Chedy Devenish y Alex de Alba

Contribución de Savio

Inolvidable pareja de centrales oriundos del departamento del Atlántico surgidos de la entraña del difunto Sporting de Barranquilla. Ambos hicieron parte, en calidad de bienes mostrencos suponemos, de la negociación que en 1992 llevaría al cuadro barranquillero a la heroica.

Quizás lo único que los mantuvo en la titular del Sporting entre 1989 y 1991 y del Real en 1992 fue su entrega -hay que reconocérsela-, porque como jugadores eran muy limitados técnicamente, lentos y con notables muestras de torpeza en sus movimientos. Por momentos evocaban escenas de filmes como American Ninja.

Un jugador que debe tener muy «gratos» recuerdos de Alex De Alba es Jorge Orosman “Polilla” Da Silva. En un partido que Real disputaba con América en el «Peter de Heredia» el pobre Polilla recibió un descomunal codazo por parte de Alba. Cuenta la leyenda que nunca aparecieron los dientes del jugador afectado.
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Tuluá de azul Umbro

A comienzos de 2002 Tuluá firmó con Umbro para que la firma inglesa se encargara de su indumentaria con miras a la Copa Libertadores de ese año. Mientras se definía el tema del patrocinio con cervecería Corona (tema carnudo que trataremos próximamente) y de los colores que llevaría el uniforme alterno, la gente de Umbro decidió enviar este uniforme para el partido contra América en Cali por la segunda fecha del apertura. Ni cortos ni perezosos, los de Umbro aprovecharon la coyuntura para estampar el logo de su empresa en el espacio que le correspondería al patrocinador principal.

No fue esta, empero, la primera vez que Tulúa utilizó el azul. Ya en 1995 éste había sido el color de su uniforme alterno. .

Eduardo Niño

El decano de los suplentes colombianos. Un suplente a carta cabal. Si se hiciera un sondeo rápido entre 100 aficionados y se les pidiera que escribieran lo primero que se les viene a la cabeza al escuchar la palabra arquero suplente, 98 responderían Eduardo Niño.

El país supo de él en el suramericano juvenil de 1985 en el que comenzó su trasegar por los bancos de Suramérica y el mundo como suplente de Higuita. Más adelante, en el mundial de la Unión Soviética tendría una de las contadas oportunidades en su carrera de aparecer en la foto de los titulares: por disposición de Marroquín, Niño fue el titular en ese certamen siendo autor de uno de los madrazos de mayor recordación entre la teleaudiencia colombiana. Fue en la goleada 6-0 contra Brasil después del cuarto gol. Al año siguiente, 1986, Niño comenzaría su dilatada trayectoria en el calentamiento de sillas siendo suplente de Navarro Montoya en Santa Fe. Después, un paréntesis para ser titular de la selección juvenil campeona del suramericano de 1987 repitiendo titularidad en el mundial de Chile del mismo año. Para 1987 ya se había consolidado como titular de Santa Fe y como suplente de Higuita en la selección. Desde el banco fue testigo del preolímpico de Bolivia, de las Copas América de Argentina y Brasil, de la eliminatoria a Italia 90 y de Italia 90. Una sóla oportunidad tuvo Eduardo de saltar a la cancha con la selección; fue en un bizarro partido contra Canadá en Armenia en 1988. 3-0 el resultado final y muy pocas oportunidades para el lucimiento de Eduardo para quien el partido fue uno más de los vistos con la paciencia del santo Job desde el banco sólo que de cortos y recostado contra uno de los verticales.

En el segundo semestre de 1990 vendría el América, cementerio por excelencia de jóvenes promesas. Para esa época Eduardo aún no había definido su vocación bajo el arco: sempiterno suplente en la selección pero titular en Santa Fe y después en América. En 1991 se acentuó esta disyuntiva. Titular todo el año con América y suplente, otra vez, de Higuita en la Copa América de Chile. El dilema para el buen “Yayo” solo se vendría a resolver en 1992 cuando la llegada de Angel David Comizzo al América motivada por una grave lesión suya en la espalda lo enviaría primero a la clínica, después a la cama y finalmente a la banca. En 1992 se acabaría la selección para Eduardo con lo que su marcada vocación como eterno suplente vendría a consolidarse únicamente en el América (con una brevísima incursión en el Botafogo a donde fue con el único interés de comprobar de primera mano la tan mentada comodidad de los bancos de suplentes del país carioca) Primero de Comizzo, después de Córdoba, más delante de Diego Gómez. Eduardo pronto se acostumbraría a ver llegar nuevos cancerberos al arco rojo “sería un honor ser suplente de x o y arquero”, se le escuchó decir siempre con la tranquilidad del que ha encontrado su misión en la vida. Cuando se anunció la traída de Córdoba los directivos algo apenados tantearon a Eduardo y sorprendidos recibieron esta respuesta “todo bien, yo estoy feliz donde estoy”. Sobra decir que en las siguientes consultas a Niño la pregunta fue otra: “¿Eduardo, de quién siempre ha soñado ser suplente?”. Esta excentricidad dio para todo tipo de mitos urbanos. Los encargados del mantenimiento del Pascual aseguran que durante esos años directivos del América, en franca señal de agradecimiento, habían instalado en el banco americano una cómoda silla ergonomica, masajeadora y con control de temperatura marca Pikolin sólo para Eduardo. Otras fuentes aseguran haber sido testigos en más de una ocasión este peculiar diálogo entre Niño y el técnico del momento: “Eduardo, el titular anda como mal. Usted va a tapar el domingo”. A lo que Niño respondía: “ay no profe, deje así, yo como estoy estoy bien, más bien dele otra oportunidad, va a ver que no lo hace quedar mal”.

La suplencia del América le duraría a Eduardo hasta mediados de 1999. Para el segundo semestre de ese año aportaría su falta de ritmo de competencia para el descenso del Unión Magdalena. Como premio, cosas que sólo pasan en nuestro rentado, Niño llegaría al año siguiente a Millonarios como arquero titular. Mostrando un evidente desconocimiento de la posición, Eduardo hizo hasta lo imposible para regresar a su lugar en el mundo: el banco de suplentes. No contaba, no obstante, con que detrás suyo estaba otro suplentazo: Andrés “Roque” Lopez. Lo que padeció la parcial embajadora con los desatinos de sus porteros ese año no tiene nombre. Ambos parecían enfrascados en una tenaz batalla por la suplencia que finalmente ganaría “Roque” Lopez. Para el 2001 Eduardo reclamaría antigüedad y exigió volver al banco y que López asumiera una titularidad que pronto se le acabaría gracias a sendos y vergonzosos yerros. En el segundo semestre llegaría Rafael Dudamel para dicha de Eduardo quien siempre había expresado su deseo de ser su suplente. Dudamel partiría después del primer partido de ese fatídico semestre de Kosanovic, Franco y Gutiérrez de Piñeres. Sin más alternativas a la mano, Niño debió regresar a la titular del oscuro equipo que terminaría siendo dirigido por Germán Gutiérrez de Piñeres. El buen corazón de Eduardo terminaría siendo el chivo expiatorio de la mala energía acumulada durante ese fatídico semestre y a mediados 2002 estuvo cerca de sucumbir. Advertido, Niño decidió alejarse de una buena vez del mar de angustia que es un banco de suplentes. Millonarios lo acogería entonces como entrenador de arqueros.
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Nuevo punto de venta para el calendario Bestiario del balón 2006

Debido a la gran demanda que ha tenido y pensando en la comodidad de nuestros lectores, el calendario de escritorio Bestiario del balón 2006 se puede conseguir a partir de hoy en la cigarrería Nananancy ubicada en diagonal 63 No. 17-23 de Bogotá.

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El Tino y el Tren vuelven a casa

Ocurrió en abril de 2002. Se cerraba para esa fecha el plazo para que los equipos inscribieran sus nóminas y una constante predominó entre las novedades que se registraron: el regreso al rentado criollo de varias de las figuras que a comienzos de la década de 1990 habían emigrado. Al decadente Millonarios de Kosanovic, Gutiérrez de Piñeres y Franco llegaría Valenciano, al Quindío Leonel y a Santa Fe y Nacional sus ídolos de antaño: el “Tren” Valencia y el “Tino” Asprilla.

Sobre el primero se puede decir que después de varias temporadas en la siempre competitiva MLS y de algunos meses de inactividad, los hinchas santafereños se sorprendieron al ver una vez más con la 14 al crédito de Buenaventura. Quien había tomado su lugar en el corazón de la parcial albiroja, Leider Preciado, había bajado a La Dorada para después subir a Manizales, ciudad en la que disputaba la Libertadores de ese año con el Once. Huérfanos de ídolos – Tommy Mosquera no era el tipo para llenar ese vacío- los hinchas pedían a gritos un referente. Atentos, como siempre, al clamor de la fanaticada, los directivos, en ese entonces encabezados por Hugo Prieto, decidieron que la mejor alternativa era el primero había sido en 1996), aunque aplaudido, no dejó de producir una sensación un poco bizarra entre los hinchas. Se trataba del viejo ídolo del pasado intentando llenar el vacío del ídolo vigente. Muy en el fondo los hinchas sabían que ya no era lo mismo ni era igual. El que regresaba no era el Tren que en 1992 había comandado la delantera del 7-3. Era un Tren algo avejentado, con un extraño amarillo en su cabellera y, ante todo, con una cierta aura anacrónica a su alrededor. Ya no era el mismo. Aunque acogido con un cariño más bien paternal, el Tren, era de suponerse, no logro reverdecer viejos laureles. Un solitario gol al Bucaramanga fue el saldo de la que, hasta la fecha –en Colombia uno nunca sabe-, parece haber sido su última incursión el fútbol de alta competencia.

Por los lados del Valle de Aburrá se puede contar casi la misma historia con algunas ligeras modificaciones: extraña emoción de la hinchada, tenues y más bien tercas esperanzas y, ante todo, la dificultad de aceptar que ya no es lo mismo ni es igual. Así, la única diferencia con el el Tren fue que el de Tulúa si tuvo una tarde de gloria marcando una tripleta contra el Pasto. Tarde en la que no fueron pocos los que aseguraron haber experimentado alguna suerte de regresión. Fue algo raro, algo místico. Que, como cualquier abducción, no duró más de una tarde o una noche. Para las fechas siguientes, el Tino volvería a ser la gloria que, auqneu querida, se apaga y nada se puede hacer. Ese Nacional que conoció su ocaso finalmente saldría subcampeón de ese torneo y el Tino figuró, como uno más, en la nómina del subtítulo. Para el torneo siguiente el Tino decidió que el Tulúa le quedaba más cerca de su casa y sus caballos. El muchacho había crecido. .

Óscar "Galea" Galeano

Delantero paisa surgido en el Nacional de finales de la década de 1980. Basta con mirar su rostro para percibir inmediatamente el aroma del aniz y el cigarrillo junto con el barullo de la fonda y el tradicional “trove, trove compañero…”. Pero no, las apariencias engañan y lo de Óscar no fue la guitarra sino el balón.

Apareció en medio de una coyuntura francamente difícil. Por delante tenía a la pareja Tréllez-Usurriaga que llevó a los verdes al título de la libertadores de 1989. Como si esto fuera poco, tuvo también la desgracia de llevar el mismo apellido del suplente habitual de estos artilleros: Juan Jairo “El andino” Galeano. No es difícil imaginarse entonces al reportero desubicado preguntándole a Óscar: “Ah, usted es Galeano, ¿el que va de suplente hoy?” a lo que, abrumado, Óscar respondía: “ehh no, no soy Galeano el suplente, soy Galeano el suplente del suplente”. Duro, muy duro.

La vida, no obstante, mostró algo de compasión para con Óscar. Después del título de la libertadores de 1989 se dio un éxodo masivo de delanteros verdes. Usurriaga partiría con destino al Málaga, Tréllez al Zurich y así el camino parecía parecía menos tortuoso para el “Galea” quien creyó que ahora si tendría su cuarto de hora. Este finalmente no llegaría gracias en parte a que justo cuando creía que le había llegado su momento por encima suyo pasó rauda y algo altanera una camada de delanteros más jóvenes que él. ¿Nombres? Un tal Faustino Asprilla y un tal Víctor Arístizabal. Junto con ellos “Galea” vio pasar a un recién llegado Ruben Darío Hernández, a Níver Arboleda y algo rezagado –como siempre– al “Jimmy” Arango.

Pese a ser parte del equipo que ganaría la Interamericana de 1991 esto no fue suficiente para que poco tiempo después Óscar no encontrara otra opción diferente a emigrar. El Deportivo Pereira sería el encargado de acogerlo. En este equipo, Óscar logró algunos goles que le permitieron, hasta cierto punto, lograr por fin una identidad propia y no ser identificado más como “el Galeano que no es Juan Jairo”.

Se rumora, sin que hay sido posible confirmarlo, que su carrera terminaría poco después en Ibagué. Se rumora también, siendo esto aún más difícil de confirmar, haber sido visto en una reciente edición del Festival de la trova parapetado tras un sombrero, un poncho y unas gafas negras como suplente del dueto ganador.
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Guillermo Hernando

Continuando con la saga de argentinos pintosos y de bajísimos rendimientos, un lugar común a la hora de las enumeraciones es este arquero que estuvo involucrado en el proyecto de “Centauros Fútbol Club, no paramos hasta llegar a Tokio”.

Marplatense y con un pasado intermitente en Gimnasia y Esgrima de La Plata, se vio en muchas oportunidades relegado del club tripero por Enzo Noce, un arquero que llevaba varios años adueñado del puesto. Sin embargo alcanzó a tener algunas “palomitas” con las que se hizo conocido.

Llegó a Colombia en el 2003 y, muy al estilo de Carlos Prono, era un arquero de voladas espectaculares. Su comienzo en el club llanero fue muy bueno y parecía que la dirigencia de Villavicencio había dado en el blanco con este refuerzo, encargado de reemplazar a Lincoln Mosquera.

Pero su rendimiento fue decayendo profusamente, no así su popularidad entre las féminas que abarrotaban las tribunas del estadio MACAL para ver su blonda cabellera volar por los aires. Al final el Centauros se fue al descenso, no sin antes licenciar a Hernando, que buscó fortuna en Perú, donde casi se nacionaliza para atajar en la selección de su país. Incluso anotó un gol de 70 metros defendiendo los colores del humilde Atlético Universidad.

Su último registro conocido data de Defensa y Justicia en las divisionales de ascenso argentinas.
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La amenaza de la billetera

Uno de los episodios llenos de vergüenza y ridículo que pueda recordar la afición paisa, fue el ocurrido el 27 de abril de 1994 en plena Copa Libertadores.
El DIM enfrentaba a Universitario de Perú por los octavos de final de la competencia. El resultado no se movía del aburrido 0-0, cuando un hombre, como método de presión, decidió lanzarse a la cancha armado ¡¡¡¡DE UNA BILLETERA!!!!
Este personaje, que parecía salido de una película de Víctor Gaviria, correteó por media cancha al portero Miguel Miranda, quien sólo encontró refugio en los brazos del técnico crema Sergio Markarián (imagen curiosa y decadente). El juego se detuvo un rato, entre la risa de la tribuna y la preocupación inca. A los siete minutos, el balón volvió a rodar.
La plaza antioqueña no recibió sanciones, Medellín siguió en carrera en la Libertadores, y el hombre sólo purgó unas cuantas horas en un calabozo de la Policía. Eso sí, el recuerdo del terrorista de la billetera será difícil de borrar..

Medalla de la orden "Francisco Foronda" a Hamilton Ricard Cuesta

Las siguientes palabras fueron pronunciadas por nuestro jefe de redacción, Tulio Triviño, en el acto en el que se le impuso a Hamilton Ricard Cuesta la medalla de la orden “Francisco Foronda” destinada a los futbolistas colombianos que han sabido dar ejemplo a las nuevas generaciones en el difícil arte de ordeñar finanzas de clubes foráneos:

«Cuando regresó a Colombia a jugar con Santa Fe en el segundo semestre de 2002 tenía el inconfundible semblante del jugador que emprende la retirada a pesar de que apenas contaba con 28 abriles a sus espaldas. El fútbol que mostró confirmó que así era. Lento, falto de distancia, pesado, a duras penas logró marcar dos goles con la camiseta cardenal. Cuando muchos creían que anunciaría la fundación de la escuela “Hamilton Ricard para la promoción de la paz, la convivencia y los nuevos valores” en Palmira, Hamilton sorprendió a propios y extraños anunciando que el Emelec todavía confiaba en él y en sus capacidades. Su numerosa fanaticada intuyó entonces que por aquello de la dolarización de la economía del vecino país y por los jugosos sueldos que se le pagan a las estrellas foráneas en la tierra de Holguer Quiñónez, Hamilton había decidido terminar de cuadrar caja en Ecuador y garantizar de una buena vez un ingreso a la tercera edad sin las angustias y los apuros de quien no le alcanza para los Tena.

En Ecuador, hay que decirlo, soltó su último chispazo. Desafortunadamente para la barra “Hamilton Ricard de Palmira fiel”, su excelente producción goleadora con el Emelec en 2004 se vio truncada por una sanción que le impuso la FEF por los gestos obscenos que se le vieron en un partido contra Olmedo. No tuvo en cuenta el juez en su informe que la de Hamilton era la edad de los gases que no avisan y en la que los esfínteres comienzan a pasar cuentas de cobro.

Cuando en su natal Quibdo ya se hacían todas las gestiones necesarias para que la terminal de buses llevara su nombre, Hamilton volvió a sorprender anunciando que partía para Chipre a engrosar las filas del legendario APOEL de Nicosia. En realidad, esa noticia no fue gran cosa si se le compara con la sorpresa que el buen Hamilton tenía preparada para su siempre fiel fanaticada. En los primeros días de enero de 2005, se disputó en la ciudad deportiva del Betis (si, el español, el de Sevilla), un singular concurso de tiros libres. ¿Participantes? Santiago Cañizares como arquero, Zinedine Zidane, Martin Petrov, Constantin Galca y un tal Hamilton Ricard.

Un primer semestre de 2005 irregular alternando entre playa y entrenamientos, le valió a Hamilton recibir de la directiva del APOEL un tiquete solo ida a Palmira para las vacaciones de mitad de año. Ahora si, todos creyeron que anunciaría su retiro y que entre sus planes estaba un partido de despedida organizado por su barra “Hamilton Ricard de Palmira fiel”. Sin embargo, el contumaz Hamilton impactó una vez más anunciando que el Cali lo acogería para el segundo semestre. Después de superar todo tipo de inconvenientes, el Cali dio la vuelta olímpica en diciembre con Ricard a bordo.

No obstante la maestría con la que dio la vuelta, esto no fue suficiente para que Hamilton conservara cupo en el cuadro azucarero y nadie se sorprendió cuando su nombre bajo el rubro de “los que salen” a comienzos de este mes.

Así las cosas, la tercera si parecía ser la vencida. Los más arriesgados alcanzaron a especular que el Cortuluá lo acogería para ir facilitándole el montaje de la escuelita en Palmira. Pero no, Hamilton decidió que un tercer aire era algo perfectamente posible y alistó papeles para presentarse en el consulado de España. Su destino: el Numancia. “Plata si hay, lo que falta es agarrarla”, se le escuchó decir mientras ingresaba a emigración. Un maestro, un ejemplo para las nuevas generaciones.» (aplausos)

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Convocatoria del Bestiario

Si eres de los que conserva bajo la cama la colección de Diario Deportivo, Nuevo Estadio, Cronómetro, Vea Deportes o Deporte Gráfico, si eres de los que maldice la hora en que se marginó al AM de los nuevos aparatos de última tecnología o si eres de los que prefiere saber como formó el equipo de suplentes y no el de titulares en la práctica de fútbol del jueves, el Bestiario tiene un espacio reservado para tí. Estamos buscando corresponsales entusiastas y dinámicos que residan fuera de Bogotá y que esten dispuestos a alimentar con insanidades de todo tipo nuestro espacio en la red. Envíanos a [email protected] un perfil (ojalá con foto) de algún Chedy Devenish o de algún Claudio Fabian Arturi que haya engrosado las filas del equipo de tu región y podrás ser parte del grupo de corresponsales del Bestiario.

*Tendrán prelación quienes identifiquen el personaje que aparece en la fotografía..