
Cabellera larga y ensortijada, vello sobre los labios debatiéndose entre bozo y bigote, pómulos salidos y una mirada que pondría en estampida a la escolta personal de “Popeye”, “Mugre” o “Icopor”. Estos son todos rasgos de una estirpe de defensas centrales y volantes de marca colombianos que desde la década de 1980 ha tenido a bien atemorizar no sólo a sus rivales en la cancha sino a cuanto niño o anciana se topaban fuera de los gramados.
Julio César “Mechas” Sarmiento fue uno de los precursores de una estirpe a la que también pertenecieron Orlando “Salvaje” Rojas, Leonel Álvarez, Carlos Castro –el volante del Tolima-, Freddy Bogotá y Allan Valderrama entre muchos otros. Como todos los de su especie, “Mechas” se caracterizó más por su enjundia y sus notables deficiencias a la hora de medir la fuerza con la que enfrentaban a sus rivales que por la maestría y sutileza con la que despachaban a los delanteros contrarios. Debutó en el equipo de su tierra, el Bucaramanga, de donde pasó en 1989 al Cali de Wojtila, “Cenizo” Nunes, Rayo y otros que finalmente no lograría clasificarse al malogrado octogonal de ese año. Fue durante su estadía en Cali que Sarmiento fue protagonista de una nota de la sección de deportes del noticiero Criptón, a cargo en ese entonces del “estelar” Esteban Jaramillo, sobre “calvos y peludos”. Según recuerda un miembro del equipo de redacción de este humilde espacio, en esa nota Sarmiento aparecía hurgándose su cabellera “haciendo que los dedos se convirtieran en un trinche ideal para masajear esa mota tan asquerosa”.
Del «Mechas» también hay que recordar la atracción que misteriosamente ejercían él y los de su especie sobre Ricardo “Pitirri” Salazar en esa época gerente deportivo de Millonarios. Gracias a esta malsana atracción, todos los diciembres Sarmiento aparecía sagradamente en la lista de posibles refuerzos azules generando auténtico pánico en una hinchada que ya tenía suficiente con los desmanes de Rojas, Bogotá y Valderrama. Para el alivio de la parcial y para la desdicha del “Pitirri” esta aspiración suya nunca llegó a concretarse y la carrera del “Mechas” siguió su curso en el Quindío y más adelante, en 1996, en el Tolima del “Tucho” Ortiz, junto a Cassiani, Carlos Castro y Alejandro Mullet.
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