Después de las divas, la palabra le correspondió a los doctores de la moda. Se consultó a Yovanca de Ferrater, que sólo tuvo elogios para el vestir del Tino y por esa razón sus declaraciones no se incluyeron en el cable que llegó a la redacción. Las que si llegaron fueron las de Ricardo Pava. El diseñador fue implacable. Se manifestó en contra de la generalizada tendencia, en la que, desde luego, se inscribía el Tino, del mocasín sin media. Clamó a gritos una plancha a vapor para librarlo de las arrugas en trajes de paño que, además, no eran su talla. En el dictamen de Pava, el de Tuluá sólo aprobó, y raspando, la asignatura de porte de chaquetas y cachuchas. Emprendedor, al terminar su declaración recomendó, seguramente adjuntando su tarjeta, que al crack se le proveyera de un asesor de modas.
Parte del material que tuvo a su disposición Pava antes de dictar sentencia.
Tras la revelación del verdadero choripán del Campín, el Tino Asprilla desplazó a Danilo Santos como sex symbol de l@s colombian@s. El de Tuluá adquirió un bioritmo de rocsktar y a los batallones de reporteros deportivos que seguían sus pasos se sumaron los enviados por la prensa del corazón. Motivados por un beso furtivo que el popular Tino le propinó a la ex reina Lizeth Mahecha tras un partido de la eliminatoria a Francia’98 en Barranquilla, los siempre aplicados periodistas de Deporte Gráfico se pusieron en la tarea de consultar al elenco de las poluciones nocturnas de los adolescentes colombianos de la época con Amparo Grisales a la cabeza su opinión sobre el hecho. El resultado del trabajo de reportería en su momento pasó desapercibido, pero hoy promete sacudir a nuestra farándula incluso más que las picantes revelaciones de la «Negra» Candela en su espacio de la revista 15minutos.
Con Barranquilla, cuna del patriarca, tan cerca era muy difícil que la «colística» no llegara a Santa Marta. ¿Cómo no iba a haber un cole samario si ya había avichuchos similares en Tuluá y Pereira? Tal vez un poco tarde (la foto es de 2007, no hay registros previos), pero finalmente hubo quien se le midiera a darle a Santa Marta un cole. Más discreto, más sobrio, sin patrocinios ni exposición mediática, pero eso sí con un prominente abdomen que le impedía colgarse de las tribunas del Eduardo Santos por temor a que estas sufrieran daño estructural, el del Unión supo mantenerse fiel al ala más ortodoxa de la «colística».
A la redacción del Bestiario del balón sigue llegando material que promete sacudir el mundo de los amigos del fútbol en Colombia. Ahora es el facsímil de una entrevista a Carlos Antonio Vélez publicada en el extinto y efímero semanario «Domingos de fútbol» (hagan de cuenta un Satélite Futbolero pero con presupuesto). Sin duda la bomba está en la apostasía de la profesión que lo ha hecho famoso. También se declara admirador de Daniel Samper…Pizano y critica, con razón, que a los jugadores de la selección juvenil campeona en Pereira ese año, ¡la Federación le haya pedido que devolvieran las sudaderas!
El Bestiario del balón ha parido un hijo. Fruto de un joint venture con nuestros aliados estratégicos de www.diarionocturno.com ha nacido hoy www.malhermano.com. Invita el Vágner del amor.
Después de una de sus acostumbradas pausas lúdico-culturales, regresa el podcast número 2 en sintonía de la internet colombiana. Espere en esta edición:
-Lo (poco) que hay del Campín a Andrés Carne de Res y, sobre todo, a Augusto Carne a su Gusto.
-Llegó la hora de las madrinas al FPC, recorrido por las plazas.
-Juan Carlos Lecompte puede terminar cargando dummie de Alexis García.
-Lo que se esconde tras las alas del pajarraco mundialista. Descubrimos la estrategia para lograr aprobación efectiva e inmediata de estadios en ruinas.
«Libertadores no se ganan todos los días, pa-pá». Ese debió haber sido el grito de batalla de Gildardo Biderman Gómez la noche del 31 de mayo de 1989. Y es que después de ganar el campeonato de clubes, más de un jugador verdolaga se inscribió inmediatamente en otro de carácter etílico. Así, esa noche muchos dieron lo mejor de sí para hilvanar una rasca de campeonato que al día siguiente amaneció convertida en un auténtico guayabo trifásico y pomarroso, de esos que se llevarían todos los aplausos en una bienal de resacas. Como lo muestran estas imágenes, Gómez seguramente alcanzó por lo menos la semifinal, sino el título, de este torneo post-libertadores. Para librarse del guayabo, dicen, la única alternativa era el mundialmente famoso caldo de culebra. Por supuesto, todas las miradas recayeron sobre Leonela, único reptil del plantel.
El Bestiario del balón invita a sus lectores a hacer una pausa en esta semana mayor y sumirse en la reflexión inspirados en esta recreación de la pasión de Cristo con el toque moderno, herético, fresco y juvenil de Hernán Orjuela Buenaventura en su «Notituticuanti».
A la hora de la euforia la vergüenza, pero también la ética suelen salir sacrificadas. Mientras el periodista japonés no tiene problema en poner a recitar a la fuente lo que quiere que le diga, el «Palomo» tampoco ve lío en entrar en el juego y sacar a relucir, por unos segundos, lo mejor de su español para extranjeros. Un clásico.
Mucho más que el título de la Copa del Rey, la noticia que ha ocupado las primeras planas ha sido la de la destrucción del trofeo, cortesía de las mantequillosas manos de Sergio Ramos. Hasta ahora se ha dicho que al defensa se le cayó de las manos y que el bus la arrolló. Y esto es en parte cierto. Pero todas las versiones omiten lo más importante: Jeffrey Díaz, quien alcanzó la fama en 2004 al desintegrar el trofeo que se le entregó a su equipo, el Once Caldas, luego de ganar la Copa Libertadores, estaba de incógnito entre el plantel madridista y que el daño de la copa fue obra suya.
Copa Libertadores, tras su paso por las manos de Jeffrey
Las razones por las que el crédito de Maicao hizo parte del plantel campeón son confusas. Unos hablan de la exigencia -consignada en una cláusula del contrato- por parte del siempre voluntarioso y excéntrico Mourinho de contar con un «amuleto guajiro» en partidos decisivos. La otra versión apunta a que se trató de una suplantación. Que Díaz, fiel a la estirpe de los comerciantes de su pueblo y además seguidor incondicional del Madrid, no se aguantó más y, a lo «hombre del papamóvil» y luego de un curso por correspondencia extrarápido a cargo de Karl Power, logró vivir el partido y luego la celebración junto a sus ídolos sin que nadie lo notara. Quienes sostienen esto añaden que sí, que a más de un jugador le pareció ver una cara nueva en el plantel, pero que es de tal nivel el régimen del terror de «Mou» que nadie se iba a arriesgar a preguntarle «profe, ¿y ese man de dónde salió?».
Suplantación o amuleto el caso es que todo iba bien para el buen Jeffrey hasta que la copa llegó a sus manos y entonces revivió el trauma de aquella noche en Palogrande. Entonces por primera vez en todo el día, dice la fuente, abrió la boca. Y lo hizo para pedir que por favor no le pasaran «esa mondá». Dice la fuente que era tal el ruido que nadie lo oyó. El caso es que el trofeo llegó a unas manos temblorosas pero sobre todo sudorosas que pronto buscaron las de Ramos. Este recibió un trofeo resbaloso que, no podía ser de otra forma, al primer frenazo del bus se le resbaló de las manos. La copa cayó y en medio del desorden Jeffrey timbró y se bajó con la confusión del que hace realidad un sueño y al tiempo revive una pesadilla.
Copa del Rey, tras fallida entrega de Díaz a Ramos.