Para poder llegar al mundial de Italia’90, a la selección Colombia le correspondió, después de ganar su grupo suramericano, enfrentarse en exótico repechaje contra la siempre complicada Israel en partidos de ida y vuelta. Después de ganar por la mínima diferencia en Barranquilla (gol de Usurriaga) Colombia armó maletas y partió rumbo al medio oriente. El periplo incluyó, como es de rigor, un espacio para la introspección en el muro de las lamentaciones que le dio a la selección la suficiente inspiración para conseguir el empate a ceros y con él la clasificación al mundial de Italia, celebrada con delirantes dosis de fervor patriótico por el puñado de colombianos presente en el estadio de Tel Aviv. Todo esto quedó registrado en el especial «Historia de una hazaña» a cargo de los siempre estelares Cesar Augusto Londoño y José Rene Higuita.
Del mismo nivel del de quién mató a Mamatoco es por estos días el misterio sobre los verdaderos dueños de Santa Fe. El Bestiario del balón, siempre comprometido con la verdad, se une a los esfuerzos por dilucidar este enigma preguntandole a sus lectores, ¿quién es el verdadero dueño de Santa Fe?
Gracias a una expedita negociación con nuestros colegas de Enunabaldosa, el Bestiario del balón adquirió para Colombia la franquicia de la estelar sección de nuestros pares argentinos: Fútbol con bigote, cruzada Sergio Vásquez. Detrás de esta adquisición está el interés de este espacio por promover la recuperación de este tradicional símbolo de virilidad en un fútbol que hoy se rinde a los pies de los ídolos metrosexuales.
Teniendo clara nuestra misión, después de intensas deliberaciones la redacción de este espacio ha elegido como símbolo de la campaña criolla a todo un referente del balompié con mostacho: Álvaro «El polaco» Escobar, defensa central de dilatada trayectoria y notable producción goleadora: 48 tantos en una carrera que incluyó escalas en el DIM (inolvidable pareja del “Boricua” Zárate), el Tolima, el Caldas y el Deportivo Cali. Años después reapareció en el panorama como asistente de Pedro Samiento en el DIM y en Santa Fe, con el bigote convertido en un bien podado candado.
El Bestiario del balón, siempre comprometido con la innovación, trae a sus lectores un nuevo espacio de participación y creación colectiva. Escribe en la sección de comentarios lo que crees que le dijo el «Pibe» a Oscar Julián «Artridene» Ruiz anoche en el Metropolitano. .
«Gracias, Enrique Esterilla por favor», «No, el señor Esterilla mandó decir que hoy no atendía a nadie, amaneció como de malas pulgas, mejor llámelo mañana». Quite el Esterilla y reemplácelo por Aponte, Falcioni o Ampudia, da igual. Cualquiera de los once que estaban esa tarde de brujas en el gramado del Estadio Nacional de Santiago, muy seguramente amanecieron hoy con estigmas emocionales, extraños delirios y un profundo desasosiego. Y con razón. Perder en la última centésima del último segundo del último minuto de un bizarro partido de desempate –de aplicarse los criterios actuales de desempate, América habría dado la vuelta olímpica en Montevideo- después de dos intentos fallidos era, o para fletar un microbús, meter todo el plantel y pedirle al conductor que los llevara al fondo de las frías aguas del Pacífico o, aprovechando la coyuntura, pedirle al utilero que se agenciara de afán 18 disfraces de cariñosito y salir del estadio como un grupo de infantes más disfrutando de su día.
Pero nada de esto pasó. Si vinieron, como era de esperarse, los golpes de pecho, las recriminaciones: “que por qué sacaron a Gareca para meter a Esterilla”, “que por qué no se colgaron los once del palo si en el entretiempo hicieron la prueba y no se vino abajo”, fueron las más escuchadas esa tarde. Veinte años después, cada noche de brujas se escuchan dientes que rechinan en un camerino del estadio santiaguino.
Ficha:
Octubre 31-1987
Estadio Nacional, Santiago de Chile
Árbitro: Hernán Silva
Peñarol 1
Eduardo Pereira, José Herrera (expulsado), Marcelo Rotti, Obdulio Trasante, Alfonso Domínguez, José Perdomo (Jorge Gonçalves), Eduardo Da Silva, Daniel Vidal (Jorge Villar), Ricardo Viera, Diego Aguirre (Gol 30 t.s.)
América 0
Julio César Falcioni, Hugo Valencia, Víctor Espinosa, Álvaro Aponte, Jairo Ampudia (expulsado), Sergio Santín, Roberto Cabañas (expulsado), Víctor Luna (englobado), Juan Manuel Battaglia, Ricardo Gareca (Enrique Simón Esterilla), Willington Ortiz
P.D: Después de un arduo trabajo de efectos especiales, la unidad de nuevos medios del Bestiario logró darle un inconfundible aire de filme de terror al video tratando de recrear de la mejor manera el formato en el que se conserva en la memoria de la parcial americana. .
Dentro del imaginario popular colombiano rebosante de mitos, leyendas y demás supersticiones plagadas de espantos, fantasmas, apariciones espectrales y uno que otro mohan conscupiscente, vale la pena mencionar a un hijo ilustre de lo mas agreste de la colonización antioqueña amancebada con el thriller de terror holliwodense: Freddy Indurley Grisales Kruger. (De los Kruger de Cocorná).
Llevando una doble vida -enmarcada entre una prometedora carrera como icono del genero del terror cinematográfico y verdadera pesadilla de las defensas y los arqueros rivales en una cancha de fútbol- alimentó una presencia demoníaca habitante permanente de las mas grotescas pesadillas de quienes lo vieron en su faceta futbolística en la que paralizó a más de uno con su gambeta endiablada y estuvo cerca de degollar con su remate infernal de media distancia a otros tantos. Igual que en su rol cinematográfico,aseguran quienes lo vieron en aeropuertos y concentraciones que lo suyo siempre fueron los «jerseys» de vivos colores.
Sin embargo, es bueno decir que a diferencia de su clásico accionar violento en las películas que supo protagonizar en el competitivo mundo del cine de terror, donde las trepanaciones, amputaciones y cuchilladas eran la regla, en los gramados mostró una nueva faceta como habilidoso dominador de balón con mucho criterio para el juego colectivo y los disparos de media distancia.
Despojado de su guante cortopunzante pero siempre con su expresión de pocos amigos supo siempre abrirse camino en medio de las mas perversas y demoníacas defensas contrarias gracias a lo cual vistió las camisetas de equipos como Atlético Nacional, Independiente Medellín, y la selección Colombia. Allende las fronteras militó en un club que le venía como anillo al dedo: San Lorenzo de Almagro, el «Cuervo» argentino, donde también supo demostrar sus condiciones.
Fue allí en el lejano sur del continente donde dio con otros de los más crudos exponentes de la galería de espantos criolla. El filosofo de Yondo (avezado torturador que se ufanaba de aterrorizar a sus victimas con la mas macabra perorata filosófica como: «perder es ganar un poco» o «igual mañana cantaran los pajaritos………» ) y otro mito de poca monta como la «Llorona» del millón de dólares y junto con ellos se embarcó en otro proyecto de físico miedo: el Colón de Santa Fe donde igual que siempre metió miedo pero nada mas.
Este hijo ilustre del terror aun espanta en las canchas del sur del continente y fiel a sus principios viste de rojo y negro otra vez, pero en esta ocasión las franjas son «verticales» porque según él, solo las rayas horizontales lo hacen ver menos agraciado de lo que en realidad es. Se dice que hace poco fue visto visitando las locaciones para su próxima aparición en la pantalla grande, ya que esa dualidad de estar entre el fútbol y el cine no lo deja dormir y piensa dedicarse de lleno a su primer amor: el «thriller de terror».
Su próxima película tiene el tentativo nombre de «A nightmare on 57th street’’ con la presunta dirección del debutante J.L Paint, aunque se rumorea que también tiene planeado dirigir un documental sobre la Pata Sola y su eterno deambular por el inframundo agobiada y atormentada por una patada alevosa que en vida le propinara el «Boricua» Zarate.
Delantero vallecaucano de largas piernas que desembarcara en Millonarios a mediados de 1995 proveniente de Alianza Llanos en compañía de Freddy Bogotá. Recien desembarcados, tuvo más suerte Bogotá quien fue titular -muy discutido- durante buena parte del segundo semestre del año, cuando Karol Wojtila todavía estaba al mando de los azules. Valoyes, por su parte, ocasionalmente era tenido en cuenta como alternativa para los tiempos de resposición. Con el pasar de los días se invirtieron los papeles y a medida que el caleño sorprendía por su tranco largo y su habilidad con el balón, los yerros de su compañero de atardeceres llaneros se iban haciendo cada vez más frecuentes.
Así, para los cuadrangulares de 1996 Valoyes ya había marcado más de un gol y era relevo habitual de Alex Daza y Marcio Cruz. Bogotá, por su parte, participó de los festejos del subcampeonato de ese año en ropa de calle. Sin llegar nunca a consolidarse definitivamente como titular, Héctor tendría su mejor momento en el segundo semestre de 1997. Un gol en Tuluá que le dio los tres puntos y el liderato al Millonarios de Diego Umaña, sumado a uno, memorable, de chilena en una tarde gris de lunes festivo en Ibagué, le permitieron probar la titularidad y hacerle creer a la afición de que por fin había llegado la hora de su despegue definitivo. Pero no fue así, una vida, según fuentes que se negaron a revelar su nombre, díscola sumada al terrible bache futbolístico que padeció Millonarios al comenzar 1998 de la mano de «Pacho» desubicaron al hábil delantero quien no se volvió a asomar por las concentraciones.
Después de un paso, aún sin confirmar, por el Atlético Huila, Valoyes -armado de un hábil empresario- tomó la senda del futbolista colombiano que sin mucho ruido incursiona en el exterior. Aguila de El salvador, Wanka y Unión Minas de Perú y la liga de Qatar fueron sus escalas. .
Como el mundo está al revés (que Luis Zapata hiciera gol en Sao Paulo es una prueba de ello) queremos brindarle a nuestros fieles usuarios la imagen de Flor Zuluaga M., quien a sus 17 años quiere estudiar astronomía. De pronto ella, con su figura, puede darle normalidad al curso planetario.
De la línea de producción de la reconocida ensambladora Sofasa -su anterior empleador- al Parque Estadio brincó a comienzos de 1996 este delantero paisa, orgullo del barrio Trianon. Este salto fue posible gracias a su brillante desempeño en el tradicional torneo vacacional de Envigado a finales de 1995 cuando fue gran figura defendiendo los colores de su barrio. Poco importaron sus veinticuatro años cuando al terminar el torneo, el Envigado F.C. lo invitó a probarse con el plantel profesional. Sin problemas superó las pruebas y no tardó en engrosar la nómina naranja para el torneo 1998. Dos brillantes temporadas con una producción goleadora que se acercó a las dos decenas, convencieron al Nacional para contratarlo como refuerzo a comienzos del 2000. Pese a un rendimiento a todas luces aceptable, con capítulos memorables como el número diez que lució en su espalada durante la Copa Merconorte del 2000 y los cinco goles que alcanzó a convertir en los clásicos antioqueños, el popular «Sofasa» no logró convencer a los directivos verdes para que lo llamaran a firmar contrato a comienzos de 2004.
Terminado su ciclo en Nacional, Agudelo fue a templar a Manizales, a donde llegó en silencio y sin saber que una conjunción de Júpiter con Plutón, cuando todavía era planeta, lo tenía en el lugar indicado en el momento correcto, como refuerzo del futuro campeón de América. Título en el que Agudelo contribuyó con un gol de gran factura en el último minuto contra Barcelona de Guayaquil y un postrero gol al Sao Paulo que todavía hoy se celebra en Manizales. Pero la suerte que, insistimos, es celosa y es mujer, se encaprichó con él y pocos días después de los festejos por la hazaña, todavía con confetis enredados en su cabellera, recibió la triste noticia del positivo por cocaína en un control antidoping suyo posterior a uno de los partidos de la Copa. Inmediatamente conoció la noticia, Agudelo argumentó que sí, que no sólo había consumido sino que incluso había sido víctima de una sobredosis, pero de mate de coca, jamás del sicoactivo. Sin ni siquiera escucharlo, la directiva caldense reaccionó cancelándole el contrato y convirtiendo al héroe en villano de un solo plumazo.
Superado el oprobio, Agudelo hizo lo que tenía que hacer: fichar con el más tradicional de los rivales del Once, el Pereira. A orillas del Otún no pudo brillar de la misma forma que lo hiciera a orillas del Ruiz y pronto partiría atraído por otro volcán, el Galeras esta vez. En Pasto tampoco encontró su forma y seis meses después regresaría a casa, al Envigado, de donde partiría a comienzos de este año para engrosar las filas del Patriotas de Boyacá. Desavenencias con la directiva del equipo boyacense lo convencieron de colgar los guayos terminando el torneo apertura ya con 35 abriles a cuestas. Hoy es una joven promesa del negocio del transporte público en Medellín; oficio que lo ocupa mientras espera, ansioso, el desenlace de la demanda que le interpuso al Once de Manizales por no haberlo ayudado a digerir esos tragos amargos de mate de coca.
Evento: agasajo de Bavaria a Independiente Santa Fe con motivo del primer lugar obtenido por los rojos en la Copa Mustang I de 1992. Quién es quién: (de izquierda a derecha) Miguel «El elegante» Mosquera Torres, Adolfo «El tren» Valencia, Sergio Vargas y Hernán Peláez.