DIM-Coldeportes Antioquia-1990

Mucho se ha hablando de los recientes papelones del DIM en materia de ropa deportiva. Diseños «Corner» de inconfundible aire barrial, sumados al «Joma» de dudosa procedencia que lució en su reciente derrota ante el América, han provocado llanto y crujir de dientes en una fanaticada que ya bastante conoce de angustias y pesares. A manera de consuelo y como prueba de que han habido tiempos peores, el Bestiario desempolva de su archivo esta imagen de 1990 en la que, además del extraño tono azul hospital de las medias, el Medellín sorprende con un patrocinio institucional a ultranza a cargo del capítulo Antioquia de Coldeportes Nacional.

No tenemos evidencia, pero motivos hay para creer que el nombre de algún candidato a la Asamblea de Antioquia o al Concejo de Medellín adornaba la espalda del uniforme.

Formación: arriba (de izquierda a derecha): Víctor “El Chino” González Scott, Radamel García, Hernán Torres, José Luis García, José Luis Pino y Henry “Ferry” Zambrano. Abajo: Óscar Roberto “Petizo” Zárate, Alejandro “Saltarín” García, Carlos “Pipe” Uribe, Javier Arango y Óscar Alexander Pareja.

Con la colaboración de fusilero.
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El choripán del Campín

De hacerse un top10 de los destapes más sonados en la historia del país, delante del desnudo precursor de Dora Franco a comienzos de los ochenta, de las celebérrimas escenas de cama de Amparo Grisales y Margarita Rosa de Francisco en “Los pecados de Inés de Hinojosa” y de la exhibición que de sus glúteos hiciera Antanas Mockus en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, tendríamos a esta espontánea e impúdica exhibición que de su herramienta de trabajo hiciera el gran Faustino Asprilla durante el partido amistoso que disputaron en Bogotá las selecciones de Colombia y Chile el 6 de junio de 1993.

Fiel a su misión de revivir los instantes que han forjado la nación contemporánea, el Bestiario del balón desempolva de sus archivos esta instantánea -que primero vio la luz en las páginas de la desaparecida, y añorada, revista Deporte Gráfico- para el deleite de sus lectores. .

Dementes, de mentas…


Esta mañana la separata de Bogotá incluída en el Diario Deportivo nos sorprendió gratamente con un titular imperdible. El mundo creía equivocadamente que tener libertad de pensamiento político o sexual era pertenecer a una corriente «Open Mind». Pero parece que justamente la frescura eucalíptica de las nuevas ideas han transformado el viejo concepto al nuevo «Open Mint».

El Bestiario del balón en pleno se adhiere a esta novedosa figura. Somos de ahora en adelante «Open mint».
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El Pacho de siempre, el Pacho de todos (II)

Finalizadas sus vacaciones a orillas del Río de la Plata , ¿Cuál será el próximo destino de Pacho Maturana?

Option Votes %
Hacerle el cajón a Pélaez en el DIM 96 15.9
Hacerle el cajón a Pinto en la selección 126 20.9
La administración del hipódromo Los Comuneros 20 3.3
Los Guaros de Venezuela 62 10.3
La isla de los famosos 85 14.1
El Festival Internacional de Poesía de Medellín 39 6.5
No tener destino es ganar un poco 174 28.9
Total votes: 602

Option Votes %

Hacerle el cajón a Pélaez en el DIM 96 15.9

Hacerle el cajón a Pinto en la selección 126 20.9

La administración del hipódromo Los Comuneros 20 3.3

Los Guaros de Venezuela 62 10.3

La isla de los famosos 85 14.1

El Festival Internacional de Poesía de Medellín 39 6.5

No tener destino es ganar un poco 174 28.9

Total votes: 602

Alfredo Nicolás Cotera

No fue Sebastián Prediguer el primer foráneo que paso por Millonarios sin estrenar la indumentaria oficial de competencia. Promediando el año 2000 desembarcó en Bogotá Alfredo Nicolás Cotera, defensa central argentino que llegó huyendo de la crisis que por esos días carcomía a Huracán, equipo en el que había debutado en 1997.Cotera llegó a Bogotá como solución para los graves problemas de seguridad de una defensa liderada por Álvaro Aponte y Javier Martínez, pero una lesión lo obligó a vivir su estancia bogotana en el departamento médico del cuadro azul. Una vez recuperado no logró siquiera emular a Gustavo Falaschi, otro defensa central gaucho que en 1997 llegó para disputar apenas dos partidos con el plantel profesional. No. Por no encontrarse en forma y seguramente por no haber derrochado talento en las prácticas, una bolsa todavía sellada con la camiseta Saeta-LG de ese año se fue dentro de una de sus valijas el día de finales del 2000 en que salió de Bogotá rumbo al Monza de Italia. Militó después en la Universidad de Concepción de la liga chilena, de donde emigró al siempre prometedor balompié húngaro.

Con información de enunabaldosa..

Quindío-Canada Dry 1988: el "levantamuertos"

Los hinchas del equipo milagro recuerdan con gran cariño la formación de 1988, una de las que pudo entrar a los cuadrangulares tras varias temporadas muy flojas. Con recién estrenado estadio Centenario estos futbolistas, de muy buena producción con los cafeteros, pudieron salir del encuadre bestiarista que poseían algunos de ellos antes de jugar en el Deportes Quindío. Este es el desglose, de izquierda a derecha (nótese los balones Mikasa):

Arriba

Carlos Prono:suplente de Luis Islas en el seleccionado argentino juvenil subcampeón del mundo en México 83, y descartado en Chacarita Juniors. Mina Camacho le ganó el puesto en el Caldas 86.
Norberto Cadavid: venía de ser duramente criticado por haber participado con poco éxito en el Tolima de Jorge Barón y además, en el Pereira, se hizo infaustamente famoso por casi matar a patadas a Javier Chimá en una gresca contra el Junior.
Adolfo Téllez: siempre fue bastante flojo. Jugador salido del Quindío.
Darío Campagna: salió de Rosario Central luego de haber descendido con los «Canallas». La tribuna centralista no lo quería por su poco sacrificio. Le decían «El muerto».
Augusto Vargas Cortés: el menos bestiarista, más allá de su parecido con un miembro de los Lebron Brothers.. Gran lateral izquierdo.
Rosemberg Bernal: otro producto flojo del Tolima Tapa Roja de 1986. Volante de marca muy maleta.

Abajo

Maximiliano Cincunegui: pintaba para ser goleador tremendo en Vélez, pero terminó haciendo goles en la segunda división del fútbol argentino con el Deportivo Armenio.
Luis Erramuspe: jugador de segunda en Argentina, no se pudo establecer mucho cuando jugó para el Bucaramanga en el 86.
Norberto Peluffo: el «mono» gran jugador en Nacional y Millonarios ya venía de vuelta, sin mucho ritmo.
Jorge Ricardo Forero: ¿alguien tiene datos sobre este muchacho?
Carlos Peláez: muy buen lateral derecho, pero cuando se esperaba que Francisco Maturana lo llevaría a Nacional en el 88, el pobre se quedó en el Quindío.
Hasta 1997 no se volvió a ver en el Centenario un Quindío tan vistoso. Y las figuras de este equipo fueron Prono, Campagna, Erramuspe, Peluffo y hasta Cincunegui hizo sus golcitos.

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Estadio Eduardo Santos


Imágen nocturna del coloso samario tomada con nuestro ya famoso «Kokorikóptero»

Colaboración: Abra

Hogar del célebre “morrito”, de muy ingrata recordación para algunos arqueros, no podríamos hablar del estadio Eduardo Santos de Santa Marta sin hacer referencia a él; sería como hablar de Starsky y no de Hutch; de Laurel pero no de Hardy; del Dr Jekyll y no de Mr Hyde, de Batman pero no de Robin, en fin, son mutuamente dependientes.

De las escasas ocasiones en que ha sido testigo de alguna final de campeonato, nos debemos remontar al año 1968, año en el que el Unión se coronó por primera y única vez hasta ahora, como campeón de nuestro competitivo torneo profesional.

En el primer juego de la final, Unión Magdalena derrotó al Deportivo Cali por 1-0 con gol de Palacios en Cali. El partido de revancha se jugó con el estadio ’Eduardo Santos’ completamente abarrotado. El verde mostró su gran poderío y se fue en ventaja por 2-0 (Iroldo y Ramírez Gallego). Pero en la segunda parte el cuadro ’samario’ consiguió el 2-1 en el minuto 10 (Raúl Peñaranda) y cuando sólo faltaban cuatro minutos para finalizar el partido, llegó el gol de Ramón Rodríguez para el 2-2 final.


Este fue el equipo «bananero» campeón en 1968

Ahora soplan otros vientos: la afición samaria está desconsolada por el hecho de que el escenario hasta el momento, solo es testigo del trasegar de equipos de la B, cuando durante tantas temporadas, fue un fortín inexpugnable; no han valido hasta ahora las súplicas al todopoderoso de su hincha número uno, el padre Linero. Ni tampoco logra alegrar a los pocos aficionados que asisten hoy en día al escenario, el sonido jacarandoso de la llamada “sirena humana”. Pero más triste que el hecho de perder un equipo con tanto swing como el Magdalena, es ver por las calles aficionados que no tienen más remedio que ponerse una camisa del Júnior: es como si se perdiera Spike Lee para los Knicks o Jack Nicholson para los Lakers.


El «morrito» haciendo de las suyas

Cuentan las malas lenguas que un día de Mayo del año 1974 (12 de Mayo para ser exactos) Júpiter entro en conjunción con Saturno lo que hizo que la gran afición del elenco bananero deseara mejor boxear que ver el partido de fútbol, jugaban Unión Magdalena y (otra vez) el Deportivo Cali. Resulta que un gol de tiro penal, concretado por el zaguero Alberto Cardacci a favor del Deportivo Cali a los 15 minutos de la primera parte, sirvió de punto de partida para la batalla campal vivida en el estadio ‘Eduardo Santos’, cuando restaban por jugarse ocho minutos del partido. El árbitro Pedro Nel Pineda fue víctima de agresión violenta, especialmente por parte del jugador Alfredo Arango. Pineda, juez emergente para este juego, reemplazó a última hora al central Omar Delgado, quien no pudo cumplir la cita deportiva, ya que el bus donde viajaba se quedo varado a la entrada del Rodadero.

Centenares de botellas comenzaron a caer al campo de juego, antes del pitazo final. El público invadió la cancha para agredir al árbitro Pineda. La policía tuvo que intervenir enérgicamente para alejar a la multitud, la cual esperó, hasta bien entrada la noche, la salida del citado árbitro de las instalaciones del estadio samario. Desde ese momento viene la tradición de prestarles una tanqueta a los jueces que tuvieran este tipo de inconvenientes al terminar los partidos.


La estatua del «Pibe» ha sido desgüazada por cacos de toda estirpe

El escenario no ha sido una excepción en cuanto a recibir la visita de los “amigos de lo ajeno”, y no precisamente se está hablando de técnicos como José Sassía o de refuerzos como Marcial Garay o Daniel Raschle. Unión Magdalena y Envigado F.C, jugaron la primera fecha del cuadrangular semifinal del torneo apertura de la Primera B a las 3:30 de la tarde y no a las 7 de la noche como estaba inicialmente programado. Resulta que los alrededores del estadio Eduardo Santos recibieron la visita de callejeros cacos que hurtaron por lo menos 200 metros de cables que llevaban la energía a las torres lumínicas en la tribuna de sol, quedando una de ellas completamente inservible.

Ni el gran Pibe Valderrama ha escapado de sus garras: de su estatua ubicada en las afueras del escenario han desaparecido hasta las letras del nombre. En el último hurto se llevaron el cordón de bronce del pantalón, por lo que casi se le cae algo aparte de sus medias.

El estadio Eduardo Santos fue inaugurado en 1951, su capacidad máxima es de 23.000 espectadores.
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Manuel Castro y el gol fantasma

Foto: Soho

SantaFe-Pereira era perfecto para llevar a los niños a un estadio de fútbol por primera vez. “Vamos a esto en vez de irse uno pa´ Rodeolandia” dijeron algunos padres presentes en las graderías que, a mediados de 1989, decidieron mostrarle a sus hijos de qué se trataba el fútbol.

Aunque era una tarde clara, el sol sacaba extraños destellos amarillos incandescentes, casi como si se tratara del mismísimo pelo de Dorian Zuluaga. Y cuando uno puede hacer esta comparación, significa que va a pasar algo grave.

Manuel Castro apenas había arbitrado un par de partidos en primera división y pitar en Bogotá era casi saltar a la fama. Todo transcurría con normalidad en un juego anodino porque Santa Fe andaba en plan de “brazos caídos” por una huelga ante la falta de pagos para la plantilla y Pereira buscaba su paso al octogonal. Promediando el primer tiempo Héctor “Rambo” Sosa entró al área pereirana y quiso gambetear al portero Reinel Ruiz. El balón quedó en las 5.50 y Héber González rechazó el peligro con tranquilidad, como quien está jugando en la oruga verde de Rodeolandia.

La pelota siguió su curso, todo estaba perfecto, pero Castro, el nefasto juez, señaló el centro del campo. Para él, que se encontraba lejos de la jugada, había sido gol. Su juez de línea, Néstor Macareo se equivocó y no supo qué decir. Mientras tanto los hombres inocentes y candorosos del Pereira se transformaron en el Galatasaray: los de la Perla del Otún, como si fueran hijos de Alí Agca se fueron a romperle el papamóvil (y la crisma también) a Castro que, confundidísimo, había desatado una de las más grandes miserias de nuestro fútbol.


Héctor Ramón Sosa gritó un gol que nunca existió. La pelota estuvo a tres metros de la línea de sentencia.

El “Rambo” Sosa, coprotagonista de la escena, salió con el caradurismo argentino exacerbado a celebrar el “gol” con Armando “Pollo” Díaz. También lo acompañaron en su festejo los “pollos” escupidos por miles de hinchas de su propio equipo, avergonzados por completo por su estupidez.

Muchos fanáticos se fueron de las graderías y otros le dieron la espalda al campo como señal de protesta. Como en esos tiempos el “Juego limpio” no era tan corriente, el partido continuó como si no pasara nada. 1-0 ganaba Santa Fe. Finalmente Pereira terminó empatando 1-1.

Como consecuencia de este suceso Manuel Castro nunca olió más un camerino para árbitros y el Pereira perdió un punto valioso en pos de su lucha por entrar a los ocho, cosa que no ocurrió finalmente.

Es que, claro, el torneo de 1989 fue un monumento a la absurdez: el goleador fue un volante de marca, Héctor Méndez, y su equipo, Pereira, ni siquiera clasificó al octogonal. Se jugó un bodrio monumental llamado Copa Colombia, que ganó Santa Fe, venciendo 3-0 en la final al Unión Magdalena. No hubo campeón porque mataron al árbitro Álvaro Ortega…

Definitivamente los padres que llevaron ese día por primera vez a sus hijos al estadio ese día fueron afortunados: le mostraron a su descendencia lo que es verdaderamente el fútbol.
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¿Quién es su ídolo?

Esta y no una de las tantas que le sacaron con la azul de MIllonarios o con la amarilla de Colombia es la foto que hoy engalana la sala de estar del popular Osman «Fosforito» López, buen y malogrado ex defensa central que también fuera presidente del club de fans de Michael Jordan capítulo Bogotá-Cundinamarca.Un club del que son también miembros de número, Léider Preciado, Orlando «El fantasma» Ballesteros, Alvaro «Caracho» Domínguez y que hoy preside, cómo no, Phil Jackson Ibargüen. .

William Guillermo

Contribución de Disco Stu

No fue su romance con Ana Bolena Meza o su participación en “El carretero”, “Alicia en el país de las mercancías” y “Suspenso 7:30” lo que le dio a Luis Eduardo Arango el reconocimiento del que hoy goza entre la teleaudiencia. Si hoy al antioqueño lo saludan en la fila del supermercado es en homenaje a William Guillermo, busetero dicharachero con un desafiante acento paisa, que irrumpió a mediados de los ochenta en ese ambiente tan del altiplano en que se desarrollaba la trama de “Don Chinche”.

Ataviado con aquel curtido sombrero tipo pava a medio desteñir que hacía alegoría al tetracampeonato del Atlético Nacional en 1981, William Guillermo parecía ser un peculiar ejemplar no sólo de la cultura paisa sino también de las minorías provincianas que se iban a probar suerte a la capital. No está por demás recordar que esta era una época previa a la explosión demográfica de hinchas verdes que sacudió al país entre 1989 y 1990 en la que Bogotá y sus equipos miraban por encima del hombro a los representantes de la provincia.

Me pregunto entonces qué habría sido de William Guillermo si hubiese aparecido por primera vez no durante los ochentas sino en plenos noventas o incluso en nuestros días. Seguramente no sería visto como aquel dicharachero e insolente paisa que el resto del país miraba con la compasión con que se miran los hinchas de los equipos que no arrastran multitudes. Más bien, William Guillermo sería un paisa más, cuyo sombrero alegórico al ya otrora “campeón de América” sería más bien un codiciado trofeo de guerra para los Comandos Azules. ¿Y qué habría sido de su carrera de no haber mediado este personaje que reaparecería años después en el seriado de Tevecine Romeo y Buseta? Seguramente otros habrían los antioqueños llamados a interpretar personajes como “Reencarnación Vargas” en Caballo Viejo, el gardeliano “Jesús Abel” en “Quieta Margarita” y el estelar cantante tropical “Tony Barajas» en “Música maestro”.

De aquella época debemos rescatar la tarde en que apelando a su calidad de embajador paisa en la capital -con despacho, suponemos, en alguna de las siempre vacías sucursales de “Las Acacias”- William Guillermo fue invitado a hacer el saque de honor en el partido que su equipo derrotó 3-1 a Millonarios en el Atanasio Girardot por el octogonal final de 1988. Así como una vez terminado el partido la parcial verdolaga celebró a rabiar el final del invicto azul de 26 fechas, un Luis Eduardo Arango también eufórico y caracterizado hasta la médula alcanzó a espetar: “ahora por fin podré ir allá a hablar bien duro”.

Pero quienes reirían de último, y mejor, serían los azules que pese a su empate en última fecha en Barranquilla fueron campeones por delante de un Nacional que no fue capaz de derrotar a Santa Fe en el Campín. Terminado este partido, se escuchó a Arango, otra vez caracterizado, pero ahora más desafiante retar a la hinchada azul con su tradicional: “¿Saben qué? …¡MMHHNNN!”. .