Óscar "Galea" Galeano

Delantero paisa surgido en el Nacional de finales de la década de 1980. Basta con mirar su rostro para percibir inmediatamente el aroma del aniz y el cigarrillo junto con el barullo de la fonda y el tradicional “trove, trove compañero…”. Pero no, las apariencias engañan y lo de Óscar no fue la guitarra sino el balón.

Apareció en medio de una coyuntura francamente difícil. Por delante tenía a la pareja Tréllez-Usurriaga que llevó a los verdes al título de la libertadores de 1989. Como si esto fuera poco, tuvo también la desgracia de llevar el mismo apellido del suplente habitual de estos artilleros: Juan Jairo “El andino” Galeano. No es difícil imaginarse entonces al reportero desubicado preguntándole a Óscar: “Ah, usted es Galeano, ¿el que va de suplente hoy?” a lo que, abrumado, Óscar respondía: “ehh no, no soy Galeano el suplente, soy Galeano el suplente del suplente”. Duro, muy duro.

La vida, no obstante, mostró algo de compasión para con Óscar. Después del título de la libertadores de 1989 se dio un éxodo masivo de delanteros verdes. Usurriaga partiría con destino al Málaga, Tréllez al Zurich y así el camino parecía parecía menos tortuoso para el “Galea” quien creyó que ahora si tendría su cuarto de hora. Este finalmente no llegaría gracias en parte a que justo cuando creía que le había llegado su momento por encima suyo pasó rauda y algo altanera una camada de delanteros más jóvenes que él. ¿Nombres? Un tal Faustino Asprilla y un tal Víctor Arístizabal. Junto con ellos “Galea” vio pasar a un recién llegado Ruben Darío Hernández, a Níver Arboleda y algo rezagado –como siempre– al “Jimmy” Arango.

Pese a ser parte del equipo que ganaría la Interamericana de 1991 esto no fue suficiente para que poco tiempo después Óscar no encontrara otra opción diferente a emigrar. El Deportivo Pereira sería el encargado de acogerlo. En este equipo, Óscar logró algunos goles que le permitieron, hasta cierto punto, lograr por fin una identidad propia y no ser identificado más como “el Galeano que no es Juan Jairo”.

Se rumora, sin que hay sido posible confirmarlo, que su carrera terminaría poco después en Ibagué. Se rumora también, siendo esto aún más difícil de confirmar, haber sido visto en una reciente edición del Festival de la trova parapetado tras un sombrero, un poncho y unas gafas negras como suplente del dueto ganador.
.

Guillermo Hernando

Continuando con la saga de argentinos pintosos y de bajísimos rendimientos, un lugar común a la hora de las enumeraciones es este arquero que estuvo involucrado en el proyecto de “Centauros Fútbol Club, no paramos hasta llegar a Tokio”.

Marplatense y con un pasado intermitente en Gimnasia y Esgrima de La Plata, se vio en muchas oportunidades relegado del club tripero por Enzo Noce, un arquero que llevaba varios años adueñado del puesto. Sin embargo alcanzó a tener algunas “palomitas” con las que se hizo conocido.

Llegó a Colombia en el 2003 y, muy al estilo de Carlos Prono, era un arquero de voladas espectaculares. Su comienzo en el club llanero fue muy bueno y parecía que la dirigencia de Villavicencio había dado en el blanco con este refuerzo, encargado de reemplazar a Lincoln Mosquera.

Pero su rendimiento fue decayendo profusamente, no así su popularidad entre las féminas que abarrotaban las tribunas del estadio MACAL para ver su blonda cabellera volar por los aires. Al final el Centauros se fue al descenso, no sin antes licenciar a Hernando, que buscó fortuna en Perú, donde casi se nacionaliza para atajar en la selección de su país. Incluso anotó un gol de 70 metros defendiendo los colores del humilde Atlético Universidad.

Su último registro conocido data de Defensa y Justicia en las divisionales de ascenso argentinas.
.

La amenaza de la billetera

Uno de los episodios llenos de vergüenza y ridículo que pueda recordar la afición paisa, fue el ocurrido el 27 de abril de 1994 en plena Copa Libertadores.
El DIM enfrentaba a Universitario de Perú por los octavos de final de la competencia. El resultado no se movía del aburrido 0-0, cuando un hombre, como método de presión, decidió lanzarse a la cancha armado ¡¡¡¡DE UNA BILLETERA!!!!
Este personaje, que parecía salido de una película de Víctor Gaviria, correteó por media cancha al portero Miguel Miranda, quien sólo encontró refugio en los brazos del técnico crema Sergio Markarián (imagen curiosa y decadente). El juego se detuvo un rato, entre la risa de la tribuna y la preocupación inca. A los siete minutos, el balón volvió a rodar.
La plaza antioqueña no recibió sanciones, Medellín siguió en carrera en la Libertadores, y el hombre sólo purgó unas cuantas horas en un calabozo de la Policía. Eso sí, el recuerdo del terrorista de la billetera será difícil de borrar..

Medalla de la orden "Francisco Foronda" a Hamilton Ricard Cuesta

Las siguientes palabras fueron pronunciadas por nuestro jefe de redacción, Tulio Triviño, en el acto en el que se le impuso a Hamilton Ricard Cuesta la medalla de la orden “Francisco Foronda” destinada a los futbolistas colombianos que han sabido dar ejemplo a las nuevas generaciones en el difícil arte de ordeñar finanzas de clubes foráneos:

«Cuando regresó a Colombia a jugar con Santa Fe en el segundo semestre de 2002 tenía el inconfundible semblante del jugador que emprende la retirada a pesar de que apenas contaba con 28 abriles a sus espaldas. El fútbol que mostró confirmó que así era. Lento, falto de distancia, pesado, a duras penas logró marcar dos goles con la camiseta cardenal. Cuando muchos creían que anunciaría la fundación de la escuela “Hamilton Ricard para la promoción de la paz, la convivencia y los nuevos valores” en Palmira, Hamilton sorprendió a propios y extraños anunciando que el Emelec todavía confiaba en él y en sus capacidades. Su numerosa fanaticada intuyó entonces que por aquello de la dolarización de la economía del vecino país y por los jugosos sueldos que se le pagan a las estrellas foráneas en la tierra de Holguer Quiñónez, Hamilton había decidido terminar de cuadrar caja en Ecuador y garantizar de una buena vez un ingreso a la tercera edad sin las angustias y los apuros de quien no le alcanza para los Tena.

En Ecuador, hay que decirlo, soltó su último chispazo. Desafortunadamente para la barra “Hamilton Ricard de Palmira fiel”, su excelente producción goleadora con el Emelec en 2004 se vio truncada por una sanción que le impuso la FEF por los gestos obscenos que se le vieron en un partido contra Olmedo. No tuvo en cuenta el juez en su informe que la de Hamilton era la edad de los gases que no avisan y en la que los esfínteres comienzan a pasar cuentas de cobro.

Cuando en su natal Quibdo ya se hacían todas las gestiones necesarias para que la terminal de buses llevara su nombre, Hamilton volvió a sorprender anunciando que partía para Chipre a engrosar las filas del legendario APOEL de Nicosia. En realidad, esa noticia no fue gran cosa si se le compara con la sorpresa que el buen Hamilton tenía preparada para su siempre fiel fanaticada. En los primeros días de enero de 2005, se disputó en la ciudad deportiva del Betis (si, el español, el de Sevilla), un singular concurso de tiros libres. ¿Participantes? Santiago Cañizares como arquero, Zinedine Zidane, Martin Petrov, Constantin Galca y un tal Hamilton Ricard.

Un primer semestre de 2005 irregular alternando entre playa y entrenamientos, le valió a Hamilton recibir de la directiva del APOEL un tiquete solo ida a Palmira para las vacaciones de mitad de año. Ahora si, todos creyeron que anunciaría su retiro y que entre sus planes estaba un partido de despedida organizado por su barra “Hamilton Ricard de Palmira fiel”. Sin embargo, el contumaz Hamilton impactó una vez más anunciando que el Cali lo acogería para el segundo semestre. Después de superar todo tipo de inconvenientes, el Cali dio la vuelta olímpica en diciembre con Ricard a bordo.

No obstante la maestría con la que dio la vuelta, esto no fue suficiente para que Hamilton conservara cupo en el cuadro azucarero y nadie se sorprendió cuando su nombre bajo el rubro de “los que salen” a comienzos de este mes.

Así las cosas, la tercera si parecía ser la vencida. Los más arriesgados alcanzaron a especular que el Cortuluá lo acogería para ir facilitándole el montaje de la escuelita en Palmira. Pero no, Hamilton decidió que un tercer aire era algo perfectamente posible y alistó papeles para presentarse en el consulado de España. Su destino: el Numancia. “Plata si hay, lo que falta es agarrarla”, se le escuchó decir mientras ingresaba a emigración. Un maestro, un ejemplo para las nuevas generaciones.» (aplausos)

.

Convocatoria del Bestiario

Si eres de los que conserva bajo la cama la colección de Diario Deportivo, Nuevo Estadio, Cronómetro, Vea Deportes o Deporte Gráfico, si eres de los que maldice la hora en que se marginó al AM de los nuevos aparatos de última tecnología o si eres de los que prefiere saber como formó el equipo de suplentes y no el de titulares en la práctica de fútbol del jueves, el Bestiario tiene un espacio reservado para tí. Estamos buscando corresponsales entusiastas y dinámicos que residan fuera de Bogotá y que esten dispuestos a alimentar con insanidades de todo tipo nuestro espacio en la red. Envíanos a [email protected] un perfil (ojalá con foto) de algún Chedy Devenish o de algún Claudio Fabian Arturi que haya engrosado las filas del equipo de tu región y podrás ser parte del grupo de corresponsales del Bestiario.

*Tendrán prelación quienes identifiquen el personaje que aparece en la fotografía..

Jaime "El tanque" Ruiz

Un clásico de los suramericanos juveniles: el jugador que tuvo la suerte de que su cuarto de hora coincidiera con los días del torneo y que gracias a eso logró un grado importante de notoriedad por encima de otros jugadores que finalmente son los que logran surgir y consolidarse. Una vez termina el torneo difícilmente vuelve a fijarse en él la fortuna, siempre esquiva, siempre caprichosa.

Ese fue el caso de Jaime “El tanque” Ruiz. Llamado a última hora, este alumno de la Sarmiento Lora logró colarse en la titular por encima de Edixon Perea y Víctor Montaño. Algo torpe y sin hacer gala de mucha fundamentación, Ruiz logró convertir en cuatro ocasiones claves para la clasificación de Colombia al mundial de Emiratos Árabes. Gracias a la euforia generada por la clasificación, Jaime fue presentado como una de las grandes revelaciones del torneo. No había terminado el suramericano y ya se daba como refuerzo fijo del Udinese. Estudiantes de la Plata, equipo en el que se había probado el semestre anterior, maldijo la hora en que lo dejó partir Y lo de siempre: que la nota a la familia, que la cancha donde aprendió a jugar, que el que le vende los calzoncillos, que el nuevo Tren Valencia, etc.


«El tanque», en su involvidable verano uruguayo de 2003.

Pasada la tormenta, por ahí se supo que lo del Udinese no resultó y Ruiz recaló en el Quindío. Para el segundo semestre de 2003 Ruiz no tuvo cupo en la titular que disputó un mundial que encontró a Perea y Montaño en su mejor nivel. A comienzos de 2004 y con las sobras de la fama del suramericano intentó probar suerte en el Aucas pero tampoco coronó. Finalmente encontró su lugar en el mundo en el Cortuluá, club en el que militó en 2004 y 2005.
.

Wilberto "El temblor" Valencia

Contribución de Xeneizebastian.

Su singular remoquete no corresponde a un albañil de Ingeominas ni tampoco a alguien que padezca el Mal de Parkinson a los niveles de Muhammad Alí o Frank Ramírez. Sólo nos referimos a las celebraciones que más bien parecían un agudo ataque de epilepsia de un par de anotaciones conseguidas en su debut por nuestro homenajeado

Al principio, el nombre de Wilberto Valencia sonaba simplemente como un experimento –u obligación por aquello de la norma del sub-20- del entrenador de Millonarios Norberto Peluffo el día de su estreno oficial como timonel embajador enfrentando al Unión Magdalena en Santa Marta en la primera fecha del año 2003.

Lo que vino después fue algo que ni el más optimista de sus primos se lo imaginó: dos goles en su debut en Santa Marta acompañados, obviamente, por la ya citada celebración que sirvieron para que Millonarios lograra sus primeros tres puntos de aquella temporada y para añadirle un poco más de expectativa puesta al clásico frente a Santa Fe qua disputarse una semana después.

Desafortunadamente, su aparición en el “gramado” del Eduardo Santos fue tan efímera como la de Sofía Vergara en Guardianes de la Bahía; tan desgraciada como la de John Leguízamo en la película Carlito’s Way, donde apareció solo para asesinar al protagonista; tan falaz como la de Shakira cuando cantó junto con la banda Aerosmith en unos premios MTV y tan matizada con tintes de estafa como la figura de Francisco Maturana en los banquillos del Vicente Calderón.

Frente a Santa Fe, “El Temblor” solo se hizo notar al entonar el Himno Nacional y en un par de aplausos con los que saludó alguna genialidad de Máyer Candelo, conductor azul en ese año. Wilberto se fue promediando el segundo tiempo y de ahí en adelante, salvo una convocatoria por parte de Reinaldo Rueda a un par de entrenamientos con la Selección Colombia Sub-20 que se preparaba para el suramericano, no pasó mayor cosa con él.

Siendo fiel a la tradición de este espacio de atender a rumores sobre el paradero actual de los más pintorescos ejemplares de nuestra fauna futbolística, se supo hace un par de meses que el homenajeado, en compañía de unos cuantos amigos que poseen las mismas cualidades histriónicas, montó una Ópera-Champeta con la que se fue de gira por los Territorios Nacionales deleitando a propios y extraños con el singular paso que inmortalizó en el “césped” del Eduardo Santos en la tarde de su cuarto de hora.

.

Saulo Hernández

«Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no vio nada: así que, llevándole por la mano, metiéronle en Damasco».

Hechos de los Apóstoles 9, 4.

Otro de la gran colección de arqueros que se quedaron más tiempo en su carrera sentados en un banquillo, cual oficinista público en una casilla de reclamos en cualquier CADE o similar. Pero Saulo, que no es el de los relatos bíblicos, sino el carnal Hernández, nunca tuvo la suerte de que las escamas que cubrían sus ojos cayeran al suelo para que pudiera ver.

Como en este versículo, Hernández se la pasaba en el piso, al ser víctima de cuanto delantero le provocara vencerlo y al levantarse, con el saque de su equipo, seguía sin ver. Por eso fue víctima de varias goleadas en contra.

Criado en el Deportivo Cali, fue tercer arquero detrás de «Tribilin» Valencia y Pedro Zape. Despues, Hernández caminó Colombia con un pastor alemán llamado constancia. Vistió, entre otros, la casaca de Santa Fe (suplentazo de Heber Armando Ríos), Pereira, Bucaramanga, Unión La Cartagenera, Cúcuta y Unión Magdalena, donde tuvo una noche de gloria en el Atanasio Girardot al atajar cuatro disparos en una definición desde el punto penal contra Nacional, en un juego que tuvo este desenlace para definir un 0,50 de bonificación.

Lo mejor de su carrera: la vez que en Bogotá, estando en el Cúcuta, entró a la cancha con el buzo de arquero demarcado con el número cero. Algo a todas luces irreglamentario, pero que finalmente no afectó en el escritorio a su club, pues su mala actuación propició la victoria de Santa Fe 3-1, incluido un gol infantil de cabeza de Rubén Darío Bedoya. Saulo, sin mucha visión, pensó que en el centro del “Cheo” Romero previo al tanto, el balón había salido del perímetro del campo.

Hoy tiene una escuela de fútbol llamada “Escuela Deportiva Municipal Saulo Hernández”.
.

Real Madrid-Kokoriko

Imagen para la posteridad. Ocurrió en el torneo de la Esperanza para juveniles que se celebró en el Valle del Cauca a comienzos de 1993. Sin mucho aspaviento, la famosa pollería patrocinó al Real Madrid de España, una de las atracciones del torneo; algo tan exótico como ver al Inter con el logo de Seguros la Equidad. Llegados a ese punto, es muy factible que el contrato también haya permitido ver en ese año a los pollos asados girando y expeliendo su incomparable aroma melgareño en los bajos del Bernabeu. .

Ricardo Castelblanco

Apareció misteriosamente en el segundo semestre de 1995 en la nómina titular del Millonarios de Wojtila y Prince. El «Pili» (otros periodistas aseguraban que era el «Pirri», nunca se pudieron poner de acuerdo) no fue de esos jóvenes valores que de tiempo atrás se venían asomando por el primer plantel ingresando al campo en los minutos finales de los partidos que ya estaban asegurados. Tampoco había hecho parte del equipo satélite que en el semestre anterior había dejado a Millonarios al borde del descenso. nómina . Alguna trayectoria en el tradicional torneo del barrio Olaya era su única carta de presentación. Pese a no tener muchas arandelas en su hoja de vida y por esas cosas que sólo pasan en el fútbol bogotano, Castelblanco llegó por la puerta grande: nada de palomitas los últimos minutos de los partidos. No, una vez fue llegando de una vez se le fue asegurando un puesto en la titular.

Saltando a la cancha desde el comienzo y jugando casi siempre los 90 minutos, este volante bogotano alcanzó a jugar unos diez partidos conformando memorable pareja con Juan Carlos Niño. Poco mostró Castelblanco en estos partidos, su nivel descendió vertiginosamente y a duras penas logró salir en la foto del plantel que meses más tarde se coronaría subcampeón.

Dicen haberlo visto más adelante en alguno de los equipos bogotanos de la primera B. Sea lo que fuera, su fugaz trayectoria sólo le alcanzó para este humilde homenaje.

Pareja de volantes símbolo del buen momento del fútbol bogotano en años recientes.

.