Última hora: formas íntimas

Hallazgo de William Mauricio Mora.

Mira quién lo ve a Víctor Cáceres, jugador del Libertad de Paraguay ante Once Caldas por octavos de la Libertadores. Aguerrido, luchador, con el cuchillo entre los dientes, peleando como vietcong herido frente a Sebastián Hernández. Y sin que sea una gran hazaña hacerle un quite de balón al 10 caldista, Cáceres fue uno de los  gladiadores paraguayos que lograron sacar un empate de Manizales. Parecía todo un indio Motilón, conocidos por su bravura.

Tan inmerso en la piel estaba la idea de Cáceres de hacerse matar por la pelota que, para entrar convencido a la cancha no tuvo mejor idea que ponerse un bicicletero del Cúcuta Deportivo, que se destaca entre la indumentaria oficial de Libertad  En el mismo plantel del club paraguayo  está jugando Roberto Gamarra, delantero guaraní y ex integrante del rojinegro. Acá surgen las preguntas.

¿Cáceres le sacó a escondidas el bicicletero a Gamarra?

¿Gamarra y Cáceres tienen como costumbre compartir bicicleteros?

¿Cuántos años tiene esa lycra?

Si no fue Gamarra ¿Cáceres encargó a algún amigo esta prenda desde Colombia?

¿Cuál será la respuesta a este enigma? Lo sabremos en el encuentro de vuelta…

La guerra de las colas, capítulo 2. Las monas de la discordia

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Cortesía imágenes @nomeacuerdo

El álbum de la Copa Mundial Sudáfrica 2010 trajo consigo quiebras insuperables y descalabros de bolsillo similares a los de los dueños de la Enron. La cantidad de láminas, el hecho de que no salieran monas dobles -todo un lujo del que nos privaron-, el innumerable y desperdiciado espacio ocupado por pegatinas con dibujos alusivos al Mundial, hicieron que casi 700 láminas fuera una dura tarea de lograr. Aún más las de una página patrocinada por Coca Cola. Los caramelos solamente se podían obtener con un número de tapas premiadas  que debían ser cambiadas en los camiones de reparto y las tiendas autorizadas.

La redacción del Bestiario tuvo serios problemas para llenar esta sección. Los altos niveles de azúcar detectados en exámenes posteriores a la ingesta de la bebida sin encontrar corcholatas premiadas, la devoción hacia la Big Cola -bestiarista que se respete brinda con ella en vaso plástico verde- y el contrato de exclusividad firmado con anterioridad con Kol Cana, fueron motivos suficientes para cambiar de planes y tratar de completar la colección con otro tipo de láminas.

Fue por eso que desde los archivos X nos enviaron estas dos tarjetas que fueron vendidas hace mucho tiempo con la Pepsi, archirrival de la Coca Cola, en la que se reseñaban los mejores valores del rentado -nunca propio-.

Conseguimos 2. Las del gran «Guigo» Mafla y las de Víctor Aristizábal con pelos y señales de cada uno de ellos.

Si usted quiere completar su álbum de Sudáfrica, imprima estos cromos y péguelos en la sección nombrada. Nos es imposible sugerir algo distinto.

¿Gusta del copisoleo? In vino Piveritas

En medio de las novedades que trae consigo el marketing futbolero nuestro genio de Pescaíto no se quedó atrás en esto de la innovación y el emprendimiento. Así  creó su propia marca de vinos: "Pibe Valderrama Rubí" adentrandose en nuevo mercado no solamente en un producto grastronómico sino lo que se considera muchas veces como un regalo inolvidable. Aunque versiones extraoficiales dicen que el Pibe consiguió hacer el vino en Argentina -en su etiqueta dice «industria Argentina», mientras se decidían sus finalmente caídos fichajes a Newell´s Old Boys e Independiente, lo cierto es que este ejemplar de la imagen es un Cabernet Sauvignon al 40 %, y el restante porcentaje se divide en Malbec y Syrah en partes iguales, en cuanto a su composición.

Dicen que aunque el vino rojo supuestamente no cuadra con las carnes blancas, éste suele servirse con pescado. No salmón noruego sino con el delicioso y siempre deseado lebranche de El Rodadero, así como con una buena mojarra frita con patacón. Sirve también para el nunca bien considerado arte del copisoleo.

¡Salud!

Un titular profético

Los amigos de ADN saben cuán dura es la crisis de Millonarios. Por eso, 12 horas antes de que el equipo azul jugara contra Tuluá en El Campín, sabían que iba a terminar muy mal la historia. Por eso y en un acto que simplemente se puede denominar como la mejor muestra de tener olfato periodístico, escribieron que Millonarios «enfrenta hoy a Cortuluá con la misión de NO reivindicarse con su hinchada».

Nunca más cierta la bajada de este artículo. Salieron en tanqueta, Obelar fue reemplazado en el primer tiempo, echaron a Omar Vásquez…

Acá ninguno se reivindicó. Aplausos por el gran acierto de este buen medio, que por un día se convirtió en el Nostradamus del fútbol. No era tan difícil predecirlo tampoco.

El complot del Vaticano contra los tres ingleses ausentes del Panini 98

El caso de Irán no fue el único que llamó la atención de los investigadores, porque  en el album Panini de 1998 –lejos, el más bestiarista de todos los tiempos- hubo lugar a que en el mercado nacional no se consiguieran tres laminas pertenecientes a la selección inglesa, una de las favoritas a llevarse el torneo y que jugaría contra nosotros en primera fase.

Ningún colombiano que se precie de haber sido censado en 1985 y 1993 tiene en esa edición del album, los cromos de Tony Adams, Robbie Fowler y Les Ferdinand. Nunca salieron. Aunque se habló de desaparición forzada e incluso, de una estrategia de mercado del productor del album para cobrar carísimas tarifas por los tres implicados, mucha gente se quedó esperando alguna señal que jamás llegó.

Se especuló mucho sobre el porqué se había suspendido la emisión de las calcomanías de Adams, Fowler y Ferdinand. Todo fue un asunto Papal.

Tony Adams era un consumado alcohólico y de acuerdo a los instantes en los que salió el album (Semana Santa), no era conveniente transmitir estos antivalores a la niñez. Robbie Fowler cayó en la misma bolsa que Adams: el atacante de Leeds y Liverpool le encantaba celebrar sus goles oliendo la línea de cal de la cancha, simulando esnifar coca.

El CELAM, reunido en su sede campestre cercana al Gimnasio Iragua, mandó una comunicación al Vaticano para que, desde allá, presionaran a Panini, que les quedaba más cerca. Surtió efecto el clerical pedido que, además de buscar fortalecer los valores de una sociedad perdida, también quería apuntalar la enésima candidatura de Monseñor Castrillón como Papa con este gesto, tan pacato como efectivo.

¿Y Les Ferdinand? El muchacho era juicioso y lejano de la polémica. ¿Por qué no se podia permitir la mona de Les en el país? Fácil. En el Newcastle puso a comer banca a nuestro Faustino Asprilla, así que se convirtió en enemigo del país. Fue el chivo expiatorio de toda la operación.

Al no ganar Castrillón y ser de nuevo el “Papa Moral” del mundo, fueron quemadas todas las pruebas de la censura a las monas de Adams, Fowler y Ferdinand. Solo hasta hoy el misterio pudo ser revelado.

Decir Millonarios y Xeneizes no siempre supone contradicción

Lo que son las contradicciones de la vida. Millonarios, un equipo que tuvo siempre  identificación con River Plate vio cómo, en un partido benéfico, sus colores fueron mezclados con los de Boca Juniors en una bizarra idea de la marca deportiva Saeta.

El encuentro entre gallinas y bosteros se dio en el marco de un enfrentamiento amistoso organizado en beneficio de la lucha contra la droga. Las Naciones Unidas y la Dirección Nacional de Estupefacientes decidieron unir fuerzas y darle al público bogotano un espectáculo pocas veces visto: llevar al estadio El Campín a los bonaerenses con todas sus figuras, aprovechando que andaban por estas tierras disputando la Recopa Sudamericana contra Caldas.

Boca jugó, pero muchas de sus figuras se quedaron en el Hotel Granada en una competencia para saber quién era más hábil en el hundimiento de patos de hule en el jacuzzi -práctica muy común en los clubes organizados, quienes no gastan tiempo en huir de las concentraciones ni salir a beber fuera de la barra del bar hotelero- y algunos, aún con las manos arrugadas por el agua corrieron rápidamente y se montaron en un Transmilenio que los dejó frente al coliseo de la 57.

Millonarios ganó 2-1 con goles de Martín García -anotaciones que guardó cuidadosamente en video para poder encontrar chanfa en el fútbol del exterior- y los boquenses -que tuvieron en su nómina titular al fallecido Gustavo Eberto, Martín Palermo y Guillermo Barros Schelotto- descontaron a través de Morel Rodríguez.

Nunca en la historia millonarios y xeneizes estuvieron tan cerca. En las huestes de River Plate trinaban de la rabia al ver el modelo de la camiseta, mientras que en Bogotá, algunos no muy privilegiados rescataron de la hoguera este incunable de la moda, que pudo unir dos fuerzas que supuestamente se rechazan. La camiseta y la unión fue poder presenciar para algunos hinchas embajadores -de los que hacen el aguante y dicen gashinas- un momento inolvidable. Tan inolvidable e inesperado como el capítulo navideño en el que He-Man y Skeletor se hicieron amigos.

Mundial de tornillos: Los marroquíes tumbando colombiano

¡Qué mal ha hecho a nuestro país ese cuento de la malicia indígena! Cada colombiano que se respete alguna vez se ha ufanado de sobornar un policía de tránsito o no devolver nunca la botella de vidrio a la tienda del vecino que le fía en los momentos que se acorta la quincena. Las avivadas típicas de meter un billete falso en un colectivo de noche o hacerse el dormido en los puestos para minusválidos en Transmilenio han hecho que nuestra fama de maliciosos sagaces sea un estereotipo más que colgamos en el collar de arepas.

José Joaquín Torres es un hombre amable, de gesto adusto y que seguramente jamás quedó debiendo una finca en el estanco cercano. Menos iba a dejarse pervertir por la tentación de darle unos calados a un policía de tránsito que le pusiera una infracción por pasarse la luz roja.  Es que su palabra era la ley. Vestido de negro, salió siempre a campos de Colombia, Sudamérica y el mundo a impartir justicia. Fue el árbitro que representó a nuestro país en USA 1994 y –pensando maliciosamente- el único que reza para que a la selección le vaya mal en una Copa del Mundo: es que así se puede quedar más tiempo dirigiendo en el torneo.

Pues el bueno de José Joaquín pagó por la cantidad de compatriotas que se han dedicado a hacer pillerías como comerse las uvas que exponen en las góndolas de Romi, o embaucar a los sacerdotes de las iglesias hace unos años, dando generosas limosnas de 50 mil pesos en monedas falsas de mil. Supieron que Torres era colombiano y los hombres que estaban en el campo decidieron ir un paso más allá de la “Malicia indígena”.

Azmi, arquero marroquí que embaucó a JJ Torres, saca su recién comprada cadena de oro golfi especialmente para la foto.

Todo esto pasó en el anodino marco que podía ofrecer un partido disputado entre Bélgica y Marruecos, el que abrió el grupo F. No era de extrañarse que los europeos les estuvieran pegando un baile a los africanos, De hecho Bélgica empezó ganando a los 11 minutos con gol de De Gryse.

¿Y el arbitraje? Nada fuera de lo común. Muy aplicado, Jose Joaco amonestó a tres belgas y a tres marroquíes. Su mayor reto llegó en el minuto 88 de juego. La FIFA recomendó a todos los árbitros en esa Copa del Mundo que si un futbolista era derribado por un adversario sin tener más rivales delante de él, con el arco a su disposición, el agresor tendría que ser expulsado de inmediato. Fue la famosa invención del “último recurso” que castigaba a los infractores y de paso, haría subir el promedio de goles de los mundiales.

No tenemos dudas de que nuestro crédito arbitral jamás llevó copialina a los exámenes a los que someten a los réferis y que tampoco se colinchò en un carrito de golf para mejorar sus tiempos en el test de Cooper. Pero el pobre Torres, al presentar el examen práctico, pasó un papelón similar al de nuestra selección en ese torneo.

Mohhamed Azmi era el arquero de Marruecos. No hubo uno más malo que él durante esa Copa. Todos los goles que le hicieron a su equipo fueron su culpa. Y en el minuto 88, un delantero belga escapó a la marca de los magrebíes y se fue solo, directo a la portería. Su único oponente era Azmi, que acorde a su flojo Mundial, no usó las manos para detener al atacante: directamente salió corriendo y lo bajó con una plancha criminal: a la luz del reglamento era tiro libre directo y expulsión del portero. Sencillito, no había cascaritas en ese examen.

Como Azmi sabía que le pondrían tarjeta roja  y hasta de pronto cárcel, temió ir a dar a un calabozo colombiano al lado de alguno de los Faciolince y para gambetear lo inevitable, se hizo el lesionado. Torres se disponía a dar rienda suelta a ese reglamento del que tanto se apegó en su carrera pero los marroquíes, sin un pelo de idiotas, le hicieron un cambalache digno de vendedor de antenas robaseñal en la avenida Jiménez.

Mientras ambos bandos reclamaban, Torres buscaba su estilógrafo Allegro para hacer anotaciones en su tarjeta. En ese instante el banco de Marruecos se avivó y puso a calentar al arquero suplente. De pronto, Torres fue impotente al ver que al arquero lo sacaban en esos carritos de golf en los que él no quiso montarse para cortar camino en los test de Cooper. En la línea de cal esperaba presto el portero suplente y Naybet, zaguero africano canchero, empezó a presionar a JJ para que entrara su compañero.

Naybet, campanero de Azmi.

Torres, en medio de semejante embolate, autorizó el cambio y no expulsó a Azmi, que fue lo que debió hacer desde un comienzo. Marruecos siguió con 11 en el campo y los belgas también quedaron medio despistados.

Hoy Torres no debe ser bienvenido en Marruecos: gracias a su desacierto, Azmi siguió tapando en durante el Mundial.

Resumen del partido, aportado por jadaza:

httpv://www.youtube.com/watch?v=1FvYTSzaGp4&NR=1

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Concurso: encuentre las diferencias

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El logo de un banco de imágenes (avaluado en 20 dólares) es la imagen del torneo colombiano. Encuentre todas las diferencias (es más difícil que decirle a Hernán Boyero que haga una gambeta) y para el que halle más detalles, habrá obsequio: el ganador podrá tomarse un kumis Tim en compañía del inspector Ruanini y el «Fercho» González.

Hallazgo original, aquí.

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Michael Jackson está vivo

Fotos e idea cortesía Curramba

El mundo sigue llorando la pérdida del rey del pop, que dejó un vacío profundo entre los fanáticos que jamás podrán volver a oír su voz ni ver sus famosas coreografías. Pero para la Unidad Investigativa del Bestiario del Balón, este caso se reabrió en el momento que se determinó que no había cadáver dentro del ataúd del cantante. ¿Estaría muerto o se trataría de una simple patraña?

Gracias a nuestros contactos en las terminales terrestres del país, empezamos a atar cabos. Un informante de Rápido Ochoa presto a colaborar avisó de un amable pasajero que pidió una bolsa durante el viaje, no para vomitar, sino para ponerse como tapabocas, lo que desató las sospechas.  Un ayudante de conductor vio en el parador rojo de Melgar a un muchacho que tomaba changua con un guante blanco, hecho que avivó los rumores.

La prueba reina apareció en Cali: en las duchas del terminal, una asustadiza tumaqueña gritaba incoherencias que no lo eran tanto: comentaba que un negrito vestido con corbatín y chaqueta de cuero negro se había convertido en un tigre de un momento a otro. La policía dijo que acordonaría el sector pero uno de nuestros avezados reporteros se dio cuenta que las huellas que estaban en el piso –aún mojado- eran las de un felino.

Pero pronto las huellas se borraron, así como el rastro de Michael. En la Dimayor, tras horas de registros visuales en cada una de las nóminas de los 36 equipos del profesionalismo, no había pistas válidas. Un guiño de la suerte resultó fundamental en la pesquisa porque la redacción, en vez de tomar un bus hacia Bogotá, se montó en uno que terminó varado en Valledupar. Al llegar allí, el ambiente de fútbol se respiraba en todos los lugares del sector, así que, al no haber dinero para el hotel, bueno era llegar temprano al estadio para encontrar un lugar en las graderías lo suficientemente cómodo para pasar la noche allí.

En el marco del encuentro entre Valledupar y Depor se descubrió el misterio. Un atacante, que decía llamarse Hugo Arrieta, mostró dos evidencias extrañas: su cara, aunque no era la pálida imagen del ex integrante de los Jackson Five; estaba más moreno. Al pararse en la barrera, se tomaba sus partes pudendas, pero lanzaba un grito extraño y movía la pelvis hacia adelante.

La libreta de notas ya no tenía más hojas, pero no eran necesarias para escribir. Tras un corner a favor de Valledupar que quedó en manos del portero del Depor, el DT del local gritó: “A ver, Hugo maricón, regresa rápido a marcar”.

El público se sorprendió cuando Arrieta (o Michael) se devolvió desde el área rival a la propia en cuestión de segundos, haciendo el paso “Moonwalk”.

Todo esto fue suficiente para inspeccionar el camerino y ver que no jugaba con guayos, sino con mocasines de charol. Allí, en medio de la pecueca y las toallas sucias nos reveló la verdad. Él no era Hugo Arrieta, sino Michael Jackson. Vive en Colombia desde que terminó el boom de “Dangerous” y jugó para Tolima, Pasto y otros más. Prometimos guardar el secreto pero quedaba un interrogante: ¿Por qué no ayudaba al médico que fue acusado de su homicidio y que hasta hace poco pagaba escondederos de a peso para no ser capturado?

Michael, con su voz de flautilla desafinada, respondió:

-¡Ese no es médico! Era un kinesiólogo que me infiltró mal y me jodió seis meses una rodilla. Por eso en venganza lo acusé de mala praxis…

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Prisciliano González

Prisciliano y su aire de troll.

Nunca hay que dejar al libre albedrío dirigencial las decisiones de comprar futbolistas para el equipo. Eso tiene que ser tarea del entrenador. De lo contrario, si no hay un tatequieto, puede que le lleguen al técnico de ocasión con Prisciliano González bajo el brazo.

¿Cuando se va a fichar un futbolista qué es lo que se busca en realidad? Que haga goles, o que los evite. Y de ahí comienza la división de labores. Las prioridades de los clubes pasan por tener un delantero implacable en el área, un portero que se juegue la vida atajando balones imposibles, luego puede ser un volante creativo, un cerebro que le dé orden al juego ofensivo y finalmente un zaguero central que se encargue de controlar la zaga son las grandes prioridades de los equipos en torno a la vinculación.

Por eso la pregunta: ¿Uno para qué quiere que a su equipo venga un lateral izquierdo desde Paraguay, que mide 1.64 y cuyo nombre es Prisciliano? El paladar de los hombres encargados de los fichajes en el Cali en 1998 no se puede explicar ni con los agentes Mulder y Scully porque no hay archivo X que aguante semejante disparate –a menos claro, que se trate de buscar en ese puesto un reemplazo a Luis “Morumbí” Zapata, ahí sí es válido-.

Pues el petiso Prisciliano vino a Cali con las esperanzas de hacer historia en su puesto. Y a fe qué lo hizo. Se comenta por los bajos del estadio Pascual Guerrero que el diminuto lateral fue modelo para un artesano que vendía pulseritas en la Loma de la Cruz. Cuando el mucharejo hippie y con ganas de rebuscarse la vida vio la estampa del aguerrido guaraní, pensó que tenía todo el tiempo disponible –los hippies no hacen nada, salvo bailar mirando al cielo- para hacer realidad un proyecto que había frenado hacía muchos años por… ser hippie: crear un muñeco navideño amigable, cariñoso y sin igual que pudiera animar los alumbrados de su ciudad y que fuera la sensación en épocas de la feria de Cali.

Entonces el fanático de Cat Stevens y el sándalo se dirigió raudo hacia la sede social del Deportivo y logró ingresar a pesar de su maltrecho aspecto. Fingió ser periodista y pidió la ficha técnica del paraguayo que, inocente, jugaba en las prácticas por la banda izquierda y recordaba que empezó su carrera como delantero en el Club Capitán Figari del ascenso de su país pero que por su poco virtuosismo en las 18, terminó siendo el 4 ideal para su equipo.

El hippie dedicó horas de su ocio –las 24 para ser sensatos- en la hechura de un muñeco frágil pero candoroso. Una especie de “Troll” criollo. El hippie se iba al estadio religiosamente cada fin de semana, no  para ver al verde (era hincha del Cortuluá), sino para seguir el pelo ondeante y las cómicas despaturradas de Prisciliano por la banda izquierda.

Cada día el destino de ambos protagonistas estaba más alejado, era inversamente proporcional. Mientras el muñeco de hule ya iba tomando forma, el de carne y hueso parecía irse derritiendo en cada pique infructuoso hacia la ofensiva. Y el Cali también iba en picada porque Prisciliano y Lorenzo Carlos Ojeda, los jugadores vinculados en ese año eran un fracaso.

Poco a poco, el guaraní fue perdiendo espacio valioso en la titular de su equipo, sobre todo tras la llegada de José “Cheché Hernández el Cali empezó a jugar con tres defensas en el fondo. Prisciliano pronto empacó maletas y el Cali gritó campeón venciendo al Caldas en la final de ese año. Los memoriosos recuerdan que mientras caían maizena y huevos en la celebración del título, cada automóvil de la ciudad llevaba colgado en el espejo un troll con la camiseta del Cali, llamado “Prisciliano”.

De Prisciliano nada se volvió a saber –del de carne y hueso-. Del hippie sí; ya se baña, usa Armani y le encantaba ir a charlar con José Pardo Llada en el Club Colombia.

Texto tomado del libro «Bestiario del balón. El lado B del fútbol colombiano» Aguilar, 2008.

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