Leonardo Enciso

De un corresponsal.

Pocos jugadores han sido tan resistidos por la tribuna y tan sostenidos por el director técnico como este delantero nacido en Pereira, pero criado para el fútbol en Cali. Enciso podría ser comparado con el Yohner Toro del América, institución que lo vio nacer para el fútbol pero que se quedó sin argumentos para sostenerlo.

Con cierto aire físico a Julián Téllez, pero con una cabeza que sobrepasaba los límites de cualquier medición, el ’Cabezón’ tuvo además la fortuna, para su carrera, de ser considerado por los técnicos de las selecciones menores de la época. Así, Enciso participó en el famoso Suramericano sub-20 de Ecuador del 2001, en el que el equipo que dirigía Alfredo Araújo quedó de sexto entre seis en el hexagonal final. En ese torneo ilusionó con un gol en el primer partido, frente a Uruguay, y después no la volvió a meter ni en los entrenamientos. Lo mismo pasó en el Preolímpico del 2004, cuando Jaime de la Pava lo llevó como primer suplente de Sergio Herrera y Martín Arzuaga. Como era de esperarse, jugó muy poco y no marcó un solo gol.

Esa falta de pericia frente al arco contrario la sufrió en el América, donde su poder de artillero fue tan escaso como puede ser hoy el dinero en ese equipo. Es uno de los pocos jugadores que fue insultado en un partido por las dos hinchadas al mismo tiempo.

Curiosamente, se fue seis meses a préstamo al Pasto, donde marcó algunos goles y volvió a Cascajal con sed de gloria. Pero nada. Otro viaje a Nariño le abrió el arco y las puertas del América, pero su tercer retorno fue el comienzo de su fin: jugó en Pereira, Cartagena y Pasto, sin éxito. En su último paso por las vecindades del Galeras no anotó un solo tanto. Cuando creiamos que la tercera era la vencida, nuevamente decepcionó. Al parecer colgó los guayos, pues se desconoce su paradero actual..

Especiales del Bestiario: Estadio San José de Armenia

Contribución: Vorphalack

Fue a principios de 1950 cuando un grupo de altas personalidades de la entonces cola de Caldas pensaron en crear un equipo de fútbol que representara los intereses de Armenia y sus alrededores, víctimas del odio y la discriminación sectaria del gobierno entonces instalado en Manizales, y que debió esperar 18 años más para ver su independencia. Por esta época, un equipo fue conformado por jugadores de la ciudad de Rosario en Argentina (de los clubes Atlanta, Ferro Federal y Rosario Central) para venir de gira por Colombia y, por esos azares afortunados del destino, se enamoraron de Colombia, Armenia se enamoró de su fútbol y en enero de 1951, el Rosario Wanders se convirtió en el primer Deportes Quindío.

Los habitantes de Armenia, en una maratónica cruzada que incluyó capital privado de los inversionistas Félix Salazar Santacoloma, Antonio «el Turco» Hadad, Alfredo Sanín y Nepo Jaramillo, sumado a la colaboración económica de la iglesia y el aporte en dinero y trabajo de muchos, alzó en solo 90 días, cifra record en la construcción de estadios en el país, el estadio San José, con estructura en forma de U y una capacidad para 12.000 espectadores que por espacio de 37 años albergó al cuadro Milagroso y su hinchada en sus alegrías y penas (más penas, eso si hay que reconocerlo.


El San José, en sus días de gloria

El estadio fue inaugurado oficialmente el 18 de marzo de 1951 con el partido Deportes Caldas vs. Deportes Quindío, con victoria del Milagroso 3 goles por 1. El primer gol marcado en el estadio favoreció al Quindío y lo anotó en la portería norte Roberto Segundo “Benitín” Urruti de palomita. Este personaje, enamorado de la región, se quedó a vivir en Armenia al culminar su carrera deportiva, convirtiéndose en el más emblemático entrenador de equipos infantiles y de reservas del departamento. Falleció el 8 de diciembre de 2005 a causa de las lesiones que le causó un motociclista imprudente. En 1956, 5 años después de su construcción, el San José tuvo la tristeza de no ser testigo presencial y templo del único título del Quindío, pues el partido definitivo se disputó en Bogotá contra Santa Fé, teniendo que conformarse con el subcampeonato al año siguiente.

En 1980, bajo el gobierno de Julio Cesar Turbay, se oficializa la construcción de un nuevo escenario para el fútbol y atletismo con miras a los Juegos Nacionales de 1988. Con un juego que la selección Colombia ganó 3 goles por 0 contra su similar de Canadá comenzó la era del estadio Centenario. El San José, que atrajo a muchos constructores a llevar progreso urbanístico y comercial a la zona, amén del Batallón Cisneros de la 8a. Brigada a su costado, quedó relegado al fútbol aficionado, durante un par de años al Deportivo Armenia de la B y a la realización de conciertos.

En 1999, tras el terremoto, la alcaldía de Armenia decide convertirlo en albergue para damnificados, pero la verdadera victima fue el propio estadio. Los habitantes de los tristemente célebres “cambuches” se dedicaron a saquear y destruir sin piedad lo poco que años de abandono habían dejado, a tal punto que una vez reubicados se llegó a la conclusión de que era más favorable demoler que rehabilitar. Es así como en el año 2002, años de fútbol, pasión, goles (la mayoría en contra) y muchas tristezas, el estadio San José sucumbió. De su estructura no queda más que un montón de ladrillos cubiertos de maleza, los precarios postes de iluminación y el trazado de la cancha, hoy en día utilizado como centro de entrenamiento y amistosos para el Deportes Quindío y el clásico y siempre violento fútbol aficionado.


El sucesor del San José, el Centenario, en plena construcción.

Especiales del Bestiario: triangular pirata, Cartagena 2001

Cosa común en los partidos de recreo era la facilidad con que las reglas de juego variaban de acuerdo con los caprichos del más fuerte o del que más público femenino arrastraba. Cosa común en el rentado colombiano es la facilidad con que las reglas de juego varían de acuerdo con el talento que para las siempre culebreras lides de la lagartería ostenten sus directivos.

Prueba de esto fue lo sucedido a finales de 2001 cuando el intenso lobby de los directivos del Bucaramanga –equipo que debía descender ese año– tuvo como recompensa la decisión de la asamblea de la Dimayor de ampliar de 16 a 18 el número de equipos de la primera división. Esta decisión, a primera vista inofensiva, tuvo como corolario la realización, en Cartagena, de un muy pintoresco triangular entre el Bucaramanga, el Cúcuta y el Unión Magdalena para definir quienes obtendrían los dos nuevos cupos. Pese a su regular campaña en el torneo de ascenso de ese año, Cúcúta y Unión fueron invitados a la fanfarria cartagenera por su condición de miembros de la División Mayor. Llanto y crujir de dientes se escuchó desde Armenia, ciudad en la que el Quindío supo ganarse a pulso el ascenso directo, cuando se tuvo noticia del aguinaldo con que habían sido agasajados dos de sus rivales de ese año.

Estamos convencidos de que más valdría una crónica del triangular paralelo que en los más connotados escenarios de la pernicia cartagenera sostuvieron los directivos de estos tres equipos al son que les tocaba la plana mayor de la Dimayor, también presente en «La Heroica». Desafortunadamente, no poseemos material suficiente para documentar esta gesta, razón por la que debemos limitarnos a lo deportivo.

Debemos entonces decir que en el primer partido Unión derrotó al equipo de los Pachón con sendas anotaciones de Zárate y Maturana, que en el segundo le repitió la dosis a los «Leopardos» esta vez con goles del gran Amir Buelvas y que en el clásico de los Santanderes Leonel Rocco fue el héroe de la tarde al darle la victoria por la vía de los penales al Bucaramanga después de un lánguido 0-0 contra su eterno rival. De esta forma ,y sin necesidad de marcar un sólo gol, los «Bucaros» aprovecharon este purgatorio improvisado para salvarse de ese infierno de viajes por carretera, canchas sin camerinos y árbitros con resaca que es nuestra nunca bien valorada primera B profesional. El Cúcuta, por su parte, durante varios años maldijo el no haber podido echarle mano a este chisgononón. No podemos decir que no se volverá a repetir..

El tiempo de la gente


Buscando refrendar su reciente victoria en las urnas, el recien elegido presidente decidió darse un duchazo de popularidad en el camerino albirrojo en pleno agosto de 1994. Con este objetivo en mente, Ernesto Samper buscó lo más selecto del plantel cardenal para hacerse unas instantáneas. Posan con el presidente electo: Hílmer Lozano, James Aguilar, Elías Correa y Robert Villamizar. .

Falcioni de regreso a Colombia

Lo dijo en su momento el gran Joaquinito: «En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.» Le ha hecho falta a muchos futbolistas, tan proclives al apego a glorias pasadas y a los buenos tiempos idos, escuchar las palabras del genio de Úbeda. En la lista podemos incluir a Julio César Falcioni cuando a finales de 1991 regresó a la tierra que lo consagró como uno de los mejores arqueros del continente en calidad de refuerzo del Once Philips. Respondiendo a un llamado de su antiguo compañero, Gerardo González Aquino, por ese entonces estratega del Once, Falcioni decidió regresar a Colombia después de desteñidos pasos por Gimnasia y Esgrima de la Plata y Vélez Sarsfield.

Como suele ser la regla con estas segundas partes, el Falcioni que se vio en el Fernando Londoño no parecía el mismo que años antes se había visto en el Pascual. Tan mal andaba Falcioni por esos días que hasta el «Chonto» Herrera –que nunca se destacó por sus dotes goleadores– en un partido que el Once perdió 3-1 contra Nacional supo vulnerar su cabaña. Terminó el torneo con el Once eliminado del octogonal y con Falcioni de regreso a Argentina en calidad de ex futbolista..

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El Bestiario del balón, siempre preocupado por mantener buenas relaciones interinstitucionales, ha ofrecido su espacio al Sistema Nacional de Bomberos para que sean nuestros lectores quienes decidan el ganador del premio Carlos «Papi» Peña al técnico-bombero que esta entidad otorga a quienes han dedicado su vida a las siempre complicadas lides de andar apagando incendios armados por otros. Estos son los nominados:

Option Votes %
Alonso «Cachaco» Rodríguez 30 6.5
Arturo Boyacá 82 17.6
José Iber Gruesso 6 1.3
Carlos Navarrete 144 31
Otoniel Quintana 38 8.2
Javier Castell 10 2.2
Alexis Mendoza 31 6.7
Orlando Restrepo 10 2.2
Cerveleón Cuesta 98 21.1
Felix Valverde Quiñonez 16 3.4
Total votes: 465

Option Votes %

Alonso «Cachaco» Rodríguez 30 6.5

Arturo Boyacá 82 17.6

José Iber Gruesso 6 1.3

Carlos Navarrete 144 31

Otoniel Quintana 38 8.2

Javier Castell 10 2.2

Alexis Mendoza 31 6.7

Orlando Restrepo 10 2.2

Cerveleón Cuesta 98 21.1

Felix Valverde Quiñonez 16 3.4

Total votes: 465

Tigre de papel

A finales de 1991 el proyecto de darle a Barranquilla un segundo equipo profesional comenzaba a hacer agua. Esta crónica de Octavio Mora para el Noticiero de las Siete nos muestra a un equipo flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones. Con la participación de Edison Domínguez, Álvaro Nuñez y Agustín Granados..

Jair Abonía

Escurridizo puntero que finalmente sucumbiría ante el peso del remoquete que Paché Andrade depositó sobre sus hombros: Jairzinho. Veloz, gambeteador y habilidoso, debutó en el Cúcuta Deportivo en 1986 de donde daría el salto a Millonarios en 1988 (informes confusos hablan también de un paso años antes por el Atlético Zamora del vecino país) . Titular inamovible junto con «Luisinho» Quiñonez del equipo alterno y eterno relevante de Iguarán, Juárez, Hernández y Estrada, nunca logró quitarse ese inconfundible aire de suplente. Ni siquiera en 1990 y 1991 cuando el éxodo masivo de las grandes figuras le permitió a él y a Luis Manuel asomarse a la titular.

A comienzos de 1992 la transferencia al Once Caldas le permitió tanto a Jair como a Luis Manuel ventilarse un poco y dejar en Bogotá ese olor a anaquel, que cada vez se hacía más más molesto para los familiares de ambos arietes. De esta transferencia doble –modalidad muy frecuente en nuestro medio consistente en emparejar a dos jugadores de similares características durante buena parte de sus carreras– el gran beneficiado terminaría siendo «Luisinho», mientras que Jair siguió sin poderse consolidar como jugador de noventa minutos.

Casi al tiempo que Luis Manuel, con varias convocatorias a la selección mayor en sus alforjas cruzaba La Línea para llegar a Ibagué como el gran refuerzo del Tolima, Jair prefirió el bajo perfil y en silencio partió rumbo a Venezuela a donde llegó como gran refuerzo del Trujillanos equipo en el que finalmente pudo exorcizar viejos fantasmas y armarse un campito entre los titulares. Lejos del ruido, libre del peso de su desafortunado apodo, Jair encontraría al otro lado de la frontera su lugar en el mundo. Se mantuvo activo hasta 2001..

Juventud, divino tesoro

A comienzos de 1991 el malogrado Sporting de Barranquilla echó mano de la reserva de Boca para tratar de enderezar su errático andar por la primera división. Fruto de esta iniciativa fue el desembarco en «La Arenosa» de dos jóvenes promesas que más adelante encontrarían en este rincón de Suramerica su propio Dorado. Fue poco lo que duró el paso de Daniel Tílger y Ariel Mario Are por Barranquilla. Seis meses después comenzaría, cada uno por su lado, un trasegar propio de cualquier arriero andariego. Tílger comenzó por Manízales, Are por Armenia. .

Carlos Giraldo

El segundo Carlos Giraldo más famoso del país y hermano menor de Mauricio debutó con algo de suceso en Nacional promediando el año 2000. Para 2001 pintaba como una posible revelación y parecía que en cuestión de meses se apropiaría de un lugar en la titular verdolaga. Atraído por el oro de oriente, a mediados de 2002 cambió una ascendente carrera en la organización Ardila Lülle por una aventura en el fútbol chino. Como ha sucedido con el 101% de las aventuras de nacionales en ligas de oriente, la de Giraldo terminó con saldo negativo.

Regresó a Colombia en 2003 para ser inscrito a última hora por Millonarios junto con Carlos Ceballos Agualimpia. En Millonarios tuvo su cuarto de hora cuando le correspondió reemplazar en los cuadrangulares finales del finalización a Jorge López Caballero, suspendido varias jornadas después de ser expulsado en la segunda fecha de las finales. Cuando mejor andaba su nivel y parecía haberse ganado la continuidad para la siguiente temporada, un festival de yerros en el último partido del año contra el Unión en Santa Marta echó por el retrete los méritos acumulados.

Después de Millonarios desfiló por las reservas del Bucaramanga, del Tolima y del Huila, club en el que compartió alineación con su hermano cuasi-gemelo. Después de tantos ires y venires finalmente echó raíces en la titular de los Pumas del Casanare. .