
Existió una época en la que los aficionados debían esperar pacientes al noticiero del domingo por la noche para ver los goles de su equipo. Cortos de tiempo por lo general -«disculpen, tenemos que irnos porque no se imaginan la multa de Inravisión si nos pasamos»- siete, ocho, máximo nueve de los 30 minutos con los que contaban eran dedicados a un rápido recorrido «por los estadios del país» (recorrido por lo general incompleto porque «sabrán disculparnos pero por fallas de Telecom no recibimos la microonda desde Santa Marta). Al día siguiente, en los noticieros del mediodía y de las siete algunos minutos se reservaban para revisar los mejores goles y las jugadas polémicas. Efímera fue la vida de programas para ver la jornada a fondo como Teledeportes o el mismo Notideportes a cargo de Juan Guillermo Ríos. Era una época en la que poder ver los goles cuantas veces se quisiera, a la hora que uno prefiriera , desde el angulo que uno escogiera y desde cualquier rincón de la geografía nacional era una utopía tan lejana y absurda como un presidente de la Fedefútbol sin bigote.
Ante este panorama estas detalladas ilustraciones muy comunes en la prensa deportiva de la época eran la única herramienta que tenían a mano los hinchas. Mucho antes del celular, el blackberry y la TV digital, esta era la única forma de revivir tarde tras tarde aquellos goles que, por sin ayudas tecnológicas, ya habían quedado grabados con hierro caliente en la memoria del fanático..







