A finales de 1991 el proyecto de darle a Barranquilla un segundo equipo profesional comenzaba a hacer agua. Esta crónica de Octavio Mora para el Noticiero de las Siete nos muestra a un equipo flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones. Con la participación de Edison Domínguez, Álvaro Nuñez y Agustín Granados..
Jair Abonía
Escurridizo puntero que finalmente sucumbiría ante el peso del remoquete que Paché Andrade depositó sobre sus hombros: Jairzinho. Veloz, gambeteador y habilidoso, debutó en el Cúcuta Deportivo en 1986 de donde daría el salto a Millonarios en 1988 (informes confusos hablan también de un paso años antes por el Atlético Zamora del vecino país) . Titular inamovible junto con «Luisinho» Quiñonez del equipo alterno y eterno relevante de Iguarán, Juárez, Hernández y Estrada, nunca logró quitarse ese inconfundible aire de suplente. Ni siquiera en 1990 y 1991 cuando el éxodo masivo de las grandes figuras le permitió a él y a Luis Manuel asomarse a la titular.
A comienzos de 1992 la transferencia al Once Caldas le permitió tanto a Jair como a Luis Manuel ventilarse un poco y dejar en Bogotá ese olor a anaquel, que cada vez se hacía más más molesto para los familiares de ambos arietes. De esta transferencia doble –modalidad muy frecuente en nuestro medio consistente en emparejar a dos jugadores de similares características durante buena parte de sus carreras– el gran beneficiado terminaría siendo «Luisinho», mientras que Jair siguió sin poderse consolidar como jugador de noventa minutos.
Casi al tiempo que Luis Manuel, con varias convocatorias a la selección mayor en sus alforjas cruzaba La Línea para llegar a Ibagué como el gran refuerzo del Tolima, Jair prefirió el bajo perfil y en silencio partió rumbo a Venezuela a donde llegó como gran refuerzo del Trujillanos equipo en el que finalmente pudo exorcizar viejos fantasmas y armarse un campito entre los titulares. Lejos del ruido, libre del peso de su desafortunado apodo, Jair encontraría al otro lado de la frontera su lugar en el mundo. Se mantuvo activo hasta 2001..
Juventud, divino tesoro
A comienzos de 1991 el malogrado Sporting de Barranquilla echó mano de la reserva de Boca para tratar de enderezar su errático andar por la primera división. Fruto de esta iniciativa fue el desembarco en «La Arenosa» de dos jóvenes promesas que más adelante encontrarían en este rincón de Suramerica su propio Dorado. Fue poco lo que duró el paso de Daniel Tílger y Ariel Mario Are por Barranquilla. Seis meses después comenzaría, cada uno por su lado, un trasegar propio de cualquier arriero andariego. Tílger comenzó por Manízales, Are por Armenia. .
Carlos Giraldo
El segundo Carlos Giraldo más famoso del país y hermano menor de Mauricio debutó con algo de suceso en Nacional promediando el año 2000. Para 2001 pintaba como una posible revelación y parecía que en cuestión de meses se apropiaría de un lugar en la titular verdolaga. Atraído por el oro de oriente, a mediados de 2002 cambió una ascendente carrera en la organización Ardila Lülle por una aventura en el fútbol chino. Como ha sucedido con el 101% de las aventuras de nacionales en ligas de oriente, la de Giraldo terminó con saldo negativo.
Regresó a Colombia en 2003 para ser inscrito a última hora por Millonarios junto con Carlos Ceballos Agualimpia. En Millonarios tuvo su cuarto de hora cuando le correspondió reemplazar en los cuadrangulares finales del finalización a Jorge López Caballero, suspendido varias jornadas después de ser expulsado en la segunda fecha de las finales. Cuando mejor andaba su nivel y parecía haberse ganado la continuidad para la siguiente temporada, un festival de yerros en el último partido del año contra el Unión en Santa Marta echó por el retrete los méritos acumulados.
Después de Millonarios desfiló por las reservas del Bucaramanga, del Tolima y del Huila, club en el que compartió alineación con su hermano cuasi-gemelo. Después de tantos ires y venires finalmente echó raíces en la titular de los Pumas del Casanare. .
Alonso Alcíbar
Si la historia ha de premiar a algún estandarte de la integración colombo-peruana este debe ser Alonso Alcíbar. Ahora bien, si algún profesor de Aquimindia (academia de detectives del DAS) anda en búsqueda de algún caso para que sus pupilos se entrenen en el seguimiento de una persona este caso puede ser también el de Alonso Alcíbar.
De él comenzamos a saber en 1992 cuando ayudó junto con el gran «Teacher» Berrío, Carlos Meza y Wilson Cano a subir por primera vez al Atlético Huila a primera división. Del onceno opita pasó al Once Philips en donde logró hilvanar una campaña bastante aceptable en 1994. Para comienzos de 1995 su aceptable desempeño con el Once fue exageradamente recompensado cuando «Bolillo», en otra de sus ocurrencias, decidió incluirlo a última hora en la lista de viajeros para la gira de la selección mayor por Hong Kong y Australia. Avergonzado por no haberle dado mayores oportunidades de lucimiento, el buen Hernán tramitó con su compadre Pedro Sarmiento su convocatoria para los Panamericanos de Mar del Plata que se disputaban ese año.
Después de la gira y de los Panamericanos (en donde tuvo más oportunidades de jugar), se volvió a saber de Alcíbar cuando a mediados de 1996 se concretó su traspaso al Medellín, equipo en el que no logró consolidarse. Es entonces cuando aparece su primer agujero negro en su currículo: de la segunda mitad de 1997 a 1999 no hay rastro de su trasegar. Comenzando 1999 vuelve a aparecer en el Pasto que se estrenaba en primera división. En este equipo permaneció hasta mediados de ese año cuando recibió la primera llamada del Inca; esta vez para enrolarse en el Melgar de Arequipa. En el Melgar permanecería hasta comienzos de 2000 cuando después de haber disputado los primeros cuatro partidos del apertura peruano decidió regresar al Galeras para militar nuevamente con el Pasto hasta mediados de ese año. En Pasto fue mucho lo que echó de menos a la cerveza Arequipeña, a la Inca Kola, al blanco que en su ropa dejaba Ña Pancha, a la diversión que en las noches le proporcionaba «Las mil y una de Carlos Álvarez» y el análisis siempre objetivo que de su desempeeño en la cancha hacia el muy recordado Veco. Fue así como el segundo semestre de ese año encontró a Alcíbar enrolado en las filas del Sport Boys, equipo en el que permaneció hasta 2001 mostrando un desempeño bastante aceptable y reportándose con alguna frecuencia en las redes contrarias.
Terminada su vinculación a Sport Boys, hemos de deducir que engrosó el elenco de «Las mil y una» durante dos años pues no hay registros suyos para 2002 y 2003. En 2004 regresó al fútbol con Centauros de Villavicencio equipo en el que labró su transferencia al Patriotas para 2005 cuando llegó como gran refuerzo junto con Óscar Millan. En Tunja permaneció hasta finales de año pasado cuando cayó en otro agujero negro. Expertos consultados calculan que para comienzos del 2008 será inscrito a última hora por Millonarios..
A su consideración
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No sólo de fútbol vive el hombre
Acogiendo el clamor popular el Bestiario del balón se diversifica y pone a disposición de sus lectores bestiariotv.
Otro impacto del Bestiario del balón..
Amado “Gandhi” Rodríguez
El parecido físico con el líder intelectual de la India no tenía nada que ver con la ideología del buen Amado, que más de una vez estuvo metido en problemas policiales. Incluso se dice que cometió un crimen que precisamente lo hizo escapar del mundo del fútbol.
Ese asesinato no opaca, sin embargo, su presencia, una de las más curiosas en nuestro variopinto abanico de integrantes absurdos del rentado nacional. Nacido en Andagoya, Chocó, gran tierra productora de futbolistas generosos como Cerveleón Cuesta, Amado “Gandhi” Rodríguez fue un delantero emparentado con el infortunio, dada su eximia condición para errar los goles más imposibles.
La suerte lo condujo al Deportivo Pereira que dirigía Roberto Vasco y en el que atajaba Hernando “La Pinta” García y, más allá de haber calentado banca como loco por culpa de sus compañeros, eso sí efectivos, Víctor Hugo del Río y Abel Lobatón, se fue al Atlético Nacional en 1988, donde fue subcampeón del torneo.
Su última gran aparición (y seguramente la única) fue en 1990 cuando, defendiendo los colores del Sporting de Barranquilla y con unos rimbombantes guantes de lana blancos, le marcó un gol de 50 metos a Omar Franco. Justamente en ese juego otro atacante famoso por malo, fue el autor del empate embajador: Daniel Héctor Ahmed.
Alguna vez, una transmisión de radio en A.M. informó que “Gandhi” Había huido hacia Venezuela después de asesinar a un extraño. Nunca más se vieron los guantes blancos del Gandhi. Otra transmisión radial, también habló de su muerte, que todavía no se ha confirmado por este medio..
Marcador electrónico del Atanasio Girardot
Sobre los marcadores electrónicos de los estadios del país se podría escribir toda una saga. Un Bestiario propio. Cada uno de nuestros marcadores electrónicos carga a cuestas una historia de vida de esas que pondrían a babear a cualquier documenalista ávido de sórdidas biografías para llevar a la pantalla. Entre estas historias se cuenta la del flamante marcador electrónico a color que en el segundo semestre de 1994 se inauguró en el Atanasio Girardot para orgullo del pueblo antioqueño.
El marcador, recién estrenado, fue uno lo de los grandes protagonistas del título que ese año consiguió el Atlético Nacional: como lo muestra la foto, en él fueron apareciendo uno a uno los nombres de los héroes de aquella tarde. Se dice también, que en él se alcanzaron a proyectar los goles de la fecha de ese domingo en la liga italiana, para entretener con ellos a los aficionados que ansiosos aguardaban el clásico paisa. Otros, un poco más alicorados, aseguran haber visto en el marcador a Fabio León Naranjo. Aristizábal o Fabio León, el hecho es que a los pocos meses el marcador pasó a engrosar la lista de marcadores electrónicos inservibles que tanto abundan en nuestros estadios cuando se descubrieron una serie de anomalías en el contrato suscrito con Publik, firma encargada de proveer el pizarrón. Sólo en esporádicas ocasiones se le pudo ver funcionando apagandose definitivamente a mediados de 1999.
En calidad de elefante blanco el marcador permaneció durante varios años abandonado en el extremo norte del máximo coliseo deportivo de los antioqueños. Hace unos meses fue desmontado, con la promesa de que uno «a la altura de los mejores estadios de Europa» tomaría su lugar. Inmediatamente se despachó a una comisión de expertos con destino al Viejo Continente para que tomen las medidas del caso y averigüen de una buena vez a qué altura están ubicados los marcadores en los mejores estadios de Europa. .
Pretemporada en Pance
En el mismo lugar que sirviera de locación para la legendaria producción criolla «Sexo en Pance» los muchachos del médico Ochoa realizan su pretemporada con miras al torneo de 1989. Se destaca el hincha que, en traje de calle, se une a los trabajos de los jugadores, el regreso de John Edison Castaño y la llegada de Allan Valderrama y Miguel Prince como refuerzos. Informe de Anny Velasco para 24 horas..