En esta ocasión, un radiobestiario con aires del Orinoco.
Espere:
-Junto con Jaime Andrés Bustamante, presentamos quiz de la venezolanidad.
-No sólo criticamos, también construimos: propuesta de universidad del fútbol con los «Dimayor’s manimals».
-Arrechea y Falla contribuyen al avance de la programación neurolingüistica. Sepa cómo.
-Regresa Zemaría, varado en Oruro.
-Especial de magos: Lorgia, Fabriani y, cómo no, Richard, pero Páez y Páez Espitia.
No estamos excentos a los avatares de la vida nacional. No sabemos si fue la dimayor o Diemo, el caso es que fuimos chuzados. Por suerte nuestra división de alta tecnología logró en parte subsanar el daño. Pero igual, quedó algo del rastro de los maleantes del minuto 7:00 al 10:00 y del 21:00 al 37:00 (aprox.).
Su gran mérito fue haber sido socio fundador de la Primera B en 1991. En su primer año fue consecuente con su nombre y bajó la dirección de Adolfo «el Rifle» Andrade le dio una segunda oportunidad al San José de Armenia, aunque también ofició de local en Calarcá.
La verdad es que fue una cosa bastante gris su breve existencia. Por sus filas no pasaron jóvenes promesas que luego despuntarían (los que más lejos llegaron fueron el arquero Hoover Serna y el finado Lucio España), tampoco fue víctima de goleadas prohibidas por el DIH. Su goleador el primer año fue Héctor Pérez. El torneo de 1991 terminó penúltimo y con sólo tres partidos ganados.
Heráldica distintiva del "superdépor" cafetero.
Para el año siguiente bajó, pero no de categoría, sino a Buga para instalarse en el Azcárate Martínez. De esta temporada nuestra unidad investigativa logró rescatar un archivo clasificado de la Dimayor que contenía la siguiente alineación del Deportivo Armenia: Hoover Serna; Eulises Ordóñez, Fernando Fajardo, Juan Laiseca y Tomás Ferrín; Lucio España, John Rodríguez, Eddy Murillo y Héctor Pérez; Jairo Cadena y Edinson Gámez. Su goleador, fue Eddy Murillo, con 13 tantos. De este año, en el que terminó octavo, lejos de los cuatro que disputaron el cuadrangular final, sólo fue noticia el día del partido de local contra Dinastía Riosucio en el que los árbitros no se aparecieron. A los de Armenia-Buga no les quedó sino indemnizar a su rival con $250.000 (más una valera del Parador Rojo, dicen) y devolverle la plata de las boletas a los aficionados.
Para comienzos de 1993 ya el Deportivo Armenia había desaparecido y Buga recibía a su nuevo equipo: el Atlético Guadalajara, otra institución de vida efímera: sólo dos temporadas. Luego vino, pero de Florencia, Caquetá, el ya reseñado River Plate. No sabemos, debemos decirlo, en qué evolucionó (¿involucionó?) la ficha del Guadalajara. Tal vez Bello, quizás Cartago, no hay certeza. Por eso, amigo lector, si usted nos aporta ese dato le daremos a cambio la oportunidad de compartir en una mañana de lunes una lulada con Eddy Murillo.
Día triste para los seguidores de la leyenda que conmemoran los 40 años de su supuesto fallecimiento. No hay tristeza, en cambio, para sus seguidores bestiaristas que bien saben que él no estiró la pata el 18 de septiembre de 1970 en Londres, sino que se vino a Colombia a estirarla, pero para meter goles en Tolima, Santa Fe, Millonarios, Junior y Cúcuta. En este día, que pese a todo sigue siendo especial, para que hendrixianos bestiaristas y no bestiaristas lo recuerden, esta bella postal de, nunca mejor dicho, Hendrix in da house.
Regresa Radiobestiario esta vez ocupándose de los estandartes de las siempre creativas estrategias de mercadeo de los clubes criollos. Espere en esta edición:
-Lo que tienen en común Miguel Bosé y Víctor Mora.
-Viaje a la verdadera entraña azul.
-Paraguayos disecados, pelea de indio pijao vs. barcino opita, todo esto y más en nuestro especial de mascotas.
-Ayúdenos a encontrar la mascota de La Equidad.
-Invitado: padre Alirio.
-¡Yo te amo Jorge Wilsterman!
-Una semana y sin noticias del Pascual.
La imagen prometida: Rafael Robayo en el Show de las Estrellas:
El rumor corrió en mayo: se preparaba una nueva versión de Rambo, la quinta. El revuelo duró hasta que el mismo Stallone salió a desmentirlo. «Que cómo se les ocurre, que olvídenlo, que jamás ha estado ni en proyecto y que yo ya estoy muy viejo, no sigan insistiendo comenzando porque la ARP ya no me cubre escenas de riesgo o que involucren elementos pirotécnicos». Eso fue lo que se supo.
Lo que no se reveló fue la verdadera historia detrás del fallido Rambo V. La verdad, según lo pudo establecer nuestra renovada unidad investigativa, es que la historia estuvo de un cacho. Su trama iba a estar inspirada en esta foto de 1992 a la que un día, por accidente, tuvieron acceso los productores de los largometrajes anteriores. Tras constatar que el señor de amarillo y cabellera «a lo Rambo» no era Stallone en alguna escapada al caribe colombiano sino el goleador argentino Héctor Ramón Sosa, decidieron aprovechar el good will que el gaucho ya tenía en nuestro medio para proponer una historia en la que Rambo, Stallone, no Sosa, vendría al fútbol colombiano a luchar con y sin balón para lograr la permanencia en la primera división del modesto Royal Cartagening. En la película, por ejemplo, se vería al actor parapetándose detrás de los famosos morritos que abundan en nuestros campos. Su aliado en la lucha sería Mondáface, un simpático niño que, con un traje de super héroe y una guitarra se encargaría de incitar a la pernicie a los arqueros y defensas rivales.
Cuando ya estaba todo listo, con Salvo Basile, faltaba más, a la cabeza de la producción en Colombia, surgió un obstáculo insalvable: nadie estaba dispuesto a pagarle ARP a Stallone. El argumento era contundente: ¿acaso alguna vez se la pagaron a Sosa?
Apareció en 2005 luego de una convocatoria que hizo Millonarios para reclutar nuevos talentos en el estadio de Techo. Lo hizo en compañía de un residente de la sala de espera del Bestiario: Tommy Tobar. Ambos venían de San Andrés. Suponemos, que con la firme intención de desbancar a Oswaldo Santoya y a Fabián Barbosa como máximos exponentes del fútbol isleño. En los entrenamientos, dicen, uno se pedía Santoya y el otro Barbosa.
Debutó en el segundo semestre causando grata impresión por sus condiciones pero también por un cierto parecido con el entonces super astro Ronaldinho Gaúcho que algún cronista le supo encontrar. Mostró un par de chispazos, pero no más, apenas para Ronaldinho, pero de Sanandresito. No cuajó, su cuarto de hora duró lo mismo que una bufada del hoyo soplador.
Permaneció en Bogotá en el 2006 para luego volverse cliente platino del expreso Ormeño. Comenzó -le quedaba en el camino- por el Girardot FC, luego Sport Ancash en Perú -club al que llegó de la mano de Javier Martínez, socio fundador de este espacio-, Sportivo Trinidense y 12 de octubre en Paraguay, para volver por el Suroccidente y temperar en Palmira, donde jugó el año pasado. En Palmira quiso cambiar de rumbo: mientras escuchaba en su iPod -de Sanandresito, por supuesto- «take me back to my San Andrés…»decidió que era hora de reorientar su carrera y tomó rumbo norte, pensando en llegar, después de recorrer todo el fútbol centroamericano a su tierra natal. Por lo pronto está haciendo escala en el siempre ilíquido Alianza Petrolera.
Símbolo, héroe, crack honoris causa, ídolo vitalicio. De lejos, Arnoldo Iguarán -que todos sabemos que en realidad es Jimi Hendrix– es uno de los jugadores más queridos por la hinchada de Millonarios. Pues bien, el buen «Guajaro» registra un paso fugaz por el rival de patio, ese al que se cansó de hacerle goles vestido de azul.
El desliz ocurrió en el primer semestre de 1983, y fue breve y sin muchos testigos. Seis meses no más después de un paso breve por el Kokoriko-Tolima y justo antes de que se pusiera la azul, por lo que un leguleyo, algún abogado experto en derecho canónico-futbolero podrá argumentar que en rigor no hay ningún adulterio acá. Terminó el apertura, cobró la prima de mitad de año y saltó al rival de patio. Allí lo esperaba la gloria.