Para comienzos de los 80 -tal y como ocurre hoy- lo común era ver camisetas de equipos en su estado natural. La del América, a diferencia de la de su vecino verde que para finales de los 70 vio aparecer los nombres de Sharp, Baboo y Avianca en su pecho, se había mantenido ajena a los tentáculos del mercadeo. Lo único había sido el muy curioso recurso de estampar el nombre del equipo a lo ancho de la indumentaria dirigido quizás a los aficionados en condición de daltonismo.
Pero las fuerzas del mercado pudieron más que los romanticismos y las excentricidades y para 1981 esta popular bebida tipo cola se instaló en la percha americana. Fue, hasta donde tenemos noticia, su primer patrocinador y fue también la primera incursión de Pepsi en el fútbol profesional colombiano del cual se ausentaría hasta el 2006 cuando regresó pero con fondo azul. En la roja su lugar sería luego ocupado, en este orden y en esta década, por Aguardiente Blanco, Popular y Colombiana.
Y si queremos leer el episodio a la luz de la guerra de las colas, tendríamos que cerrar recordando que la respuesta de Coca-Cola se daría con alguna demora, poco más de veinte años.