Durante los ochenta y los noventa, cuando eran aún más tímidos los asomos del marketing en nuestros clubes fue moneda común ver a los arqueros vendiendo por su cuenta el buzo sin que el patrocinador que había comprado el espacio para los diez restantes remilgara. Un poco más común fue ver a los arqueros luciendo en los partidos del rentado los buzos que se habían traído como souvenir de la más reciente convocatoria (hubo también algunos osados a los que se le vio con buzos de la selección sin jamás haber sido convocados).
Esta foto de Miguelito Calero cuando defendía el arco del Deportivo Cali en 1994 luciendo un buzo Umbro –muy común en los arqueros de las selecciones de la época– con un estampado artesanal de «Induarte» –firma que, tras agotadoras jornadas de negociación, llegó a un acuerdo para patrocinar al jóven arquero– da cuenta de ambos resabios. .