Incluso más que el fútbol, los videos son la gran pasión de Eduardo Pimentel. Y en todas sus expresiones. Desde la tangible hasta la figurada. En cuanto a la primera, en sus años mozos se convirtió en el zar del Beta bogotano gracias a Batiamax I, su negocio de alquiler. Tiempo después, aprovechó su manía de grabar, en video, todos los partidos del Chicó para debutar como presentador de un programa en Canal Uno dedicado exclusivamente a analizar los errores de los de negro que perjudicaban a su equipo. Esto nos lleva a la segunda, que tiene que ver sus bien conocidas maquinaciones, a veces fabulaciones, sobre conspiraciones, sociedades secretas y todo tipo de fuerzas que conspiran en su contra.
Consciente de esto, a Eduardo le asaltó una preocupación -es decir, se metió un video más- por allá a finales de 1988. Duró noches en vela preguntándose: ¿será que por andar en tantos videos me quedaré sin amigos? Precavido, quiso mandarle un mensaje contundente a sus carnales y esa es la razón que explica este aviso publicado en la Revista Millos.