La primera vez de Higuita…Y de azul

Ya habíamos contado la paradójica historia de la primera vez de Higuita, pero nos faltaba la foto. Para resumir: uno de los máximos ídolos del Atlético Nacional saltó por primera vez en condición de futbolista profesional al gramado de un estadio con el buzo (Adidas) de…Millonarios, nada menos. Fue el 8 de septiembre de 1985, en el Campín, partido que terminó 1-1 con goles de Lugo para Nacional y Marcelo Trobbiani para Millonarios.

Ficha:

Millonarios:  Higuita, Galeano, Gutiérrez de Piñeres,  Molina, «Pocillo» López, Morales,  Peluffo,  Díaz, Trobbiani, «Pirata» Ferrer y  Funes.

Cambios: Córdoba por Ferrer (25 st.)

Técnico: Eduardo Luján Manera

Nacional: Carrabs, Luna, Gutiérrez,  Suárez, Villa,  Knight,  Santín, Sierra, Gómez, Sapuca y Lugo.

Técnico: Juan Martín Mujica

Cambios: C. Maya por Suárez (45 pt.) y J.J. Galeano por Sapuca (33 st.)

Gol: Lugo (8 pt.)

Árbitro: Gilberto «Mecato» Aristizábal

Lugar equivocado: Usurriaga en Millonarios

Recién aterrizado del Cúcuta Deportivo, Albeiro Usurriga llegó a Nacional a comienzos de 1989 y muy pronto el país supo que se trataba de un recontrafueradeserie. Este fue, lejos, su gran año. Un gol suyo a Israel en Barranquilla instaló a Colombia en un Mundial tras 28 años, sin olvidar que venía de poner una buena cuota en el título de Nacional en la Copa Libertadores.

Fue precisamente en ese torneo donde también se hizo a un lugar en el corazón de los hinchas azules en condición, por supuesto, de no-amiguito. Lo logró, en particular,  gracias al gol que le hizo a Sergio Goycochea en el partido de ida  por  la tercera fase  en la que ambos equipos se enfrentaron.

Pero no duró mucho el «Palomo» en Nacional. De ahí brincó, agarrón con Maturana sacamundial mediante,  al América, luego a Independiente y breve paso por Barcelona de Guayaquil, Málaga de España y Necaxa de México. Aun así, cuando el mismo Pacho que lo bajó del avión a Italia -por razones que todavía hoy son secreto de Estado- dio su vistobueno para que llegara al malogrado Millonarios de ese año, el recuerdo de la Copa del 89 seguía fresco en el recuerdo de una buena parte de la afición azul. Esto es,  el «Usu» de la memoria del hincha salía siempre vestido de verde, no de rojo.

El caso es que se demoró en debutar y cuando lo hizo dio fe de los meses que llevaba inactivo suspendido por una cierta cantidad de cocaína que, no dudamos, pusieron en su orina sus enemigos políticos.  Y el debut fue justo contra Nacional, una lluviosa tarde que no rayó con el inane 1-1 con el que terminó el juego. Luego vino la caída en picada, el corazón de la lechoneada, y el temperamental «Palomo», siempre lo supimos, no tenía el talante de boy scout necesario para enderezar el rumbo de un equipo pasando aceite. Con todo, hizo goles, uno al Quindío otro al encopetado Unicosta antes de partir en la más absoluta discreción.

Lugar equivocado: Valenciano en Millos

Valenciano, goleador de (sobre)peso, deja su huella en el Campín. Nótese como su pie derecho queda enterrado en la gramilla.

Si hay un culpable deportivo de la crisis azul este es Iván René Valenciano. Por alguna extraña razón el barranquillero obtenía un placer suprasexual cada vez que un balón impulsado por él penetraba el arco azul. Su proyecto de vida, su razón de ser en este mundo fue durante muchos años hacerle goles a Millonarios. Y es que su daño no sólo era en cantidad -como en el caso similar de Léider Preciado- sino también en calidad.Goles suyos  impidieron que los azules clasificaran al cuadrangular final durante tres años consecutivos (1991, 1992 y 1993).  Seis años después, jugando con el Medellín, contribuyó con dos pepazos a tumbar una tarde lluviosa en Bogotá el invicto histórico de 29 fechas que habían construido mancomunadamente Jorge Luis Pinto y Luis A. García.

Tantos favores recibidos le fueron luego reconocidos con un contrato que firmó con la administración Jorge Franco en el primer semestre de 2002. Fiel a sus convicciones, Iván René siguió haciendo de las suyas, pero esta vez desde adentro, un «inside job». En el tiempo que estuvo en el equipo de Kosanovic y Gutiérrez de Piñeres no marcó ningún gol y sí erró un penal.  Aun así se fue prometiendo volver. Y, pasa sólo en Millonarios, en efecto, volvió. Con más kilos que credenciales y por pedido de su carnal Dragan Miranovic llegó como refuerzo para el primer semestre de 2005.

Los que lo recuerdan de esos días aseguran que junto a él, el Léider Preciado de hoy bien podría pasar por Belky Arizala.  En esta segunda estancia en filas embajadoras ya no andaba con la fijación tan entre ceja y ceja. Esto le permitió hacer un par de goles, pero sólo uno en partidos oficiales: fue contra el Pereira, por la quinta fecha del Apertura. Días después abandonó la disciplina del club.  Aseguró tener motivos de peso.

Lugar equivocado: Arnoldo Iguarán en Santa Fe

Símbolo, héroe, crack honoris causa, ídolo vitalicio. De lejos,  Arnoldo Iguarán -que todos sabemos que en realidad es Jimi Hendrix– es uno de los jugadores más queridos por la hinchada de Millonarios. Pues bien, el buen «Guajaro» registra un paso fugaz por el rival de patio, ese al que se cansó de hacerle goles vestido de azul.

El desliz ocurrió en el primer semestre de  1983, y fue breve y sin muchos testigos. Seis meses no más después de un paso breve por el Kokoriko-Tolima y justo antes de que se pusiera la azul, por lo que un leguleyo, algún abogado experto en derecho canónico-futbolero podrá argumentar que en rigor no hay ningún adulterio acá. Terminó el apertura, cobró la prima de mitad de año y saltó al rival de patio. Allí  lo esperaba la gloria.

Lugar equivocado: Diego Luis Córdoba en Millonarios

Lo primero que hay que decir, para tener claro el contexto, es que Diego Luis Córdoba fue declarado, por unanimidad, persona non grata por los vecinos del barrio bogotano de Pablo VI por las ruidosas e improvisadas verbenas que de madrugada organizaba junto a algunos de sus compañeros de Santa Fe  a comienzos de esta década.

Es de imaginarse entonces que en un personaje de este perfil (a quien los propietarios de licorerías de Teusaquillo estuvieron a punto de levantarle un pequeño, pero sencillo monumento en el separador de la calle 53) fuera proclive a incurrir en deslices. A nosotros, ni más faltaba, sólo nos interesa registrar los futboleros, como el que protagonizó a mediados de 2005 año en que, no sabemos si en la mitad de una laguna, olvidó su origen rojo para realizar una breve pasantía de cuatro meses en el rival de patio cuando a este lo dirigía un amigo de esta casa: Fernando «el Pecoso» Castro.

Seamos francos, el Diego Luis que llegó a Millonarios no era el mismo que en Santa Fe por las tardes truncaba avances rivales para después por la noche truncar el sueño de los vecinos de la unidad residencial de marras. De hecho, ya ni lo uno ni lo otro hacía. Era apenas una versión decafeínada y sin azúcar del volante que cinco años atrás fue la revelación cardenal.

Lugar equivocado: John Mario Ramírez en Santa Fe

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Fue como ver a Alfonso Cañón o a Víctor Aristizábal con la azul.  John Mario Ramírez, ídolo de buena parte de la hinchada de Millonarios y artífice de los dos subtítulos de los 90,  tuvo su desliz en el segundo semestre de 2003 con el rival de patio.  Y no fue cualquier puesta de cachos. No. John Mario no sólo se puso la roja para indginación de ambos bandos, sino también para hacerle un gol a Millonarios en el clásico en el que debutó en las filas cardenales.

Como se trataba de un furtivo freelance, la cosa fue más bien breve. Santa Fe, dirigido ese año por Julio Comesaña, no clasificó a los cuadrangulares y para el año siguiente John Mario abandonó en silencio, tal vez con los zapatos -bueno, los guayos- en la mano. Volvió a aparecer en primera división dos años después en el Boyacá Chicó equipo que claramente le causaba menos complejo de culpa.

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Lugar equivocado: Néstor Villarreal de verde

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Baluarte algo silencioso del título americano de 1992, Néstor Fernando Villarreal fue de esos refuerzos que llegó sin hacer mucho ruido y que a punta de un trabajo modesto pero efectivo pronto se ganó los afectos de la hinchada roja.

Ex Independiente, estuvo también en Barcelona de Guayaquil, en Júnior, en el Millonarios de Diego Umaña, en Aldosivi y en el primer Chicó.  Pese a esta nutrida hoja de vida, en Colombia se le asocia sobre todo con el rojo, gracias  a la campaña exitosa de 1992. Por eso llama la atención esta imagen que debe datar del año 2000 en la que Villarreal posa con la verde durante una breve estancia suya en el lugar de entrenamiento del rival de patio. Hay que aclarar, eso sí, que nunca llegó a jugar un partido oficial con el entonces todavía  Súper Depor.

Lugar equivocado: Mayer Candelo en el América

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Más caleño que la furia permanente del segundo piso del Pascual, Mayer Candelo tuvo su desliz con el más tradicional de los rivales del Deportivo Cali en el segundo semestre de 2001.

Después de un paso sin mayor suceso por Vélez Sarsfield, equipo del que salió luego de notar que no era de los afectos de Óscar Washington Tabarez  ( había llegado apadrinado por su antecesor, Julio César Falcioni),  a Candelo no le quedó más remedio que hacer maleta y buscar nuevos rumbos.

En esas estaba cuando a los dueños de su pase el vecino de patio de su amado Deporti

vo Cali les hizo un guiño en forma de signo pesos en una época en la que sus mensajeros todavía podían gastar las mañanas en vueltas de banco. Sin más opciones a la mano, sus representantes aceptaron, suponemos, con algún leve sentimiento de culpa. Siete partidos jugados y una vuelta olímpica a distancia pues ya no estaba con el plantel fue el balance de su paso por los diablos rojos.

Atormentado y luego de fuertes declaraciones contra los rojos, al año siguiente partió para otro rojo, también del Valle del Cauca: el Cortuluá que,  por obra y gracia de un avezado empresario, ese año lució un simpático uniforme rojo marca Umbro y con el falso patocinio de Cervecería Corona.

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Re-post: René jóven y azul (y en el lugar equivocado)

Corría el segundo semestre de 1985. En Medellín, Lorenzo Carrabs guardaba celosamente las llaves del arco verdolaga respaldado por el cariño de buena parte de la afición. Así las cosas, al joven Higuita –que venía de despuntar en el suramericano juvenil de Asunción– se le advirtió que todavía debía esperar si quería llegar al arco del Nacional. Mientras tanto, en Bogotá, el arco azul andaba algo desguarecido por la lesión de Alberto Pedro Vivalda. Mario Jiménez, suplente de carrera, no desentonó y como buen suplente se lesionó apenas recibió su esperada oportunidad. Detrás de Jiménez estaba el gran Ruben Cuevas para quien tres partidos al año ya eran demasiado. Esta serie de acontecimientos obligaron a los directivos azules a proveerse de urgencia de un cancerbero adicional siendo Higuita el elegido.

Higuita de azul (bueno, rojo Adidas, en realidad).
Higuita de azul (bueno, rojo Adidas, en realidad).

Gracias al suramericano de ese año Higuita no era ningún desconocido para la fanaticada. Tanto que aun tratándose de un arquero suplente su llegada ameritó portada –con puesta en escena incluída– de la revista del club. René debutó, casualmente, contra Nacional en Bogotá en un partido que se saldó con empate a un gol. Víctor Lugo, a los ocho minutos del primer tiempo tuvo la fortuna de inaugurarlo. Después disputó dos partidos más, contra Pereira en la querendona morena y trasnochadora y contra Unión en Bogotá. En el primero recibió dos goles (2-2 terminó el partido) en el segundo salió con su arco invicto (2-0 ganaron los azules). Para ese momento Vivalda ya se había recuperado y regresó a la titular. Higuita permanecería en Millonarios hasta el final de esa temporada. La inesperada muerte del mayor accionista azul, Edmer Tamayo, impidió que siguiera en el plantel para 1986 y René regresó a Medellín. Lo esperaba la gloria.
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Lugar equivocado: Víctor Aristizábal en el Cali

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N. de la R. Una nueva categoría llega al Bestiario del balón (encomendada a san Miguel Ángel de las Bermudas para que esta sí prospere). En «lugar equivocado» reseñaremos pasos fugaces, deslices o porfuerazos en otros clubes de jugadores tradicionalmente identificados con los colores de un equipo.

El encargado de inaugurarla es Víctor Aristizábal con su desembarco a comienzos de 2001 en el que quizás ha sido el Deportivo Cali más publicitado y que más expectativas ha generado en los últimos años. Bajo la dirección de Luis Fernando Suárez (que llegó luego de un extraño cambiazo que puso a «Cheché» Hernández en Nacional), la

directiva azucarera armó un equipo con nombres de peso como Iván René Valenciano y otros no tan de peso pero sí con algo de talento y recorrido como  Arley Dinas, Giovanni Hernández, Elkin Murillo y el ya citado Víctor Hugo Aristizábal.

Como suele suceder con todos los equipos sobre los que recae el incómodo mote de «dream team»,  no logró nunca hilvanar del todo y tampoco conquistar títulos o logro importante alguno.  Aristizábal, por su parte, con la 10 a su espalda pese a que tampoco se sintió  del todo cómodo con un verde que no era el de su Nacional, logró una campaña bastante aceptable con 18 goles en el torneo local más uno que le hizo a Boca Juniors por Copa Libertadores.

Terminado el 2001, Aristizábal regresó a Brasil, a las filas del Vitória tal vez sintiéndose sucio por culpa de este pequeño desliz.

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