Vio la luz de la vida el día de los inocentes de 1963, pero perfectamente pudo haber asesinado a Herodes si hubiera nacido en esos tiempos en los que el perseguidor de Jesús mataba niños por doquier para no perder su trono. Eso sí, seguro que Herodes en Belén de Judá tal vez jamás hubiera confundido la imagen de Jesús con la de Orlando y seguramente no habría tenido miedo en incluirlo dentro de sus huestes.
Es que, para ser sinceros, no tenía muchos atributos para jugador, sí para mercenario de Vietnam. Nunca nadie vio en un estadio la pierna tan arriba para defender y jamás se tuvo tan cerca el temor a la muerte por atropellamiento dentro de una cancha. Rojas jugó la mayor parte de su carrera en el Unión Magdalena y tuvo un inolvidable paso por Millonarios, en tiempos en los que el equipo azul contrataba jugadores costeños por doquier.
El zaguero samario, que en los corners metía codazos quirúrgicos en la cara de sus rivales, fue odiado en Bogotá porque era abonado a dejar a su equipo con 10 y por su triste realidad futbolística.
Incluso, cuando no pegaba, era expulsado por protestar: En un encuentro contra el América se qu
iso disfrazar de tribunero y el experimento le salió caro. Tras protestar una amarilla con la que se le había sancionado una falta digna de “Multa de mano” o caución, se levantó y extendió sus brazos, agitándolos fuertemente hacia las graderías, repletas de hinchas furibundos. El juez de ese entonces lo sacó de la cancha por provocar al público.
Gran consumidor de Ron Caña, encontró una habilidad: era un genio para volarse cuando su equipo estaba concentrado. Jorge Luis Pinto comentó que, una noche en Santa Marta lo dejó en su casa a las 8 de la noche. Al otro día llegó el hermano de Rojas llorando al entrenamiento bananero diciendo que su hermano, el gran Orlando, había fallecido en un accidente de tránsito. En efecto, Rojas estrelló su automóvil (quedó vuelto añicos), pero está claro que el verdugo jamás morirá con violencia.
Que lo diga Josef Mengele, el médico que hizo experimentos con judíos durante la segunda guerra, que falleció ahogado en una paradisíaca playa brasileña.
Así que Orlando, hace poco entrenador interino del Unión, desde acá un consejo: aléjate de la costa de El Rodadero.
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