Cómo no ir a un Mundial, pero sí clasificar a dos álbumes. El caso JJ Tréllez

TrellezMundiales

A veces el destino se ensaña con las personas. Jhon Jairo Tréllez quisiera ser recordado por su aporte al título de Nacional en la Libertadores de 1989 o por su magistral desempeño en aquel suramericano de Asunción de 1985, en el peor de los casos por haber pertenecido a ese selecto club de jugadores que han sido tapa de El Gráfico sin haber cumplido el mínimo de requisitos previos. Pero no. Sobre todo en tiempos premundialistas, cada vez que en el mundo se pronuncia su nombre, brinca la misma pregunta: ¿el que estuvo en dos álbumes del Mundial y no fue a ninguno?

Doloroso récord el que tiene a su haber «la Turbina», que sin duda tenía en Panini SpA a algún devoto e irrestricto seguidor. El mismo que cada víspera de Mundial seguramente se comunicaba con el delantero para asegurarle que le había tocado  agarrarse con el diseñador y luego con el editor pero que «fresco mijo que ahí le tengo su campito. Todo bien». Mensaje tranquilizador que se dio en 1990 y se repitió en 1994, cuando tuvo que marcar a Buenos Aires, donde Tréllez nunca supo justificar con fútbol el que el equipo xeneize lo hubiera preferido sobre un tal Ronaldo Luis Nazário de Lima.

Meses después, apenas el álbum llegaba a droguerías, Tréllez constataba aliviado que ahí estaba. Y confiaba que su presencia en tan importante vademécum, fuera el empujoncito que hacía falta para terminar de convencer a Pacho de llevarlo, más de una vez lo acosó con un «profe, profe, mire, mire, ya salió el álbum, mire los que salimos». Pero no. El mismo DT que en su momento aseguró que «a mi no me van a hacer las alineaciones con micrófono», también era de los de la línea de «a mi no me van a armar la nómina con monitas».

Por supuesto, el daño sicológico para el ex Zürich, Nacional y Palmeiras, entre otros, fue enorme. Cuentan que el trauma salía a flote cada vez que al club en el que militaba llegaban los de Panini a tomar la foto para el álbum del torneo. «Tocaba sacarlo de debajo de las bancas del vestuario», nos confió un ex colega. «Presentaba un agudo cuadro de Paninifobia», complementó quien fuera el médico de uno de estos equipos.

Daniel Machacón o el verdadero gran ausente de Brasil 2014

DanielMachacon

Ojo a la lista: David Ospina, Abel Aguilar, Fredy Guarin, Falcao García, Carlos Valdez, Cristian Zapata, Camilo Zuñiga y Edwin Valencia, entre otros. No es la última convocatoria del equipo de Pékerman, es parte de la nómina que inscribió la Federación para el Mundial sub20 de 2005 celebrado en Holanda donde, a propósito, contamos con una voluptuosa barra en la tribuna por cuenta de numerosas emprendedoras del amor y  polémicos microempresarios que son Colombia en el país de los tulipanes.

Pero eso esta vez no es lo importante. Lo que nos interesa es que junto a esos nombres estaba el del volante Barranquillero Daniel Machacón, quien para entonces era una de tantas promesas que juntó Eduardo Lara en el equipo al que eliminó la Argentina de Messi en el último minuto de los octavos de final. Machacón sólo jugó los minutos finales del partido de primera ronda en que se derrotó a Siria 2-0.

Al grano: suele ocurrir con estas camadas que vienen predestinadas para la gloria, que un cachorro se queda atrás. Ese que, escuálido, ve como sus otrora compañeros de útero alcanzan un porte y un desarrollo muscular envidiable y toman camino mientras él se ve a gatas para sobrevivir con algo de dignidad siempre cerca del nido y con un rictus en su cara, a todas estas, muy parecido al que carga 24/7 el ya mencionado profe Lara.

Eso le pasó a Machacón quien  pronto vio como la gran mayoría de sus carnales comenzaron a coleccionar visas schengen y americanas en sus pasaportes y alcanzaban la categoría Platino en sus tarjetas de cliente frecuente de Avianca mientras él se convertía, a duras penas, en un «habitué» del Puente Aéreo, escala obligada de los desplazamientos del Júnior a otras ciudades. Cuentan que en las salas de espera exasperaba a sus compañeros con cuentos tipo «Falcao se tiraba pedos dormido» o «David Ospina no podía dormir sin antes chupar dedo frotando una cobijita que ha tenido desde niño».

Y la cosa empeoró. Porque mientras sus ex compañeros pasaban de ligas del sur del continente a las más prestigiosas de Europa, Machacón salía del Junior para hacer escala en Neiva  y finalmente poner lo suyo en el descenso del Bucaramanga  a finales de 2008. Desde entonces ha estado sumido en el infierno de la B (pasó también por Valledupar hasta aterrizar en Uniautónoma), con todo lo que eso implica y que suficientemente hemos descrito en este espacio en cuanto a consumo de mareol, indigestión con gelatinas de peaje pasadas, lesiones irreversibles de columna resultado de eternos viajes en flota , cheques tan posfechados como chimbos  y desprendimientos de retinas por consumo de pornografía en celular bajando la Línea.

Hoy, cuando Colombia se apresta a celebrar el regreso a un Mundial gracias a esta prodigiosa generación, en el Bestiario del balón sabemos que nuestra responsabilidad no es acolincharnos en un bus de la victoria cuyo sobrecupo hará hablar en lenguas al General Palomino. No. Lo nuestro debe ser, como siempre ha sido, rescatar del cruel olvido mediante  pequeños, pero sencillos homenajes a aquellos  que, como Machacón, harán parte de esa extraña minoría que botarán el TV con motivo del Mundial.

Golondrinas que no hicieron verano, los títulos de Millonarios durante la sequía

Hinchas azules celebran título de 1988. Varios de los de que aparecen en la foto hoy hacen parte del club Tena según pudo establecer nuestra unidad investigativa.

Este año Millonarios cumple 23  sin darse el gusto de añadir una estrella a su escudo. Ya hay por las calles jayanazos casados, con hijos, barbudos, colgados en la cuota inicial del Spark y reportados en Datacrédito que no saben lo que se siente ver a su equipo campeón del torneo local.  Pero la abstinencia no ha sido total. En este lapso los azules han dado una que otra vuelta olímpica, paños de agua tibia que hoy recordamos en este especial.

Copa Tecate 1994

Bizarro certamen que tuvo lugar a comienzos de 1995 cuando algunos avezados empresarios consiguieron el apoyo de la cerveza mexicana Tecate -que por ese entonces llevaba a cabo un intento, a la postre fallido, de penetrar el mercado colombiano- para la realización de un cuadrangular internacional en Bogotá.

Desde el comienzo algo olió raro. Pese a lo llamativo de los equipos que desde diciembre habían anunciado su presencia: el Vélez Sarsfield recién coronado campeón del mundo, la selección mexicana del “Chapulín” Campos, la selección polaca y el local Millonarios al cuadrangular se le dio el mismo cubrimiento que se le suele dar por esa época al nunca bien valorado octogonal del Tabora. Fue así como en diciembre, los pocos que leyeron en algún recuadro que a Bogotá vendría el Vélez campeón intercontinental de Bianchi, Chilavert, Flores, Assad, “El negro” Gomez y Roberto Trotta además de la selección mexicana de Campos creyeron que se trataba de algún error fruto de la confusión del encargado de los despachos de AP por aquello de la similitud entre la altura de Bogotá y el DF y que la sede del cuadrangular tendría como sede la ciudad de México. De esto siguieron convencidos los pocos que tenían noticia del evento cuando en los primeros días de enero no apareció ninguna información al respecto.

Sin embargo, a finales de enero un pequeño aviso apareció en las páginas interiores del Diario Deportivo anunciando el cuadrangular internacional Copa Tecate con la participación de Vélez, la selección Polonia, Millonarios y un bizarro “combinado mexicano”. A cuentagotas se supo que en efecto el cuadrangular tendría lugar en Bogotá, que Vélez traería a buena parte de sus figuras y que Millonarios lo asumiría como parte de la preparación para la Libertadores de 1995. Lo que no quedaba claro todavía era el tema del “combinado mexicano”.

A una semana de comenzar el torneo, el evento tuvo algún despliegue en la prensa capitalina. Sobre el cuarto participante, el enigmático combinado, se supo que sería un arrejuntado de jugadores de la liga azteca con el “Chapulín” en el arco. Este último fue incluso objeto de un artículo de una página que con motivo de su próxima visita a Bogotá le dedicara el Diario Deportivo. Un nuevo aviso, también en el DD; días antes del evento anunciaba que el cuadrangular lo abrirían el viernes los partidos Vélez-Combinado mexicano y Millos-Polonia.

Llegado el día de la inauguración, los escasos enfermos que esa fría noche se agolparon en las gradas del Campín vieron salir por el túnel al que supuestamente era el tan mentado combinado mexicano luciendo un uniforme blanco y azul muy oscuro. Rápidamente se percataron de que el arco no lo ocuparía el legendario “Chapulín” sino que este sería ocupado por un portero barbudo luciendo un buzo de algodón a rayas que resultaba bastante familiar. Se trataba, no podía ser otro, del popular arquero argentino-boliviano Carlos Leonel Trucco. Esto sirvió también para desbaratar de una buena vez la farsa que se había tejido en torno al “combinado mexicano”. El equipo que saltaba a la cancha era el Pachuca, que por esa época militaba en la segunda división mexicana. Por su parte, Vélez tuvo a bien seguir esa costumbre que tienen los equipos foráneos de lesionar a sus principales figuras días antes de venir a Bogotá. En efecto, el Vélez que saltó esa noche al Campín pese a tener en su alineación a Trotta, a Zandoná, a Basualdo, a Assad y al “negro” Gómez no tenía a sus dos estrellas del momento: el gran Jose Luis Chilavert y el “Turu” Flores.

La primera jornada dejó a Vélez y a Millonarios como ganadores de sus respectivos partidos (los azules le ganaron, casi a la medianoche, 3-0 a Polonia). De acuerdo con la programación, estos serían los protagonistas del encuentro de cierre del cuadrangular el domingo siguiente. Fieles también a la tradición que obliga a todo equipo del sur del continente que disputa un amistoso en Colombia a protagonizar actos bochornosos tres jugadores de Vélez se hicieron expulsar en los primeros diez minutos del partido. Con ocho hombres en el terreno, con Sandro Guzmán en el arco y el “Turco” Assad en la banca sin que finalmente ingresara, un opaco Vélez fue presa fácil de un Millonarios que con un 3-0 se coronó como flamante campeón del Copa Tecate 1995. Torneo que nació y murió donde habita el olvido.

Andrés Cerquera y la Copa Merconorte 2001

Hay jugadores como Bonner Mosquera que le han dado la vida a un equipo recibiendo a cambio la alegría de levantar una copa Tecate en el mejor de los casos. Hay jugadores como Andrés Cerquera que le han dedicado sus ratos libres a una institución y a cambio han recibido la oportunidad de levantar el trofeo de un torneo internacional de clubes avalado por la FIFA.

De nuestro homenajeado se comenzó a saber a comienzos de 1999 cuando hizo parte, junto con Andrés Chitiva, de la nómina de Montaña y Fandiño que se coronó campeón del tradicional Hexagonal del Olaya, «Amistad del sur». Meses más tarde reaparecería en el panorama haciendo parte de la nómina alterna con la que Millonarios disputó la Copa Merconorte de ese año bajo la batuta de Luis García. Un gol, el del descuento contra Barcelona de Guayaquil en Bogotá, fue su balance. Debemos aclarar a esta altura que por algún extraño motivo las apariciones de Andrés se limitaron este año a los partidos nocturnos que entre semana se disputaban con motivo de esta competición.

Para el año entrante la tendencia continuó. Mientras las apariciones de Cerquera en los partidos del torneo local se limitaban siempre a aforar el banco de suplentes y a intrascendentes apariciones en tiempos suplementarios, en la Merconorte era común verlo en la nómina titular y disputanto partidos completos. Pareciera como si García –con García, todo es posible– lo tuviera reservado únicamente para la Merconorte garantizandole así a este «internacional» el sagrado descanso del domingo (no se descarta entonces que Andrés oficiara de forma paralela como pastor). Pastor o delantero, el hecho es que estuvo en el gramado del Capwell de Guayaquil en el partido de vuelta que los azules disputaron contra Emelec. Y si que estuvo. Tanto, que en la fotografía del título, la misma que circuló por todo el mundo en la revista de la Conmebol, la que se exhibió en la sede administrativa del club, la copa, la única copa internacional de Millonarios y la única en los últimos 18 años, aparece en sus manos. ¿Y Bonner? Bien gracias. Sendos ataques de ira del de Condoto con arremetida incluida contra el cuadro forzaron la decisión de archivarlo.

Su fulgurante carrera se apagó a comienzos de 2002.

Gracias, enunabaldosa

La sobreactuada Copa Cafam de Carmelo Valencia (2009)

La más reciente, la más fresca en la retina del hincha. Tras derrotar a un encopetado Argentinos Juniors, el equipo de Quintabani enfrentó al América en la final del más tradicional de los torneos de verano (de talento) del FPC. Tras empatar a cero en el tiempo reglamentario vino la definición desde los 12 pasos. Arango y Tavima, de los rojos, desperdiciaron sus cobros por lo que la definición quedó en los pies de Carmelo Valencia. El chocoano mandó el balón arriba, fuerte, para inmediatamente despojarse de la camiseta y dejar el alma en una celebración desatada y sobre todo lejana de lo que dicta la urbanidad de (Ariel) Carreño para celebraciones de cuadrangulares de poca monta.

Bonus track: clásico en homenaje a Pelé con doble efecto refisal (2-1, enero de 2010)

 

Poltergeist III

La foto data de 2008. Hacía apenas algunos meses que Millonarios no clasificaba a unos cuadrangulares semifinales, su presidente, Juan Carlos López, todavía gozaba de algún margen de credibilidad y la hinchada disfrutaba de una sorprendente campaña en la Copa Suramericana de la mano del acriollizado Mario Vanemerak. Una vez el obturador se abrió de nuevo, las desgracias llegaron por docenas: los azules no volvieron a oler una semifinal, fueron eliminados de la Suramericana, su técnico se dedicó a sacarle tocos a las puertas de los camerinos del país y su sede se convirtió en punto de romería de chepitos de todas las calañas.