Complete los nombres de la formación de la foto (incluido el mono de atrás que tiene el teléfono móvil) recibirá vía Adpostal la canción original de «La barra de las 13».

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Los tejedores de Cartago

El aviso fue avistado en una Revista del América de 1988, época en la que abundaban los enredos, las madejas de dimes y diretes que terminaban hechas una melodía. Por suerte había quien las desenredara. O por lo menos así se vendían.

Bono: identifique al último de izquierda a derecha y gánese una valera de Manricuras.

Un titular profético

Los amigos de ADN saben cuán dura es la crisis de Millonarios. Por eso, 12 horas antes de que el equipo azul jugara contra Tuluá en El Campín, sabían que iba a terminar muy mal la historia. Por eso y en un acto que simplemente se puede denominar como la mejor muestra de tener olfato periodístico, escribieron que Millonarios «enfrenta hoy a Cortuluá con la misión de NO reivindicarse con su hinchada».

Nunca más cierta la bajada de este artículo. Salieron en tanqueta, Obelar fue reemplazado en el primer tiempo, echaron a Omar Vásquez…

Acá ninguno se reivindicó. Aplausos por el gran acierto de este buen medio, que por un día se convirtió en el Nostradamus del fútbol. No era tan difícil predecirlo tampoco.

Moreno: ¡deje celebrar al moreno!

httpv://www.youtube.com/watch?v=POQQWT-tnHg

No hay chiva periodística que respete una celebración. En medio del jolgorio producido por el regreso a primera división del Cortuluá, nuestro ya conocido Jaime Dinas no quiso perder la ocasión de entrevistar al arquero Mafla, figura en el partido de vuelta. Y como si se tratara de un bouncer de Studio 54, Dinas atajó al atajador para que no se le volara, todo por el afán de tener un testimonio que no aportaría mayor cosa que los típicos lugares comunes de «le debemos a Dios este ascenso», «el equipo estaba muy unido en esta final» y «me arrojé a la derecha para tapar el penal».

Los más conspicuos investigadores quieren establecer varios temas luego de este episodio:

¿Por qué el DT Fernando Velasco tenía ese peinado?

¿Él afán de Dinas no era por el testimonio, sino por una platica que Mafla podría estar debiéndole?

¿Por qué, como si fuera una transmisión de la Intercontinental en 1986, sonaba ese inmamable pito en la transmisión del canal TRO?

Desde ya la unidad investigativa del Bestiario del Balón está tras la respuesta de estos interrogantes. Mafla hoy celebra el regreso a la A, con una venda en la mano y tres dedos marcados en su brazo.

Cara pálida querer narrar: el gran Indio Cuatindoy

Su presencia ser  rareza en medio de encorbatados comentaristas que llegar al estadio con cara de toro sentado. No. Esteban Cuatindoy romper monotonía en ruedas de prensa, cabinas y paraderos de bus por vestir indígena y testimonios de vida, ser camino  Copa del Mundo Francia 1998.

Rutina indio Cuatindoy comenzar en ruedas de prensa. Preguntar a carapálidas, comer pastel de jaguar, beber jugo de cactus y regresar Colmundo. Domingos salir sol, montar caballo metálico, llegar Campín y narrar goles. Ser habitual ver gritar anotaciones equipos con el sonido «Gol» y no con código indígena que decir que cualquier cosa tener que expresarse con sonoro alarido «Hauuuu».

Nadie volver encontrar Indio Cuatindoy estadio. Por eso recordarlo con cariño en video. Disfrutar.

Concurso: ¿Qué se estaba soñando el "Chalo" González?

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Curramba, uno de nuestros más eximios visitantes y Paparazzi de marras (de él es la foto de Faustino Asprilla con modelo y Ron en la mano) se encontró con esta joya del Nilo. Gonzalo «Chalo» González hacía realidad el «Sueño del pibe» O mejor, dormía como un bebé dentro de un Mercedes Benz convertido en bus rojo que va por troncales.

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Aunque en la imagen «Chalo» está desarticulado, Curramba nos contó que el periodista tomó el articulado en la Caracas con 37, ahí al lado de RCN Radio y que después de pelear contra Morfeo durante un largo trayecto, catyó noqueado -como si el «Gringo» Palacios le hubiera metido un suelazo-

a la altura de Bulevar Niza.

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Por eso queremos que usted, fiel usuario (de Transmilenio y del Bestiario) nos ayude a pensar en el sueño de «Chalo». Alguna medium nos dijo que estaba soñando que cambiaba su lugar como comentarista en la básica de RCN para ocupar un lugar en el micrófono en el programa «La tienda ganadora» de Antena 2.

Un taita amazónico nos dijo que es una posición que adoptan algunos que tienen la selvática enfermedad del «parpadeo colibrí» que acosa  a Memo Orozco, pero no quedamos satisfechos.

¿Qué se estaba soñando «Chalo» González»? Concurse adivinando los pensamientos del comentarista número 1 de RCN. Quien acierte será ganador de un llavero con el nombre «Cerveleón», dos cábanos y una sesión de nebulizaciones ejecutadas por Pablo Chaverra.

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El capo del estudio: Carlos Julio Guzmán

Dicen las malas lenguas que en lugar de una modesta lámpara con bombillo de 60 vatios, Carlos Julio Guzmán tenía en su mesa de noche una poderosa luz Arri de más de 800. Mito o realidad, lo cierto es que las luces, el telepronter y la base para atenuar el perverso brillo facial, eran el ambiente natural de este periodista bogotano a quien 9,8 de cada diez televidentes lo recuerdan cómodamente apoltronado en un estudio mientras sus compañeros sufrían los ajetreos y tensiones propias de una transmisión en vivo y en directo.

Su tarea, a simple vista, no era muy complicada: le correspondía abrir y cerrar la transmisión y estar siempre listo para contrarrestar cualquier fallo inesperado de la microonda con improvisados parlamentos que con el tiempo parecían cada vez más elaborados libretos. Fue justo esa capacidad que con el tiempo desarrolló y que le permitía llenar eternos minutos con elaboradas disertaciones sobre el discurrir del partido hasta el momento de la falla, siempre de origen, lo que lo convirtió también en connotado improvisador.

Es por esto que no fueron pocas, dicen nuestras fuentes, las invitaciones que a su nombre llegaron a las oficinas de Caracol Televisión provenientes de festivales de teatro de todo el mundo que incluyen como parte de su programación olimpiadas de improvisación. Sin embargo, tanto a estas invitaciones como a aquellas escasas solicitudes de la gerencia para que saliera del estudio y fuera a cubrir, digamos, unos Juegos Bolivarianos o un amistoso de una selección juvenil en Guatemala, Carlos Julio sistemáticamente las rechazó. Argumentó que lo suyo era el estudio, que allí se sentía como pez en el agua y que fuera de él no valía un peso, que sería inmediatamente presa de los nervios y protagonista de un ridículo que acabaría de tajo con su carrera. Otras voces, en cambio, aseguraban que esto no era sino excusa para ocultar un muy enconado temor a los aviones. Temor que, según parece, se hacía extensivos a los desplazamientos en automotor por la ciudad, pues, como lo demuestra la foto, ni siquiera cuando el partido a transmitir era en Bogotá el también llamado “comentarista de los ojos verdes” abandonaba su trinchera.

Una vez cerrado el ciclo en su casa de siempre, los estudios de Caracol Televisión –dicen, no nos consta, que entabló entrañable amistad con tres o cuatro celadores nocturnos del lugar y que un pequeño catre con su nombre se podía observar en una mansarda que con el tiempo acondicionó para él–, Carlos Julio fue acogido por Canal Capital. Hoy, su carrera ha tomado un segundo aire y en compañía de la siempre picante Amparo Peláez la teleaudiencia ha conocido su faceta de showman al mejor estilo de David Letterman, Marcelo Tinelli y José Gabriel Ortiz.
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Claudia Helena Hernández

No faltan los que pecan por ignorantes cuando hablan de Liliana Salazar o Andrea Guerrero como símbolo de la irrupción de la mujer en un campo que «hasta hoy se consideraba de dominio masculino». Quienes así pontifican desconocen olimpicamente el silencioso e impecable trabajo de quien fuera la verdadera responsable –junto a viejas glorias como Clemencia Medina, Blanca Luz Uribe y Martha Herrera– de haberle abierto, lejos de los escotes y las luces, un espacio a la mujer en la crónica deportiva nacional: la siempre laboriosa Claudia Helena Hernández.

Más de veinte años acudiendo a diario a la práctica azul en su poderoso Renault 12 para el domingo rematar la semana parapetándose desde tempranas horas en el camerino norte del Campín y durante el partido en un rincón del primer piso de occidental general, le representaron, cuando menos, un lugar en el corazón de muchos aficionados que con el tiempo adoptaron a Claudia Helena como una tía más. La tía soñada con la que se podían sostener charlas imaginarias sobre el último refuerzo de Millonarios o buscar explicaciones para la paupérrima campaña de los azules.

Siempre con el dato preciso en el momento indicado, Claudia Helena, que alguna vez se declarara hincha fiel del Deportivo Cali, tenía acceso a flujos de información que eran mirados con recelo y mucha envidia por su jefe, Carlos Antonio Vélez ¿Qué calcetines prefería Carlos Rendón?¿De qué lado de la cama dormía Carlos Alvarez?¿Murió de moquillo el perro de la finca azul? Todo, todo lo que pasaba con Millonarios había que preguntárselo a Claudia Helena. Fuente inagotable de datos, siempre acertados siempre certeros del día a día embajador.

Después de casi dos décadas conformando con el gran «Bocha» Jiménez, Narciso Cárdenas León de la Fuente, José Vicente Castillo y Aldo Ernesto Barbosa, entre otros, un gran equipo periodístico que servía como contrapeso a la petulancia y la ignorancia manifiesta de su director, Claudia Helena asumió un nuevo cargo en la cadena Súper de Colombia. El camerino norte del Campín nunca volvió a ser el mismo. Los domingos de fútbol tampoco. .

Henry "Bocha" Jiménez

N de la R:El Bestiario del balón, siempre conciente de su responsabilidad social en estos aciagos días de Tutos y Casales, ha decido abrir este nuevo espacio en el que se homenajearán todos aquellos cronistas deportivos que ejercen todavía su oficio con el rigor y la seriedad de la que tanto carecen los nuevos ricos del dial.

Fue siempre bueno y sencillo, trabajador como un buey

Corta se queda la letra de este tango a la hora de dar cuenta de las virtudes de nuestro homenajeado de hoy. Noble, laborioso y despojado de las pretensiones que atormentan a otros mortales, asume su trabajo con una especie de abnegación mística, como la de aquel que ha escogido el trabajo como forma de purificación del alma: como tiquete para una reencarnación más cercana al Nirvana.

A diferencia de otros que ahora cautivan incautos del dial, el “Bocha” es un auténtico animal de fútbol. Lo suyo no es ni el FM, ni la tele, ni los lugares de esparcimiento bogotanos. Mientras otros advenedizos que han aparecido con la firme intención de desplazar con su impresionante repertorio de sandeces a la querida vieja guardia de la prensa deportiva nacional dedican el sábado al desenguayabe después de una noche de excesos en Danzatoria, Lola o similares, no hay sábado en que el buen Bocha no lleve su micrófono a cualquiera sea la cancha bogotana en donde este programado un partido de la B, la C o en la que tenga lugar cualquier cita del fútbol aficionado capitalino. Al respecto se ha llegado a afirmar que posee el don de la ubicuidad: expertos aseguran haberlo visto en una misma tarde, a la misma hora, en el Campincito y en el Luis Carlos Galán de Soacha. Sobre este tema aún hay dudas, pero hay otro que no admite discusión: lo suyo no es el descanso, el esparcimiento. Es claro que no se conoce aún el día en que su voz no haya sido transportada por las ondas hertzianas del a.m. bogotano.

Fútbol aficionado o de primera B los sábados, preámbulo, partido y post-partido profesional el domingo para el lunes muy a las cinco de la mañana estar dispuesto a asumir su sempiterno rol de áulico, de “Smithers” del tiránico Mr. Burns manizalita que todos conocemos. Su dura jornada sólo termina entrada la noche cuando finaliza “fanáticos de la noche”, programa que sirvió para reunirlo con uno de su estirpe, con el Bocha Jiménez del ciclimo: Hector Palau Saldarriaga.


Vélez posando y el Bocha laborando. Sobran las palabras.

Modesto, sin más aspiración que continuar recorriendo el camino de la purificación que el mismo eligió, no tiene problemas en cederle todo el protagonismo a sus compañeros de programa y de transmisión. Sin rechistar, asiente todo lo que su jefe afirma, en una actitud de total desprendimiento, de renuncia al ego, tan visible e irritante en el caso de su alopécico superior. Paciente, sólo interviene cuando es necesario y siempre para aportar el dato preciso que hacía falta o el concepto acertado que la lógica grecocaldense de su compañero de transmisión no logra acuñar.

En estos días aciagos de Tutos, Casales y Marocos, el Bocha Jiménez se erige como todo un referente, como un ejemplo de profesionalismo, seriedad y rigor. Un faro que brilla con luz propia en un mar de chabacanería.
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