De un corresponsal.
Pocos jugadores han sido tan resistidos por la tribuna y tan sostenidos por el director técnico como este delantero nacido en Pereira, pero criado para el fútbol en Cali. Enciso podría ser comparado con el Yohner Toro del América, institución que lo vio nacer para el fútbol pero que se quedó sin argumentos para sostenerlo.
Con cierto aire físico a Julián Téllez, pero con una cabeza que sobrepasaba los límites de cualquier medición, el ’Cabezón’ tuvo además la fortuna, para su carrera, de ser considerado por los técnicos de las selecciones menores de la época. Así, Enciso participó en el famoso Suramericano sub-20 de Ecuador del 2001, en el que el equipo que dirigía Alfredo Araújo quedó de sexto entre seis en el hexagonal final. En ese torneo ilusionó con un gol en el primer partido, frente a Uruguay, y después no la volvió a meter ni en los entrenamientos. Lo mismo pasó en el Preolímpico del 2004, cuando Jaime de la Pava lo llevó como primer suplente de Sergio Herrera y Martín Arzuaga. Como era de esperarse, jugó muy poco y no marcó un solo gol.
Esa falta de pericia frente al arco contrario la sufrió en el América, donde su poder de artillero fue tan escaso como puede ser hoy el dinero en ese equipo. Es uno de los pocos jugadores que fue insultado en un partido por las dos hinchadas al mismo tiempo.
Curiosamente, se fue seis meses a préstamo al Pasto, donde marcó algunos goles y volvió a Cascajal con sed de gloria. Pero nada. Otro viaje a Nariño le abrió el arco y las puertas del América, pero su tercer retorno fue el comienzo de su fin: jugó en Pereira, Cartagena y Pasto, sin éxito. En su último paso por las vecindades del Galeras no anotó un solo tanto. Cuando creiamos que la tercera era la vencida, nuevamente decepcionó. Al parecer colgó los guayos, pues se desconoce su paradero actual..