Proyecto Basigalup: cuando Millonarios decidió clonar arqueros

XG3 y XG4 bajo la identidad de Esteban Basigalup y Fabio Calle.

Fue necesario que pasaran treinta años, tiempo establecido por la legislación británica para desclasificar documentos confidenciales para que en Colombia se conozcan por fin los detalles de uno de los más delirantes y escandalosos capítulos de la historia del fútbol colombiano: cuando Millonarios intentó clonar arqueros.

Todo comenzó en 1983, año en el que al equipo azul de Bogotá llegaron nuevos accionistas, entre ellos inversionistas que hoy merecerían en medios de comunicación el apelativo de polémicos empresarios. Sea cual fuera el origen de sus recursos, el caso es que fueron tiempos de vacas gordas para los embajadores.

De ello estaba al tanto José Munurri, asistente técnico del uruguayo Juan Martín Mujica, padre del hoy célebre investigador del Royal College of London, Samuel Munurri, autoridad mundial en genética humana aplicada y fanático futbolero como su padre.

Desde entonces Munurri hijo ya adelantaba revolucionarios estudios en materia de clonación, algo de lo que estaba al tanto su padre quien tan pronto llegó se percató de la generosísima chequera de los dueños del equipo.

Fue así como el clic no tardó: Munurri padre rápidamente le advirtió a su hijo que en su nuevo lugar de trabajo podría haber financiación para lo que fuera siempre y cuando se le supiera llegar a los dueños con una propuesta que les tocara alguna fibra, en este caso, su pasión por el balompié.

En la primera ocasión que tuvo de hablar con Gonzalo Rodríguez Gacha, el gran mecenas azul de entonces, el asistente de Mujica fue al grano: “mirá, tengo un pibe en Londres que te puede solucionar el tema del arco por años y te sale más barato que contratando arqueros”.

El mecenas.

Lustros antes de la oveja Dolly que introdujo al planeta el concepto de la clonación, Gacha, por supuesto, no tenía idea de a qué se refería el advenedizo asistente del DT. Sin entender del todo el proyecto, le animó ser patrocinador de algo tan vanguardista y puso a disposición tres bolsas de Febor repletas de billetes de cien dólares.

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Munurri hijo siempre tuvo una debilidad con el arco, fue, sin más rodeos, un arquero frustrado desde temprana edad, además de coleccionador de arcos de estadios y canchas de barrio del mundo en su hogar a las afueras de la capital británica no obstante la férrea oposición de su esposa, una temperamental albanesa.

Ni a ella ni a nadie le sorprendió que la de golero haya sido la posición elegida para el proyecto piloto de clonación de deportistas de alto rendimiento, esta última, idea que lo obsesionó desde el primer día de sus estudios de medicina.

Con la financiación lista, el eminente científico empacó maletas con destino a Colombia. Allí consiguió un espacio suficiente en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, aledaña a la finca de la autopista norte donde entrenaba Millonarios.

La idea era comenzar con dos prototipos a partir de células tomadas de un mechón de pelo del legendario arquero de Platense en los 40, Carlos Roberto Mestróngelo, que el abuelo de los Munurri conservaba.

Carlos Roberto Mestróngelo, leyenda de Platense.

El trabajo fue arduo, de sol a sol y con no pocas noches, pero rindió sus frutos en diciembre de 1984, casi dos años después y, en todo caso, mucho antes de la irrupción de la mencionada ovejita Dolly –primera clonación ‘oficial’, pero es bien sabido que por disposición de los Iluminati, otras tantas han permanecido ocultas y de humanos, incluso-.

El resultado fueron tres arqueros y sin embargo seres humanos que fueron clonados a 2600 metros de altura sobre el nivel del mar en una recóndita sabana del trópico.

Dos de ellos fueron fiel copia de Mestróngelo y en esa medida fueron testimonio de éxito. El tercero encarnó un fracaso pues es la hora que no sabe de quién es clon. “Bien pudo haber sido de mi tío Oswaldo, que alguna vez lloró sobre el mechón de Mestróngelo tras uno de tantos descensos de Platense, pero no hubo manera de confirmarlo”, explicaría años después Munurri.

TV56 bajo la identidad de Ruben Cuevas: ¿qué pasó ahí genes?

Por supuesto, las directivas embajadores no podían salir de la nada con tres goleros. Mucho menos presentarlos con las denominaciones que recibieron en el marco del proyecto: prototipo XG3 y prototipo XG4, para los clones del legendario cancerbero y TV56, para el prototipo misterioso.

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La solución fue ubicar a tres arqueros de algún grado de reconocimiento, más o menos parecidos a los prototipos (y, en consecuencia, dos de ellos a Mestróngelo) y ofrecerles vacaciones en Cartagena durante un año con la condición de guardar silencio y absoluta discreción.

A la prensa se le diría que Millonarios había decidido contar con Esteban Basigalup (argentino) y a los colombianos Fabio Calle y Rubén Cuevas, tres guardavallas con trayectoria rastreable. Los tres, tal y como estaba planeado, fueron enviados a la capital de Bolívar durante todo el año. Para evitar ser reconocidos y que fracasara el proyecto a Basigalup y a Calle se les pidió afeitarse el bigote mientras que a Cuevas, convencido lampiño, se le procuró uno postizo. Los tres estuvieron siempre bajo la estricta vigilancia de alias “Doblestopper”, escolta de confianza de Rodríguez Gacha.

Única imagen de los arqueros verdaderos durante su estancia cartagenera. Aquí Ruben Cuevas (bigote) departe en las playas de Bocagrande con amigos de ocasión.

Todo estaba servido para el éxito del proyecto, pero los frecuentes bloopers de XG3 bajo la identidad de Esteban Basigalup y la falta de consistencia de XG4  bajo la identidad de Fabio Calle cuando se vio obligado a reemplazarlo abrieron un interrogante enorme: sí, eran idénticos a Mestróngelo, ¿pero el talento qué?

Para septiembre estaba claro para Munurri y su equipo que no hay gen que contenga las habilidades bajo el arco. La de Millonarios era la quinta valla más veces vencida del campeonato.

“Tanta jodedera y tanto billete para que me salgan con estos paquetes y justo cuando Pablo me está pidiendo caja menor, no, coman mierda y a ese par de hijueputas culebreros no los quiero ver más”.

Con esta sentencia del ‘Mexicano’ el proyecto Basigalup llegó a su fin y Munurri padre e hijo tuvieron que abandonar el país, raudos, en un 707 de Aerolíneas Argentinas una tarde de octubre.

Lo ocurrido permitió que los últimos partidos de un año que no fue bueno para los azules –ya dirigidos por Eduardo Luján Manera- los tapara el verdadero Basigalup, sin marcar diferencia, por cierto.

Terminada la aventura,  Basigalup, Calle y Cuevas siguieron con sus carreras sin mayor suceso, mientras que de los clones solo se tienen datos de XG3 que decidió no abandonar la identidad asignada pero tomar otro rumbo: incursionó con relativo éxito en el arte. Esta fue, según lo reconocieron tiempo después sus familiares, la verdadera pasión de la vida de Carlos Roberto Mestróngelo tal y como lo habría confesado en su lecho de muerte. Dijo, agonizante, que nunca le pudo dar rienda suelta por culpa de los malditos prejuicios que sobre la relación entre el arte y los varones acechaban en la época.

XG3 en el nuevo rumbo que tomó su artificial vida.

 

Falcioni, impulsador de Fruco

La relación entre fútbol y mercadeo era más libre en sus inicios. De repente, de la nada, surgía un patrocinador con unas exigencias y nadie en el equipo sacaba un manual de manejo de marca para argumentar la negativa. Se hacían las cosas, punto.

A mediados de los ochenta alguien en Fruco relacionó el rojo de su salsa insignia con el de la camiseta del América y consideró que nada mejor para el producto que el referente del onceno del médico Ochoa, Julio César Falcioni,  saliera a la cancha con un frasco gigante de la nueva línea «Picante» haciendo las veces de impulsador (a).

Precursor cómo era del noble arte de la quema de tiempo, aquella disciplina en la que confluyen sobre un gramado  dramaturgia y deporte profesional, quizás pensó que era de verdad y que le serviría durante el partido para darle más realismo a sus largos lamentos por presuntos dolores así como años después lo hiciera el «Cóndor» Rojas en el Maracaná.

Sea lo que sea, el caso es que Julio César Falcioni no solo saltó esa tarde al Pascual con tan delirante accesorio, sino que accedió a tomarse esta foto para el recuerdo.  Fuentes de la entraña de los Falcioni nos confirman que el último arroz con pollo con salsa de tomate fruco picante se consumió en dicho hogar el 3 de marzo de 2002 con un saldo de tres sobrinos y cuatro vecinos con fuertes dolencias estomacales.

La razón por la que Carlos Bejarano se fue a Guinea Ecuatorial

Todo coincide: la fecha de realización de esta pesadísima broma antecede a aquella en la que Carlos Bejarano decidió aceptar la oferta para conformar la selección de Guinea Ecuatorial que disputó la eliminatoria a Brasil 2014 junto con  Jimmy Bermúdez, Jhonnier González, Roland De la Cruz, César Rivas, Yoiver González, Danny Quendambú y Fernely Castillo.

Tal vez lo estaba dudando. Quizás un impulso moral de última hora lo hizo sentir traidor a la patria, la disyuntiva no era fácil. Pero después de vivir algo así cualquiera pierde la fe en sus compatriotas y automáticamente se le disparan las ganas de hacerse matar por cualquier bandera menos la de un país que te somete a semejante ridículo en el prime time dominical.

El último argentino de selección que pasó por Millonarios

No fue como muchos creerían, Sergio Goycochea el último argentino que después de vestir la azul de Millos se puso la azul celeste de la selección de su país.

Fue Leonardo Sebastián Prediguer, quien hizo parte del plantel profesional azul en 2007, pero sin llegar a jugar un solo minuto, de ahí que la anterior afirmación pueda ser objeto de fundados cuestionamientos de puristas y leguleyos. Los mismos que mencionarán a Hugo Morales, pero es que él fue seleccionado antes, mucho antes, diez años antes de llegar a Millonarios.

Pataleos aparte, esta historia comienza en enero con la Copa Ciudad de Santa Fe (Argentina) que disputó el equipo entonces dirigido por un Juan Carlos Osorio todavía sin adaptarse del todo al ecosistema futbolero local tras su larga estadía en Inglaterra: construía frases en inglés, se le colaban no pocos anglicismos y algunos todavía lo llamaban el ‘mister’.

En el equipaje, acomodado junto a los ocho goles en dos partidos que le metieron al ‘embajador’ se coló Prediguer.  Por qué terminó ahí es una pregunta que sigue sin resolverse.  Tal vez desde muy chico ‘Sebas’ fue un secreto pero riguroso e intenso admirador de la cultura muisca y quería a como diera lugar vivir una temporada en los otrora dominios del Zipa; quizás en su fuero más privado escondía un publicista y sabía bien que en tierras muiscas su aspecto y, sobre todo, su acento equivalen a un doctorado en este campo cursado por un criollo. Pero la versión que más fuerza cobró entonces fue la de que se trató de un capricho. Pudo haber sido de Juan Carlos López, el entonces presidente de Millos,  o de su hijo o, por qué no, de su esposa.

Lo cierto es que la inactividad del argentino, que estuvo todo un semestre sin si quiera poder sentir en su coxis la firmeza y textura de las sillas en fibra de vidrio que para entonces estaban instaladas en los bancos del Campín. Nada. «Ese mono yo no lo pedí entonces que pasee, que conozca el Museo del Oro, que si quiere que lo lleven a Andrés y bien pueda emborráchese porque igual no lo voy a poner», pudo haber dicho Osorio.  Ni que le dijeran que el pibe venía de ser jugador de la sub20 de su país le sirvió al carismático pero impredecible estratega.

Terminada su estancia tipo intercambio estudiantil en Bogotá, Prediguer regresó a Colón, donde descolló. Tanto, que dos años después estaba instalado en el Porto con la carta con la que la Afa le comunicó a su club la convocatoria a un amistoso de la selección de mayores contra Panamá enmarcada en el hall de entrada de su apartamento portugués.

Tras el destello, el declive paulatino, como dirían en Instagram, la muerte lenta. De Porto a Boca, de ahí Cruzeiro, regreso a Colón y recarga de fondos en Baniyas de la enigmática liga de los Emiratos Árabes -hay certeza de la existencia de las cuentas bancarias de sus equipos, pero a la fecha no hay registro audiovisual de partido alguno- tras ella su carrera adquirió un sabor eminentemente orgánico y local, pero sobre todo local, con pasos por Estudiantes de la Plata, Belgrano y Newells,  equipo que fue trampolín para dar el salto a San Martín de Tucuman de la Primera B Nacional.

Equidad Puma no-Puma 2017

Equipo complicado para el tema de la indumentaria y Equidad. Cuando llegó a la primera división en 2007 invocaron no sabemos qué parágrafo de quién sabe qué artículo de vaya uno a tener idea de qué libro sagrado del cooperativismo para no recurrir a marcas reconocidas y quedarse con una de corte cooperativo y, en todo caso, ‘in-house’.

Con el tiempo dicha barrera fue cediendo y los aseguradores recurrieron a la muy bogotana Saeta y después a la también capitalina Kimo.

Ubique el gatico en la camiseta y gane fabulosos premios.

Pero el salto del cooperativismo a las grandes corporaciones solo tuvo lugar en junio de 2016, con el anuncio de la llegada de Puma en calidad de ‘sponsor’ oficial del equipo oficinista de Colombia. Toda una novedad que sacudió a sus miles de empleados hinchas. Con un bombo inusual en una institución tradicionalmente apegada al recato y al bajo perfil se anunció su llegada.

Hasta ahí nada raro. Lo anómalo comienza a darse cuando observadores agudos advierten que el tercer equipo de Bogotá está saliendo a las canchas del país con un atuendo con diseño de Puma, colores de Puma, números de Puma, cuello de Puma, mangas de Puma, tela de Puma pero sin logo de Puma. Es decir: un uniforme Puma no Puma. El mismo que se le vio contra Millonarios en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga Águila II.

Fuentes consultadas afirman que la relación comercial entre aseguradores y alemanes ha sido tortuosa, con incumplimientos de los segundos. Algo similar ha vivido el Medellìn, el otro equipo con el felino en su camiseta. La solución de los bogotanos, al parecer, fue cooperar, no enredar y mandar a hacer un uniforme igual pero sin el logo. Libre de las ataduras de las cláusulas que rigen el vestir de competencia en el fútbol moderno, Cristian Bonilla dio rienda suelta a su niño interior que es fanático de Adidas y en el partido de ida en Techo saltó a la cancha con un buzo de esa marca, en un acto de rebeldía de esos que hacen único e irrepetible a nuestro querido y nunca bien ponderado rentado.

Especiales del Bestiario: las camisetas provisionales de Colombia

ColProvisional

 

Con la colaboración de @fpc_retro

Se podría hablar de intersticios, pliegues, zonas grises. Nos referimos a esos períodos entre el fin del contrato con una marca y aquel en el que está listo el diseño con el que arranca la nueva. En particular cuando se trata de selecciones.

Son lapsos, a veces de días, otras de meses, en los que los diseñadores dudan, pero la pelota sigue rodando. Es decir: hay amistosos, a veces torneos juveniles en los que hay que saltar a la cancha con alguna cosa puesta y que tenga el logo del nuevo ‘sponsor’ oficial, pero sin dar pistas sobre cómo se verá la nueva y definitiva indumentaria. Diseños de combate «mientras el cliente nos da el OK».  Casi siempre son lo más estándar posible, las plantillas más decafeinadas de la marca.

La selección Colombia sí que da razón de estos momentos de tránsito y transformación, como diría el horóscopo.

Tales días anómalos solo son posibles cuando hay contratos con firmas que aportan la indumentaria. Como es bien conocido, el debut del país en estas lides tuvo lugar en enero de 1993 con Umbro. Por supuesto, el ‘look’ definitivo no estaba listo y Colombia tuvo que jugar los primeros partidos del año, entre ellos el de la despedida a Arnoldo Iguarán en el Campín con este (sí, y el esperpento del patrocinio que nos hizo acreedores a un comparendo -y no pedagógico-  de la Fifa por violar varias normas de la competición entre selecciones además de ofender al sentido común):

Mayo de 1993, primer y efímero diseño Umbro.
Mayo de 1993, primer y efímero diseño Umbro

Pronto llegaría, y todavía con patrocinio, la camiseta definitiva. Sí, la del 5-0.

Al año siguiente en circunstancias aún no esclarecidas por completo -algunos culpan a la Fifa, otros a la Federación, otros a Peñalosa- se decidió cambiar el uniforme alterno. Abandonar la roja y adoptar la azul. Aquí se abrió un nuevo paréntesis de los que hoy nos convocan. El primer diseño de camiseta azul de Colombia fue efímero: tenía cuello rojo y solo se utilizó en un partido, y qué partido: aquel en el que una lesión del ‘Pibe’ Valderrama obligó a incluir a la camándula en la canasta familiar de entonces.

La primera azul, la de la lesión del Pibe. Modelo: John Jairo Trellez (stock models).
La primera azul, la de la lesión del Pibe. Modelo: John Jairo Trellez (stock models).

Semanas después se conocería la azul definitiva. Nadie se imaginaría que sería el traje oficial de la debacle contra Rumanía.Una tercera versión del atuendo celeste fue el que se le vio a los de Bolillo contra Quito en Ecuador en la eliminatoria a Francia.

Lo que viene después es apenas digno del Bestiario del balón (?). Tres años después -es que el capitalismo y su consumismo voraz aplicado a la confección deportiva no habían alcanzado el desenfreno actual- Umbro consideró que era hora de renovar el clóset.  Entonces presentó un nuevo diseño que el equipo del Bolillo lució en el primer semestre de 1997 (era la eliminatoria a Francia). Era uno muy similar pero cambiando los balones de fondo por unos ‘COLOMBIA’ en distintos tamaños de fuente (nada llamado a marcar un antes y un después en términos de diseño deportivo, en cualquier caso).

El Umbro colombiaCOLOMBIAcolombiaCOLOMBIA
El Umbro colombiaCOLOMBIAcolombiaCOLOMBIA

Pero la nueva ‘muda’ resultó con efecto catrasca (cagada tras cagada: derrota en Barranquilla contra Perú, en Asunción contra Paraguay) y los jugadores decidieron que era mejor regresar al anterior diseño mientras al nuevo se le hacía una limpia con ruda. Seguramente resultado de esta operación de higiene mística, fue un simpático híbrido sin antecedente conocido que luciera en uno de los partidos de la Copa América de 1997 Néider Morantes. Como se puede ver, la camiseta tiene la tela del diseño anterior y un cuello que es un auténtico esperpento que combina elementos de ambos. Hagan de cuenta un renacuajo en pleno tránsito a rana.

Néider Yesí en plena Copa América de Bolivia y su uniforme en plena metamorfosis.
Néider Yesí en plena Copa América de Bolivia y su uniforme en plena metamorfosis.

El caso es que Colombia finalmente terminaría sus días oficiales Umbro con la referencia ‘balones’. Con dicho atuendo saltó a la cancha en la última fecha, partido contra Argentina en la Bombonera. Con cinta aislante amarilla y azul se cubrió

Y decimos oficiales porque al año siguiente hubo dos partidos en Bogotá: contra Boca (sí, lector milenial, antes jugaban equipos y selecciones) y Yugoslavia en los que se recurrió al Umbro-ColombiaCOLOMBIA, pero recurriendo, ‘por sugerencia de jurídica’ a la cinta aislante para tapar el nombre y el logo de la marca con la que ya no había contrato vigente.

"Ponle cinta aislante al logo, mandan decir los de jurídica", la orden que aquella noche contra Yugoslavia en el Campín recibió el utilero.
«Ponle cinta aislante al logo, mandan decir los de jurídica», la orden que aquella noche contra Yugoslavia en el Campín recibió el utilero.

Terminado el largo vínculo con los ingleses, apareció Reebok. Y aquí un par de aportes más a nuestro álbum de la provisionalidad: antes de estrenarse la camiseta con la que se jugaría el mundial de Francia en dos amistosos el equipo del siempre incomprendido ‘Bolillo’ jugó con un atuendo Reebok ref. ‘salir del paso’. Era un ‘template’ megaprovisional estándar de la firma norteamericana. Se le vio contra Paraguay en New Haven (Connecticut) y contra Chile en Santiago. En este partido  Léider Preciado hizo dos goles y reconfirmó con ellos su cupo al mundial (recordemos que apenas había reventado para el fútbol -para otras cosas no hay claridad- en enero, como si a esta hora la figura de Colombia en Rusia durmiera en la sala de espera de alguna ignota terminal de transporte).

Con sus goles a Chile, Léider dejó de ser delantero provisional. La camiseta que luce, en cambio, no clasificó a Francia.
Con sus goles a Chile, Léider dejó de ser delantero provisional. La camiseta que luce, en cambio, no clasificó a Francia.

Quedan dos páginas más. Así como Reebok arrancó con aires provisionales, igual cerró. Fue en el suramericano sub20 de 2003 celebrado en Uruguay. Para entonces el contrato con la marca agonizaba y ya se abría paso Lotto filial Eje Cafetero, sin que hubiera nada firmado aún. Tal zona gris obligó a apelar de nuevo a la cinta aislante amarilla como solución salomónica y, en efecto, con ella se cubrió el logo y el nombre de la marca en retirada en las camisetas de los de Reinaldo Rueda.

Despedida de Reebok, también con cinta aislante: suramericano sub20 de 2003.
Despedida de Reebok, también con cinta aislante: suramericano sub20 de 2003.

Y la más reciente se escribió en 2011, con la llegada de Adidas. En los primeros meses de ese año de nuevo fue preciso aperar con alguna cosa a las selecciones juveniles, femeninas y de mayores con días marcados en la agenda. Para ello alguien en la firma alemana mandó pedir dos diseños ‘básicos, de los que tenemos para empresas’, uno azul y uno amarillo y con ellos se superó el impasse. Uno de ellos, un `picado’ contra España en el Bernabeu. Sí, ese que le jodió la ida a cine a ‘Bolillo’.

El primer Adidas: template genérica a más no poder.
El primer Adidas: template genérica a más no poder.

Llegó la hora: Premios Bestiario del Balón 2014

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Premio Príncipe de Marulanda al chascarrillo del 2014 entregado de forma adelantada por obvias razonas y abrumadora unanimidad entre nuestro cuerpo de sabios asesores a la celebración de la octava estrella de Junior de Barranquilla.

CelebraJuniorJunio

 

 

La pelea del suplente por estar entre los titulares

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La banca puede ser mala compañía. Hay mucho tiempo libre para darle rienda suelta al pensamiento. Eso fue lo que le pasó al siempre admirable «Peto» Rodríguez. Habitual suplente de Sebastián Viera, el «Peto» -no existe un mejor apodo para explicar la situación de Rodríguez en el fútbol- empezó a imaginar cuál debía ser la manera más adecuada para volver a salir con el número 1 en la espalda y poder darse el lujo de mandar besos en las cámaras de tv mientras que se desarrollan los actos protocolarios.

El «Peto» tenía el gesto cansado y resignado. Su único consuelo era saber que José Luis Chunga -tercer arquero del Junior- es un suplente bis, que es más crítico. Por eso sus compañeros decidieron subirle el ánimo. Cada día en las prácticas los mensajes eran: «¡pelea que vas a ser titular!», «¡lucha por aparecer de titular!» y demás vítores animosos.

Fue muy literal el pobre «Peto». Peleó y claro, fue titular. Pero de prensa.

Y mientras el «Peto» andaba respondiendo por sus salvajadas ante las autoridades, el ganador fue José Luis Chunga: ante la ausencia del «Peto» y la suspensión de Viera, terminó siendo titular-titular ante La Equidad.

Radiobestiario y los pajonautas

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El sexto mejor podcast del mundo regresa esta semana con:

-Una noche en la vida de un pajonauta.

-Amplie su léxico: sepa qué es un «bromance».

-Néstor Otero sale de la Equidad para mejorar sus noches. Cálculo exacto de cuántos nestoroteros duró en el equipo de «Conmutín».

-Miguel Ángel también ha tenido Bromances.

-¿Qué tienen que ver James y Teatrón? Descúbralo.

-El «Perri77u» y el botiquín de la kucha.

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Radiobestiario de regreso (y con todos los juguetes)

MiguelAngelAclara

Vuelve el único podcast al que le cabe el país en la cabeza.

Esta vez con:

-Nuevo verbo: «yo te falqueo, tu me falqueas, él te falquea», ¿A usted lo han falqueado?

-Moctezuma Beltrán y los desnudos artísticos y no tan artísticos.

-El esperado regreso de Miguel Ángel con revelaciones que sacudirán a la opinión y darán carbón para la indignación.

-El perri77u y su desventura mundialista.

-Unidad investigativa a todo vapor: la hoja de vida humeante de Portolés y la razón por la que Pékerman está deshojando la Margarita.

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