¡Ay! la víspera de USA’94. ¡Ay! los desafueros y los excesos. ¡Ay! la malsana euforia. En su punto más alto, cuando quien se atreviera a decir que Edson Arantes «Refisal» Pelé quizás se había equivocado al señalarnos como los favoritos al título corría el riesgo de ser sofreído en sartén comunitario en la Plaza de Bolívar, Bavaria lanzó la campaña «Número 1 mi selección». Y fue entonces que a algún creativo se le ocurrió que era una buena idea darle a los jugadores de Maturana una bonificación por levantar el índice cada vez que celebraran un gol de los partidos que se disputaron contra rivales de la talla de la encopetada Selección Centroamérica.
Se manejaron muchas cifras. Se hablaba de a paquete por cada dedo parado. No sabemos. Habría que revisar las cuentas de cobro que, suponemos, al terminar cada partido junto con la fotocopia de su RUT y su cédula los jugadores radicaban en las oficinas de la cervecera. No faltó tampoco el aguafiestas que quiso restarle mérito al creativo de turno sosteniendo que esta idea era calcada de una campaña similar de la cerveza brasileña Brahma.
El caso es que tras el fiasco del Mundial la revolucionaria estrategia quedó reducida a un mal recuerdo. Y en vez de levantar el dedo, para olvidarlo, jugadores, hinchas y, cómo no, directivos prefirieron levantar el codo.
Puede que en los anales del fútbol colombiano el Once Caldas de este primer semestre de 2011 no tenga un espacio. Sus letales contragolpes, su maestría para invertir las reglas y la lógica y convertir, todavía no sabemos cómo, su propio estadio en un infierno para… ellos mismos no serán suficientes. En unos pocos meses ya nadie recordará el desborde de su médico por la banda derecha del Mineirao, vital en el triunfo heróico sobre el Cruzeiro.
En cambio, el Once sí ha logrado, una vez más escribir un capítulo, y con letras de molde, en la historia del diseño y la confección deportiva. Tras su errática relación con Adidas, para esta Copa el equipo de Manizales nos mostró una propuesta audaz, de vanguardia: la implementación, hasta la fecha sin precedentes según lo confirmó nuestra siempre acuciosa unidad investigativa, del popular papel contact en su uniforme.
El caso es que el descubrimiento de este recurso, abrió los grifos de la creatividad y del emprendimiento de sus directivos. Atrás quedaron los aburridos días del monopatrocinio, abajo la unisponsorización, gracias al Contact el Once se pudo dar el lujo no sólo de darle una manito a Publicar S.A y darle un nuevo aire a las páginas blancas -hasta ahora reservadas sólo para teléfonos residenciales- sino que introdujo una nueva línea: la de las páginas negras, que estrenó en su partido contra Santos.
Rollo de contact en una mesa de la sede del Once
Pero de esto hablaremos después. Esta vez el diseño que hemos decidido homenajear fue el que abrió la pasarela. Se trata de una arriesgada apuesta cromática resultado de la fusión entre la casa peruana Walon y la empresa de telecomunicaciones colombiana UNE que lucieron los muchachos de Osorio en su partido contra Universidad de San Martín. Sobre un fondo blanco se anuncia, con asterisco incluido y términos y condiciones del servicio, una súper promoción: banda ancha por sólo $29.900 mensuales. Y fue un éxito. Tanto que, aseguran, ante el suceso de la promoción hay quienes aseguran que en el segundo tiempo a algunos jugadores se les vio la cifra $19.900. Todo gracias a la magia del contact.
Después de las divas, la palabra le correspondió a los doctores de la moda. Se consultó a Yovanca de Ferrater, que sólo tuvo elogios para el vestir del Tino y por esa razón sus declaraciones no se incluyeron en el cable que llegó a la redacción. Las que si llegaron fueron las de Ricardo Pava. El diseñador fue implacable. Se manifestó en contra de la generalizada tendencia, en la que, desde luego, se inscribía el Tino, del mocasín sin media. Clamó a gritos una plancha a vapor para librarlo de las arrugas en trajes de paño que, además, no eran su talla. En el dictamen de Pava, el de Tuluá sólo aprobó, y raspando, la asignatura de porte de chaquetas y cachuchas. Emprendedor, al terminar su declaración recomendó, seguramente adjuntando su tarjeta, que al crack se le proveyera de un asesor de modas.
Parte del material que tuvo a su disposición Pava antes de dictar sentencia.
Tras la revelación del verdadero choripán del Campín, el Tino Asprilla desplazó a Danilo Santos como sex symbol de l@s colombian@s. El de Tuluá adquirió un bioritmo de rocsktar y a los batallones de reporteros deportivos que seguían sus pasos se sumaron los enviados por la prensa del corazón. Motivados por un beso furtivo que el popular Tino le propinó a la ex reina Lizeth Mahecha tras un partido de la eliminatoria a Francia’98 en Barranquilla, los siempre aplicados periodistas de Deporte Gráfico se pusieron en la tarea de consultar al elenco de las poluciones nocturnas de los adolescentes colombianos de la época con Amparo Grisales a la cabeza su opinión sobre el hecho. El resultado del trabajo de reportería en su momento pasó desapercibido, pero hoy promete sacudir a nuestra farándula incluso más que las picantes revelaciones de la «Negra» Candela en su espacio de la revista 15minutos.
Con Barranquilla, cuna del patriarca, tan cerca era muy difícil que la «colística» no llegara a Santa Marta. ¿Cómo no iba a haber un cole samario si ya había avichuchos similares en Tuluá y Pereira? Tal vez un poco tarde (la foto es de 2007, no hay registros previos), pero finalmente hubo quien se le midiera a darle a Santa Marta un cole. Más discreto, más sobrio, sin patrocinios ni exposición mediática, pero eso sí con un prominente abdomen que le impedía colgarse de las tribunas del Eduardo Santos por temor a que estas sufrieran daño estructural, el del Unión supo mantenerse fiel al ala más ortodoxa de la «colística».
A la redacción del Bestiario del balón sigue llegando material que promete sacudir el mundo de los amigos del fútbol en Colombia. Ahora es el facsímil de una entrevista a Carlos Antonio Vélez publicada en el extinto y efímero semanario «Domingos de fútbol» (hagan de cuenta un Satélite Futbolero pero con presupuesto). Sin duda la bomba está en la apostasía de la profesión que lo ha hecho famoso. También se declara admirador de Daniel Samper…Pizano y critica, con razón, que a los jugadores de la selección juvenil campeona en Pereira ese año, ¡la Federación le haya pedido que devolvieran las sudaderas!
No era ningún niño de brazos y lejos estaba de ser un cocacolo de Studebaker Coupé que levantaba mujeres con el ronroneo de su automóvil como Carlos Vives en la ochentera novela “Tuyo es mi corazón”. No. René siguió los cánones de jugar en el estadio Olaya Herrera con avanzada edad, como en su momento lo hiciera Sekularac primero y (un absurdo de aquellos) Dragan Miranovic después. De 37 años y con la camiseta del Bajo Cauca, el portero paisa visitó el mítico estadio del sur de Bogotá para jugar contra el entonces Chicó (no Boyacá Chicó).
En el 2003 la presencia del arquero llevó a que varios oficinistas usaran el viejo truco de dejar la chaqueta en el espaldar de la silla, un tinto a medio tomar, el protector de pantalla desactivado y un esfero sobre el teclado del computador para que sus demás colegas pensaran que simplemente se levantó 5 minutos para ir al baño. Pero no. Esa estratagema se realiza cuando el hombre de oficina quiere volarse temprano sin tener que rendirle cuentas al otro día al jefe. Todo ese plan, solamente para observar Chicó-Bajo Cauca a las 3 de la tarde en el mítico estadio del suroriente de Bogotá.
Higuita se animó a patear un tiro libre pero se devolvió en el bus de la delegación cabizbajo, con el discman sin pilas, porque su esfuerzo no fue suficiente para que su equipo sacara un buen resultado. Chicó ganó 1-0 con gol de Anuar Guerrero.
Imperdible el vainazo de Higuita, pidiéndole a la barra de oficinistas que no fueran líchigos y pagaran la boleta. (#marcabogota)
El Bestiario del balón ha parido un hijo. Fruto de un joint venture con nuestros aliados estratégicos de www.diarionocturno.com ha nacido hoy www.malhermano.com. Invita el Vágner del amor.