Proyecto Basigalup: cuando Millonarios decidió clonar arqueros

XG3 y XG4 bajo la identidad de Esteban Basigalup y Fabio Calle.

Fue necesario que pasaran treinta años, tiempo establecido por la legislación británica para desclasificar documentos confidenciales para que en Colombia se conozcan por fin los detalles de uno de los más delirantes y escandalosos capítulos de la historia del fútbol colombiano: cuando Millonarios intentó clonar arqueros.

Todo comenzó en 1983, año en el que al equipo azul de Bogotá llegaron nuevos accionistas, entre ellos inversionistas que hoy merecerían en medios de comunicación el apelativo de polémicos empresarios. Sea cual fuera el origen de sus recursos, el caso es que fueron tiempos de vacas gordas para los embajadores.

De ello estaba al tanto José Munurri, asistente técnico del uruguayo Juan Martín Mujica, padre del hoy célebre investigador del Royal College of London, Samuel Munurri, autoridad mundial en genética humana aplicada y fanático futbolero como su padre.

Desde entonces Munurri hijo ya adelantaba revolucionarios estudios en materia de clonación, algo de lo que estaba al tanto su padre quien tan pronto llegó se percató de la generosísima chequera de los dueños del equipo.

Fue así como el clic no tardó: Munurri padre rápidamente le advirtió a su hijo que en su nuevo lugar de trabajo podría haber financiación para lo que fuera siempre y cuando se le supiera llegar a los dueños con una propuesta que les tocara alguna fibra, en este caso, su pasión por el balompié.

En la primera ocasión que tuvo de hablar con Gonzalo Rodríguez Gacha, el gran mecenas azul de entonces, el asistente de Mujica fue al grano: “mirá, tengo un pibe en Londres que te puede solucionar el tema del arco por años y te sale más barato que contratando arqueros”.

El mecenas.

Lustros antes de la oveja Dolly que introdujo al planeta el concepto de la clonación, Gacha, por supuesto, no tenía idea de a qué se refería el advenedizo asistente del DT. Sin entender del todo el proyecto, le animó ser patrocinador de algo tan vanguardista y puso a disposición tres bolsas de Febor repletas de billetes de cien dólares.

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Munurri hijo siempre tuvo una debilidad con el arco, fue, sin más rodeos, un arquero frustrado desde temprana edad, además de coleccionador de arcos de estadios y canchas de barrio del mundo en su hogar a las afueras de la capital británica no obstante la férrea oposición de su esposa, una temperamental albanesa.

Ni a ella ni a nadie le sorprendió que la de golero haya sido la posición elegida para el proyecto piloto de clonación de deportistas de alto rendimiento, esta última, idea que lo obsesionó desde el primer día de sus estudios de medicina.

Con la financiación lista, el eminente científico empacó maletas con destino a Colombia. Allí consiguió un espacio suficiente en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, aledaña a la finca de la autopista norte donde entrenaba Millonarios.

La idea era comenzar con dos prototipos a partir de células tomadas de un mechón de pelo del legendario arquero de Platense en los 40, Carlos Roberto Mestróngelo, que el abuelo de los Munurri conservaba.

Carlos Roberto Mestróngelo, leyenda de Platense.

El trabajo fue arduo, de sol a sol y con no pocas noches, pero rindió sus frutos en diciembre de 1984, casi dos años después y, en todo caso, mucho antes de la irrupción de la mencionada ovejita Dolly –primera clonación ‘oficial’, pero es bien sabido que por disposición de los Iluminati, otras tantas han permanecido ocultas y de humanos, incluso-.

El resultado fueron tres arqueros y sin embargo seres humanos que fueron clonados a 2600 metros de altura sobre el nivel del mar en una recóndita sabana del trópico.

Dos de ellos fueron fiel copia de Mestróngelo y en esa medida fueron testimonio de éxito. El tercero encarnó un fracaso pues es la hora que no sabe de quién es clon. “Bien pudo haber sido de mi tío Oswaldo, que alguna vez lloró sobre el mechón de Mestróngelo tras uno de tantos descensos de Platense, pero no hubo manera de confirmarlo”, explicaría años después Munurri.

TV56 bajo la identidad de Ruben Cuevas: ¿qué pasó ahí genes?

Por supuesto, las directivas embajadores no podían salir de la nada con tres goleros. Mucho menos presentarlos con las denominaciones que recibieron en el marco del proyecto: prototipo XG3 y prototipo XG4, para los clones del legendario cancerbero y TV56, para el prototipo misterioso.

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La solución fue ubicar a tres arqueros de algún grado de reconocimiento, más o menos parecidos a los prototipos (y, en consecuencia, dos de ellos a Mestróngelo) y ofrecerles vacaciones en Cartagena durante un año con la condición de guardar silencio y absoluta discreción.

A la prensa se le diría que Millonarios había decidido contar con Esteban Basigalup (argentino) y a los colombianos Fabio Calle y Rubén Cuevas, tres guardavallas con trayectoria rastreable. Los tres, tal y como estaba planeado, fueron enviados a la capital de Bolívar durante todo el año. Para evitar ser reconocidos y que fracasara el proyecto a Basigalup y a Calle se les pidió afeitarse el bigote mientras que a Cuevas, convencido lampiño, se le procuró uno postizo. Los tres estuvieron siempre bajo la estricta vigilancia de alias “Doblestopper”, escolta de confianza de Rodríguez Gacha.

Única imagen de los arqueros verdaderos durante su estancia cartagenera. Aquí Ruben Cuevas (bigote) departe en las playas de Bocagrande con amigos de ocasión.

Todo estaba servido para el éxito del proyecto, pero los frecuentes bloopers de XG3 bajo la identidad de Esteban Basigalup y la falta de consistencia de XG4  bajo la identidad de Fabio Calle cuando se vio obligado a reemplazarlo abrieron un interrogante enorme: sí, eran idénticos a Mestróngelo, ¿pero el talento qué?

Para septiembre estaba claro para Munurri y su equipo que no hay gen que contenga las habilidades bajo el arco. La de Millonarios era la quinta valla más veces vencida del campeonato.

“Tanta jodedera y tanto billete para que me salgan con estos paquetes y justo cuando Pablo me está pidiendo caja menor, no, coman mierda y a ese par de hijueputas culebreros no los quiero ver más”.

Con esta sentencia del ‘Mexicano’ el proyecto Basigalup llegó a su fin y Munurri padre e hijo tuvieron que abandonar el país, raudos, en un 707 de Aerolíneas Argentinas una tarde de octubre.

Lo ocurrido permitió que los últimos partidos de un año que no fue bueno para los azules –ya dirigidos por Eduardo Luján Manera- los tapara el verdadero Basigalup, sin marcar diferencia, por cierto.

Terminada la aventura,  Basigalup, Calle y Cuevas siguieron con sus carreras sin mayor suceso, mientras que de los clones solo se tienen datos de XG3 que decidió no abandonar la identidad asignada pero tomar otro rumbo: incursionó con relativo éxito en el arte. Esta fue, según lo reconocieron tiempo después sus familiares, la verdadera pasión de la vida de Carlos Roberto Mestróngelo tal y como lo habría confesado en su lecho de muerte. Dijo, agonizante, que nunca le pudo dar rienda suelta por culpa de los malditos prejuicios que sobre la relación entre el arte y los varones acechaban en la época.

XG3 en el nuevo rumbo que tomó su artificial vida.

 

Especiales del Bestiario: las camisetas provisionales de Colombia

ColProvisional

 

Con la colaboración de @fpc_retro

Se podría hablar de intersticios, pliegues, zonas grises. Nos referimos a esos períodos entre el fin del contrato con una marca y aquel en el que está listo el diseño con el que arranca la nueva. En particular cuando se trata de selecciones.

Son lapsos, a veces de días, otras de meses, en los que los diseñadores dudan, pero la pelota sigue rodando. Es decir: hay amistosos, a veces torneos juveniles en los que hay que saltar a la cancha con alguna cosa puesta y que tenga el logo del nuevo ‘sponsor’ oficial, pero sin dar pistas sobre cómo se verá la nueva y definitiva indumentaria. Diseños de combate «mientras el cliente nos da el OK».  Casi siempre son lo más estándar posible, las plantillas más decafeinadas de la marca.

La selección Colombia sí que da razón de estos momentos de tránsito y transformación, como diría el horóscopo.

Tales días anómalos solo son posibles cuando hay contratos con firmas que aportan la indumentaria. Como es bien conocido, el debut del país en estas lides tuvo lugar en enero de 1993 con Umbro. Por supuesto, el ‘look’ definitivo no estaba listo y Colombia tuvo que jugar los primeros partidos del año, entre ellos el de la despedida a Arnoldo Iguarán en el Campín con este (sí, y el esperpento del patrocinio que nos hizo acreedores a un comparendo -y no pedagógico-  de la Fifa por violar varias normas de la competición entre selecciones además de ofender al sentido común):

Mayo de 1993, primer y efímero diseño Umbro.
Mayo de 1993, primer y efímero diseño Umbro

Pronto llegaría, y todavía con patrocinio, la camiseta definitiva. Sí, la del 5-0.

Al año siguiente en circunstancias aún no esclarecidas por completo -algunos culpan a la Fifa, otros a la Federación, otros a Peñalosa- se decidió cambiar el uniforme alterno. Abandonar la roja y adoptar la azul. Aquí se abrió un nuevo paréntesis de los que hoy nos convocan. El primer diseño de camiseta azul de Colombia fue efímero: tenía cuello rojo y solo se utilizó en un partido, y qué partido: aquel en el que una lesión del ‘Pibe’ Valderrama obligó a incluir a la camándula en la canasta familiar de entonces.

La primera azul, la de la lesión del Pibe. Modelo: John Jairo Trellez (stock models).
La primera azul, la de la lesión del Pibe. Modelo: John Jairo Trellez (stock models).

Semanas después se conocería la azul definitiva. Nadie se imaginaría que sería el traje oficial de la debacle contra Rumanía.Una tercera versión del atuendo celeste fue el que se le vio a los de Bolillo contra Quito en Ecuador en la eliminatoria a Francia.

Lo que viene después es apenas digno del Bestiario del balón (?). Tres años después -es que el capitalismo y su consumismo voraz aplicado a la confección deportiva no habían alcanzado el desenfreno actual- Umbro consideró que era hora de renovar el clóset.  Entonces presentó un nuevo diseño que el equipo del Bolillo lució en el primer semestre de 1997 (era la eliminatoria a Francia). Era uno muy similar pero cambiando los balones de fondo por unos ‘COLOMBIA’ en distintos tamaños de fuente (nada llamado a marcar un antes y un después en términos de diseño deportivo, en cualquier caso).

El Umbro colombiaCOLOMBIAcolombiaCOLOMBIA
El Umbro colombiaCOLOMBIAcolombiaCOLOMBIA

Pero la nueva ‘muda’ resultó con efecto catrasca (cagada tras cagada: derrota en Barranquilla contra Perú, en Asunción contra Paraguay) y los jugadores decidieron que era mejor regresar al anterior diseño mientras al nuevo se le hacía una limpia con ruda. Seguramente resultado de esta operación de higiene mística, fue un simpático híbrido sin antecedente conocido que luciera en uno de los partidos de la Copa América de 1997 Néider Morantes. Como se puede ver, la camiseta tiene la tela del diseño anterior y un cuello que es un auténtico esperpento que combina elementos de ambos. Hagan de cuenta un renacuajo en pleno tránsito a rana.

Néider Yesí en plena Copa América de Bolivia y su uniforme en plena metamorfosis.
Néider Yesí en plena Copa América de Bolivia y su uniforme en plena metamorfosis.

El caso es que Colombia finalmente terminaría sus días oficiales Umbro con la referencia ‘balones’. Con dicho atuendo saltó a la cancha en la última fecha, partido contra Argentina en la Bombonera. Con cinta aislante amarilla y azul se cubrió

Y decimos oficiales porque al año siguiente hubo dos partidos en Bogotá: contra Boca (sí, lector milenial, antes jugaban equipos y selecciones) y Yugoslavia en los que se recurrió al Umbro-ColombiaCOLOMBIA, pero recurriendo, ‘por sugerencia de jurídica’ a la cinta aislante para tapar el nombre y el logo de la marca con la que ya no había contrato vigente.

"Ponle cinta aislante al logo, mandan decir los de jurídica", la orden que aquella noche contra Yugoslavia en el Campín recibió el utilero.
«Ponle cinta aislante al logo, mandan decir los de jurídica», la orden que aquella noche contra Yugoslavia en el Campín recibió el utilero.

Terminado el largo vínculo con los ingleses, apareció Reebok. Y aquí un par de aportes más a nuestro álbum de la provisionalidad: antes de estrenarse la camiseta con la que se jugaría el mundial de Francia en dos amistosos el equipo del siempre incomprendido ‘Bolillo’ jugó con un atuendo Reebok ref. ‘salir del paso’. Era un ‘template’ megaprovisional estándar de la firma norteamericana. Se le vio contra Paraguay en New Haven (Connecticut) y contra Chile en Santiago. En este partido  Léider Preciado hizo dos goles y reconfirmó con ellos su cupo al mundial (recordemos que apenas había reventado para el fútbol -para otras cosas no hay claridad- en enero, como si a esta hora la figura de Colombia en Rusia durmiera en la sala de espera de alguna ignota terminal de transporte).

Con sus goles a Chile, Léider dejó de ser delantero provisional. La camiseta que luce, en cambio, no clasificó a Francia.
Con sus goles a Chile, Léider dejó de ser delantero provisional. La camiseta que luce, en cambio, no clasificó a Francia.

Quedan dos páginas más. Así como Reebok arrancó con aires provisionales, igual cerró. Fue en el suramericano sub20 de 2003 celebrado en Uruguay. Para entonces el contrato con la marca agonizaba y ya se abría paso Lotto filial Eje Cafetero, sin que hubiera nada firmado aún. Tal zona gris obligó a apelar de nuevo a la cinta aislante amarilla como solución salomónica y, en efecto, con ella se cubrió el logo y el nombre de la marca en retirada en las camisetas de los de Reinaldo Rueda.

Despedida de Reebok, también con cinta aislante: suramericano sub20 de 2003.
Despedida de Reebok, también con cinta aislante: suramericano sub20 de 2003.

Y la más reciente se escribió en 2011, con la llegada de Adidas. En los primeros meses de ese año de nuevo fue preciso aperar con alguna cosa a las selecciones juveniles, femeninas y de mayores con días marcados en la agenda. Para ello alguien en la firma alemana mandó pedir dos diseños ‘básicos, de los que tenemos para empresas’, uno azul y uno amarillo y con ellos se superó el impasse. Uno de ellos, un `picado’ contra España en el Bernabeu. Sí, ese que le jodió la ida a cine a ‘Bolillo’.

El primer Adidas: template genérica a más no poder.
El primer Adidas: template genérica a más no poder.

Los que no llegaron -y se perdieron en el camino- a Brasil 2014

En el manual del técnico o directivo vendehumo, la palabra que más aparece según nos confirmó la división de análisis de discurso de nuestra unidad investigativa es «proceso».  Gigantescos desfalcos han tenido lugar en el fútbol con esa palabra como punta de lanza. No obstante, en el feliz regreso de Colombia a un Mundial, sí que hubo uno. Este se dio en la década pasada, en las selecciones juveniles que lograron un título suramericano y tres clasificaciones a semifinales de Copas del Mundo de las categorías sub17 y sub20.  Así, con muy pocas excepciones -entre ellas Mondragón que, cuando era joven todavía no se habían inventado ni el término, ni los diccionarios- casi todos los que irán a Brasil entraron a la Federación desde preescolar.

Pero, como siempre pasa, junto a los que desde el primer día dejaron claro que sacarían el mejor Icfes y terminarían de gerentes, están los que se salieron al terminar primaria, los que eran pilos pero caspas y aquellos que si bien se graduaron, son el azote de los exitosos quienes hace rato guardaron su contacto como «No contestar» fruto de tanto llamarlos a pedirles lo que les falta para pagar la tarjeta y no terminar en Datacrédito.  Son los  mismos que,  para este caso, nadie se los soportará durante el Mundial pues en lugar de ver el partido intentarán ser centro de atención recordando cuando en una concentración le escondieron las pinzas alisadoras a Falcao o aquella vez en que se fue la luz, se rompió un vidrio y tembló un poco la tierra luego de que el profe Lara sonriera.

Carlos Abella: Veterano de los mundiales de Finlandia 2003 y Holanda 2005, este arquero suplente tenía todo para ser el Eduardo Niño de esta generación, pero hoy parece más el Roque Pérez de la década. Tuvo su gran oportunidad en Nacional, donde no brilló. Pasó luego por Envigado y Chicó  para recalar en el Atlético Huila, donde hoy es amo y señor del eterno tierrero de debajo de los arcos del Plazas Alcid.

Óscar Briceño: Junto a su hermano Daniel, fueron por unos meses los gemelos maravilla del fútbol colombiano. Su transferencia a Millonarios luego de que su rostro se le apareciera a Juan Carlos Osorio en su libreta haciendo que éste se empecinara en su traída para gloria de la cuenta en islas Cayman del senador y desgracia de la salud mental de la parcial azul. Su aterrizaje en Bogotá, que parecía la antesala de su despegue definitivo que lo pondría, mínimo en Europa, por esas cosas del fútbol terminó siendo su pasaporte a la liga costarricense.  Regresó en 2009 apenas para confirmar su declive. Hoy es baluarte del Mineros de Guayana de Venezuela.

Sebastián Hernández: También hizo parte del equipo de Eduardo Lara tercero en el mundial escandinavo.  A juzgar por su palmarés, diez equipos en apenas nueve años,  de llegar a ser dirigido por Néstor Otero sin duda sería su consentido. En el Medellín el año pasado mostró algunos chispazos de su época dorada, los mismos que monetizó en su transferencia a comienzos de este año a la enigmática liga búlgara para engrosar la nómina del PFC Ludogorets Razgrad. Cualquier información sobre su paradero y estado actual será bienvenida.

Libis Arenas: Otro graduado manga cum laude de la Lara Academy. El puesto que hoy se escrituró David Ospina, con sobrados méritos, parecía en algún momento destinado para él luego de ser titular  con gran rendimiento en Finlandia 2003 y Holanda 2005.  El punto de giro, en contra, de su carrera tuvo lugar en Italia, donde no se adaptó la agitada vida romana en la Lazio. Regresó a Envigado, primera escala de una gira laboral continental con escalas en varios equipos de Paraguay y Uruguay y fugaces regresos a lavar ropa a Colombia.  Su trasegar le dejó un impresionante promedio de 1.6 equipos por año que lo puso en la mira del libro Guinness. Salió del América en 2012 por exceso de contravenciones.

Harrison Morales:  Si las convocatorias a la selección funcionaran con «selepuntos», Morales tendría asegurado cupo hasta Qatar 2022. No solo estuvo en la nómina, sino que además jugó buena parte de las copas juveniles de Finlandia y Holanda como volante. A diferencia de sus compañeros aquí reseñados, Morales ha mantenido una relación estable con un solo patrón, Hernando Ángel Corp.  La mayor parte del tiempo estuvo en Quindío y unos meses en Villavicencio donde lo mandaron en comisión a la sucursal de esta ciudad que funciona bajo el nombre de Centauros. Ahora, por último, lo trasladaron a la sede Popayán quizás en condición de avanzada para preparar la llegada del equipo de Armenia a la B.

Jimmy Estacio: En esta sequía de laterales que azota al país y que permite que cualquier ciudadano residenciado en Colombia con cédula de ciudadanía, rut y libreta militar llegue incluso a ser titular por toda una temporada de un equipo profesional en dicha posición sin consideración alguna de sus habilidades con el balón, harto debe lamentar Estacio no estar por lo menos en la primera división para así tener algo de visibilidad que seguro lo pondría en la órbita del cuerpo de asesores de Pékerman. Arrancó en el Cali, luego Pereira, Caldas y Pasto. Su último escalón, descendente, es el pomposo Expreso Rojo.

Juan Carlos Toja: El Jim Morrison del FPC ha tenido una carrera marcada por los altibajos y, sobre todo, las tentaciones naturistas. Después del que parecía su reencauche en el Steua de Bucarest, se inscribió definitivamente  en la doctrina Juan Pablo Montoya y prefirió la placidez de los suburbios estadounidenses al ajetreo de la alta competencia europea. Hoy milita sin contratiempos en el New Egland Revolution. Se le ve con frecuencia en los mercados orgánicos autogestionados de productos elaborados por mujeres cabeza de hogar de países en vía de desarrollo de Foxborough.

Daniel Machacón: Ver aquí.

Criterio de selección: Escogimos a aquellos que fueron varias veces llamados a selecciones juveniles en la década pasada y que hoy no tienen ninguna opción de entrar en una convocatoria. Esto excluye a algunos que también fueron discípulos de Lara y Rueda y que hasta ahora no han logrado entusiasmar a Pékerman como Hugo «Estefan Medina me desbancó» Rodallega, Wason Rentería, Harrison Otálvaro, Dayro Moreno y Mauricio Casierra.

Exclusivo, investigación: Sí hubo Mundial'86 en Colombia

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La información la venía manejando nuestra Unidad Investigativa desde hace varias semanas, pero dada su trascendencia quisimos ser muy cautos. No obstante, ante el aluvión de indicios que han llegado a esta redacción consideramos que ya tenemos elementos suficientes para sostener que, así en su momento se haya querido hacer creer lo contrario, en 1986 sí tuvo lugar un Mundial, o una especie de Mundial, de fútbol en suelo patrio.

En efecto, imágenes como la que encabeza este artículo, producciones musicales, elementos de papelería y un último hallazgo que consideramos es la prueba reina, además de testimonios de fuentes que se han negado sistemáticamente a revelar sus nombres apuntan a que el evento, o, por lo menos, algo parecido a él sí alcanzó a desarrollarse y que por oscuros motivos no tuvo el despliegue de la cita paralela desarrollada en México.

Esta es la  prueba reina en cuestión, la  ficha que faltaba en el rompecabezas:

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Se trata de una carta de un sabelotodo de la época –descubierta por Maria Esther y Miguel Ángel en plena celebración del día de la secretaria mientras disputaban una ardua partida de la modalidad «prendas» de este popular juego de mesa– en la que se da como un hecho no solo que la cita orbital tuvo lugar sino que a ella asistió Bolivia.

El caso es que una vez  Maria Esther nos la hizo llegar desde el coconitofax del amor hubo gran alborozo en la redacción. Y es que hasta ahora solo teníamos pruebas cuyo origen bien podría ser cuestionado,pues podrían corresponder a montajes posteriores. Pero que un juego de la credibilidad, bagaje y rigor del Sabelotodo dé como un hecho la realización del certamen orbital es razón más que suficiente para asumir que este sí se celebró.

Hasta ese momento el indicio más sólido en nuestras manos y que ya nos había dado la convicción que estábamos tras algo grande era  una fotografía que un anónimo nos hizo llegar y, que todo apunta, correspondería al IBC (Centro de Prensa Internacional) .

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Este habría sido el IBC (centro de prensa internacional) que finalmente se construyó para la cita orbital. Claro estuvo a cargo de la tecnología, como se puede ver en la imagen.

Sin duda, se trató de un evento no precisamente marcado por el glamour. Y no podía, pues, según coinciden varios testimonios en nuestro poder, toda la plata dispuesta para infraestructura se evaporó segundos después de disponerse las partidas a punta de otrosís, adiciones, contabilidades paralelas y decenas de artimañas y expresiones de la más tradicional y milenaria corruptela, las mismas que enriquecen y a diario revitalizan ese patrimonio intangible que debemos cuidar y promover.

De tal tamaño fue el tumbe que rápidamente el gobierno de turno se dio cuenta de que el país se vería abocado a un ridículo, ahora sí, de talla Mundial.  Al haberse esfumado los recursos, había que hacer el torneo «con lo que se tenía».

La alternativa, según se rumora, fue aprovechar el ánimo de reconciliación que invadía por ese entonces al país bajo la batuta de Belisario y su paloma que acababa de patentar. Entonces la opción –dicen que fue sugerencia de Claudia de Colombia y Maria Emma Mejía– fue hacer un Mundial «a la colombiana», con todo lo que eso implica comenzando porque sería, como cualquier corrida de catre que se hace en estos lares, el «Mundial de la paz».

Cuentan, por ejemplo, que se estableció que  a los equipos se les pagaría el dinero que les corresponde por participar a 2.300 días y solamente los viernes de 4:23 a 4:24, luego de que estos radicaran la cuenta de cobro según formato y una larga lista de papeles que incluían, entre otros, certificado de buena conducta en los jardines infantiles de cada uno de sus integrantes; a los buses de las delegaciones se les otorgaría inmunidad especial en materia de revisión tecnomecánica lo que garantizaría por lo menos dos recalentadas por trayecto y tres demostraciones de pericia del conductor frenando su vehículo a punta de caja ante el recalentamiento de los frenos; por último, en los camerinos no habría agua y sería preciso promover la tradición local del baño de gato, ojalá en dinámicas grupales para favorecer la unidad de los planteles y, de paso, la libre circulación del  amor universal. Recordemos que sería el Mundial de la paz.

Semejante panorama no le gustó ni cinco a la FIFA. Pero ellos podrán ser lo que sea: calvos, bandis, barrigones, fanáticos de Arjona, pero su palabra se respeta. El compromiso, adquirido en 1974 era que Colombia haría un Mundial y lo iban a mantener costara lo que costara. Un solo lío: nadie estaba dispuesto a venir.

Colombia86
Este pudo haber sido el logo de la papelería que circuló en el IBC.

Entonces sugirió un nuevo camino intermedio: nuestro Mundial de la paz se haría, sí, pero tendría «vocación local, con espíritu cósmico-universal» y paralelo a este se celebraría uno en México, este sí bajo la batuta de Adidas, Coca Cola, ISL y demás piezas del siempre perverso engranaje capitalista. Desde el comienzo estuvo claro que los equipos clasificados serían autónomos en su decisión de a cuál asistir. No hubo pues  sorpresa cuando se reveló que 24 de los 24 preferían la tierra de Cantinflas. Ante este panorama, el máximo ente rector del balompié mundial dio libertad total, carta blanca absoluta, a nuestros directivos para que hicieran lo que quisieran con su torneo, eso sí, «en la más absoluta discreción» para no perjudicar la marca.

Y así fue. Ya metidos en el cuento, sin un peso, pero sí con el orgullo patrio intacto y, además, herido y en plena ebullición, cuentan que lo que tuvo lugar fue un torneo invitacional alterno -en todo el sentido de la palabra-  bolivariano y ecológico de banquitas -expresión lúdica de arraigo mucho más local que el perverso invento del imperio británico compañero-, con mayor énfasis en el tercer tiempo y en las demostraciones de danzas folclóricas, habilidades artesanales y cuenteros de los intermedios.

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Al final, hubo un intento de Coca-Cola por subirse a la buseta de la victoria del Mundial alterno. Nadie les paró bolas.

Como suele ocurrir, si bien los invitados hasta última hora anunciaron sus titulares, al final la mayoría de ellos sospechosamente se lesionaron y terminaron viniendo nóminas mixtas (en el sentido pleno de la palabra). Un testigo nos aseguró que minutos antes de darse el chiflido inicial canceló Ecuador y fue necesario recurrir a Honduras, sempiterno aliado de la improvisación patria. Al parecer, el único periodista extranjero acreditado fue, precisamente, el de Sabelotodo Inc.

Hasta aquí todo cuadraba. Pero quedaba una rueda suelta. ¿Por qué diablos sí ese fue el Mundial que finalmente se hizo el tema oficial seguía siendo tan crítico del mismo?

La misma fuente que nos filtró la foto del IBC nos confió la respuesta: el telegrama en el que se le informaba a Gloria Eliana del cambio de orientación, hasta hoy permanece, sin reclamar y dirigido a su niño interior, como lo pudimos constatar, en el Telecom de la quebrada La Miel, en inmediaciones de La Dorada, para ese entonces capital alucinógena de Colombia.

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Especiales del Bestiario: la Copa Marlboro

La Copa no copa (como ven, es un trofeo) Marlboro (y Miami también, luego entenderán) que se llevó Millonarios en su edición Miami de 1987.

Alrededor de este evento hay una verdad de a puño. Y es que de no ser por la comunidad colombiana residente en Estados Unidos el fútbol colombiano difícilmente habría clasificado a tres mundiales seguidos en los 90. Ellos, con sus dólares invertidos estoicamente en cientos de miles de insulsos partidos amistosos la mayoría contra Honduras fueron quienes hicieron viable lo que de otra forma no habría dejado de ser un sueño, un bello sueño.

Ahora sí a lo que vamos. Decir Copa Marlboro es decir arcos con rueditas, colombianos en guayabera y ombliguera repartiendo codazos en la tribuna del Orange Bowl con tal de asomarse en la transmisión que verían sus familiares en la patria, partidos en diamantes de béisbol con vastas zonas de la cancha en arena o en su defecto, en canchas de fútbol americano con sus respectiva demarcación intacta -pesadilla de cualquier juez- y vallas de Chibcha Night Club en Queens junto a las de Gloria Envía. Decir Copa Marlboro es recordar las épocas en que se mezclaban peras con manzanas, esto es: jugaban, para dicha de cualquier infante que a los 4 años su cerebro todavía no le permite distinguir entre clubes y combinados nacionales,  las Chivas Rayadas contra Colombia, Millonarios o Santa Fe versus la selección de Estados Unidos.

Programa de la edición 1987, constaba de 143 páginas con la explicación completa de la metafísica del evento.

Para los que recién llegan, para los nacidos después de 1990 -o a consecuencia de los festejos futboleros de 1989 y 1990-  les contamos que la Copa Marlboro fue un torneo de ribetes místicos pues comprendía  dos competencias en una sola copa. Misterio que, como el de la trinidad católica, es bastante insondable. De hecho, la redacción tardó todo un retiro espiritual en más o menos descifrar que la Copa Marlboro fue el nombre que le dieron a la Copa Miami en 1987, cuando esta llegó a su segunda edición. Así, Copa Marlboro y Copa Miami fueron dos en uno solo hasta 1990 cuando la Marlboro desaparece y la Miami continúa hasta 2001, año en que tuvo y no tuvo lugar su última edición, pues fue cancelada.

La Copa Marlboro fue un crisol de culturas y la madre del fútbol playa. Costa Rica enfrentó a Polonia y Colombia en la edición Chicago de 1990 sobre arena caliente, rasgo inolvidable de esta competición.

Pero hay más: la Copa Marlboro se extendió a otras ciudades, lugares en los que fue, hasta donde sabemos, sólo Marlboro, sin fundirse con otras competencias. Así, cada año se jugaba la de la capital de la Florida y una, dos o hasta tres más en Nueva York, San Antonio y Los Ángeles, entre otras locaciones.  Ahora vemos dónde hicieron su máster en diseño de competencias nuestros siempre creativos «popes» del FPC.

La Copa Marlboro estuvo exenta de «tierreros» por decisiones arbitrales. No obstante, en las canchas-diamante,abundaron. Aspecto del Colombia-Polonia de la edición Chicago-1990. Aporte de Entretiempo-FM.

Y dio para todo. En sus anales figuran toda suerte de delicias para el hincha obseso. Estas van desde el premio a Carlos Karabín -defensa de fugaz e irrelevante paso por el Millonarios campeón de 1987- como mejor jugador del torneo de aquel año, la venganza del 4-4 contra la Unión Soviética -en 1990 cuando Colombia derrotó por penales a los soviéticos tras empatar a cero en el tiempo reglamentario- hasta la participación de un tal «Equipo olímpico irlandés» que otros medios registraron como el Dundalk, sin que hasta hoy se haya podido llegar a un acuerdo.

Carlos Karabín, defensa argentino de Millonarios que alcanzó el cénit de su carrera en el colombanísimo Orange Bowl.

El catálogo incluye también la  no menos peculiar figura de los partidos de exhibición post campeonato como los de 1989 en Toronto (en el que una ignota escuadra local, «Toronto Italia» perdió con el Benfica») y San José, California. Sobra decir que desde ya hacemos votos porque los encargados de diseñar la Liga Postobón 2013 no se cuenten entre los visitantes del Bestiario y la lectura de este post les prenda su lamparita Coleman.

Al hacer el balance, se puede decir que la competición le dejó muchas cosas a Colombia. Y de todo tipo. En lo deportivo, Millonarios se llevó la de 1987, Nacional no se quedó atrás y levantó la de 1988 edición Miami mientras que Santa Fe cerró el ciclo ganador obteniendo de nuevo la de  Miami de 1989.  América no se quiso quedar  atrás y participó dos veces, sin éxito, en 1989 en lo que algunos llamaron «the little malediction of the garabat».

Los tres clubes colombianos campeones derrotaron, curiosamente a la selección norteamericana del legendario Tony Meola cuando en el equipo de este país se hablaba español y en los viajes muchos convulsionaban acechados por malos recuerdos al pasar el avión sobre la frontera con México.  Por cierto, más de un compatriota al cruzarse con el caristmático golero en algún mall intentó sin éxito sacarlo de casillas por esos días  con un sonoro «Tony, the Dimayor tu papá».

Se dice que luego de las tres derrotas ante equipos colombianos, el carismático Tony Meola fue aconsejado sobre los poderes sobrenaturales de la popular «greña paisa».

Por su parte, la selección, que incluía jugadores de Millonarios, Nacional y Santa Fe creando un galimatías futbolero pues varios de estos futbolistas ganaron varias veces un mismo torneo un mismo año pero con diferentes colores y sin cambiar de equipo,  salió campeona de una de las tantas que se jugaron en 1990 tras derrotar en la final a las Chivas Rayadas y subcampeona de otra en 1990 tras perder contra el Atlas.

El «Nano» Prince levanta el trofeo de 1987 desportillado con Photoshop. Al presentarlo, cada integrante del equipo reclamó un pantalón de dril marca Marlboro Leisure Wear.

En lo social, las cartulinas de los inmigrantes -distanciados muchos  por razones personales de la «migra»- con mensajes en clave para sus seres queridos en el Norte del Valle y el Eje Cafetero fueron fundamentales para la felicidad y tranquilidad de cientos de miles de familias colombianas.  En lo económico, dicen los que saben que  quedaron abismos del ancho del cañón del Chicamocha entre los dólares que percibían los clubes por la participación y lo que ellos acá a la Dian le decían que les habían dado. Pero en estos asuntos es mejor no profundizar porque el fútbol debe ser motivo de alegría, una excusa para que este país tan agobiado asome su cara más amable y siempre sonriente (?).

Y para Millonarios, el eterno arrepentimiento por haber aceptado subirse a esa excursión de 1987 pues si bien ganó, el «Nano» Prince levantó la Copa y cosechó comentarios positivos como el del ex «Naranja mecánica» Johan Neeskens asegurando que hacía años no veía un «forward» de las características de Óscar Juárez, fue en este viaje que sobre los azules cayó la tonelada de sal larga vida que hasta hoy los tiene en agobiante sequía campeonil.

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Especiales del Bestiario: las selecciones fantasma de 1996 y 1997

El reciente episodio paranormal que protagonizó James Rodríguez puso de moda el elemento fantasma en nuestro fútbol. Al del descenso, al de la promoción y al de las lesiones, tal vez los tres más reconocidos, se sumó uno que andaba traspapelado tanto en los archivos como en la memoria del hincha y que por tratarse de un episodio cómico-deportivo-dirigencial sabemos que nos corresponde a nosotros hacer cumplir el sagrado derecho a la verdad que a todos nos asiste.

Para finales de 1996 Colombia lideraba la eliminatoria a Francia 1998.  La olaverdeada de Estados Unidos parecía, solo parecía, haber quedado atrás y la malsana euforia tricolor comenzaba a hacer de las suyas alimentada en parte por el siempre confiable ranking Fifa que nos tenía en un halagador séptimo lugar. En esas estaban cuando Efraín Pachón llegó a las oficinas del ente federativo con el cuento de que se había conseguido dos partidos en Asia para noviembre y que pagaban 40.000 dolaracos por cada uno. Los rivales serían Tailandia y Corea.

Aplicando la criollísima máxima de que «plata sí hay, lo que toca es agarrarla», inmediatamente se dio vía libre al emprendimiento. No obstante, el sonido de la registradora mental les impidió oír a quienes advirtieron que la gira se cruzaba con el partido en La Paz por la sexta fecha de la serie previa al Mundial. Una vez cayeron en cuenta no se asustaron. Recordemos que el arte de aplazar partidos de fútbol ocupa renglón privilegiado en la lista de expresiones de nuestro patrimonio inmaterial, de ahí que, confiados, los «popes» de la Federación llamaron a Pachón

-«Hermanolo, si sos bien despalomao vos, eh, no te diste cuenta que la vueltica donde los turcos, ¿los turcos? eehh jajajajaj, donde las geizas, ¿sí son geizas? ¿geishas? ¿ya las cuadraste? ¿cuántas nos tenes por beneficiario? JAJAJAJAJA, bueno, esa vueltica se nos cruza con el partido en La Paz, decíles que les caemos más tarde, que estamos demorados, que los picaditos los jugamos una semanita después. Vení, vení, traete limoncito, brindá por eso»

Pero no contaban, y Pachón no les había dicho según informó en su momento Semana, que el margen de folclor admitido en esta transacción era mínimo. En el medio había nada menos que un agente Fifa que de entrada les advirtió que cualquier incumplimiento se  les iría hondo y hondo era sanción de 200 millones de la época y, lo más grave para estos récordmen de la viaticación, uno o dos años sin amistosos para la selección, hecho que obligaría a clausurar el Orange Bowl y a dejar sin trabajo durante 24 meses a la selección de Honduras que, sin duda,  alcanzó a alistar demanda.

Tan oscuro panorama hizo que cundiera el pánico. Pero nunca más de lo debido, pues los entonces dirigentes eran tan emprendedores como recursivos. Esto permitió que uno de ellos sugiriera: «Aahh, mameyhermaaaano, mandamos a cualquier rejuntao y qué, qué van a saber que no son los que son, y si joden pues llevamos pelucas del Pibehermano, ¿vos guardaste alguna? y se  la ponemos a cualquiera de estos y sale, es más, pintá con marcador otras dos de negro y se las clavamos a dos pelaos y decimos que uno es René, otro Leonel, ¿vos crees  de verdad que esos turcos se la pillan? naaaaaaaahhhh qué vaaaaa, si lo importante es que vaya la titular del comité, a encender a taponazos a esas geyzas, ¿sí son geyzas? ¿gaishas?, bueno, golfas en todo caso, JAJAJAJAJAJ»

Y así fue. Mientras la titular de la selección regresaba de empatar con Bolivia, la titular del Comité Directivo de la Fedefútbol atravesaba el pacífico ansiosos por dejar lo mejor de sí en los diversos escenarios de la noche tailandesa, para lo cual, precavidos, habían prestado sendos kimonos en sus Foto Japón más cercanos «para usar ¡sin nada debajo! JAJAJAJAJA». En el mismo avión, por cierto,  iban 18 jóvenes incautos que había logrado reunir Javier Álvarez, superando las reticencias de sus padres quienes no entendían a qué selección se los llevaban si la de verdad estaba en Bolivia. «Mijo, en cualquier caso, prométame que por  nada del mundo va a soltar el pasaporte», le advirtieron a más de uno.

El pánico escénico pronto pasó factura. El primer partido terminó con derrota 3-1 contra la siempre complicada selección tailandesa, mientras que en el segundo fueron cuatro los que nos empacaron los coreanos, frente a un solitario descuento de nuestra parte obra de Juan Guillermo Villa  extra escogido para jugar con la falsa cabellera de Leonel Álvarez. Versiones sin confirmar señalan que en el tercer tiempo, a cargo de la plana dirigencial, maratonistas etílicos y todos con doctorado en filología del lenguaje de los cuerpos además de gratas revelaciones  en la  siempre difícil prueba del masaje tailandés, se pudo remontar apenas simbólicamente marcador.

Peluca utilizada por Juan Guillermo Villa para emular cabellera de Leonel Álvarez hoy propiedad del Museo Nacional.

Así formaron contra Corea: Darío Aguirre; Diego Alzate, Rafael Vásquez, Osman López, Brahaman Sinisterra; Alexánder Orrego, Rubén Darío Velásquez -que para entonces no había debutado como profesional-, Ancizar Valencia, Jhon M. Ramírez; Wálter Escobar y Hugo Gallo. Entraron Ricardo «Gato» Pérez por Gallo (14 ST), Juan Guillermo Villa por Jhon Mario Ramírez (18 ST) y Misil «Soy jugador de selección, los clubes son poca cosa para mi»  Restrepo por Velásquez (26 ST).

Nadie, por supuesto, iba a tener la lucidez de interpretar lo ocurrido como una señal, nadie iba a sugerir que los siete goles en dos partidos que le hicieron a Javier Álvarez en su falso debut como DT nacional bien podían ser un signo de los tiempos, un augurio de tiempos peores que se aproximaban como en efecto ocurrió.

Consumada la debacle deportiva, quedaba el desquite en Western Union. Confiados en que los 80.000 dolaracos estarían esperándolos a su regreso, volvió la delegación solo para encontrarse que  el girito estaba embolatado. Y entonces los reproches: «Hermano, ¿vos estás seguro que les diste bien la cédula?¿Vos ya revisaste en monigrán, en güesteriunion?, Preguntá en adpostal, quien quita, ¿tenés moden? metete a interné a ver si aparece ahí.» Aahhhh berrionda vida… ¿Será que a estos vergajos les dio por pitufear y van a mandar el billete pedaceado?

Modelo de nuestra agencia posa con uno de los kimonos para usar «sin nada debajo» facilitados por Foto Japón y utilizados en la gira.

La plata se embolató, cosa que dejó al Comité descuadrado al punto que, para cubrir ese hueco, para pagar la fisioterapia de recuperación activa post masaje tailandés no tuvieron reparo en embarcarse en otra aventura similar un año después. De nuevo, un amistoso metido entre dos fechas de eliminatoria.

Pero esta vez el escenario era más cercano, Nueva York,  lo que limitaba el margen de acción y los hacía más propensos al escrutinio. De ahí que optaran por una escuadra incluyente. Los adultos mayores tuvieron su cuota: Jairo Ampudia, así como los niños y niñas de Colombia gracias al llamado de Giovanni Hernández . Ambos tuvieron su oportunidad en el segundo tiempo. Ampudia, no hizo otra cosa que posar para un fotógrafo personal que contrató -faltaba más- para registrar cada segundo de este momento Kodak de su ya declinante trayectoria.

Aprovecharon también para llevar a los originales  René y Leonel con la siempre taquillera excusa de hacerles un homenaje, además de un titular de la escuadra auténtica como Harold Lozano Lesionado (su segundo apellido).

El encargado ahora de dirigir sería  Juan José Peláez, escogido entonces por ser el asistente de Hernán, pero sobre todo por su  bigote al que sendas gotas de camomila en pleno vuelo le darían el mismo tono del de su jefe. Esto, sumado a otras gotas, pero estas de limón para aclarar temporalmente sus ojos, aniquilarían cualquier duda que pudieran tener los empresarios sobre la verdadera identidad del DT.

Decíamos que la nómina estuvo marcada por la inclusión. Fue una de esas  «mezclas de juventud y experiencia» que tanto gustan por estos lares. Saltaron a la cancha René Higuita, Flaminio Rivas, «Chaca» Palacios, Alexis Mendoza y John Wilmar «Pelusa» Pérez; Leonel Álvarez, Hárold Lozano, Jhon Mario Ramírez, Arley Betancourt, Ricardo «Gato» Pérez y Luis «la Puya» Zuleta.  Ampudia y Hernández entraron en el segundo tiempo, mientras que Óscar Fernando Cortés fue el último en tener su «palomita». El marcador final, en línea con el ánimo del encuentro, fue un fraternal 2-2.

Como siempre, no sobra recordar que aprender de los errores no ocupa renglón alguno en la lista de virtudes de los colombianos, de ahí que es altamente probable que pronto volvamos a tener selecciones fantasmas. La próxima tendrá la ineludible misión de incluir al gran marginado de las dos anteriores, borrado aun pese a su condición de integrante natural de cualquier convocatoria del tercer tipo: el «Fantasma» Ballesteros.

Unión La Cartagenera 1991

En materia de afectos futboleros la región caribe registra cierta promiscuidad. No es difícil, por ejemplo, encontrar hinchas del Unión, del Sucre, del Valledupar e incluso del Real Cartagena con espacio en su corazón para el Júnior, el Unión o el incluso el Real Cartagena. De este amor libre con rotación incluida también se han contagiado los equipos. La historia del Unión la Cartagenera es una buena muestra.

Ocurrió que para el segundo semestre de 1991 el Unión Magdalena tenía sus cuentas bancarias en su estado natural, es decir, plagadas de sobregiros, hechas una bahía de tinta roja. Agobiados por las deudas y cansados del exceso de apatía de su fanaticada, sus directivos vieron con buenos ojos la posibilidad de instalarse en Cartagena donde los esperaba el patrocinio de la Lotería La Cartagenera y con él, el apoyo de las fuerzas vivas de una ciudad que sólo había tenido fútbol profesional en 1971 cuando el Bucaramanga se disfrazó de Real Cartagena.

Así, el equipo dirigido por el argentino Daniel Silguero -de dilatada trayectoria en las inferiores del América- llegó a un estadio Pedro de Heredia semiabandonado cuya cancha albergaba una población de morritos que triplicaba la ya significativa del Eduardo Santos. En su nómina figuraban dos leyendas criollas del arco: Jorge Rayo y Roque «cada que me tocaban en el Campín me tiraba al piso por 34 minutos» Pérez; un terror de los (propios) arqueros como Álvaro Aponte; dos jóvenes promesas: Carlos Asprilla y Flaminio Rivas; un artillero con la pólvora ya con bastante moho: Héctor Ramón Sosa y otros nombres que algo nos dicen como Guillermo «Efectividad» Serrano, Ronald Valderrama, el gran Teddy Orozco y el diez argentino Marcelo Ibañez.

El balance del paseo a la vecina ciudad fue más bien discreto. El Unión terminó el finalización en la misma novena posición que había logrado en el apertura y no le alcanzó para un cupo en los cuadrangulares. Para el año siguiente regresó vía carretera de la cordialidad a Santa Marta mientras que a Cartagena llegó -de nuevo por la carretera de la cordialidad- el Sporting de Barranquilla que pasó a ser el segundo Real Cartagena, el mismo que sobrevive hasta nuestros días.

 

El render del Campín

Si fuera por los renders que los políticos exhiben, Colombia sería líder continental en infraestructura. Bogotá tendría metro, tranvía y tren de cercanías, al país no le cabría una autopista de doble calzada más y hasta Millonarios tendría su propio estadio. Por desgracia, no vivimos en el maravilloso mundo de los pajazos digitales sino en un valle de lágrimas, licitaciones chonetas, polémicos empresarios,empresas de papel y, lo más grave, puentes y troncales de papel.

Todo este auge de los renders como herramienta de trabajo de los políticos vendehumo parecía ser cosa de hace pocos años y gracias a la magia de los computadores.

Pero no. Este hallazgo del grupo de memoria histórica de nuestra unidad investigativa es revelador. Corresponde al render, si bien no digital pero render al fin y al cabo del entonces futuro estadio «El Campín» publicado en la revista Cromos en mayo de 1936.

En esa época Bogotá se preparaba para celebrar su cuarto centenario de fundada. La ciudad no contaba aún con un estadio de fútbol (el Alfonso López de la Ciudad Universitaria también estaba en construcción) y los partidos tenían lugar en escenarios como la Escuela Militar o el campo de «La Merced» en Teusaquillo.

En lugar de echar globos, se decidió que el municipio celebraría la fecha con un plan de obras en el que se incluyó el estadio. Algunos dicen que por idea de Jorge Eliécer Gaitán, tema que es no es del todo claro, en tanto estas imágenes son de mayo de 1936, un mes antes de que el caudillo asumiera como alcalde de la ciudad.

Como se puede ver en el dibujo, el diseño inicial de las tribunas era en forma de herradura sin tribunas en Norte. Pese a que no tenemos imágenes del aspecto que tenía el estadio dos años después cuando fue inaugurado con el partido Colombia y Ecuador el 10 de agosto de 1938 por los Juegos Bolivarianos, estas dos fotografía de la época tomadas también de Cromos nos dan pistas sobre hasta qué punto el ingeniero alemán Federico Leder Müller y su colega colombiano Rafael Arciniegas cumplieron con lo proyectado.

Como es bien sabido, el Campín que hoy conocemos es resultado de varias ampliaciones. El segundo piso de oriental, Norte y Sur, así como el tercer piso de occidental datan de finales de los sesenta. Las fotos muestran que para la inauguración ya existía un primer anillo que en el extremo que se puede ver en la foto del partido (¿Sur?¿Norte?) era de baja altura.

Es claro también que techo en Oriental no hubo sino hasta la ampliación de 1968, que nunca se vio al estadio sin tribunas en norte y que la fachada que muestra la primera imagen nunca llegó a verse así. Y no tenía por qué, en tanto era un estudio preliminar. Pero más allá de estos detalles sobre cómo fue madurando el Campín y le fueron saliendo tribunas (aportes bienvenidos) lo que sí está claro es que en los treinta ya había renders. La diferencia es que estos en cosa de apenas dos años se hacían realidad.

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Maturana, técnico del Real Madrid (1991)

Así tituló más de un medio en Colombia en mayo de 1991. El presidente «merengue», Ramón Mendoza había decidido apostarle al colombiano como carta, primero para ganar las elecciones en el club, y luego para que tomara las riendas del plantel profesional. Inmenso honor.

Hazaña histórica de nuestro balompié. «A Maturana le espera un reto bien serio.Por eso lo del Madrid no se puede entender como la gran meta de Pacho; es simplemente el comienzo, el inicio de sus verdaderos objetivos. Lo anterior fue la preparación de una gran carrera que empieza ahora», escribió César Augusto Londoño en un artículo, portada de Deporte Gráfico, en el que se daba como un hecho la llegada del chocoano al Bernabéu.

Y no sólo César Augusto andaba eufórico. Con él, medio país. Qué medio país, tres cuartos de esta nación. Y entre ellos el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Antonio Navarro que, al aceptarle la renuncia a la curul, aprovechó para inyectarle confianza. Le dijo en su carta que «en el Real Madrid, si llega allá como todos deseamos (buen político, Navarro sabía que las puertas de los hornos queman panes), es irreemplazable».

Pie de foto contundente.

La ensillada sin bestias todavía, oficio en el que Colombia es potencia mundial, arrancó a todo vapor una vez en el país se decidió que era un hecho la nueva chanfa de Pacho. «Marcar en zona, hacer presión sobre el balón, jugar con la intención del contrario, tener jugadores con manejo y dejarle al talento la responsabilidad del ataque, son lo principios que aplicará en su nuevo club», pronosticó en su artículo César Augusto.

Y la euforia germinó como dictan nuestros manuales: que qué orgullo, que la reconquista, que el mejor técnico de esta y tres galaxias más, que ahora sí éramos potencia y que para septiembre ya estarían jugando «amigo secreto» en las oficinas del equipo con motivo del día del amor y la amistá.

Y es que, en serio, todo estaba dispuesto: Pacho, buen amigo, dejaría a los colombianos felices y a su carnal «Bolillo» junto a Diego Barragán instalados en el Valladolid como reemplazo . Nada parecía impedir que el Real Madrid fuera a partir de junio » el Real Madrid de los colombianos» mucho antes de Rincón y Congo.

Para entonces, recordemos, Maturana cumplía una campaña decorosa como técnico del Real Valladolid al tiempo que a distancia y vía telex ejercía como constituyente, cargo para el que había sido elegido luego de aceptar conformar una lista del recién desmovilizado M-19. El Real, por su parte, venía de una campaña llena de tumbos con dos cambios de técnico: comenzó Benjamín Toshack, luego la dupla Di Stéfano-Camacho y por último el yugoslavo Radomir Antic, para efectos de esta historia, villano del paseo.

Según nos contaron, la idea era que Ramón Mendoza una vez asegurara su elección, le pediría al balcánico la renuncia para instalar a nuestro crédito. Y parece que eso también fue lo que le dijeron a Pacho que, ilusionado, cerró apartamento en Valladolid, renunció a su freelance en Bogotá y durante unos días sólo tuvo merenguitos para ofrecerle a las visitas.

Pero algo falló. De repente, cada que Maturana llamaba a Mendoza, cuentan, este resultaba estar en una reunión, llevando los niños al dentista, en medio de un percance doméstico o simplemente atendiendo una llamada muy importante en la otra línea. Traducido al español de las Indias, la secretaria se cansó de decirle «ay don Pacho, si viera, don Ramón justo acabó de salir, usted tan de malas, pero le prometo que aquí le dejo su razoncita».

La angustia de Maturana al no recibir respuesta de Mendoza fue la de todo un país. La ansiada rueda de prensa para protocolizar lo que ya era un hecho jamás tuvo lugar.


El Noticiero TVHoy alcanzó a dar como un hecho la llegada de Pacho al banquillo del Bernabéu.

Y entonces, lo de siempre, el procedimiento que trae la cartilla de la colombianidad para sobrellevar resacas de este tipo: que el color de su piel fue un obstáculo en el seno del camerino del equipo que siempre fue franquista, que la conspiración de todos contra Colombia, que el sagaz Mendoza se aprovechó de la ingenuidad del colombianito y su buena fe y que el perverso Antic supo mover sus fichas para boicotear su llegada.

De lo que poco se habló es que justo mientras el representante de Maturana firmaba un preacuerdo, Antic supo enderezar el caminado del equipo y consiguió una serie de triunfos que lograron hacer impresentable su salida, más con la marea electoral alta. Pero no todo fueron pérdidas para el colombiano. Haber estado cerca, porque lo estuvo, eso nadie lo cuestiona, de sentarse en el banquillo local del Bernabéu, aumentó su cotización. Ayudó a aumentar el saldo de su reputación que luego fue dilapidando pero esa es otra historia. Resumen: perdió el hombre, pero el técnico ganó un poco.

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¡Mírame a los ojos, verás lo que soy, yo soy Mina Polo, yo soy el control!

 

Agradecimientos: Alejandro Valcárcel

Los homenajes solamente están destinados para los grandes. Por eso el grupo de rock Peceto Permanente ya tiene un lugar reservado entre los próceres musicales de la historia. Los argentinos, más exactamente de la provincia de Santa Fe, hicieron uno de los más fastuosos tributos a un hombre que hace parte de la entraña de esta página: Leonardo Mina Polo, que dejó marcas imborrables a sus rivales con su estilo «rock al parque», tras su paso por Colón en 2002. Su pogo futbolístico le permitía, a punta de codazo y patada, hacerse un huequito en las defensas adversarias.

Usted puede oír la canción homenaje a Mina Polo haciendo clic aquí