Prisciliano González

Prisciliano y su aire de troll.

Nunca hay que dejar al libre albedrío dirigencial las decisiones de comprar futbolistas para el equipo. Eso tiene que ser tarea del entrenador. De lo contrario, si no hay un tatequieto, puede que le lleguen al técnico de ocasión con Prisciliano González bajo el brazo.

¿Cuando se va a fichar un futbolista qué es lo que se busca en realidad? Que haga goles, o que los evite. Y de ahí comienza la división de labores. Las prioridades de los clubes pasan por tener un delantero implacable en el área, un portero que se juegue la vida atajando balones imposibles, luego puede ser un volante creativo, un cerebro que le dé orden al juego ofensivo y finalmente un zaguero central que se encargue de controlar la zaga son las grandes prioridades de los equipos en torno a la vinculación.

Por eso la pregunta: ¿Uno para qué quiere que a su equipo venga un lateral izquierdo desde Paraguay, que mide 1.64 y cuyo nombre es Prisciliano? El paladar de los hombres encargados de los fichajes en el Cali en 1998 no se puede explicar ni con los agentes Mulder y Scully porque no hay archivo X que aguante semejante disparate –a menos claro, que se trate de buscar en ese puesto un reemplazo a Luis “Morumbí” Zapata, ahí sí es válido-.

Pues el petiso Prisciliano vino a Cali con las esperanzas de hacer historia en su puesto. Y a fe qué lo hizo. Se comenta por los bajos del estadio Pascual Guerrero que el diminuto lateral fue modelo para un artesano que vendía pulseritas en la Loma de la Cruz. Cuando el mucharejo hippie y con ganas de rebuscarse la vida vio la estampa del aguerrido guaraní, pensó que tenía todo el tiempo disponible –los hippies no hacen nada, salvo bailar mirando al cielo- para hacer realidad un proyecto que había frenado hacía muchos años por… ser hippie: crear un muñeco navideño amigable, cariñoso y sin igual que pudiera animar los alumbrados de su ciudad y que fuera la sensación en épocas de la feria de Cali.

Entonces el fanático de Cat Stevens y el sándalo se dirigió raudo hacia la sede social del Deportivo y logró ingresar a pesar de su maltrecho aspecto. Fingió ser periodista y pidió la ficha técnica del paraguayo que, inocente, jugaba en las prácticas por la banda izquierda y recordaba que empezó su carrera como delantero en el Club Capitán Figari del ascenso de su país pero que por su poco virtuosismo en las 18, terminó siendo el 4 ideal para su equipo.

El hippie dedicó horas de su ocio –las 24 para ser sensatos- en la hechura de un muñeco frágil pero candoroso. Una especie de “Troll” criollo. El hippie se iba al estadio religiosamente cada fin de semana, no  para ver al verde (era hincha del Cortuluá), sino para seguir el pelo ondeante y las cómicas despaturradas de Prisciliano por la banda izquierda.

Cada día el destino de ambos protagonistas estaba más alejado, era inversamente proporcional. Mientras el muñeco de hule ya iba tomando forma, el de carne y hueso parecía irse derritiendo en cada pique infructuoso hacia la ofensiva. Y el Cali también iba en picada porque Prisciliano y Lorenzo Carlos Ojeda, los jugadores vinculados en ese año eran un fracaso.

Poco a poco, el guaraní fue perdiendo espacio valioso en la titular de su equipo, sobre todo tras la llegada de José “Cheché Hernández el Cali empezó a jugar con tres defensas en el fondo. Prisciliano pronto empacó maletas y el Cali gritó campeón venciendo al Caldas en la final de ese año. Los memoriosos recuerdan que mientras caían maizena y huevos en la celebración del título, cada automóvil de la ciudad llevaba colgado en el espejo un troll con la camiseta del Cali, llamado “Prisciliano”.

De Prisciliano nada se volvió a saber –del de carne y hueso-. Del hippie sí; ya se baña, usa Armani y le encantaba ir a charlar con José Pardo Llada en el Club Colombia.

Texto tomado del libro «Bestiario del balón. El lado B del fútbol colombiano» Aguilar, 2008.

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20 Replies to “Prisciliano González”

  1. No me acordaba de Ojeda, quien tenía pinta de crack, sólo pinta.

    Y de Prisci, claro que pedía blog en el Bestiario desde hace rato.

  2. Decir «Prisciliano» y «jugador de fútbol» es pensar de una en Paraguay, país pródigo en nombres frondios de jugadores: Isidro, Catalino, Estanislao, Celso, Virgilio, Buenaventura, etc.

    Horrible éste tronco. De los pocos extranjeros del Cali de esos años que fracasó por sus propios méritos (a los otros dicen que les hacían la rosca -no le pasaban el balón-el Guigo Mafla y cía).

  3. Recuerdo muy bien que le decían «Bonzai» González, por obvias razones. En todo caso no deja de ser curioso que uno de los jugadores extraneros más anónimos que ha venido al fútbol colombiano tenga semejante nivel de recordación. Definitivamente su nombre, por más inmundo que sea, parece una marca registrada. Se me ocurre, por ejemplo, que «priscilianos» podrían ser las uvas pasas recubiertas de chocolate, o las almendras en pasta de azúcar. Como la versión criolla de los «pitiyanquis» Nerds o Gobstoppers. Pero esa ya es otra historia.

  4. ¿Lo copiaron textualmente del libro? De ser así, se haría notoria la falta de un corrector de estilo y de un editor decente. Por el contenido, como siempre excelente.

  5. YoSoyElCarlos, eso creo que hace parte d ela identidad futbolística de nuestras repúblicas. Lo mismo puede decir un paraguayo de los colombianísimos John Jairos, Léideres, Bréitneres (¿o «Breiner»?), Eugéneses y Jameses (nada de «Yeims»).

  6. Pardo Llada, quien se denominaba padre del periodismo «light» en Colombia, ya está muerto. Debe ser por eso…

  7. Alguien se acuerda de Ever Armando Rios? (arquero)…o saben si lo han mencionado en esta pagina? Mi Dios les pague, oigan????

  8. Este post me acordó al instante de Óscar Quagliatta, pero inmediatamente recordé que él y Prisciliano no compartieron equipo para la misma época. Y Ojeda también merece post aquí.

  9. Según BDFA:

    1998
    Deportivo Cali (Cali)
    2004-2005
    Sport Colombia (Fernando de la Mora)
    2006
    2 de Mayo (Pedro Juan Caballero)

  10. No recuerdo que el Cheche haya jugado línea de 3.
    Esse esquema lo utilizó Rueda con el negro Martín Zapata como libre y con Yepes y Manolo Valencia como stopper.Los laterales eran Marrero y Ampudia
    Cuando llegó cheche, a mitad de año, organizó la defensa con 4, dos centrales (Yepes y Anbdres Mosquera) y dos laterales.

  11. Este de verdad ha sido uno de los extranjeros más troncos que he visto por acá, sobre todo por la posición en la que no es usual traer extranjeros. Y si tengo la misma duda que «Tigrebenitez» expone; no recuerdp que ese Cali haya cambiado a línea de tres, Prisci se sacó de la titular con des-honores

  12. Prisciliano marcó un gol a Cortuluá en el estadio «Doce de Otubre» (creo que el partido terminó 1-1), el único que anotó con el Cali. Me acordaba de vez en cuando de este jugador y pues, aquí le hacen un, ¿merecido?, homenaje.

  13. hijueputa, y estos cafeteros que se creen Dioses del Olimpo, que son todos rubios de ojos azules, la raza Aria,?, ni en futbol históricamente no son mas que Paraguay, dejen de consumir merca fea

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