Once Caldas-Adidas-Stadium

La truculenta y no menos pintoresca relación entre el Once Caldas y Adidas sigue dando de qué hablar. Cuando vimos la indumentaria de este año,inspirada en el mismo molde de los demás equipos y selecciones nacionales que visten los alemanes, creimos que por fin la casa de las tres rayas había decido darle un trato no discriminatorio al «Blanco blanco». Sin embargo, grande fue la sorpresa cuando en la espalda del bien logrado diseño vimos como estos números -que parecen haber estado a cargo de la casa Stadium de Dosquebradas– le dan un lamentable aire micrero a una camiseta aplaudida por los que saben valorar el buen gusto en el diseño deportivo.

Por lo demás, no nos queda sino expresar nuestro más sincero agradecimiento al once de Manizales y a la multinacional de marras por seguir siendo proveedores constantes de material para esta sección. Larga vida a esta relación comercial.

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Especiales del Bestiario: "El fortín de Libaré"

Contribución: Abra

Más conocido como el “Fortín de Libaré”, el estadio Mora Mora de la «Querendona, trasnochadora y morena», se encuentra ubicado en el sector del Barrio Kennedy y cuenta con una capacidad para 10.000 personas.

Como su remoquete lo indica, el Alberto Mora Mora fue durante mucho tiempo el fortín del Deportivo Pereira. Su parcial, especialmente los ya entrados en años, recuerda con mucha nostalgia las goleadas memorables que en ése sagrado césped protagonizó el “Grande matecaña”. Sobresalen el nueve a cero que en 1951 se le propinó al ya extino Huracán y un seis cero con el que en 1962 se atendió al Atlético Nacional.

Pero no todos fueron gozosos en el “Fortín”. Corre con fuerza un rumor según el cual la culpa de las malas campañas del onceno pereirano proviene de una suerte de maldición consecuencia de la derrota que sufriera el equipo en el primer partido que disputó en este estadio apenas un mes después de su fundadación. Todo ocurrió cuando el recién nacido Deportivo Pereira, fruto de la unión del Deportivo Otún (el equipo de los ricos en ése entonces, nacido en 1935) y Vidriocol (el equipo de los que no lo eran tanto, nacido en 1940), recibió el 12 de Marzo de 1944 en esta cancha al Guadalajara de Buga. Un seis a cinco a favor de los bugueños dio a luz al supuesto malefecio.


Una vista de la inauguración del Mora Mora encabezada por las señoras elegantes de la ciudad.

Después de éste partido, el Deportivo Pereira se demoró cuatro meses para volver a jugar allí. En su regreso, y de la mano del dominicano John López como técnico y jugador, un 2 de Julio el Pereira goleó en el Libaré al Sporting de Tuluá 5-1. En este primer año disputó 12 partidos en esta cancha.

Pareciera que el Mora Mora se resistiera después a sobrellevar ese karma de mala suerte que trajo el primer partido, pues fue también testigo por esos días de un triunfo de talla internacional cuando en 1946 derrotó tres a uno al Sucre peruano que venía invicto en su travesía futbolística por Colombia sin haber recibido ni un sólo gol en contra. La valla del Sucre fue inaugurada por Gabriel Cardona (fallecido recientemente) de una manera humillante: el balón le pasó al arquero por entre las piernas. En el mismo gramado, cinco años más tarde el once local aplastó al campeón peruano Sport Boys por cinco goles a uno. El equipo peruano era el del legendario rodillo negro con Barbadillo y Valeriano López.

Otra capítulo que parece ir en contravía de la citada maldición ocurrió el 23 de julio de 1953 cuando el Pereira enfrentó al Millonarios de D’Stéfano, Pedernera, Cozzi y Mosquera. En los primeros 16 minutos el local se puso arriba tres a cero. Los doce mil aficionados, según registra la prensa de la época, gritaron a todo pulmón los goles de Saulo Flórez (10’) y Casimiro Avalos (13’ y 16’). Pero el visitante reaccionó con goles de D’Stéfano (18’) y Latuada (28’); y en el segundo tiempo empató con gol de Mosquera (65´). A diez minutos del final, Millonarios se puso en ventaja con gol de Pedernera, pero fue pasajera esta dicha pues el Pereira empató 4-4 a cinco del pitazo, por intermedio de Carmelo Enrique Colombo. A juzgar por el talante del rival y los resultados que venía cosechando en las diferentes plazas del país, todo un triunfo para los del Otún.


Así lucía el «Fortín» en 1952.

Al lleno completo en Libaré y al vibrante partido debemos sumarle una anécdota a cargo de Casimiro Avalos. El goleador estaba hospitalizado por una dolencia y se voló de la Clínica para ir a jugar: hizo dos goles y acabado el partido lo tuvieron que volver a internar. Lo transportaron en una volqueta.

Algugunas décadas más tarde, en 1966, el Mora Mora fue el escenario de la vez que que más cerca estuvo el Pereira de dar su primera vuelta olímpica. Ese año el equipo terminó tercero con 61 puntos, por debajo de Santa Fe que se coronó campeón con 64 y Medellín, subcampeón con 63. En la recta final se atravesaron los fantasmas del pasado y el Once Caldas lo derrotó 2 a 1 jugando, cómo no, en el mismísimo Mora Mora. Al año siguiente, 1967, el Atlético Nacional, colero del torneo, le aplicó la misma medicina y un mortal tres a cero en contra dejó al “Matecaña” con la pintura comprada para adornar el escudo de la institución con la todavía anhelada primera estrella.

Más recientemente, y cuando el Hernán Ramírez Villegas era ya la casa del “Grande matecaña”, en más de una oportunidad el Mora Mora debido oficiar como hogar sustituto del equipo matecaña. Por ejemplo, en Mayo de 2001 cuando los arreglos que se le estaban haciendo al Ramírez Villegas con motivo de la Copa América obligaron al Pereira a disputar algunos partidos en su antiguo hogar. En su regreso al viejo escenario venció al Real Cartagena 2 – 0. Se cuenta también una derrota uno a cero contra Millonarios con soberbio gol de chilena de Carlos Castro.

Un año después, en el 2002, el “Fortín” le sirvió como cancha de entrenamiento al Tuluá debió recurrir al Hernán Ramírez como sede para sus juegos de Copa Libertadores . Dicen también las malas lenguas que algo de culpa tuvo en la eliminación del equipo corazón del Valle su paso previo por el malquerido Mora Mora.

En los anales del Fortín encontramos que en junio de 2005 se le invirtieron $53.000.000 por parte de la alcaldía Municipal para su adecuación con motivo de los Juegos Bolivarianos que por esos días se disputaron en la Perla del Otún y alrededores. En Septiembre de 2006 se iniciaron las obras de pintura en las estructuras y se cambió el techo de la gradería occidental. Esto le dio un nuevo aire a un escenario que se resiste a correr la misma suerte de su vecino, el hoy malogrado San José de Armenia.Para mantenerse activo, la Corporación Centenario de Pereira le ha encomendado ser sede de partidos de primera C, torneos infantiles, entrenamientos de equipos profesionales y, cada año, del partido del glorioso equipo de Sábados felices contra un combinado de rodillones locales.

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Bebeto y Ronmario…

Foto: Curramba

Cuando uno se ha retirado del fútbol, flaco favor le haría a la vida si decidiera seguir entrenando y levantándose a las 7 de la mañana para hacer una pretemporada. No. Para eso está el tiempo del “día después”. Si uno supo acumular fama en los campos de fútbol, qué mejor que aprovechar ese prestigio en playas y con “chicas santacola” al lado.

Desgraciado uno que tiene que trabajar hasta los 80. ¡Viva el “día después”!, ¡Viva el ron oscuro!, ¡Vivan las pelotas playeras!, ¡Viva el “cocoloco”! ¡Viva Faustino Hernán Asprilla Hinestroza!
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Marco se ha marchado para no volver…

Para todo dio el torneo de la Esperanza que juveniles de varios países disputaron en el Valle del Cauca a comienzos de 1993. Desde un Real Madrid patrocinado por la pollería local Kokoriko hasta una batalla campal a cargo de los impetuosos juveniles de River Plate, pasando por unos mozalbetes italianos del registro de la Sampdoria que en su equipaje se llevaron la sonrisa y, nunca mejor dicho, las esperanzas de más de una joven colegiala tulueña. Si hemos de creerle a la revista Deporte Gráfico que tuvo a bien registrar el suceso, los mancebos de la foto «arrastraron con el corazón de muchachas tulueñas, quienes los prefirieron por sus pintas y la contagiosa alegría propia de los italianos, mezcla de ruido y jovialidad». Esto no es todo, pues según la misma publicación, «algunas niñas de Tuluá aún lloran por la partida de tan apuestos jovencitos».

No se extrañe entonces amigo lector si en unos meses la prensa nacional registra la aparición de un habilidoso volante tulueño que llama la atención de propios y extraños por su talento y por lo sonoro de su apellido, nada común por estas tierras.

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Fernando Varela

Proveniente de la tierra del maestro Rayo (Roldanillo, Valle del Cauca) llegó a Santa Fe a finales de los ochenta este volante de marca con la firme convicción de superar en reconocimiento a otros Varelas que para la época alguna notoriedad ya tenían en el panorama nacional (a saber: el aplicado alumno de la serie «Décimo grado»; Jairo, capo del grupo «Niche» y el rendidor jabón de barra de nombre barrigón).

Después de sobreponerse de una seria lesión que sufrió en un bestiarísimo cuadrangular que enfrentó a Santa Fe, Millonarios, la selección Bogotá y su similar de Martinica, Varela tuvo a bien coronorarse campeón nacional sub23 con la seleccíon Bogotá de «Basílico» González. Su buena actuación en el torneo juvenil sirvió para que González lo considerara como refuerzo del Deportes Tolima que en 1991 fue un tranquilo inquilino del sótano de la tabla. Para 1992 Varela regresó al Santa Fe de Jorge Luis Pinto en donde alcanzó a finales de ese año a ser presentado por algún delirante editor de la revista del club como el «nuevo Leonel Álvarez». El valluno permaneció en Santa Fe hasta el año siguiente y sin mayor aspaviento acumuló la no despreciable suma de 48 partidos y un gol con el plantel profesional.

Terminado 1993 se perdió el rastro del llamado a suceder a Leonel Álvarez en la primera línea de volantes del combinado patrio. Quizás perturbado por tamaña responsabilidad que un desubicado editor puso sobre sus hombros, Varela prefirió buscar nuevos y más sosegados caminos. Hoy el Bestiario del balón hace justicia y lo saca del crúel olvido para ponerlo en la galería de los grandes Varelas de la historia reciente del país junto al ya citado personaje de la serie de Cenpro y al hoy malogrado humorista vendedor de pócimas adelaganzantes de dudosa procedencia. .

Millos-GuayiGol

Para 1991 las vacas flacas comenzaban a pastar en predios azules. Para poder sobreaguar la díficil situación y la cada vez más agobiante falta de una liquidez que pocos años antes había sido la norma, las directivas azules se vieron obligadas a aceptar cualquier pan duro que les permitiera capotear culebras. En una de esas, la popular y bogotanísima marca de implementos deportivos Guayigol –célebre hoy por cortesía de nuestros amigos del extinto programa radial «La silla eléctrica» responsables de haber acuñado el neologismo inspirado en esta marca para referirse «a todo aquello que carezca del más mínimo asomo de buen gusto– apareció con una propuesta para patrocinar la divisiones menores del club que la directiva no pudo rechazar y que hoy se convierte en una pintoresca postal para el deleite de nuestros visitantes..

La mala hora de René

Haciendo gala de un rigor en el trabajo periodístico que hoy extrañamos en nuestra TV, el noticiero TVHoy nos presenta este completísimo informe sobre la inminente salida de René Higuita del Valladolid «de los colombianos». Sólo faltó el concepto del suplente del Getafe. .

Américo Jiménez Aguilera

Arquero bajito es malo por antonomasia. ¿Para qué lo trajeron? se preguntaban los fanáticos del Deportivo Pereira y de Unión Magdalena cuando este trabajador del fútbol, que supo morder grama cuando el Cali le clavó un 4-0 en Asunción en 1978 (atajaba en Cerro Porteño y jugaba, entre otros con Juan Manuel Battaglia) hizo su aparición entre las rarezas que han poblado nuestro fútbol. También supo arrastrar sus miserias en El Nacional de Paraguay, su país natal.

Bracicortico, pero macizo, debía ser un experto para ponerlo a batir olladas de arequipe para que no se cortara, pero diga usted, ¿enviarlo con la sencilla misión de cortar un centro? Tarea imposible. Era necesario en ese entonces contratar un circo callejero, con zanquero incluido, para que le prestara a Jiménez sus tacones de madera.

Se graduó en Colombia a punta de goleadas en contra y como si fuera poco, tras su flojísimo paso por nuestras tierras entre el 86 y 87, recaló en Chaco For Ever, de la primera división argentina donde Independiente de Avellaneda alguna vez lo volvió a aterrizar una fastidiosa tarde de octubre de 1989, cuando se comió siete goles defendiendo la valla de los chaqueños, su balance en el club de Resistencia fue pobrísimo, lo acribillaron sin piedad: 24 goles en 13 encuentros. Esa experiencia le dio el empujón necesario para abandonar el fútbol.

Juan Pordiosero y ustedesnoexisten (en simultáneo con enunabaldosa).


Américo, con el «Grande Matecaña» en 1987. En la foto quedan en evidencia sus problemas de estatura. (Gracias, John J.).

Rubén “La jirafa” Cousillas

Fueron épocas aciagas en el arco de Millonarios. Era como si el dinero que usted amasó durante toda una vida de esfuerzos y sacrificios lo dejara en las manos del padre Abraham Gaitán Mahecha (el cura que con cuello y sotana pegó una tumbada de aquellas con la infaustamente famosa Caja Vocacional) y de Roberto Soto Prieto (aquel que en sus ratos libres no hacía como uno, reseñas de futbolistas ignotos, sino que con MS-DOS, F5 y mucho ingenio mal encauzado se robó 13.5 millones de dólares del inexpugnable Chase Manhattan Bank). Las alternativas en el arco azul eran el ya homenajeado Fabio “La Gallina” Calle y este argentino, de cara triste y rendimiento ídem.

Cousillas llegó al Puente Aéreo con su valija llena de ilusiones. Y contó que en San Lorenzo había sido titular siempre. Y ya lo decía Josef Goebbels que una mentira repetida varias veces se convierte en verdad dogmática. No contó la “jirafa” que perdió su puesto ante José Luis Chilavert primero y luego con Esteban Pogany. Lo de Chilavert, vaya y pase, ¿pero perder el puesto con Pogany? Es para nunca revelarlo. Da pena.

En Colombia solamente se recuerda como uno de sus actos más probos el penal turbio que le “atajó” a Jorge Taverna en un clásico definitivo para decidir al campeón de 1987. Porque si nos vamos al recuerdo, sus bloopers (aquella terrible goleada 4-1 de Nacional de Montevideo en donde los goles charrúas fueron todos de su cosecha personal) daban tanta rabia que hasta Eduardo Pimentel le clavó un garrotazo ante las cámaras de televisión por un gol que le regaló en el último minuto a J.J Galeano en un Millonarios-Nacional que terminó 2-2.

Tan malo fue el rendimiento del argentino que Luis Augusto García, en temeraria decisión que después generó aplausos, le dio la oportunidad a un muchachito que atajaba en las inferiores y se desempeñaba como cajero de Corpavi: Omar Franco. Y el bogotano, a diferencia de Cousillas, Soto Prieto y Gaitán Mahecha, se convirtió en el “Corpavizador” de la portería de Millonarios en el campeonato de 1988.

Tras esta fuga de capital, Cousillas volvió a su país y tapó (es un decir) en Mandiyú de Corrientes y Argentinos Juniors, que sin él, pero con su estela, poco después descendieron. Huachipato en Chile fue otro escampadero hasta que se ganó la lotería sin haberla comprado. Fue asistente de Manuel Pellegrini en San Lorenzo, River Plate y actualmente sigue tras los pasos del chileno en el Villarreal.
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Un diseño de vanguardia

Con diseño de Ricardo Pava (el del frac de Uribe) y asesoría de Edgar Perea, nuestro modelo, clon del «Gamo» Estrada, desfila para todos los bestiaristas ansiosos de buen gusto, un uniforme de organza, mezclado con mimbre dri fit, para que el sudor no haga pesada la ropa deportiva que hábilmente lleva puesta.

El fondo, una rejilla roja referencia «Bima 80´s», hace mucho más amable el entorno que nos acerca a los uniformes barriales, utilizados alguna vez por todos nosotros y que, como efectos colaterales, más allá de la belleza de su diseño, traía consigo una extraña rasquiña de sobacos que sería deseada por Charles Bukowski, un fanático de esta modalidad.

Aunque el local de Rodeo Drive no alcanzó a dar los ingresos deseados, usted puede conseguir la ropa deportiva Stadium, para sus cotejos bestiaristas, en Dosquebradas, Risaralda.
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