El malogrado estadio azul (I)

Cuando apenas despuntaba el milenio dos de los equipos más tradicionales del país, Millonarios y Cali, sorprendieron con el anuncio de la construcción de sus propios estadios. La forma de hacer realidad esta utopía sería a través de la venta de palcos -a perpetuidad- a empresas y particulares. La venta de estos apartamentos con vista al campo de juego, además de utilidades para los encargados del proyecto, permitiría también la construcción de graderías para los mortales, parqueaderos, centros comerciales y hasta museos. «´Por fin vamos a tener estadios a la altura de los más modernos del mundo», se le escuchó decir a los más optimistas. «Le creo más al del monorriel de Springfield», ripostaron los más escépticos en alusión al hábil comerciante que embaucó a la ciudad de Los Simpsons.

Pasó el tiempo y mientras el estadio del Cali crecía entre cañaduzales, el de Millonarios era intensamente promocionado entre hinchas y empresas de la capital. Sin embargo, la habilidad con la que se exponian las bondades del proyecto era inversamente proporcional a la mostrada por jugadores en la cancha y por los directivos en los escritorios. A mediados de 2004 la crisis azul tocó uno de tantos fondos y a los azules no les quedó más tabla de salvación que la ley 550 o ley de quiebras. Con un equipo en esta difícil situación el estadio dejó de ser viable y quienes ya habían invertido en el proyecto debieron hacer fila para recuperar sus pesitos en la fiduciaria encargada de preservar el dinero mientras comenzaba la construcción.

Ocho años después y a punto de cerrarse la primera década del milenio, el estadio del Cali está más cerca de ser un museo arqueológico (por aquello del cementerio indígena encontrado bajo su gramado) que un escenario deportivo. Del de Millonarios quedan también ruinas, pero de una agresiva estrategia de marketing que hoy parece más la del monorriel. .

Francisco y Andrés Díaz

Con menos elegancia y clase que otras estrellas del fútbol bogotano, pero con talento de sobra, Ernesto Díaz todavía es recordado como uno de los más excelsos futbolistas capitalinos de la historia. En épocas en las que todavía estaba lejos el libre comercio de piernas, sus condiciones le permitieron cruzar el charco en 1974 para reforzar al Standard de Lieja belga. Además de jugar al fútbol, comer chocolate y papas fritas con mayonesa, en tierras del entonces rey Balduino Ernesto también tuvo tiempo para los deberes maritales. Resultado de esto fueron sus dos hijos varones Andrés Ernesto y Francisco Javier, ambos nacidos en territorio belga y ambos llamados a seguir la senda de talento trazada por su padre, uno de los más recordados portadores de la «7» santafereña.

Fue precisamente este recuerdo el que salió a flote entre los hinchas cuando en 1993 Germán «Basílico» González incluyó al menor de los Díaz en la convocatoria de la selección sub17 que disputaría el Suramericano del Eje Cafetero. Por su origen europeo, Francisco inmediatamente fue referenciado como «el belga». Junto a Ricardo Ciciliano, Wilberto Pana, Iber Velasco y Eduardo Calderón, el hijo menor de Ernesto logró, en su primer contacto con el fútbol de alta competencia, algo que a su padre se le escapó de las manos en la Copa América de 1975: un título suramericano. Esto le permitió a Francisco ser también el primero de la familia, suponemos, en visitar Japón, país sede del mundial de la categoría. En la tierra del sol naciente, Francisco no tuvo oportunidad de mostrar sus condiciones viéndose obligado a alternar entre el banco y las tribunas (algunas de ellas en grama o simplemente inexistentes).

Terminada su aventura con la selección y aprovechando los contactos y la buena imagen dejada por su padre, Francisco fue contratado, junto con su hermano mayor, por el San Nicolás de la segunda división belga. En esta nunca bien valorada liga, los Díaz permanecieron hasta el día de finales de 1999 en que el equipo en el que militaban, el Eendracht Aalst entró en una profunda crisis que terminaría con su liquidación tres años después. Algo desubicados, Francisco y Andrés asumieron que era hora de retomar la senda de su padre aterrizando en Santa Fe a comienzos del 2000. Gran revuelo se armó con su llegada y no menos importante fue la expectativa que generaron los hijos de Ernesto. A Francisco -el más conocido gracias a su paso por la sub17- se le asignó, no podía ser de otra forma, la «7» que había sido de su padre. Siete fueron también los partidos que alcanzó a jugar el menor, cifra que superó largamente a la de su hermano que sólo en una ocasión pudo sudar la roja. En lugar de hacer recordar a su progenitor, los Díaz revivieron entre la parcial el recuerdo de Alfonso Cañón Jr., razón por la que pronto fueron relegados a la suplencia y después a la tribuna.

Una vez terminó su malogrado paso por Santa Fe poco se volvió a saber de los Díaz. En un último intento por desandar los pasos de su padre, Francisco estuvo unos días a prueba en Millonarios en donde no logró un cupo en el plantel profesional. Dicen los rumores que ambos regresaron a Bélgica, cosa que parece ser cierta si hemos de creerle al aficionado que en el 2005 brotó en el foro de hinchas de Independiente Santa Fe con la siguiente inquietud:

Hellow,

I’m Stijn Vermaeren from Belgium.
Sorry for my English, but i don’t speak spanish.

I am supporter of a 3th division team in Belgium, Eendracht Aalst.
Nowadays, Xavier Diaz is testing in our team.

He played with us around 10 years ago (when our team was very good and used to play in the first division). Our board also mentioned he recently played in your team (independiente santa fe), and that is why i am mailing you.

Did Xavier Diaz really play with you?
in first team or reserves?
from when untill when?
And was he good?
Why did he leave you’re team?

many thanx for any information given

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Pille el detalle

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Crónicas del Bestiario: Bogotá Vs. Santa Fe

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El Bestiario del balón no puede de ninguna manera ser inferior a su responsabilidad histórica como bitácora por excelencia de lo más bizarro de nuestro fútbol. Con esta consigna en mente un grupo élite de nuestra redacción se hizo presente en el más bogotano de los clásicos, hecho realidad gracias a la Copa Colombia: Bogotá vs. Santa Fe en el verdadero templo del fútbol bogotano, el estadio Alfonso López de la Universidad Nacional. Ataviados con sombrero de fieltro, chaleco, corbatín y vestido de paño de Gino Pascalli, al mejor estilo cachaco, franqueamos los pastizales de la «Ciudad Blanca» y ocupamos nuestro lugar en la grada para disfrutar este partido bestiarista por donde se le mire. Disfruten la crónica gráfica haciendo click en cualquiera de las imágenes.
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"No puedo, me están llamando"

El Bestiario del balón continúa en la onda interactiva. Después del rotundo éxito de «¿Me repite, mono?», el Bestiario le pregunta a sus lectores ¿qué estaría pensando Gabriel Omar mientras recibe el afecto de la popular «Maria Moñitos»?.

Especial interactivo: Fútbol en la cama

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«Los lectores de hoy exigen propuestas audaces, muchachos. Esas fotos de arqueros estirándose y de goleadores celebrando ya no venden, jóvenes. Tienen que se creativos, encontrar nuevos ángulos, nuevos espacios, mostrar otras caras de los ídolos». El profesor de comunicación social que a comienzos de los noventa aconsejó de esta forma a sus pupilos, quizás no midió el alcance de sus palabras. Meses después, las páginas de diarios y revistas especializadas se vieron invadidas de fotos con futbolistas en escenas atractivas sólo para sus madres, sus compañeras y, años después, para los lectores de este espacio. .

Adivine el personaje

En días de ocio, recogimiento y reflexión, el Bestiario del balón se hace presente con su popular sección «adivine el personaje». Nuestro invitado de hoy fue hombre de un sólo club y un sólo mundial. Rápido y corredor zaguero, sus tiempos libres los dedicaba a una papayera familiar. Adivine su nombre y gane unas onces con Miguel Ángel Bermúdez..

Les voy a quitar uno o dos minuticos de su apreciado tiempo…

Vélez Sarsfield, el club que en 1994 era campeón de Libertadores y ganador de la Intercontinental de Clubes ante el Milan, era un conjunto modesto, de hombres trabajadores y honestos. Omar Andrés Asad aprovechó la visita de su club a Bogotá en el marco de la Copa Tecate (donde también estuvieron la Selección de Polonia, Millonarios y el Pachuca de México) y conminó a sus colegas de equipo para que a falta del dinero que podrían ganarse en clubes como River o Boca, pues no sería malo hacerse unos centavitos vendiendo maní agarrapiñado, waffers Italo, o gomas Trululú.

Por eso y aprovechando que José Luis Chilavert no fue a esa gira, cediéndole el puesto al portero Sandro Guzmán, el plantel se dividió en varios grupos y el dinero recolectado se utilizaría para mejorar sus condiciones laborales. La cosa fue sencilla y todos estuvieron de acuerdo: Omar Asad y Carlos Bianchi, entrenador del conjunto velezano, se encargarían de vender maní dulce. El «Virrey» daría la muestra gratis del maní y Asad echaría la carreta y recogería el dinero. Y los demás propusieron sus propias actividades: José Basualdo se disfrazó de mimo para molestar incautos en el Parque Santander, Flavio Zandoná se llevó tres recipientes plásticos y una pelota roja para jugar «dónde está la bolita» en la Jiménez con 7a y Sandro Guzmán, con Raúl Cardozo, armaron un dueto de tangos que iba a buscar alguna «contrata» en la Caracas con 53.

Pero volvemos con Asad y Bianchi: El turco se subió, como corresponde, por la puerta de atrás con Bianchi. El veterano DT le dio su bolsita de maní al conductor y le chocó la mano para que los dejaran vender, a pesar de que se acababa de bajar un hare krishna.

Asad comenzó su discurso así, mientras que Bianchi despertaba bogotanos cansados en el ejecutivo e-43 destino Germania poniéndoles el maní en el canto. Un testigo del hecho anotó el discurso de Asad para vender el preciado maní.

«Ché, queridos pibitos, discúlpenme si andan ratoneándose a la mujer de su amigo, o tomándose un matecito. Giles, les voy a zarpar uno o dos minuticos de su apreciado tiempo para mostrarles ¡un maní báaaaaarbaro, el mejor de todos!. Acepten la pruebita que les está pasando el profe en cada uno de sus puestos y cómanla sin ningun compromiso. El precio o valor es uno en 500, tres en 1000. Para aquelllllllllllllllllllos que adquieran flor de producto que les estamos dando, no arrojen los papelitos en el bus porque el aseo es salud».

Así les fue a ellos y recolectaron 13 700 pesos entre todos. Por el cansancio que les produjo ese trabajo no pudieron afrontar bien su duelo contra Millonarios y perdieron 3-0. .

¿Nos bañamos?


Arnoldo, bajo el chorro

Quienes se quejan de los periodistas que, timoratos, nos muestran la sala de estar, la habitación y en contadas ocasiones la cocina de los futbolistas sensación del momento, es porque no han revisado las páginas de la Revista Deporte Gráfico promediando la década de 1990. Por alguna motivo en el que preferimos no profundizar, esta publicación decidió que era una buena idea mostrar las facetas más íntimas de nuestros futbolistas. Una vez conocida la negativa tajante de las novias y esposas de compartir con el fotógrafo sus respectivos nidos de amor, el consejo de redacción tomó entonces la decisión de convencer a los futbolistas de compartir un duchazo con el reportero gráfico a quien, resignado, no le quedó más remedio que aceptar y recurrir a todo su ingenio para explicarle a su esposa por qué llegaba a casa con el pelo mojado y un inocultable olor a jabón Camay.


El popular Ferry, sonrie mientras se asea.