Ramírez Gachas de tricolor

Aunque ustedes no nos crean, ninguna de estas dos fotografías son producto de las maravillas del Photoshop. Son tan reales como la impericia con la que Jair recepcionaba un balón o el dolo con el que Raúl arremetía contra las rodillas del rival cada vez que le correspondía recuperar un balón. En efecto, tanto Jair como Raúl,los eternos tormentos de la fanáticada azul –y por un breve período de la hinchada americana, cortesía de Raúl y de su mentor por esa época, Diego Umaña– registran ambos sendos pasos por selecciones juveniles. Pasantías que nos recuerdan una vez más que los desatinos suelen ser la regla en las convocatorias de las selecciones menores aquí y en Kafarnaún.

Para los incrédulos, más datos: la primer imagen, la de Raulito, es de comienzos de 1994 cuando se conformó la selección sub23 que disputaría el colombianísimo Torneo de las Américas sub23. Raúl, como lo demuestra la imagen, tuvo el orgullo de conformar esta selección hasta el día de las inscripciones cuando fue injustamente excluído. Hoy se sabe que la Umbro no. 6 le ha reportado sendos dividendos al tosco volante de Millonarios, América, Chicó y La Equidad. Esgrimida por su propietario a altas horas de la noche, la casaca suele sembrar el desconcierto entre unos contertulios que ingenuamente habían depositado ya sobre la mesa buena parte de sus pertenencias convencidos de que de ninguna manera podía ser veraz la historia de los «seis días de selección» a la que el beodo exfutbolista solía recurrir para poder salir impune de jornadas de este talante.

La segunda imagen data de 1995 cuando Jair, hoy en día en La Equidad, fue el elegido por un despistado Willington Ortíz (sólo a última hora desistió de incluir en la lista de viajeros a Manuel José Chávez) para conducir los hilos de la selección sub17 que ese año dejó bastante maltrecho el nombre de Colombia en el suramericano de la categoría que tuvo como sede a Paraguay. Dos años después de su periplo por tierras guaraníes, Jair, «el 10 de la juvenil», se unió al plantel profesional por ese entonces dirigido por Diego Umaña mostrando el mismo nivel que semanas antes había exhibido en Paraguay, es decir, no mostró gran cosa. Siguiendo la ruta trazada por su hermano, sin que nadie se diera cuenta pasó de promesa a pesadilla. Pocos meses después del último de los licenciamientos de Raúl por bajo rendimiento, a mediados de 2002 tuvo lugar el de Jair por la misma causa. Mientras Raúl fue acogido por el novel Chicó, Jair, aburrido en casa, decidió aplicar el innovador recurso de estacionarse en la sede deportiva de Millonarios todas las mañanas. Fuentes aseguran que llegó incluso a contemplar la posibilidad de encadenarse a un columpio en señal de protesta siendo más fuerte, llegada la hora de proceder, la desidia que siempre lo acompañó. Su perseverancia fue recompensada siendo finalmente reenganchado al equipo profesional del que fue nuevamente licenciado a finales de 2003.

Los hinchas de Millonarios todavía hacen cruces cuando se les recuerdan aquellos partidos en los que la línea de recuperación albiazul le fue confiada a la familia Ramírez Gacha (no, hasta donde sabemos no son parientes del malogrado traficante). Lo que pocos saben que es que no faltó mucho para que la honra de toda una nación le fuera confiada a esta recordada familia bogotana.

P.D: Cuenta la leyenda que el talento de la familia se lo llevó un tercer Ramírez Gacha. Hay recompensa..

Walter "El tranvía" Escobar

Contribución de Donde fueron a parar

Supuesto goleador colombiano que tuvo un pasaje por Defensor en el año 2000. Su llegada a tierras charrúas por poco se adelanta promediando1998 cuando la nueva directiva de aquella época buscaba un centro-delantero que ayudara a quebrar la racha del rival de todas las horas, Peñarol. En efecto, por esos días uno de los directivos y también contratista, el Sr. Audifred, lo propuso para venir esgrimiendo las aceptables ejecutorias de “El tranvía” en el Deportivo Cali, el Independiente Medellín, el Atlético Nacional Medellín y el Deportivo Pereira a lo que sumaba su participación con la selección Colombia en la Copa América de 1997. De nada sirvió este pedigree en tanto que la directiva del “Bolso” finalmente se decidió por su compatriota, el tristemente recordado “Gallegol” Ramírez, que en su paso por Nacional anotó un solo gol y quebró a un rival (Nelson Olveira).

Dos años más tarde, en el 2000, Walter lograría concretar su incursión oriental cuando, procedente del Deportivo Pereira, llegó a Defensor. A esta altura debo decir que no se para qué trajeron a un jugador de 32 años y con poco destaque internacional. A lo mejor había alguno prendido en el pase. En los violetas fue intrascendente, convirtió cuatro goles pese a que empezó con toda la polenta: en la segunda fecha se hizo presente con dos goles para la victoria frente a River, gastándose ahí el 50% de lo que iba a producir. Pasados estos dos partidos atravezó por una sequía de tres meses sin convertir que terminó con el gol que le hiciera a Deportivo Maldonado al que se le suma otro a Nacional –en la hora para ganar 3 a 2, fue su único aporte importante–.

Después de su paso por Uruguay misteriosamente cayó en el Olimpia de Paraguay como refuerzo (de mortadela) para la Copa Libertadores 2001. Después jugó en el Deportivo Pasto hasta el 2003 y de ahí sucumbió en el FAS de El Salvador, en donde estuvo poco tiempo y se fue porque era muy resistido por los hinchas del FAS y además tuvo inconvenientes con el presidente de ese club.

Al irse de ese país “el Tranvía” declaró que el fútbol salvadoreño era mediocre.

Gracias por la novedad.

Hoy se dedica a la política.
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Darío "El chusco" Sierra

Contribución de Abra

Corría la década de 1970 en la Bella Villa y en el barrio Castilla nacía una luminaria del balompié nacional al cual su madre, en un arrebato de amor característico en cada una de ellas, le colocaría como apodo “Chusco”. Pocos casos como este ilustran mejor aquello de que a los ojos de una madre no hay hijo “feo”.

Ignoraba el bueno del “Chusco” una ley elemental de la física según la cual dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo. No sobra recordar entonces que la comuna noroccidental de Medellín ya había parido a un monstruo de talla mundial, un tal “loco” René, a quien ya la madre tierra le había premiado con todas las dotes necesarias para que triunfara en el mundo del fútbol. Con lo asignado a Higuita se iba de paso agotando la cuota de talento que para el siglo en curso le correspondía a dicho terruño.Nuestro homenajeado habría de constatarlo a lo largo de su ajetreada carrera.

La primera noticia que de él se tuvo fue en enero de 1989 cuando se jugaba en Medellín el campeonato nacional sub-23, torneo todavía en ese entonces respetado y valorado como incubadora de grandes promesas del balompié Colombiano. En el caso del “Chusco” es claro que alguien olvidó dejarlo un poquito más de tiempo en la incubadora ya que sus dotes de entrada, se presentaron como algo “crudas”. En efecto, muy a pesar de ver como a su lado descollaban figuras de la talla de Gustavo “el misil” Restrepo, José De Arco, José Luis Pino, José Jairo “Matías” Mejía, Alirio “El marinillo” Serna, y Héctor Mario Botero (jugando de delantero neto) el “Chusco” supo hacerse el de la vista gorda y prefirió seguir él solito su camino en el mundo de la pecosa, sin tomar de referente a alguno de sus contemporáneos. Lo suyo no eran las camadas.

En el torneo en cuestión el “Chusco” supo poner su granito de arena en la tarea de eliminar a Antioquia, escuadra anfitriona y favorita que debió resignarse a prestar su casa para que celebrara Bogotá y con los capitalinos un vallecaucano: Adolfo “Tren” Valencia.

Finalizado el torneo, los muchachos retornaron a sus clubes de origen. En las filas del “Poderoso” aparecería nuestro “Chusco” quien, con la supuesta “vivacidad” que se le endilga a la raza paisa, logró colarse en los entrenamientos del plantel titular, sin darle tiempo a las directivas de medir su verdadero potencial. Lejos estaba la parcial roji-azul de presentir lo que se vendría a corto plazo.Consultado Jaime Rodríguez por el planteamiento táctico que el Poderoso usaría ese año, afirmaba que le iba a dejar mucha libertad a sus volantes y atacantes; no fue sino decir esto, para que el “Chusco” diera rienda suelta a su manía de dar vueltas con el balón a los pies sin profundizar para nada en el juego; manía por la cual más de un hincha del roji-azul coqueteó con el suicidio.

Años más tarde, la fanaticada del Medellín no tardó en cambiar el estribillo con que lo recibían en el Atanasio que decía:

“Chusco, Darío Sierra
En vos confiamos
Dale guevón, Dale guevón….”

Por:

“Chusco, Darío Vueltas
En vos confiamos
Dale rompoy, Dale rompoy……”

Volviendo con nuestro pupilo, nos remontamos ahora al primer partido del torneo de 1989 cuando al “Poderoso” le correspondió medírse contra el Tolima en el Atanasio. Ese dia, el “Chusco” se jugó el primer partido de su vida,convirtió gol y asistió al también peligrosísimo “Pipe” Uribe para el primero de la tarde. De inmediato, finalizado el partido, la prensa se desbordó en elogios para con nuestro “Chusco” incurriendo en los excesos que para estos casos

El tiempo se encargaría de echar por tierra esta primera impresión y de mostrarle a los hinchas del rojo de la montaña lo equivocados que estaban. Los comentarios que se siguieron escuchando partido tras partido eran un sólo dejá vu: “lució algo desubicado en su función”,“perdido en el primer tiempo en la función de volante de enlace, tampoco trascendió como delantero” sentenciaría sobre su desempeño lunes tras lunes el implacable “Uno a uno” de Nuevoestadio.

Curiosamente, años después, esta racha fue cortada con el segundo y último partido de su vida: Un clásico frente al rival de plaza donde destrozó con su fútbol la resistencia de las líneas defensivas verdolagas. Ni la propia parcial roja daba crédito a lo que estaban viendo sus ojos; tan fue así que se comentó algún tiempo mas tarde (sin que la versió pudiera ser confirmada) de que no hubo sorteo de jugador para el antidoping sino que de una vez nuestro homenajeado fue escogido para tal fin. La vida por fin fue justa con él y le dio esa tarde la revancha a la cual todos tenemos derecho. Pasada esta tarde de fugaz gloria, la vida retomó su anodino curso y sumió a nuestro homenajeado en ese oscuro limbo de nuestro fútbol: los equipos de mitad de tabla hacia abajo. Envigado, Tuluá, Quindío, Real Cartagena y Cúcuta Deportivo fueron algunas de las escalas del “Chusco” andariego.

Se desconoce su paradero en la actualidad, pero si se le quiere contactar y disfrutar de su talento innato para mover la redonda para amenizar un bautizo, un grado o una primera comunión, con seguridad y sin temor a equivocarnos lo encontraremos en el torneo vacacional de fin de año del barrio Belén Los Alpes, el único lugar en donde supo ganarse los mimos de un publico en el que los Sierra siempre han sido mayoría. .

Emerson Panigutti

Si el supuesto atacante (de goles pocón por acá) hubiera dicho que era el cantante de Vilma Palma e Vampiros y que su viaje a Ibagué en Cootransfusa se debía a una serie de recitales que iba a brindar junto a su banda, siguiendo un itinerario Girardot-Espinal-Flandes-Venadillo, hasta le hubieran hecho recibimiento de estrella.

Pero fue honesto y este ex Ferrocarril Oeste reveló que era Panigutti y futbolista y se puso la gloriosa vino tinto y oro del Deportes Tolima en 2002 donde apenas se recuerda un gol (golazo, para ser sinceros) que le metió de media vuelta al América de Cali en el Pascual Guerrero, juego que concluyó 2-2. Pero fue tan poco ortodoxa su media vuelta que pareció haber anotado ese tanto de “chiripa”, como decían las señoras que en Ibagué se abanicaban en las puertas de las casas cuando veían al juglar argentino caminar las calurosas calles tolimenses en busca de un vasito de avena para paliar su sed goleadora.

Hace poco fue un tris famoso por las transmisiones de los juegos de Copa Libertadores, donde también se alineó con el Deportivo Táchira y lugar en el que se dio el lujo de hacerle un gol de chilena a Rogerio Ceni, de Sao Paulo. No sirvió de nada su gol porque los venezolanos cayeron 4-1.

Si quiere saber algo más de la trayectoria de este “corazón valiente” del fútbol, es bueno consultar su página oficial en internet: www.emersonpanigutti.8m.com.

Diseño visionario

A quienes creíamos que la moda de estampar los apellidos en la espalda había sido una imposición más del capitalismo yanqui; ávido siempre de premiar el éxito individual sobre el colectivo y que había sido en el mundial que tuvo lugar en esta próspera nación en donde se aprovechó para imponer esta moda, no deja de sorprendernos esta peculiar imagen del Millonarios de 1977. Sin duda, un diseño de vanguardia, un diseño visionario 17 años antes de generalizarse la costumbre de rotular a los jugadores. .

Víctor "El toro" Medina

Un beneficiario más de la fatídica conexión «Kike» Chapman-«Pitirri» Salazar que azotó a Millonarios (y de pasadita al Pereira) a finales de la década de 1990. En medio de una expectativa importante, gracias a su poderoso remoquete y a una discreta producción goleadora en la B, llegó a Millonarios procedente del Unicosta para el segundo semestre de 1995 para reforzar junto a Guillermo Castrillón y Jose «Ce Clei» Santos un alicaído ataque azul que todavía añoraba los piques endiablados del gran Arnoldo Iguarán.

Dos goles contra el Quindío en su primera aparición en el Campín (3-1 el marcador final) dieron pie a todo tipo de excesos que tomaron más fuerza cuando se descubrió el origen guajiro de la nueva promesa. No se preocupen, nadie le dijo que iba a ser el sucesor de Arnoldo. A tamaña expectativa, Víctor, portador por ese entonces del número 24 en su dorsal, le correspondió con un gol agónico contra el Caldas meses después, una aparición aislada en la red contra Junior en Barranquilla promediando el primer semestre de 1996 y una magistral actuación en la tarima que se instaló en el parqueadero norte de El Campín con motivo de la celebración del subtítulo de ese año.

Puso su granito de arena en el desfalco de Millonarios hasta el triste día a finales de 1996 en que su cabeza rodó en el marco de una de esas podas de día después de papelón a las que se iría acostumbrando la hinchada albiazul. Regresó al litoral caribe en donde se le abrieron las puertas del Real Cartagena, por ese entonces en la B. En «La heróica» supo con harto empeño labrarse un espacio en la galería del recuerdo de la fanaticada. Acompañando su nombre, una sentencia lapidaria: «Vaca delantera, goleadora en los potreros de Barranquilla».

En su favor hay que decir que pudo haber sido víctima de aquella maldición guajira según la cual el talento que para esa tierra dispusieron las leyes del cosmos universal se fue todo en los pies del gran Arnoldo. De ello dan fe, además del buen Víctor, el gran Jeffrey y el fenomenal Yohner Toro..

Leo Díaz

Un gol muy extraño que le marcaron en su carrera muestra de cuerpo entero al arquero que defendió los intereses del Deportivo Cali en el 2003.

Cuando atajaba para Colón, Celso Ayala en una Copa Libertadores le marcó un gol desde 70 metros, con el agravante que el balón le hizo un mal pique a Díaz antes de entrar al arco. Todo el mundo en esos tiempos fue a insultar y putear al encargado de arreglar la cancha de Colón, pues en vez de resembrar pasto, había pintado los huecos de tierra con aerosol verde.

Resultó que este empleado del club, bastante flojo si nos remitimos a sus prácticas de maquillaje del campo era nada más y nada menos que ¡el papá de Leo Díaz!.

Igual, Leo alcanzó ciertas actuaciones meritorias que llevaron a que jugara en Independiente de Avellaneda, donde, a pesar de sus garrafales fallas, fue campeón. El Cali se interesó en sus servicios tras la salida de Darío Sala. Pero Díaz no tuvo una sola buena atajada en su paso por el club verdiblanco. Es más, algunas que iban para afuera, terminaba metiéndolas, provocando la rabia del segundo piso de occidental, sector donde los socios caleños lanzan los epítetos más terribles contra cualquier jugador que no les guste.

Perdió la final del torneo 2003 por penales contra el Tolima y se perdió su rastro, aunque se supo que estuvo en el Municipal de Guatemala y que en la segunda fecha del actual Nacional B del fútbol argentino, donde está vinculado a Huracán, le metieron cinco goles y tres de ellos fueron obra de Martín Perezlindo.

Una vergüenza ¿no?
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Eran otros tiempos

De haber salido hoy el buen y temperamental «Chicho» con tamaño grito de batalla, de seguro lo esperaría el CTI a la salida de la concentración para que rindiera indagatoria por terrorismo..

Miguel “El Fercho” González Palacio


Imagen cortesía de Gráficas Guarichas.

Aunque ya se habló de “Fercho Durango” en este mismo blog, el zaguero samario que hoy concita nuestra atención fue comparado con el mítico rival de Gallito Ramírez y amigo del profesor Parsifal y la maestra Kalalú e ícono publicitario de una concesionaria de automóviles (recordar el famoso slogan de “¿Y de tu carro qué?”), no solamente por su mero aspecto físico sino por esa seductora habilidad para trompear y dar pescozones a los atacantes que merodeaban por su guarida.

Claro, es que nunca le tocó bailar con la más bonita y el pobre de “Fercho” curtió sus nudillos, similares a una manopla, en intensas batallas defendiendo los colores del siempre glorioso Unión Magdalena, no sin antes haber hecho la pasantía en la Selección Magdalena campeona juvenil de la Copa Coca-Cola en 1980. Estuvo en el Bucaramanga rompiendo cejas, lanzando jabs, crosses y demás golpes pugilísticos que no fueron suficientes para galvanizar la última línea de los búcaros, en donde desde Nazarith hasta el pirata Ferrer tiraban la toalla para que no los golearan.

Después de naufragar y llenar de escupitajos el balde, tuvo un asalto memorable como comandante de la durísima zaga de Cúcuta Deportivo en 1988. Al lado de otros duros como Luis Murillo, Carlos Mario Estrada y Pedro Blanco, rompieron rótulas al por mayor y los dividendos de tanta agresión fueron jugosos: clasificaron a los motilones al octogonal de 1988.

Lo que llama la atención es que el “Fercho” jugaba, como cualquier número 10 de talento, con las medias caídas. Y había una explicación: González Palacio era primo de Carlos “Pibe” Valderrama ya que era sobrino de Juana, la madre del ídolo de Pescaíto. De su primo copió ese estilo desfachatado de vestir, pero eso nunca disimuló su estilo de juego, similar al de un boxeador luruaqueño.
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Alianza estratégica

Porque entendemos que en ocasiones no damos abasto con nuestra misión de proporcionarle a nuestros lectores material suficiente para sus horas laborales, el Bestiario del balón ha suscrito una alianza estratégica con Diario nocturno para garantizarle a su audiencia diversidad de herramientas para hacerle frente a las siempre desmedidas exigencias de la productividad. .