
Fueron épocas aciagas en el arco de Millonarios. Era como si el dinero que usted amasó durante toda una vida de esfuerzos y sacrificios lo dejara en las manos del padre Abraham Gaitán Mahecha (el cura que con cuello y sotana pegó una tumbada de aquellas con la infaustamente famosa Caja Vocacional) y de Roberto Soto Prieto (aquel que en sus ratos libres no hacía como uno, reseñas de futbolistas ignotos, sino que con MS-DOS, F5 y mucho ingenio mal encauzado se robó 13.5 millones de dólares del inexpugnable Chase Manhattan Bank). Las alternativas en el arco azul eran el ya homenajeado Fabio “La Gallina” Calle y este argentino, de cara triste y rendimiento ídem.
Cousillas llegó al Puente Aéreo con su valija llena de ilusiones. Y contó que en San Lorenzo había sido titular siempre. Y ya lo decía Josef Goebbels que una mentira repetida varias veces se convierte en verdad dogmática. No contó la “jirafa” que perdió su puesto ante José Luis Chilavert primero y luego con Esteban Pogany. Lo de Chilavert, vaya y pase, ¿pero perder el puesto con Pogany? Es para nunca revelarlo. Da pena.
En Colombia solamente se recuerda como uno de sus actos más probos el penal turbio que le “atajó” a Jorge Taverna en un clásico definitivo para decidir al campeón de 1987. Porque si nos vamos al recuerdo, sus bloopers (aquella terrible goleada 4-1 de Nacional de Montevideo en donde los goles charrúas fueron todos de su cosecha personal) daban tanta rabia que hasta Eduardo Pimentel le clavó un garrotazo ante las cámaras de televisión por un gol que le regaló en el último minuto a J.J Galeano en un Millonarios-Nacional que terminó 2-2.
Tan malo fue el rendimiento del argentino que Luis Augusto García, en temeraria decisión que después generó aplausos, le dio la oportunidad a un muchachito que atajaba en las inferiores y se desempeñaba como cajero de Corpavi: Omar Franco. Y el bogotano, a diferencia de Cousillas, Soto Prieto y Gaitán Mahecha, se convirtió en el “Corpavizador” de la portería de Millonarios en el campeonato de 1988.
Tras esta fuga de capital, Cousillas volvió a su país y tapó (es un decir) en Mandiyú de Corrientes y Argentinos Juniors, que sin él, pero con su estela, poco después descendieron. Huachipato en Chile fue otro escampadero hasta que se ganó la lotería sin haberla comprado. Fue asistente de Manuel Pellegrini en San Lorenzo, River Plate y actualmente sigue tras los pasos del chileno en el Villarreal.
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