Afligido por el acaparamiento mediático de la fauna Barranquillera, y aprovechando la ola generada por el recién bautizado Gamero, es hora de reivindicar a otro gran símbolo bogotano: La polilla de estadio. Siempre presente, terror de toda mujer primeriza en el Nemesio, es hora de que reclame su posición entre el hall zoológico de la fama del fútbol colombiano.