Hace relativamente poco el plantel profesional de Millonarios decidió que visitar el salón de belleza del afamado estilista Norberto era una buena alternativa como actividad lúdico-estética-cultural. Las imágenes de los dirigido por Vanemerak estudiando alternativas para hacerse la permanente mientras otros se decidían por los rayitos al tiempo que disfrutaban de un pedicure escandalizaron a los más puristas, a esos hinchas enchapados a la antigua para quienes la estética en el fútbol sólo tiene cabida a la hora de despuntarse el bigote.
El caso fue que la incursión en predios tradicionalmente hostiles fue asumida como un hecho sin precedentes. Los más librepensadores reconocieron el valor de este puñado de muchachos que habían dejado atrás prejuicios para darle bandera verde a otras dimensiones de su ser. Pero no sabían quienes esto aplaudían que en 1991, diecisiete años antes, Daniel Tílger, como lo demuestra esta foto, ya cargaba en su billetera camuflada de velcro una tarjetica de cliente frecuente de este mismo salón de belleza, con un agujero hecho con perforadora por cada visita a renovar la vitalidad de sus rayitos tipo peluquín.
Al revelarse la comprometedora imagen de Piqué e Ibrahimovic acicalándose en apapuchante actitud, caímos en el error, como seguro le pasó a muchos de ustedes, de creer que al ser ambos estrellas de alcance mundial, jugadores del Barcelona y también de la liga de las estrellas fijarían una tendencia a la que pronto se adherirían numerosos futbolistas ( y uno que otro DT) a lo largo del planeta. Pero no. Nos equivocamos (una vez más).
La historia es esta: como es natural en estos casos, inmediatamente divulgado el documento conformamos un escuadrón élite de nuestra muy acreditada (pero por su trayectoria en Datacrédito) Unidad Investigativa para acceder -fieles a nuestra misión- a la verdad sobre esta lúbrica postal. Eficiente, el escuadrón de sabuesos bestiaristas (bueno, gozques en su mayoría) pronto nos presentó los resultados de la pesquisa. Atónitos quedamos al enterarnos de que, contrario a lo que sospechábamos, en el flirteo binacional entre el catalán y el sueco había -como siempre- cuota colombiana. Resulta que días antes, ambos futbolistas estuvieron hojeando en una sala de espera de un terapeuta de pareja colombiano residenciado en Barcelona la antología gráfica anual «A través de El Tiempo» que este diario publica en diciembre con las mejores fotografías del año. Allí se toparon con esta reveladora instantánea del «Coroncoro» Perea y del «Chontico» Herrera demostrándose afecto minutos antes de comenzar una dinámica de integración erótico-grupal con danza de los siete velos incluida (por eso el turbante de ambos).
Con las hormonas desbordantes luego de ver que eso de las demostraciones de afecto entre dos futbolistas ya era algo socialmente aceptado en otras latitudes más progresistas, tanto que hasta en un libro apareció una imagen de ese corte sin que siquiera las damas del Comité de Señoras Elegantes de la 92 se inmutaran, ambos futbolistas coincidieron en que el terapeuta sobraba y decidieron huir del consultorio. Para qué más terapia si en sus manos tenían la prueba de que la sociedad ya estaba más que preparada para las muestras de afecto públicas entre dos futbolistas del mismo sexo. No había necesidad de esperar más. Era la hora de vivir públicamente su experiencia. La foto, por supuesto, fue tomada en el parqueadero del terapeuta.