Hinchas groseros que se inspiran en Hitler

httpv://www.youtube.com/watch?v=QZQTr-dVL9U&feature=player_embedded

A comienzos de la década de 1990 un cisma sacudió al fútbol colombiano. Tomando como referente las tribunas de los estadios argentinos, algunos fanáticos de vanguardia hicieron el tránsito del frío y parco «ra-ra-ra» a nuevas y dinámicas formas de apoyar a sus equipos. Así, esos adelantados que aun a costa de adelantar sus problemas de várices decidieron permanecer de pie durante los 90 minutos, abrieron un boquete por el que pronto llegaría el tan controvertido fenómeno del aguanterismo, con sus «eshes» en lugar de «eses», sus muñecas caídas y brazos erguidos y, por supuesto, su paquete de argentinismos que rápidamente se instaló en el léxico de los hinchas más jóvenes.

Por suerte, el periodista del programa Personajes, seguramente temeroso de lo que se venía encima, reservó un campito en la nota para el hincha rebelde que, escéptico y anárquico, decide sólo militar en las siempre nobles causas de la paz y el alcohol.

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Radiobestiario con todos los juguetes

Un nuevo Radiobestiario con el elenco completo e invitados especiales. Espere además:

-Pepe Moreno y su oculta pasión por los Cárpatos.

-¡Estalló la sorpresita!

-Efectos especiales de última generación, Avatar come paletas al lado del RB.

-Vuelve Miguel Ángel a departir con Chemaría (al que siguen robando).

-FZ50 y nube de jején en la heráldica del Girardot.

-Devaneos: castillo drácula, señoras de sastre en Renault 4 master, Laura Chinchilla ¿Jácome?

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Radiobestiario de vuelta a clases

El Podcast de la familia colombiana con aires de superación y optimismo en el regreso a las canchas.

Espere además:

-Boyero, Obelar y Ramírez en busca del Pelé biónico.

-¿Detrás de Severino viene Retamar?

-Sigue nuestra campaña contra el cambio de frente bogotano.

-Exclusivo: los formsprings de los futbolistas.

-Eugenio Baena y su informe de Cartagena-Caldas.

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David Giraldo

La demora en la publicación de este post obedeció a las instrucciones precisas que recibió nuestra siempre acuciosa Unidad Investigativa «revuelquen esos archivos, averigüen en los cinco continentes, trabajen horas extras si es necesario y después cuadramos, pero lo importante es confirmar que estamos ante un caso sin precedentes en el mundo mundial».

Eficaz y comedida como siempre, nuestra Unidad Investigativa tomó atenta nota de las instrucciones impartidas desde la redacción para de inmediato activar el plan Fannylorena de búsqueda intensiva y, por supuesto, exhaustiva de un caso similar al de David Giraldo.

Meses después,un voluminoso cartapacho llegó a la redacción. Entre facturas de hoteles, vales de taxis, pasajes de Berlinas y recibos de Xeroxcopias estaba el dictamen: No. No se pudo hallar un caso que reuniera las características del caso Giraldo. A saber: 1.Debutar como profesional. 2. Pisar la cancha. 3. No tocar el balón. 4. Cometer una falta. 5. Recibir tarjeta roja sin cumplir siquiera 10 segundos en la cancha.

El protagonista de este caso en mora de ser llevado por la junta directiva azul ante sus pares del libro Guinnes  es un volante de Manizales, que en 2007 llegó a Millonarios y que el 22 de julio recibió la oportunidad de debutar en Bogotá contra el Real Cartagena.  Corría  el minuto 22 del segundo tiempo cuando ingresó en reemplazo de Ervin González para 9 segundos después ser poseído por el «Gringo» Palacios situación que lo llevó a propinarle una fuerte patada a Fabián Díaz. Esta agresión le valió su inmediata expulsión y, suponemos, la fuerte reprimenda de otro debutante esa noche: el técnico uruguayo Martín Lasarte.

Licenciado semanas después por el paupérrimo rendimiento de su equipo,  Lasarte  seguramente no se imaginó esa noche que tres años después, la hinchada, por compasión y también por el respeto que cualquier recordman merece, iba a recordar con más cariño al precoz debutante.

El video del histórico acontecimiento, cortesía de Daniel:

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Radiobestiario y los callcenters

Radiobestiario retoma ritmo normal de actividades con:

-Springfield y Bogotá le rinden pleitesía a Pelé. Todos los detalles.

-Chemaría insiste que lo robaron en la final.

-Llamamos al call center de la Dimayor.

-Cruzada contra el cambio de frente bogotano.

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Chisgononón de Radiobestiario

El primer Radiobestiario del año con:

-Futbolistas en rebaja, pague uno lleve dos: el gerente se volvió loco.

-Cartillas para refuerzos en los aviones de Aerolíneas Argentinas.

-Bolsas de velas y garrafones de agua en los apartamentos de los jugadores azules. Les tenemos los detalles.

-Colombia al Mundial, vote por Javier Hernández Bonett al senado.

-Reminiscencias de frutas prohibidas Postobón.

Y súbanle un poquito a partir del minuto 13:00.

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Premios Bestiario del balón 2009: Los ganadores

Premio «Artridene Gel» al juez más obtuso de 2009, ganador, con 480 votos: Óscar Julián Ruiz.

Premio «Ronald Ayazo» al futbolista más piscinero de 2009, ganador, por segundo año consecutivo y con 841 votos: Emerson «Piojo» Acuña.

Premio «Gulliver» al jugador más agrandado de 2009, ganador, con 894 votos: Giovanni Moreno.

Premio «Friends» al elemento más nocivo en un plantel en 2009, ganador, con 887 votos: Gerardo Bedoya.

Premio «Vidrio en la media» al jugador, técnico o directivo más fastidioso de 2009, ganador, con 518 votos: Giovanni Moreno y su complejo de Cristiano Ronaldo.

Premio «Héroes de Cajanal» al falso emprendedor de 2009, ganador, con 849 votos: Junta Directiva de Millonarios.

Premio «Sensación Acevedo» a la promesa que no cuajó en 2009, ganador, con 617 votos, un representante de la sangre nueva de nuestro fútbol al que hay que tenerle paciencia: Anthony «Pitufo» De Ávila.

Premio “Pacho Maturana” a la frase célebre de 2009, ganador, con 530 votos: Diego Umaña y «Les va la madre si no llenamos el estadio».

Premio «Príncipe de Marulanda» al chascarrillo futbolístico del 2009, ganador, con 658 votos: Germán «Basílico» González y «¿Si vieron cómo jugó el Manchester ayer? Así jugó Santa Fe».

Premio «Pequeño Pony» al futbolista más «patabrava» de 2009, ganador, con 721 votos: Gerardo Bedoya.

Premio «La Fina» al arquero con manos de mantequilla, ganador, con 697 votos: Óscar Córdoba.

Premio «Wala» al uniforme barrial de 2009, ganador, por segundo año consecutivo, con 351 votos: Deportivo Pasto en cualquiera de sus presentaciones.

Premio “Settimio Aloisio” a la transferencia fallida de 2009, ganador, con 566 votos, por segunda ocasión: Cristian «Me conocen en todos los consulados» Zapata a la Juventus, Milan y  Real Madrid.

Premio “Kiko Barrios” a la celebración más precaria de 2009, ganador, con 967 votos: Millonarios y Carmelo Valencia en la Copa Cafam.

Premio «Señorito Silueta» al futbolista metrosexual (y gastrosexual) de 2009, ganador, con 497 votos en su tercer galardón que lo convierte en el gran triunfador de los premios de este año: Giovanni Moreno.

Premio «Jorge Castillo» al peor directivo de 2009, ganador, por abrumadora mayoría, 1135 votos: Juan Carlos López.

Premio DMG al futbolista que mucho prometió y nada cumplió en 2009, ganador, con 774 votos: Faustino Asprilla y su cambiazo de  Buffón, Cannavaro y Zola  por  Villa, Chonto y Aristi en su despedida.

Premio «Hernán Silva Arce» al escándalo de 2009, ganador, con 354 votos: el descenso atribulado del Pasto.

Premio “Cachaco Rodríguez” al futbolista No-Fitness de 2009, ganador, con 1204 votos:  Léider «El terror de los drenajes» Preciado.

Premio «El Hombre Bicentenario», al futbolista de la larga duración en Colombia, ganador, con 1252 votos: Anthony De Ávila.

Ganador de la medalla «Nelson Rivas» al futbolista colombiano que más ordeño las finanzas de un club foráneo en 2009, ganador, con 843 votos, su mentor y eterno inspirador: Nelson «el Comunitario» Rivas.

Premio «Henry Bocha Jiménez» al visitante-comentarista de 2009 en el Bestiario, ganador, con 285 votos:  Robaggio por haber descubierto al hermano Monroy en la grama del Campín.

Post del año, ganador, con 336 votos: La verdadera y única razón de la debacle azul.

Distinción obtenida con antelación y por aclamación: Premio “Los niños buscan su hogar” a la Fannyloreneada del 2009: Luis Enrique “Neco” Martínez.

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Mochileros II: por la senda de Ce Clei

Helinho, llamando la atención del camarógrafo en la tribuna.

Promediando 1995 dos jóvenes aventureros decidieron en algún lugar de Brasil hacer maletas y emprender un viaje por el continente americano con Alaska como destino final.

Más de diez años después, la hinchada de Millonarios tuvo noticia de la llegada repentina al plantel profesional de dos brasileños sin mayor trayectoria en el fútbol profesional del continente. Respondían a los nombres de Helinho y Denilson. Una vez desempacaron y le contaron a los periodistas los pormenores de su llegada, muchos vieron en ellos a los herederos de sus compatriotas que hace diez años supieron hacer historia, a su manera, pero historia al fin y al cabo en Millonarios.

Contaron que después de una larga travesía con escala en  equipos de fútbol ecuatorianos (no se sabe si profesionales, aficionados o de rodillones) habían logrado llegar hasta el Canadá (a diferencia de sus antecesores, ya sin cinco en Bogotá, estos seguramente sí incluyeron en su equipaje una calculadora Sankey para llevar bien las cuentas y optimizar recursos pudiendo llegar hasta mucho más arriba). Estando en Toronto, y aquí es donde hay un bache en la historia, fueron a dar al equipo de fútbol amateur «Portugal F.C.» conformado, suponemos, por los hijos de los empleados del consulado portugués en esta ciudad canadiense.

En esas estaban cuando Millonarios fue invitado a esta ciudad a disputar un partido amistoso contra el Barcelona, pero no el Henry, Pujol y Messi, sino el de Guayaquil.

No sé sabe muy bien cómo ni en qué escenario -algunas versiones sugieren que coincidieron con el plantel azul en el bus que los llevó a las cataratas del Niágara, mientras que otras, más perspicaces, hablan de mesas compartidas en la velada postpartido en algún rincón de la noche torontoriana- los dos jóvenes supieron hacer buenas migas con Luis Zapata, Óscar Córdoba y el resto de muchachos. Tan bien calaron en el grupo, que una vez llegada la hora de regresar a Bogotá y con la actitud del niño que se encariña con un cachorro en un paraje campestre, las cabezas visibles del equipo le imploraron a los directivos incluir entre los viajeros a los dos simpáticos cariocas ansiosos de, por un lado, probarse como profesionales y por el otro, de acelerar su regreso a casa. Generosos como siempre, los directivos azules accedieron a la petición del plantel, y tanto Helinho como Edilson aterrizaron en Bogotá con el resto del equipo.

Después de varias semanas en las que no se sabía muy bien qué hacer con estos exóticos souvenires, la Dimayor, algo confundida pues se tratataba de jugadores amateur a prueba foráneos, estatus no muy común el medio, autorizó su inscripción. El primero en debutar fue Denilson. Y vaya debut. Le correspondió hacerlo contra Nacional, en un estadio El Campín lleno a reventar. Presa del nerviosismo, el carioca no supo desenvolverse con la misma soltura que se le vio en el partido de banquitas que disputara en la recepción del hotel en Toronto como requisito final para confirmar su inclusión entre los viajeros.

Varias semanas después el turno le correspondió a Helinho. El marco era diferente, en el estadio no había más de 10.000 personas y el rival era el Deportivo Pasto, equipo sin los mismos pergaminos de los verdolagas. Comenzó el partido e inmediatamente se le vieron al debutante ganas de tragarse entera la cancha. No había balón que no corriera, rival que no presionara. Su entrega era total, era tal su compromiso con el equipo que hasta se las arregló para ganarle la espalda a un recogebolas.

Tanta enjundia se vería pronto recompensada: promediando el primer tiempo supo estar bien parado en el área chica y un rebote concedido por el arquero llegó a sus pies. Sólo tuvo que empujarla y después dar rienda suelta a una celebración que inmediatamente evocó aquella de Jesús Difilipe contra el Tolima en 2005.  Minutos después y poseído todavía por la euforia del joven que en cuestión de semanas pasa de turista a futbolista profesional, logró interceptar con la cabeza un centro en el área chica encontrándose el arco vacío del Pasto. Segundo gol para Helinho y euforia total entre la parcial. Ya acostumbrado a la gloria, esta celebración fue un poco más sobria.

El partido finalmente terminaría con un lapidario 4-0 a favor de los azules y al lunes siguiente Helinho ocupó los primeros planos de la prensa que saludaban su ingreso al hall –este sí Mentholyptus- de los ídolos azules recientes en el que ya tienen su lugar Gabriel Fernández, Juan Francisco Hirigoyen y el mismo Difilipe. En las agencias de viajes, por su parte, se celebró el que hubiera superado la hazaña de José Clei Santos de marcar un gol con Millonarios en condición de turista a mediados de 1995.

A las dos celebraciones contra el Pasto se sumaron una contra el Huila, otra contra el Envigado y una frustrada en un clásico después de una bien lograda tijera en supuesto y nunca comprobado fuera de lugar. Mientras Helinho cumplía, seamos francos, con creces el sueño del garoto siendo titular y goleador de un equipo profesional, Denilson -que no pudo demostrar su nivel-  se dedicaba a recorrer los museos y cuando estos se acabaron, los centros comerciales de Bogotá. Dicen nuestras fuentes que no le faltó ninguno: Paseo Real, Starco, Aquarium; cómo sería su desparche que hasta se le vio por el centro 93.

A falta de un partido para terminar el semestre y con la clasificación a los cuadrangulares embolatada, Denilson cayó en cuenta de que tanta emoción en el debut contra Nacional hizo que olvidara recomendarle a los fotógrafos la instantánea para llevarle a los papás. Desesperado, le imploró a Quintabani –técnico azul por ese entonces- que lo dejara volver a jugar. De todas las formas le rogó: que un ratico, que mire que había tomado clases en la escuela de Alejandro Brand, que se había visto toda la Champions, que le creyera que era otro, que lo hiciera por la solidaridad del MERCOSUR, etc. Pero ninguna de estas súplicas le funcionó. Lo que en últimas hizo que Quintabani lo incluyera en el banco de suplentes para el último partido del torneo contra Envigado en Bogotá, fue su desesperación ante el acoso al que fue sometido vía telefónica por los propietarios de locales de Paseo Real (entre quienes el carioca ya era uno más) que querían ayudarlo en retribución por el aumento del 58% en las ventas que registraron gracias a él y a los dólares canadienses que dejó en sus arcas.

El caso es que el colomboargentino accedió y lo convocó. Faltando tres minutos un empate dejaba a Millonarios por fuera de los cuadrangulares. Cuando vio que ya nada se podía hacer y temiendo una arremetida nocturna de los copropietarios de Starco que también se mostraron dispuestos a colaborarle, Quintabani le dijo al brasileño que se alistara. Segundos antes de pararse en la raya, Denilson, que ya había aprendido la lección, le entregó su cámara digital Coby al DT para que “por favor apenas tocara el balón le tomara una foto”. Como era de esperarse, no hubo ni balón, ni foto, ni nada. Viejo zorro, Quintabani tampoco se iba a arriesgara a que la postal de la eliminación azul fuera la del técnico inexplicablemente retratando a uno de sus jugadores en el momento más crucial del partido. De ahí su rostro indiferente ante el reclamo que con la mirada le hizo el veraneante al terminar el partido tal y como lo muestra la imagen.

Denilson, molesto con Quintabani por haber olvidado fotografiarlo.

Dicen que el regreso de vacaciones fue tenso. Helinho estaba molesto porque no le querían cambiar sus goles por pesos colombianos mientras que Denilson no paraba de reclamarle a Quintabani el “affaire Coby”. Peleando por la foto y por la plata andaban cuando les informaron que la institución no se podía dar más el lujo de hospedar a dos foráneos y que debían recoger sus pertenencias y continuar su viaje.

Como consuelo les aseguraron que habían hablado con el Ormeño y que todo estaba arreglado. Tranquilos, empacaron, se despidieron y se fueron. Tarde se dieron cuenta de que el Ormeño no era el bus internacional que recorre el continente, sino el eterno suplente de Zape en la selección.

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Noticias de Batey

La redacción del Bestiario del balón, siempre pendiente de sus pupilos, aprovecha el receso en sus vacaciones para reportar avistamiento en el tradicional Hexagonal -este año Octogonal- del Olaya de un integrante de nuestro modesto Hall mentholyptus de la fama: el popular Víctor «Batey» Álvarez.

La reaparición de quien fuera piedra angular del elenco de Pies a Cabeza y figurante en el plantel de Santa Fe de 1999, tuvo lugar en la delantera del equipo anfitrión del evento: el Club Deportivo Olaya Herrera. Con algunos centímetros -y kilos- más que cuando escuchaba sentado sobre un balón los «sigatos» de su maestro Willington, Batey lucha en el tradicional torneo del Suroriente contra férreos -y añejos- defensores como Osman López, Pablo Pachón y Arturo Arizala, al tiempo que compite contra Roberto Vidales, Diego Moreno y «Sensación» Acevedo, entre otros,  por el premio a la revelación del certamen. Si lo logra, e igual si no lo logra, no importa, no se extrañen si a mitad de año se anuncia, como ahora es la moda, su partido de despedida en El Campín.

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Interrumpimos vacaciones

La redacción del Bestiario del balón se sale de la piscina en la que departía alegremente con el «Piojo» Acuña para llamar a sus lectores capitalinos a impedir la que sin duda será la estocada final al fútbol de Bogotá: la presencia -con saque de honor incluido- de Pelé en el clásico amistoso del próximo 17 de enero.

Por lo reciente de la noticia, que además nos sorprendió en pleno descanso, no sabemos muy bien qué acciones sugerir. Puede ser una marcha, una recolecta de firmas, una huelga de hambre o incluso una investigación exhaustiva para averiguar si es cierto, como ya se rumorea, que todo esto es fruto de una oscura conspiración orquestada por sus rivales de otras plazas.

Por lo pronto se nos ocurre que  alguna digna exponente de la belleza del altiplano, ojalá con aire fannylorenesco,  haga contacto con O Rey en el bar Chispas del Tequendama la noche antes y lo convenza, caricias y cosquillas de por medio, de cambiar la ida al Campín por un recorrido turístico-cultural por un lugar en el que se sienta aun más a gusto que en un estadio de fútbol. Podría ser, diga usted,  la catedral de sal de Zipaquirá.

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