N. de la R. Este post es el primero de una serie escrita a cuatro manos entre nuestros colegas de «enunabaldosa» y esta redacción. Los homenajes fruto del convenio se publicarán de forma simultánea.
Un trotamundos de la redonda, un ejemplo de la perseverancia. Uno de esos tipos que pese a permanecer largo rato en la categoría máxima escapa a la memoria del futbolero medio. Estas son algunas frases que describen la trayectoria de Gabriel Caiafa.
En 1994, con 17 años debutó en la primera de Argentinos Juniors, jugando de manera intermitente hasta 1998. Luego pasó por Estudiantes de Buenos Aires en el Nacional B pero en esa divisional lograría mayor reconocimiento con la camiseta de Los Andes, en la temporada 1999/2000. Con 38 partidos y 5 tantos colaboró para el ascenso del conjunto de Lomas de Zamora a Primera. Y ese hecho le permitiría volver a jugar en la elite del fútbol argentino. Dejó su huella no solo por calzarse una horrible (por el modelo, claro) camiseta marca ED sino por convertir un gol (el único) en la victoria por 1 a 0 ante Huracán. Además, durante los seis meses que permaneció en el Milrayitas en la A jugó al lado de Cristian Muñoz, Gabriel Nasta, Lucas Bovaglio, Germán Noce, Mauricio Levato, Víctor López, Ezequiel Maggiolo, Ruben Ferrer y Oscar Monje, entre otros. La mala campaña del Apertura (apenas superó en puntos a Racing y Almagro) y la mediocre del Clausura, condenaron al equipo de Lomas a retornar al ascenso.
Sin embargo, para comienzos de 2001 Caiafa ya se había ido en busca de nuevos horizontes. Millonarios lo contrató y Bogotá fue su casa por seis meses. A la capital colombiana llegó como parte un paquete importado por Juan José Bellini del que también hacia parte José Manuel Moreira. Si amigo lector, el aporte de Bellini a los azules fue un paquete con dos paquetes, un metapaquete. Con algo de expectativa por parte de la parcial, Caiafa debutó contra América de Cali, partido que se saldó con un contundente 4-1 a favor de los azules. No se sorprenda, Gabriel no estuvo entre los anotadores. En la titular se sostuvo tres partidos más en los que no supo lo que era celebrar goles en el trópico. Relegado a la suplencia, sólo volvió a saltar al gramado meses después en una escandalosa derrota 3-0 de Millonarios contra Envigado en Bogotá. Sobra decirlo, su calificación ese día apenas rondó los dos puntos. Llena de motivos, la directiva azul decidió dar por terminada la incursión de Caiafa por tierras cafeteras apenas terminó el torneo apertura. Nadie se opuso.
Con los bolsillos llenos retornó al país y se olvidó del prestigio para volver a pelearla en la segunda división. Pasó 6 meses con más pena que gloria en Almagro (2001), donde cada vez que regresó lo hostigaron con insultos.
A principios de 2002 partió rumbo a Mendoza y durante un semestre defendió la casaca de Godoy Cruz como nunca lo había hecho con otra. Convirtió algunos tantos y a su salida del club confirmó que sólo volvería por la gente: “Yo cierro la puerta con la empresa, no lo hago con la hinchada de Godoy Cruz. Una cosa es la gente y el club de Godoy Cruz y otra distinta es la empresa que viene a aportar al club. Con la gente de Godoy Cruz me fui muy bien, porque nosotros lo salvamos del descenso, lo metimos en un octogonal, descendimos al clásico rival, le ganamos los dos clásicos. Acá la gente nos respondió, la empresa no”. Se fue reclamando premios por haber salvado al equipo del descenso, sin embargo por el lado de la empresa respondieron: «Gabriel Caiafa se fue de Godoy Cruz y firmó todos los papeles, ante un escribano, que certificaban que había cobrado todo. Él reclama unos premios, pero la gente que se fue de Godoy Cruz cobró todo».
Para la temporada 2002/2003 volvió a la Capital y se mudó al Bajo Belgrano para gritar un puñado de goles con la camiseta de Defensores de Belgrano, al lado de Gabriel Pereyra y José Sand. Para colmo, a mediados de 2002 inició un juicio contra Los Andes para cobrar una deuda de 50.000 pesos.
Luego de haber coqueteado insólitamente con el Milrayitas, el último semestre de 2003, lo disputó en su conocida Mendoza, pero con la camiseta de San Martín. Casi ni jugó, hizo pocas anotaciones y se fue mal, en diciembre, y a su manera, reclamando una deuda junto a Aníbal Roy González.
Otra vez armó las valijas, aunque esta vez para irse un poco más cerca. Contó con el visto bueno de Néstor Clausen y se sumó a The Strongest de Bolivia donde se consagró campeón del Torneo Clausura 2004. Durante el Torneo Apertura convirtió 5 goles, en el Clausura mermó su rendimiento goleador pero convirtió su penal en la final.
Luego de salir campeón en Bolivia tuvo que empezar a remarla otra vez. Quedó libre y durante seis meses entrenó en el CEFAR (Centro de entrenamiento para Futbolistas de Alto Rendimiento).
Para la temporada 2005/2006 y tal vez por la recomendación de algún amigo rabino o simplemente para sumar millas en su tarjeta de crédito viajó hasta Israel para incorporarse al Hapoel Raanana de la segunda división. Según lo que se pudo averiguar jugó poco y se fue rápido. Se desconoce si pisó algún restaurante kosher o escuchó Matisyahu.
A mediados de 2006 fichó con el Portuguesa de Venezuela desechando una oferta del Deportivo Santamarina de Tandil. En su primer torneo convirtió 4 goles siendo el segundo goleador de su equipo, pese a que las lesiones le impidieron jugar con continuidad. Se cree que los domingos de partido se levanta temprano junto a sus compañeros para ver el programa “Aló Presidente”.
KeyserSoze con la colaboración de siempreconusted.
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