Es como la Telepolémica pero sin balones Molten y tintura para el cabello.
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El Bestiario del balón no puede de ninguna manera ser inferior a su responsabilidad histórica como bitácora por excelencia de lo más bizarro de nuestro fútbol. Con esta consigna en mente un grupo élite de nuestra redacción se hizo presente en el más bogotano de los clásicos, hecho realidad gracias a la Copa Colombia: Bogotá vs. Santa Fe en el verdadero templo del fútbol bogotano, el estadio Alfonso López de la Universidad Nacional. Ataviados con sombrero de fieltro, chaleco, corbatín y vestido de paño de Gino Pascalli, al mejor estilo cachaco, franqueamos los pastizales de la «Ciudad Blanca» y ocupamos nuestro lugar en la grada para disfrutar este partido bestiarista por donde se le mire. Disfruten la crónica gráfica haciendo click en cualquiera de las imágenes.
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El Bestiario del balón continúa en la onda interactiva. Después del rotundo éxito de «¿Me repite, mono?», el Bestiario le pregunta a sus lectores ¿qué estaría pensando Gabriel Omar mientras recibe el afecto de la popular «Maria Moñitos»?.
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«Los lectores de hoy exigen propuestas audaces, muchachos. Esas fotos de arqueros estirándose y de goleadores celebrando ya no venden, jóvenes. Tienen que se creativos, encontrar nuevos ángulos, nuevos espacios, mostrar otras caras de los ídolos». El profesor de comunicación social que a comienzos de los noventa aconsejó de esta forma a sus pupilos, quizás no midió el alcance de sus palabras. Meses después, las páginas de diarios y revistas especializadas se vieron invadidas de fotos con futbolistas en escenas atractivas sólo para sus madres, sus compañeras y, años después, para los lectores de este espacio. .
En días de ocio, recogimiento y reflexión, el Bestiario del balón se hace presente con su popular sección «adivine el personaje». Nuestro invitado de hoy fue hombre de un sólo club y un sólo mundial. Rápido y corredor zaguero, sus tiempos libres los dedicaba a una papayera familiar. Adivine su nombre y gane unas onces con Miguel Ángel Bermúdez..
Vélez Sarsfield, el club que en 1994 era campeón de Libertadores y ganador de la Intercontinental de Clubes ante el Milan, era un conjunto modesto, de hombres trabajadores y honestos. Omar Andrés Asad aprovechó la visita de su club a Bogotá en el marco de la Copa Tecate (donde también estuvieron la Selección de Polonia, Millonarios y el Pachuca de México) y conminó a sus colegas de equipo para que a falta del dinero que podrían ganarse en clubes como River o Boca, pues no sería malo hacerse unos centavitos vendiendo maní agarrapiñado, waffers Italo, o gomas Trululú.
Por eso y aprovechando que José Luis Chilavert no fue a esa gira, cediéndole el puesto al portero Sandro Guzmán, el plantel se dividió en varios grupos y el dinero recolectado se utilizaría para mejorar sus condiciones laborales. La cosa fue sencilla y todos estuvieron de acuerdo: Omar Asad y Carlos Bianchi, entrenador del conjunto velezano, se encargarían de vender maní dulce. El «Virrey» daría la muestra gratis del maní y Asad echaría la carreta y recogería el dinero. Y los demás propusieron sus propias actividades: José Basualdo se disfrazó de mimo para molestar incautos en el Parque Santander, Flavio Zandoná se llevó tres recipientes plásticos y una pelota roja para jugar «dónde está la bolita» en la Jiménez con 7a y Sandro Guzmán, con Raúl Cardozo, armaron un dueto de tangos que iba a buscar alguna «contrata» en la Caracas con 53.
Pero volvemos con Asad y Bianchi: El turco se subió, como corresponde, por la puerta de atrás con Bianchi. El veterano DT le dio su bolsita de maní al conductor y le chocó la mano para que los dejaran vender, a pesar de que se acababa de bajar un hare krishna.
Asad comenzó su discurso así, mientras que Bianchi despertaba bogotanos cansados en el ejecutivo e-43 destino Germania poniéndoles el maní en el canto. Un testigo del hecho anotó el discurso de Asad para vender el preciado maní.
«Ché, queridos pibitos, discúlpenme si andan ratoneándose a la mujer de su amigo, o tomándose un matecito. Giles, les voy a zarpar uno o dos minuticos de su apreciado tiempo para mostrarles ¡un maní báaaaaarbaro, el mejor de todos!. Acepten la pruebita que les está pasando el profe en cada uno de sus puestos y cómanla sin ningun compromiso. El precio o valor es uno en 500, tres en 1000. Para aquelllllllllllllllllllos que adquieran flor de producto que les estamos dando, no arrojen los papelitos en el bus porque el aseo es salud».
Así les fue a ellos y recolectaron 13 700 pesos entre todos. Por el cansancio que les produjo ese trabajo no pudieron afrontar bien su duelo contra Millonarios y perdieron 3-0. .
Arnoldo, bajo el chorro
Quienes se quejan de los periodistas que, timoratos, nos muestran la sala de estar, la habitación y en contadas ocasiones la cocina de los futbolistas sensación del momento, es porque no han revisado las páginas de la Revista Deporte Gráfico promediando la década de 1990. Por alguna motivo en el que preferimos no profundizar, esta publicación decidió que era una buena idea mostrar las facetas más íntimas de nuestros futbolistas. Una vez conocida la negativa tajante de las novias y esposas de compartir con el fotógrafo sus respectivos nidos de amor, el consejo de redacción tomó entonces la decisión de convencer a los futbolistas de compartir un duchazo con el reportero gráfico a quien, resignado, no le quedó más remedio que aceptar y recurrir a todo su ingenio para explicarle a su esposa por qué llegaba a casa con el pelo mojado y un inocultable olor a jabón Camay.
El popular Ferry, sonrie mientras se asea.
En exclusiva mundial, el Bestiario del balón presenta esta imagen captada por uno de nuestros fotógrafos hace pocos minutos en el aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, República Argentina. En ella vemos a Julio Avelino Comesaña en reposo mientras espera la llamada para abordar el primer vuelo a Bogotá para después conectar con Barranquilla..
Arriba (de izquierda a derecha): Moisés Pachón, Héctor Jaime Múnera, Astolfo Romero, Hebert Armando Ríos, José Luis Carpene, Gabriel Martínez. Abajo: Hugo Ernesto Gottardi, Sergio Angulo, Hernando «Pimienta» Cuero, Raúl Humberto Grimoldi, Julio César Gaona.
El matrimonio entre el alcohol y el fútbol ha parido toda suerte de criaturas. Desde aquellas de carne y hueso fruto, por lo general indeseado, de una noche de tragos y euforia por un gol en el último minuto, hasta esas obtusas coreografías en las celebraciones de los goles de la selección para ambientar la campaña publicitaria del producto estrella del patrocinador (partidos de preparación previos a USA’94, para más señas). Al respecto hay que decir que, pese a la amplia gama de licores disponibles en el mercado, en nuestro medio han prevalecido los mismos elixires que también hacen parte de la canasta familiar de los hogares colombianos: ron, cerveza y aguardiente. Por eso llama la atención la presencia de un fino champán, Madame Colette, en la camiseta del Independiente Santa Fe por allá en 1985. Dicen, no nos consta, que la oferta de la gente de Colette superó a última hora la del también espumoso Sprint 18..