Javier Jiménez

Díficil encontrar un caso que de mejor forma ilustre aquel manido lugar común del llegar muy alto y muy lejos. El caso en cuestión es el de Javier Jiménez, volante bogotano que debutara, con 23 abriles a cuestas, en el segundo semestre de 1999 en el Millonarios de Luis A. García.

Entre 1999 y 2002 supo alternar entre la titularidad en la nómina que durante esos años disputó la Bestiarísima Merconorte e intermitentes apariciones en las nóminas que afrontaban el torneo local. De los partidos que alcanzó a disputar por el rentado quedó el registro de dos goles en el 2001, ambos en el Tolima grande, uno contra el Tolima y otro contra el Huila. Dos fueron también los goles que consiguió en la Merconorte del año anterior, el 2000, uno contra Emelec en Guayaquil y otro contra Nacional en Medellín en el partido de vuelta de la final. Un año más tarde, logró colarse en la foto del título junto a otros que supieron labrar su carrera «merconórtica» como Andrés Cerquera.

Cuando su carrera buscaba consolidarse, promediando 2002, una severa lesión lo obligó a buscar nuevos rumbos lejos de las canchas.Y los encontró. No sólo los encontró sino que a bordo de los aviones en los que hoy se desempeña como auxiliar de vuelo se las arregló para llegar muy lejos y, sobre todo, muy alto. .

Nuevo patrocinador

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Embajadores del fútbol colombiano

¿Cómo le irá a los equipos colombianos en la copa?

Option Votes %
Los tres equipos superarán la primera fase sin despeinarse 13 3.3
De la mano de Juan Topo todos en Cúcuta la vuelta van a dar 42 10.5
El indio Pijao doblegará cuanta tribu se tope en el camino 26 6.5
En junio una plaga de cuys invadirá el continente 16 4
La copa se acabará en marzo para Colombia 161 40.3
La CSF vetará por cinco años a Colombia 52 13
¿Ya empezó la Copa? 90 22.5
Total votes: 400

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Los tres equipos superarán la primera fase sin despeinarse 13 3.3

De la mano de Juan Topo todos en Cúcuta la vuelta van a dar 42 10.5

El indio Pijao doblegará cuanta tribu se tope en el camino 26 6.5

En junio una plaga de cuys invadirá el continente 16 4

La copa se acabará en marzo para Colombia 161 40.3

La CSF vetará por cinco años a Colombia 52 13

¿Ya empezó la Copa? 90 22.5

Total votes: 400

Freddy Torres Acosta

Sobrevalorado defensa central vallecaucano (no confundir con su homónimo, el popular «Chito»)que gracias a una sagaz movida de Efraín Pachón y su pool de empresarios recaló en el fútbol argentino recién a los 30 años, quedando en evidencia que si no lo hizo antes, no tenía demasiado para ofrecer. Quienes tuvieron el gusto de ver su desempeño en los estadios colombianos seguramente no darán crédito a este dato. Estan en todo su derecho. Fue en el año 2000 cuando se desvinculó del Deportes Tolima –equipo en el que supo hacerse cliente frecuente del boletín de penas y castigos– y fichó a préstamo para el recién ascendido Almagro. Previamente había jugado en Santa Fe (dos partidos en 1990), en el Cúcuta Deportivo y en el Deportivo Cali. Eran días en los que la exportación de colombianos rumbo al sur estaba en pleno auge, Angel, Iván Córdoba, Yepez y Serna habían abierto una senda por la que Pachón, viejo zorro, quiso colar a su longevo pupilo.

Apenas un sólo partido bastó para cerrar su capítulo en tierras criollas y fue en una derrota 3 a 0 frente a Unión. En aquel plantel compartió entrenamientos con Chaile, Brahman Sinisterra, Aragón, Demus, Coria y Bevacqua entre otros. Con la llegada de la dupla Brown–Enrique creyó que volvería a ser considerado, y a su vez esperó con ansias a Diego Maradona como manager general de la institución. Pero no sólo no se dio esto último, sino que los técnicos le bajaron el pulgar y lo dejaron ir junto a Fabio Lenguita, Leonel Liberman, Ricardo Lunari y José Ramírez.

Sin embargo, su estadía no fue tan intrascendente como se piensa, al menos no para todos, ya que Jonathan Santana se acercó a la religión gracias a sus consejos. «Ya había aceptado a Cristo en mi corazón antes del accidente, a través de un compañero cristiano, Freddy Torres, que jugó conmigo en Almagro. El accidente no fue el factor fundamental de mi acercamiento a Dios, pero sí ayudó a aferrarme más», declaró Jony. El moreno pasaría luego, quizás con un poco más de éxito, por el Real Cartagena (2002) y el Monagas de Venezuela. Que piola, ahí no es tan difícil.

Post en asocio con enunabaldosa, a cargo de cucu y SCU..

"Se le cayó un pañuelo"

Momento cumbre del programa que todavía hoy es referente entre los pocos espacios deportivos que se han visto en el país. En el último capítulo de 1991, mientras Hernán Pélaez y Carlos Antonio Vélez presentan una recopilación de los mejores goles vistos en el año un inesperado estruendo se escucha en el set. Superado el susto, ambos presentadores hacen gala de su profesionalismo y dan paso, vía cuchuflí, a los mejores goles del rentado en 1991 con golazos del «Paolo» Rodríguez, de Allan Valderrama y del juvenil Víctor Pacheco incluidos. Relájese y disfrute..

Ganadores de las camisetas

En sorteo celebrado en el salón de protocolo «Hermanos Pachón» de las instalaciones del Bestiario del balón con la presencia de un delegado de la oficina de apoyo a localidades y de Yasuri Yamileth,traida especialmente desde el Chorrillo para hacer volar los papelitos, resultaron ganadores de las tres camisetas que el Bestiario ofreció a quienes se unieran a la comunidad, los siguientes bestiaristas:

-«Paulo Mix»
-«ron»
-«Juan Valencia»

Felicitaciones a los ganadores..

Especiales del Bestiario: final colombiana, Copa Libertadores 2003 (reloaded)

Contribución: Maximus

A nadie le gustan las falsas esperanzas. Mi abuelo, sabio como él, cada vez que los contrarios acechaban nuestro arco, visiblemente resignado decía: “este partido se perdió”. El sabía que generar falsas esperanzas era de pésima educación. Es mejor fracasar desde un principio. Al final casi siempre uno se reencuentra con la estúpida realidad y queda como queda uno después de las conversaciones que empiezan “si me ganara el baloto yo haría muchas cosas. Por ejemplo…”.

Corría el primer semestre de 2003. Las eliminatorias para el mundial de 2006 no empezaban aún, –no hay que olvidar que nuestra selección había sido prácticamente eliminada de antemano en el momento en que se escogió a Francisco Maturana como director técnico, sin más meritos que una seguidilla de fracasos por todo el continente y una oscura pero diciente aparición en ‘Condorito’–. Así, con la selección dando tumbos, la afición pudo, sin mayor problema, concentrarse en el rentado local y en la Copa Libertadores de América. Sin distracciones. Excepto el llanto de Daniel en Protagonistas de Novela y las vicisitudes de guarichas que hoy son presentadoras y lobazos que hoy son lobazos.

Por su parte, la Copa Mustang I de ese 2003 rompía fuegos a principios de febrero, cuando el certamen “continental” se encontraría ya en pleno desarrollo. Así, a nadie le sorprendió ver salir al América de Cali visiblemente fuera de forma a jugar contra el Santos ese 5 de febrero. El primer rival de los escarlatas era el Santos Diego, Robinho y Ricardo Oliveira, entre otros. El marcador final fue un 5-1 en el Pascual Guerrero con un proverbial baile de Robinho a un Iván López que todavía es visitado por el volante gaucho en sus pesadillas. Pasaron las semanas y el rojo vallecaucano empezó a mejorar su juego. Después de la derrota en Cali vino un empate a uno en la visita a Nacional de Ecuador y luego, con un hat trick de Julián Vasquez, el rojo derrotó 4-1 a 12 de Octubre de Paraguay, campeón de la competitivísima liga guaraní en el Clausura 2002 derrotando al todopoderoso Libertad. En resumen, y con el perdón de los más fanáticos, un equipo malo. No obstante, la prensa, y no sólo la colombiana, parecía gratamente impresionada; los locutores de Fox Sports Américas se refirieron en más de una ocasión al América como “candidato”.

Después de otra debacle ante el Santos, le correspondió al cuadro caleño despachar al Racing de Gerardo Bedoya –con amonestación, cómo no, para el de Ebejico, quien siempre veía la disciplinaria en los clásicos vallecaucanos– por la vía de los penales. Después de Racing, la recordada serie contra River en la que el “Pecoso” Castro –como siempre un hombre recto, buen competidor y nada mañoso– fue expulsado en Cali después de intentar un alargue extra rápido de cabello a Hussain en plena pista atlética del Pascual. Esa fue la noche del 4-1 que sigue siendo, a la fecha, el último gran recuerdo del hincha rojo (sólo comparable con la partida de Manuel Galarcio). En las otras series, el Medellín había también se las había arreglado para llegar a las semifinales a costillas de Cerro Porteño y el encopetado Gremiode Porto Alegre. Las llaves de las semifinales terminaron confeccionadas de la siguiente forma: Boca-América y Santos-Medellín.

Tal panorama hizo que la moderada prensa colombiana se deleitaba con lo que podía ser una “final colombiana”. El “Pecoso”, cauteloso como sólo él lo es, decía que era “lógico” desde el punto de vista arbitral y comercial que la final fuera Santos-Boca. Sólo por temas arbitrales y comerciales, por supuesto. No había necesidad de recurrir al manido “X es colombia en la Copa Libertadores” porque eran dos los equipos colombianos en esta instancia definitiva. Todo un motivo para volver a inflar el orgullo nacional. En medio de la expectativas, las preguntas de siempre: ¿Sería esta la quinta final del América? ¿ Se volvería a asomar la maldición de ‘Garabato’? ¿Impediría don Garabato que el América esta vez si se llevara la Copa?

El resto es historia. Partido de ida en la Bombonera y un lapidario 2-0 en contra. “Vamos a los penales” decían los hinchas y la prensa. “En el Pascual los llenamos”, “ese Tévez no es gran cosa”.

En efecto, ocho días después hubo penales. Schiavi y Delgado fueron los encargados de rubricar desde el punto fatídico el 4-0 que hizo rodar por el retrete a la tan anhelada final colombiana. Al vergonzoso 3-0 con que terminó la primera mitad hay que añadirle que la defensa americana sencillamente no vio a Carlos Tévez. Tanto así, que fue sustituido en el minuto 50 por la obvia ventaja que su presencia suponía. A Cangele, su reemplazo, tampoco es que lo hubieran visto de a mucho. El “Pecoso” en el banquillo esta vez no tuvo oportunidad de aplicar su revolucionario tratamiento a ningún contrincante. Nadie iba a quedar incluido en la Lista Clinton. Nadie hablaba la de la maldición de Garabato. El resultado hablaba por sí solo.

Sin embargo, no todo fue negativo. Julián Vásquez fue uno de los máximos anotadores del torneo con ocho tantos. Con nueve se situaron Marcelo Delgado (que anotó tres en la serie de la final) y Ricardo Oliveira, el mismo que después fracasaría en el Valencia.

Medellín, por su parte, batalló hasta el gol de Leo que sentenció el 2-3 a los 87 minutos del partido de vuelta. En el de ida Santos se había impuesto 1-0 con mucha dificultad. El campeonato sería de Boca, y contrario a lo que después se insinuó, Santos recibió medalla de subcampeón en las narices de Carlos Bianchi.

Así, el destino tuvo a bien decidir que la final colombiana no iba a ser en ese 2003. Tenía, sin embargo, reservadas mejores cosas para Colombia en el 2004. Sólo en el 2004.

La gesta roja

Contribución de «Anónimo»

Después de haber conseguido en 2002 su anhelada tercera estrella, al «Poderoso» le correspondió medirse en la primera fase con Boca Juniors de Argentina, el Colo Colo chileno y el Barcelona de Ecuador. En su debut ante boca en la mitica bombonera, todo permitía presagiar una masacre digna del libro Guinness. Pero no fue así. Medellin salió a jugarle a Boca de tu a tu, perdiendo sólo por 2 goles a 0 y con penal desperdiciado por Tressor Moreno cuando el partido estaba 1 a 0. Para el siguiente partido, contra Barcelona de local, con dificultad y gracias a un golazo de «Choronta» Restrepo, Medellín vencía a los vecinos por 1-0. Animados por esta victoria, Medellín viajó a Santiagoa jugar contra Colo Colo. A pesar de buen juego exhibido, el partido terminó con una derrota por 2 goles a 1. En el siguiente partido, contra Boca en Medellín, un gol en la agonía del partido de David Montoya le dio el triunfo al rojo y aumentó las esperanza de clasificar a la siguiente estancia. Con este panorama viajó el DIM a Guayaquil donde goleó al Barcelona por 4 goles a 2. Este resultado, unido a un empate entre Colo Colo y Boca en «La Bombonera» le permitió al «Milancito» clasificar a octavos. Faltaba un partido, de trámite claro está, ante Colo Colo. Este terminó con victoria cómoda del DIM 2 goles a 0.

En los octavos el rival fue el Cerro Porteño. En el partido de ida jugado en territorio paraguayo, los rojos se escaparon con la victoria por la mínima diferencia, otra vez gracias a David Montoya. Por su parte, en la vuelta, Medellín se complicó más de lo que debia y perdió por 1-0. En la definición por penalties, David González empujó al «Rojo» a la siguiente fase igualando de paso su mejor actuación en copa conseguida en 1994. El siguiente rival fue Gremio de Porto Alegre, en Brasil. Mostrando un juego excelente, Medellín sacaba un valioso empate 2 a 2 que le permitía llegar tranquilo a la definición en casa. En la vuelta, un gol del «Camello» Serna le daba la ventaja al «Poderoso», pero un gol de Gremio sobre la hora hizo pensar que la serie se definiría por la vía de los fatídicos penales. Sin embargo, el minutos de dios cuando ya todo terminaba William Vasquez Chacon le daba la clasifcicación a Medellín a semifinales.

La ilusión era evidente. Incluso este servidor, hincha del rival de patio, quería que Medellin lograra la Copa. El rival en la semifinal era el otrora equipo de Pelé: El Santos de Brasil. En la ida, en tierras cariocas, Medellín perdió 1-0, resultado que ilusionaba a la sufrida parcialidad roja. En el partido de vuelta, con casa llena, a los 13 minutos Tressor Moreno empata la serie y parecia que Medellín se llevaria por delante al Santos. Pero dice un dicho que cuando el pobre saca a secar lo ropa, fijo empieza a llover. Fue así como una falta que era casi un tiro de esquina la cobra el rival y el balón le pega sin querer al grandulon defensa de Santos, Alex y se transforma en la ventaja transitoria. Medellín sin embargo siguió peleando, pero otro duro golpe para la causa se produjo cuando Fabiano pone el partido 2-0. Con este panorama, se necesitaban ahora 2 goles para ir a los penales. Faltando 10 minutos «Mao» Molina empató el partido y sólo faltaba un gol para ir a la lotería de los cobros desde los doce pasos.El público, hasta ese instante apagado, comenzó a alentar al equipo con el clásico «si se puede». Al final, no se pudo. La estocada final llegó a los 87 minutos con gol de Leo y el sueño lastimosamente terminó. Nuevamente faltaron los 5 centavos para el peso.

Como consecuencia de esta gran actuación, se vendieron jugadores a diestra y siniestra. Algunos triunfan en el exterior y a otros les tocó regresar. Lo cierto es que los directivos se lucraron. Y de qué manera.
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Gabriel Hernán Caiafa

N. de la R. Este post es el primero de una serie escrita a cuatro manos entre nuestros colegas de «enunabaldosa» y esta redacción. Los homenajes fruto del convenio se publicarán de forma simultánea.

Un trotamundos de la redonda, un ejemplo de la perseverancia. Uno de esos tipos que pese a permanecer largo rato en la categoría máxima escapa a la memoria del futbolero medio. Estas son algunas frases que describen la trayectoria de Gabriel Caiafa.

En 1994, con 17 años debutó en la primera de Argentinos Juniors, jugando de manera intermitente hasta 1998. Luego pasó por Estudiantes de Buenos Aires en el Nacional B pero en esa divisional lograría mayor reconocimiento con la camiseta de Los Andes, en la temporada 1999/2000. Con 38 partidos y 5 tantos colaboró para el ascenso del conjunto de Lomas de Zamora a Primera. Y ese hecho le permitiría volver a jugar en la elite del fútbol argentino. Dejó su huella no solo por calzarse una horrible (por el modelo, claro) camiseta marca ED sino por convertir un gol (el único) en la victoria por 1 a 0 ante Huracán. Además, durante los seis meses que permaneció en el Milrayitas en la A jugó al lado de Cristian Muñoz, Gabriel Nasta, Lucas Bovaglio, Germán Noce, Mauricio Levato, Víctor López, Ezequiel Maggiolo, Ruben Ferrer y Oscar Monje, entre otros. La mala campaña del Apertura (apenas superó en puntos a Racing y Almagro) y la mediocre del Clausura, condenaron al equipo de Lomas a retornar al ascenso.

Sin embargo, para comienzos de 2001 Caiafa ya se había ido en busca de nuevos horizontes. Millonarios lo contrató y Bogotá fue su casa por seis meses. A la capital colombiana llegó como parte un paquete importado por Juan José Bellini del que también hacia parte José Manuel Moreira. Si amigo lector, el aporte de Bellini a los azules fue un paquete con dos paquetes, un metapaquete. Con algo de expectativa por parte de la parcial, Caiafa debutó contra América de Cali, partido que se saldó con un contundente 4-1 a favor de los azules. No se sorprenda, Gabriel no estuvo entre los anotadores. En la titular se sostuvo tres partidos más en los que no supo lo que era celebrar goles en el trópico. Relegado a la suplencia, sólo volvió a saltar al gramado meses después en una escandalosa derrota 3-0 de Millonarios contra Envigado en Bogotá. Sobra decirlo, su calificación ese día apenas rondó los dos puntos. Llena de motivos, la directiva azul decidió dar por terminada la incursión de Caiafa por tierras cafeteras apenas terminó el torneo apertura. Nadie se opuso.

Con los bolsillos llenos retornó al país y se olvidó del prestigio para volver a pelearla en la segunda división. Pasó 6 meses con más pena que gloria en Almagro (2001), donde cada vez que regresó lo hostigaron con insultos.

A principios de 2002 partió rumbo a Mendoza y durante un semestre defendió la casaca de Godoy Cruz como nunca lo había hecho con otra. Convirtió algunos tantos y a su salida del club confirmó que sólo volvería por la gente: “Yo cierro la puerta con la empresa, no lo hago con la hinchada de Godoy Cruz. Una cosa es la gente y el club de Godoy Cruz y otra distinta es la empresa que viene a aportar al club. Con la gente de Godoy Cruz me fui muy bien, porque nosotros lo salvamos del descenso, lo metimos en un octogonal, descendimos al clásico rival, le ganamos los dos clásicos. Acá la gente nos respondió, la empresa no”. Se fue reclamando premios por haber salvado al equipo del descenso, sin embargo por el lado de la empresa respondieron: «Gabriel Caiafa se fue de Godoy Cruz y firmó todos los papeles, ante un escribano, que certificaban que había cobrado todo. Él reclama unos premios, pero la gente que se fue de Godoy Cruz cobró todo».

Para la temporada 2002/2003 volvió a la Capital y se mudó al Bajo Belgrano para gritar un puñado de goles con la camiseta de Defensores de Belgrano, al lado de Gabriel Pereyra y José Sand. Para colmo, a mediados de 2002 inició un juicio contra Los Andes para cobrar una deuda de 50.000 pesos.

Luego de haber coqueteado insólitamente con el Milrayitas, el último semestre de 2003, lo disputó en su conocida Mendoza, pero con la camiseta de San Martín. Casi ni jugó, hizo pocas anotaciones y se fue mal, en diciembre, y a su manera, reclamando una deuda junto a Aníbal Roy González.

Otra vez armó las valijas, aunque esta vez para irse un poco más cerca. Contó con el visto bueno de Néstor Clausen y se sumó a The Strongest de Bolivia donde se consagró campeón del Torneo Clausura 2004. Durante el Torneo Apertura convirtió 5 goles, en el Clausura mermó su rendimiento goleador pero convirtió su penal en la final.

Luego de salir campeón en Bolivia tuvo que empezar a remarla otra vez. Quedó libre y durante seis meses entrenó en el CEFAR (Centro de entrenamiento para Futbolistas de Alto Rendimiento).

Para la temporada 2005/2006 y tal vez por la recomendación de algún amigo rabino o simplemente para sumar millas en su tarjeta de crédito viajó hasta Israel para incorporarse al Hapoel Raanana de la segunda división. Según lo que se pudo averiguar jugó poco y se fue rápido. Se desconoce si pisó algún restaurante kosher o escuchó Matisyahu.

A mediados de 2006 fichó con el Portuguesa de Venezuela desechando una oferta del Deportivo Santamarina de Tandil. En su primer torneo convirtió 4 goles siendo el segundo goleador de su equipo, pese a que las lesiones le impidieron jugar con continuidad. Se cree que los domingos de partido se levanta temprano junto a sus compañeros para ver el programa “Aló Presidente”.

KeyserSoze con la colaboración de siempreconusted.
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Un clásico con todos los juguetes

Clásico capitalino de 1987 para satisfacer los paladares más exigentes: feroz embestida de Prince a Fernando Alvez, El Campín estrenando pista atlética, entusiastas mascotas de ambos bandos, porristas, primer gol con Millonarios de «La Gambeta» Estrada y empate transitorio para los rojos por cuenta del popular Sergio Vargas. Todo con el comentario acertado y siempre objetivo de Iván Mejía y de nuestro jóven de siempre, Adolfo Pérez.

Gracias, Juanefe..

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Junior (sudadera) Adidas, 1994

Entre los equipos que, además del Caldas, han sido notables benefactores de nuestra muy solicitada sección «Adelante con la moda», el Junior de Curramba ha sabido ganarse su espacio. Esta vez, cualquier observador perspicaz notará que la sudadera que orgulloso luce el «Bombardero» –quien por esos días anduvo de coqueteos con Boca– tiene las tradicionales tres rayas de la multinacional alemana. Si algo conoce sobre confección deportiva en Colombia, el mismo observador recalcará que por esos días la firma encargada de vestir a los «tiburones» era la barranquillerísima «Dida». Pues bien, ocurrió que para agosto de 1994 el Junior se vio obligado a desplazarse a un frío Buenos Aires para disputar contra el Vélez de Chilavert la semifinal de la Copa Libertadores. Como es apenas natural, entre el stock de productos de la firma currambera no había prendas para invierno; si acaso impermeables con flotador incluido para no naufragar en los fieros arroyos de la arenosa, pero nada que salvaguardara del frío del invierno austral a los muchachos de Comesaña. Esto obligó a las directivas a encargar de urgencia chaquetones para todo el plantel a una firma que de una u otra forma ya les era famiiar: A-dida-s.

Entrados en gastos, además de las chaquetas de invierno (negras con vivos verdes, por cierto) los directivos decidieron darse la pela y aprovisionar a los muchachos con elegantes sudaderas que llevaban el escudo del equipo adherido seguramente con espadadrapo o alfileres. El desliz, sin embargo, no pasó a mayores: en la cancha del Amalfitani Valenciano y su combo fueron fieles a Dida; sin ninguna A inicial ni S final.

Gracias enunabaldosa..