Rubén Cuevas

Arquero bogotano, ingeniero industrial de profesión, que fuera pilar del titulo de la zona centro del campeonato nacional de segunda división conquistado por Millonarios en 1985. Ese mismo año (su año sin lugar a dudas) tuvo también la suerte de atajar algunos partidos con el plantel profesional ante sendas lesiones de Alberto Pedro Vivalda y Mario Jiménez, titular y suplente de la época. Su cuarto de hora se dividió en tres partidos –todos ellos disputados con un vistoso número 30 en su buzo– entre agosto y septiembre. El primero contra el Cúcuta en Bogotá que se saldó con empate a uno; el segundo, otro un empate a un gol también en Bogotá contra América y el tercero la tradicional derrota azul 2-1 contra Tolima en Ibagué. En actitud algo severa, los cuatro goles encajados en tres partidos hicieron que Eduardo Luján Manera desistiera de mantener a Rubén a cargo de la cueva azul y se decidiera a darle la oportunidad para el siguiente partido –contra Nacional en Bogotá– a un recién llegado joven antioqueño de cabello ensortijado que venía de sorprender en el suramericano juvenil de Asunción y que aún no debutaba como profesional. Seguramente desconcertado, Rubén no alcanzó a dimensionar el logro que había alcanzado en tan poco tiempo como profesional: ser el primer suplente de René Higuita.

Terminado este año, no se volvió a ver a Rubén ni en el banco, ni en la tribuna ni mucho menos en la cancha. Con el tiempo, y a medida que «El loco» se daba a conocer como uno de los grandes del mundo en esta posición, la satisfacción de Rubén de la mano con la fama de José René. Sereno, y tras un breve paso por la suplencia cardenal, se retiró de la actividad para, suponemos, retomar la ingenieria. Recientemente reapareció en USA como arquero del equipo colombiano en la bestiarísima World Masters Cup junto a estandartes de este espacio como Dorian Zuluaga y Roberto Vidales.

Para que su nombre quede inscrito entre los más grandes que pisaron una cancha, hay que añandir que en un preliminar en El Campín entre las inferiores de Millonarios y Santa Fe, previo a un clásico de 1984, Cuevas atajó con el mismo atuendo de la foto y con tenis Croydon Pisahuevos. Toda una pinta de hombre de micro metido en el rectángulo de 70 X 110..

Córdoba en el Far West

A quienes creian que los excesos periodísticos eran patrimonio de paises como el nuestro, esta puesta en escena de la revista El Gráfico puede alcanzar a sorprenderlos. Fue en 1998 cuando Óscar Córdoba estaba recien desembarcado en Buenos Aires y comenzaba a destacarse en el arco de Boca. Para borrar esa imagen de arquero atajador pero impreciso cultivada a punta de episodios como el de la final de la libertadores de 1996 en el Monumental de Núñez, Córdoba llegó a tierras gauchas dispuesto a todo. Incluso a poner en tela de juicio su honra y buen nombre por culpa de los caprichos de un fotógrafo desubicado.

Gracias, enunabaldosa..

Sporting-Pool Apuestas del Caribe, 1991

Equipo en decadencia es fuente de patrocinios de lo más pintorescos. De esto no queda duda después de ver al «Pool apuestas del caribe» en la camiseta del un Sporting de Barranquilla que para el segundo semestre de 1991 ya andaba por sus últimos estertores. Es deber nuestro aclarar que los de este pool no fueron pioneros en este campo. «Apuestas la fortuna» ya había sido durante un buen tiempo inquilina de este espacio en el que también se vio el logo de Gino Gabuchi. Tambien conviene recordar que a medida que fue empeorando el cuadro del paciente, el patrocinio del pool se transformó en un novedoso modelo de gestión sin parangón incluso hoy en el nuestro rentado y en el mundo: el patrocinio se atomizó otorgándole a cada chancero miembro del pool la camiseta de uno de los integrantes del once titular. Conviene averiguar si las últimas quincenas de Chedy Devenish y cia. fue cancelada con sendos talonarios de chance.
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Colombia-América 1989

En plena eliminatoria a Italia 1990 la selección Colombia disputó un partido amistoso contra el América del médico Ochoa en el metropolitano. Hubo goles de varias facturas, penal cobrado por Higuita, un marcador electrónico que servía y una camiseta Adidas de la selección que muchos todavía añoran..

América-Playboy 2006

El popular adagio que reza «la necesidad tiene cara de perro», extrapolado al lamentable caso americano nos diría que la necesidad tiene cara de porno. Asfixiado por su inclusión en la lista Clinton, el América de Cali no tuvo más remedio a mediados de 2006 que aceptar la oferta de un pool de empresarios del entretenimiento erótico para estampar en su camiseta el logotipo de un espectacular show de luces y sonido con las adorables conejitas playboy. No sabemos si con motivo de la llegada de este anunciante o en otro intento desesperado por captar recursos de su fanaticada, la directiva escarlata decidió lanzar un tercer uniforme all black que coincidió con la llegada del nuevo patrocinador Tan turbia era la cosa, que pocos días después de haberse lanzado la campaña de expectativa, los abogados de Hugh Hefner amenazaron con demandar al pool de empresarios por el uso indebido de la marca Playboy. Con o sin litigio, los uniformes ya estaban estampados y los rojos los lucieron (tanto el negro como el tradicional rojo) hasta el día en que fueron apeados de la ronda semifial del torneo.

Posa para nosotros el «Arriero» Hernan Darío Herrera.

Especiales del Bestiario: Estadio "Ditaires" de Itagüí

Contribución: Abra

Ubicado en el sur de Itagüí, , su nombre se debe a que está ubicado en la otrora hacienda Ditaires (antigua finca de Diego Echavarría, industrial Antioqueño.

La historia del máximo escenario deportivo de los Itagüiseños se remonta a 1992, año en que comenzó la construcción del parque recreativo de Ditaires, complejo en cuyos predio está ubicado el estadio. En 1994 se inaugura con el pomposo nombre de “Metropolitano Ciudad de Itagüí”, el estadio que con el tiempo se conoció con el nombre de “Ditaires”. Con una capacidad para albergar 12.000 espectadores cuenta además con cinco palcos con aire acondicionado, ocho cabinas para radio y televisión, alojamiento para concentraciones deportivas, pista atlética de 8 carriles en material homologado por la Federación Nacional de Atletismo y un gramado con las mejores especificaciones técnicas y de drenaje. Estas credenciales le permitieron a sus constructores asegurar en su momento que el de “Ditaires” se contaba entre los estadios más modernos del continente.

Desafortunadamente, tantos pergaminos de poco han servido pues su estado actual lo tiene más cerca de erigirse como “elefantes blancos” que como templo del fútbol antioqueño. Por esta misma senda encontramos al “Complejo ecológico y deportivo Ditaires” hoy abandonado, con piscinas sin agua y toboganes sin mantenimiento. De ecológico sólo quedan sus áreas verdes que más parecen una estepa africana poblada por fieros roedores y los desechos “biodegradables” que engalanan su predios mientras que de deportivo quedan los espontáneos carrerones de desesperados ciudadanos que lo utilizan como improvisada vía de escape ante el asedio de los amigos de lo ajeno.


Panorámica de la entrada. Es evidente el deterioro de la pintura exterior.

En cuanto a su pedigrí deportivo, el también llamado “Coloso de Itagüí” fue la casa de un equipo que trasegó muchos años por la categoría “B” del competitivo rentado profesional Colombiano sin haber partido en dos la historia de la antigua “Copa Concasa”. De esta escuadra hay que decir que era poseedora de un extraño gusto por estar cambiando de nombre cada fin de año. Hablamos del Itagüí fútbol club, o el Deportivo Antioquia, o el Deportivo Industrial de Itagüí o el Itagüí Florida Soccer. Muchos nombres distintos para un solo equipo verdadero…


Aspecto exterior de la fallida (hasta hoy) estructura de la tribuna oriental. Proyecto que aún no se concreta.

Retomando el tema de su lamentable estado actual, podemos añadir que esta obra en la cual se invirtieron cientos de millones de pesos, hoy no le presta ningún beneficio a la comunidad. Dicen las malas lenguas que fue construido de una manera inconsulta y que no fue el resultado de ningún sondeo para satisfacer las necesidades de la comunidad del municipio. Otros insisten en que mejor hubiera sido destinar esa platica para un hospital. Se podrán decir muchas cosas, lo único cierto es que ahí está el que alguna vez fuera uno de los estadios más modernos de Suramérica. Hoy el escenario es sede de esporádicos entrenamientos del DIM, de encuentros eucarísticos, conciertos musicales, de las practicas de los estudiantes de educación física del Politécnico Jaime Isaza Cadavid y de las olimpiadas especiales del municipio de Itagüí en las que toman parte personas que sufren retardo mental leve o moderado, inclusive con síndrome de down. Sin embargo, hay un uso que prevalece sobre los citados y es el de bodega y parqueadero municipal.


Aspecto interior de parte de la tribuna occidental con los jugadores del DIM posando para el Bestiario del balón.

También allí tiene asentamiento un proyecto deportivo y social encaminado a preparar, física, personal e intelectualmente a los futbolistas del departamento y del país. Hablamos de “Sueños del balón”. Sobre sus logros, basta consultar a cualquier hincha del “Poderoso de la Montaña”. Figuras como Francisco Maturana, Hernán Darío Gómez y Juan José Peláez trabajan en equipo para que este programa, que tiene la sede en el Estadio Ditaires, sea todo un éxito. Lo anterior para dejar constancia de que, contrario a lo que dicen por ahí los habladores, si ha sabido dar sus frutos la cuantiosa inversión que hace más de diez años hiciera la alcaldía de este municipio del Valle de Aburrá.

No podemos terminar sin aclarar que al momento de escribir este articulo, supimos que el Municipio de Itagüí aprobó las partidas para la reactivación del parque ecológico y deportivo Ditaires. Desde ya hacemos votos para que estos recursos no terminen alimentando sueños del balón.


En los bajos del costado norte del estadio se encuentra el “cuarto de San Alejo”. Lugar perfecto para almacenar los cachivaches sobrantes de la época decembrina..

Atlético Junior, mamando cervezas

Ya les habíamos adelantado la música de esta magistral composición. Ahora, y gracias al aporte de FEDE, les presentamos el videoclip de la canción dedicada a los ganadores de nuestro premio «Rey de copas 2006». ¡Salud!.

Pereira-Roldán Autos-BMW 1983

Más que un medio publicitario sabiamente explotado, las camisetas de nuestros equipos han sido, a través del tiempo, terreno fértil para todo tipo de excentricidades. El Bestiario del balón, fiel a su misión, no podía sino abrirle un espacio a los más peculiares de los anuncios publicitarios que han desfilado por los gramados del país. Y qué mejor ejemplar para inaugurar nuestra sección «Anuncie aquí» que este uniforme del «Grande Matecaña» de comienzos de 1983 con el logotipo –con emblema de Bayerische Motoren Werke incluído– de uno de esos concesionarios regentados por un exponente de esa clase madrugadora y emprendedora que irrumpió en nuestra beata sociedad a comienzos de los ochenta.

Posa para nosotros el fondista Víctor Mora en su breve incursión en el fútbol profesional. .

Luis Fernando Sánchez

Regla es del fútbol que los llamados a ser arqueros titulares generalmente hacen el salto de la tercería a la titularidad sin previa escala en el frío banco. A lo sumo, un breve período de transición de unos pocos meses en la suplencia antecede su llegada a la titular. Sin embargo, y para gloria de mentes retorcidas como las nuestras, hay otra senda, y es aquella que suelen recorrer aquellos que nacieron con un «12» tatuado en la espalda. Esta por lo general comprende una o más temporadas como cuarto arquero para depués si dar el gran salto a la suplencia, posición que termina, vaya uno a saber por qué, en convertir a sus detentores en seres plenos, radiantes, muy conformes con su lugar en el mundo. Si no nos creen pregúntenle a Eduardo Niño.

Pues bien, Luis Fernando Sánchez pertenece a esta estirpe de los Niños, de los Chimás, de los Anzolas. Producto de la cantera azul, tuvo su primera experiencia profesional en el recién renacido Real Cartagena de 1992 a donde llegó –harto ya de ser el cuarto arquero de Millonarios– de la mano de Juan Enrique De Brigard, adiestrador también proveniente huestes embajadores. Haciéndole un breve quite a su destino, Luis Fernando alcanzó a disputar unos pocos partidos como titular en el Real hasta que en una negra tarde (la primera de cuatro que marcaron su carrera) un gol de media cancha en un 3-0 contra el Quindío lo obligó a retomar la senda del suplente. Después de pasar el resto de la temporada protegiéndose del bravo sol de nuestro caribe en la cálida sombra que el banco cartagenero le supo proporcionar, regresó a su casa matriz para la temporada de 1993 después de arduas negociaciones con la directiva –sin ironía: Luis Fernando siempre se caracterizó por pararse fuerte ante las condiciones impuestas por los directivos, tanto que en un comienzo de temporada en esos días cuando todo es color de rosa en un artículo del Diario Deportivo en el que se presentaba uno por uno a los integrantes del plantel azul, llegado el turno de Sánchez en lugar de un comentario tipo «arquero prometedor, esperemos que este año tenga su ansiada oportunidad «el periodista sentenció: «jugador caracterizado por sus constantes problemas con la institución»–.Una vez se concretó su regreso, Sánchez se hizo cargo del puesto de tercer arquero, detrás de Eddy Villarraga y de Hernán Torres. Promediando el segundo semestre de ese año, una expulsión de Villarraga y una lesión de Torres abrieron las puertas para su ansiado debut con el buzo azul: en un anodino partido de mitad de campeonato en Bogotá contra el Unión, Luis Ferndando tuvo la oportunidad dorada de dar el gran salto de la tercería a la titularidad. Para decepción de su fanaticada, su desempeño sin ser un desastre no fue tampoco espectacular (el partido se saldó con un lánguido 1-1) y nadie lo extrañó cuando Eddy Villarraga (dos años menor que él) retomó para el partido siguiente la posición. Cada vez parecía más claro que lo suyo no era ni iba a ser tampoco la titularidad.

Después de un 1994 en donde se alejó nuevamente de la disciplina azul para una breve “terceriada” en el Huila, regresó a Millonarios en 1995 cuando la participación en Copa Libertadores obligó al club a echar mano de todos los jugadores de su propiedad. Titular del equipo alterno –posición que, en plata blanca, sigue teniendo un importante tufillo de suplencia–, Sánchez tuvo su cuarto de hora cuando supo estar en el banco azul el día en que Villarraga se rompió el ligamento cruzado anterior en un partido por la Copa Libertadores ante Nacional en Bogotá. Rebosante de ganas y ante la incredulidad de buena parte de la afición que desconocía del todo su currículum, logró mantener el arco en cero, con brillantes atajadas de por medio, constituyéndose en pilar del triunfo 2-0 que esa noche lograron los hombres de Wojtila. A la buena actuación de esa noche le siguieron otras tantas que, sin embargo, no le alcanzaron para borrarle ese «inri» de eterno suplente que ya lucía en la frente. Tanto fue así que la lesión de Villarraga en lugar de confirmar a Sánchez como su sustituto natural precipitó la llegada de Óscar Fabián Cancelarich, meta argentino que sin haber salido de inmigración ya había desbancado de la titularidad a un abnegado Sánchez que sin remilgos retomó la titularidad del equipo satélite. En estas andaba cuando terminando el primer semestre de 1995 fue requerido para ser titular en un clásico amistoso que a beneficio del narrador Carlos Arturo Rueda se disputó en el Campín, partido que habría quedado en el más cruel de los olvidos de no haber mediado una jugada de la Sánchez fue su protagonista. Fue en el último minuto del primer tiempo, un balón que no representaba mayo amenaza llegó a sus predios. Con la intención de no detener el juego, Sánchez decidió evacuar el balón con un fuerte remate, un despeje más. Sin embargo, algo falló y en lugar de impactar el manso balón, el empeine siguió derecho llevándose consigo el equilibrio y buena parte de la honra del artista quien desde el suelo vio como el otrora inofensivo balón traspasaba la raya del arco que defendía. Tan amargo fue el trago que para el segundo tiempo fue relevado por Andrés «Roque» López (si amable lector, pronto tendrá su espacio).

Superado el cómico, casi circense, impasse, Luis Fernando se alistó para una nueva temporada en lo suyo como suplente de Cancelarich. Fue él el primer sorprendido con la inesperado viaje del gaucho rumbo a Huracán después del primer partido de la temporada 95-96, dejando al garete el arco albiazul. Así, una nueva oportunidad de abandonar el camino del suplente surgía para Luis Fernando, primero nuevamente en la línea de sucesión. Sin abandonar en ningún momento su número 12, Luis Fernando pudo entonces adueñarse del arco azul por un semestre. Se pasaron rápido esos seis meses y pronto llegaría la hora de medirse con Eddy Villarraga cuando este regresó de su lesión a comienzos de 1996. De nada sirvieron llegado el momento los partidos acumulados y las dos o tres tardes de gloria: debía abandonar la posición. Obediente, a Luis Fernando le correspondió ver desde el banco como los muchachos de Prince sorprendían llevándose un subcampeonato que no estaba en las cuentas de nadie. Amañado en su puesto natural, la siguiente oportunidad le llegaría al año siguiente cuando un mal momento de Eddy Villarraga en plena Copa Libertadores (incluido un vulgar yerro, muy del estilo del protagonizado por nuestro homenajeado en el clásico amistoso) trajo consigo otra oportunidad para Sánchez. Después de responder con lujo de detalles en los primeros partidos en que tuvo en sus manos la titular, tuvo la mala fortuna de toparse con otro pésimo chiste de la Diosa fortuna para con él. Sucedió en el partido de vuelta de la segunda fase de la Copa Libertadores de ese año. En el Centenario de Montevideo Millonarios buscaba ante el siempre aguerrido Peñarol conservar los dos goles de ventaja que había alcanzado en el partido en Bogotá. Los azules se acercaban al objetivo hasta que un centro al corazón del área motivó una salida a cazar mariposas de Sánchez . Suponemos que conciente de su error, Luis Fernando trató de enmendarlo simulando una lesión. El árbitro, un tal Robert Troxler de Paraguay, no tragó entero y dejó que la jugada continuara. Con el arco desprotegido, el «Pato» Aguilera sólo tuvo que empujarla para poner a ganar al equipo mirasol. La decisión de Troxler de no parar el partido, motivó una feroz protesta de los jugadores azules que desembocaría en la expulsión de Marcio Cruz y de John Mario Ramírez dando pie a una debacle que continuaría con dos goles más del cuadro manya. Sin embargo, gracias a un agónico penalty provocado y convertido por Ricardo»Gato» Pérez que puso el partido 3-1, la serie se definió por cobros desde los doce pasos. En la definición, Sánchez enmendó en parte su error atajando uno de los cobros. De poco sirvió, pues la mala puntería de los cobradores azules terminaría por servirle en bandeja de plata a Peñarol su clasificación a tercera ronda. Este difícil momento terminaría siendo el epílogo de la tormentosa y no menos trágica historia de Luis Fernando en Millonarios. Poco tiempo después llegaría Héctor Burguez y al puesto de Sánchez sería asumido por el popular «Roque santeiro».

Después de este desafortunado final, recalaría nuevamente en el Huila en donde, nuevamente como suplente, alcanzó a disputar ocho partidos. Finalizad su rodadita a Neiva, el siguiente registro que se tiene de su trasegar nos remite a su aparición defendiendo el arco del que fuera el primero de los Chicós en el 2001. En ese equipo, patrocinado por Prostatrón, estaba conformado por leyendas de la talla de Gustavo Quijano, Álvaro Aponte,Fredy León,Álex Daza,Raúl Ramírez y Wilmer Cabrera. Del Chicó pasaría en el 2003 al siempre exótico Pumas de Casanare. Ya de salida, seguramente no se imaginó que aún faltaba una estación en su vía crucis de tardes y noches negras. Estaba en Yopal, en las postrimerías de un hasta esa altura anodino Pumas-Bajo Cauca, con René Higuita en el arco de los antioqueños. Fiel a su estilo, promediando el segundo tiempo el «Loco» vio salido a su colega y con un globo desde su arco marcó un gol para la posteridad. Nuestro homenajeado, por su parte, volvió a las primeras planas de tabloides y noticieros despertando, nuevamente, la compasión de madres y abuelas. Superado este difícil momento (de algo le tuvieron que haber servido los viejos papelones) defendió por un año más el arco de Pumas. Hoy se le ve desfilar por diferentes torneos aficionados de la capital como delantero muy lejos del ingrato arco.¿Hace falta una explicación?
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Condoricosas

Estuvo a un paso del banquillo del Real Madrid. Llevó a la selección mayores a dos mundiales. Obtuvo con Nacional la primera Copa Libertadores para Colombia. Sin embargo, a la hora del té, todos estos logros palidecen ante esta aparición en las célebres «Condoricosas» de nuestro querido Pacho, gran benefactor de esta casa. Se trata del único colombiano en aparecer en esta popular sección, algo equivalente a ser estrella invitada en un capítulo del «Chavo del ocho». Fue en una edición especial de «Condorito» que circuló en Colombia días antes del Mundial de 1994..