
Nadie podría afirmar o desmentir que en este festejo de Miriam Liliana Zape no hubo tacones de porcelanicrón envueltos en visillo de cortina, como recordatorio, o cisnes de hielo derritiéndose al lado de varios paquetes de tostacos y sobras de volován de pollo, pubertos con la piel aún más grasosa por el baile desenfrenado al son del Grupo Niche y sofocados por la falla en el aire acondicionado del salón comunal sede del evento o que algún padre morboso quiso pegarle su tarreada a la mejor amiga de la homenajeada, que estaba más buena que una atajada de Pedro Antonio Zape.
Nadie podría afirmar o desmentir que hubo bagres que aunque deseaban «lustrar baldosa» al ritmo de Shena Easton y Miami Sound Machine se quedaron «comiendo pavo» por feas y mal trajeadas, o que el simpático colado de gafas de apellido Arzayuz vomitó cataratas de tocinetas Yupi cuando un pesado le dio dos aguardientes como iniciación a los ritos alcohólicos.
Nadie podría afirmar o desmentir que el día después de los 15 años de Miriam, varias de sus compañeras de curso en el colegio rajaron del vestido de Pedro Antonio, a quien poco le lució el tuxedo blanco de moño negro, vestimenta que lo hizo ser el clon de ún bailarín de la orquesta de Juan Piña y tampoco se podría afirmar o desmentir que varios integrantes del América de Cali bailaron hasta el amanecer con muchachitas que se encandilaron con la presencia de los mejores futbolistas del club en todos los tiempos y menos, que hasta los «patrones» se pegaron una pasada por ahí, mientras decidían qué hacer con la liquidación definitiva del Banco de los Trabajadores.
Lo único que se puede afirmar y no desmentir, es que rebrujando entre miles de cosas, encontramos la foto de los 15 años de la hija de Zape. El resto son puras habladurías..











