Juan Carlos Toja

Dinámico volante con aire de rockstar que debutara con Santa Fe por allá a comienzos de 2004 en un amistoso contra la selección de Costa Rica de Jorge Luis Pinto disputado en una fría noche de miércoles en Bogotá. Después de un tímido debut y de una que otra aparición más bien fugaz en la nómina cardenal, supo desempeñarse de forma muy positiva en un control al dopaje. Su desempeño, como suele suceder en estos casos, le representó una larga y dolorosa sanción.

Superado este difícil trance, este nieto del wing derecho uruguayo que con su mismo apellido y con algún suceso vistió, entre otras, las camisetas de Cúcuta y Millonarios en los albores de nuestro fútbol, recibió esperanzado la convocatoria de Eduardo Lara para hacer parte de la selección sub20 de Colombia que disputaría el suramericano de la categoría a jugarse a comienzos de 2005 en el eje cafetero. Pocos se imaginaron que sus goles de gran factura contra Bolivia y Chile y esa titularidad indiscutida tan sólo dos años después se fueran a ver como parte de un pasado muy lejano.

Bañado en gloria, regresaría a su querido Santa Fe para no poder consolidarse como titular durante todo el 2005. Diferencias conceptuales con el entonces presidente lo obligaron a jugársela a finales de año y declararse jugador libre. Con su pase en la mano y con un casette de VHS con los mejores momentos del Suramericano como talismán partió rumbo al sur. Después de ver el video, las directivas de River Plate ordenaron su inmediata contratación y para comienzos de 2006 ya estaba haciendo pretemporada con los de Nuñez.

Con River tuvo un comienzo fulgurante con gol incluido, también de gran factura, a Oriente Petrolero en Bolivia durante el repechaje que ese año debieron jugar los entonces dirigidos por el «mostaza» Merlo. Sin embargo, tal y como sucedió los dos años anteriores, después de un comienzo de año prometedor, vinieron nuevamente los dolorosos. Estos se inauguraron con una expulsión en Defensores del Chaco, en el partido en que River perdió 2-0 contra Libertad. Esta expulsión marcó también el comienzo de una notable y duradera enemistad con el «Káiser» Daniel Pasarella, sucesor de Merlo en el banquillo riverplatense.

Relegado a la reserva y sin volver jamás a tener la oportunidad de mostrar que el video del Suramericano no era un ejemplo de las maravillas de la tecnología moderna, Toja optó a comienzos de 2007 por darle un giro a su vida y pedir visa para aterrizar en USA en busca del sueño americano, nuevo primer renglón entre sus prioridades. Hoy vive alejado del ruido en un agradable suburbio de Dallas en donde cuida con esmero su jardín, va de compras a los Malls de su condado y los domingos de cuando en vez rememora sus días de gloria en el eje cafetero enfundandose la camiseta del «Dallas FC». .

Juan Gilberto Núñez "Pichú"

Si de insultos se trata, los habitantes de la zona cafetera somos bastante pródigos, elocuentes y apasionados; herencia de nuestros ancestros arrieros que a lomo de mula y gracias a un culo resistente poblaron estos montes espesos y agrestes. De esto puede dar fe este mediocre volante ofensivo (porque ofende su forma de jugar), que fué en sus inicios estrella de la selección del Valle del Cauca y posteriormente figura en aquel recordado mundial juvenil en que la selección Colombia derrotó a Finlandia 9 goles a 1, siendo artífice de una de las anotaciones y uno de los mejor calificados junto al pastuso Hidalgo (que anotó 4). Núñez llegó a las filas cafeteras el primer semestre de 2004 como la gran esperanza junto a Hugo Rodallega, provenientes ambos de la escuela Boca Juniors de Cali, propiedad de Hernando Ángel Montaño.

En su primer año con el «Milagroso» anotó la fantástica cifra de 2 goles (contra 11 de Rodallega), uno de ellos en una inolvidable tarde en que Deportivo Pereira se llevó en el saco 3 goles del jardín de América. Ante tal ejecutoria, la prensa local reseñaba: “este muchacho pinta para mucho…”. Comprometedor comentario, porque el espigado moreno se dedicó a cometer errores infantiles, malogrando opciones de gol y mostrando un juego cobarde e individualista, pero por ser propiedad del accionista mayoritario del Milagroso siempre tuvo su puesto seguro en la titular.

Debemos decir también que durante sus 3 años en las filas cafeteras ha sido opacado por el éxito de otros volantes y delanteros como Diego Chará, Mauricio Romero, Carlos Hidalgo, Jorge Perlaza, el bestiarista Oswaldo Maceknzie, John Valencia, Sebastián Hernández y la meretriz Marcio Cruz. La obstinación de los dirigentes cafeteros con su continuidad sin resultados es absolutamente inexplicable, puesto que jugadores de otras posiciones como el buen lateral Iván Vélez han anotado más goles en una temporada que Pichú en 3 años.

Su última anotación fue en la copa Mustang I de 2005 contra el Medellín en cancha cuyabra. En honor a la verdad, gol ilegítimo que reclamaron airadamente los jugadores del rojo pero que Pichú celebró en la tribuna de Artillería Verde gritando “ven que si puedo… HP… yo si puedo…” (su servidor pertenece a la barra y estuvo presente esa noche de miércoles, por lo que puedo dar fe).

Para la copa Mustang II de 2005 fue convocado por Juan Topo a entrenar con Deportes Tolima. Él, siempre humilde declaraba: “gracias a la afición cuyabra, espero algún día regresar al Deportes Quindío, más maduro y darles lo que no les pude dar. Gracias por la confianza”. Lo que Pichú ignoraba es que el público quindiano celebraba su salida como un título internacional…. Ignoraba también que dos semanas después sería devuelto por el vecino tolimense con el eufemismo de que “no llenó nuestras expectativas”. El llanto y crujir de dientes en las tribunas del Centenario se volvió a sentir.

Y aquí sigue el buen moreno, recibiendo su salva de insultos y rechiflas cuando pisa el gramado del jardín de América, viendo como sus compañeros son transferidos a otros equipos y preguntandose porqué a el no le dan la oportunidad. Sigue también haciendo lo que mejor sabe hacer: tomar un balón, enredarse y perderlo. Su especialidad: recibir un pase certero con la portería sola y mandarlo por encima del travesaño.
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Libardo Aranda

Terminando ya la década de 1990 brotó de los más profundo del Chicamocha un rumor que daba cuenta de la aparición en alguna cancha santandereana de un arquero que a decir de los especialistas en menos de dos años haría de Óscar Córdoba y Miguel Calero dos suplentes de lujo en la selección.

El rumor no tardó en llegar a oidos de los directivos de Nacional que inmediatamente desembolsaron lo necesario para hacerse a sus servicios. La negociación qué llevó a Libardo a Medellín, además de además de engordar las arcas de dos o tres «empresarios», permitió la llegada de por lo menos tres jugadores propiedad del Nacional a reforzar al Atlético (los nombres no los recordamos, si alguien tiene el dato, bienvenido). En Nacional, Libardo recorrió la pista de patinaje del Atanasio en la vuelta olímpica de 1999, en calidad de cuarto arquero.

Pasó el tiempo y los pergaminos con los que había llegado a Nacional poco sirvieron. Para 2000, ya había vuelto a casa coincidiendo su regreso con la llegada de Héctor Burguez. Sin rechistar, Libardo supo que por el momento le correspondía ser suplente. Para el 2001 no hubo grandes cambios en el panorama. Después de algunos partidos como titular, Aranda volió a instalarse en la banca, esta vez como suplente de Leonel Rocco. Después de Rocco, supo ser suplente, entre otros, de Henao y Tuberquia hasta que a finales de 2004 una Berlina del fonce lo arrimó a Tunja en donde, por lo visto, necesitaban un arquero con alguna experiencia siendo suplente de uruguayos para que fuera el segundo detrás de Sergio Miglacio. En el Chicó actuó algunos partidos en los que convenció a todos de que lo suyo no era el saltar a la cancha y posar para la foto. A mitad de año fue licenciado del equipo que para la época ocupaba las últimas casillas del campeonato. Es un misterio su paradero actual. Se presume que regresó a Medellín a vivir de glorias pasadas. .

Francisco "Pacho" Serrano

El primero de los «Pachitos» de Santa Fe (Wittinghan, Serrano y Delgado) en tener su espacio en esta codiciada galería debutó en 1999 generando gran expectativa entre la parcial por su buen trato del balón y la precisión de sus pases. Al año siguiente, 2000, la joven promesa continuó al alza en un plantel que impotente vio como el gusto por el dinero fácil de Edison Mafla le impediría en las últimas fechas conquistar el ansiado y, a juzgar por el nivel mostrado, merecido título o cuando menos un cupo para la Copa Libertadores. Pero no fue en el equipo del «Guigo» y Tomic donde Pacho alcanzaría el que años más tarde sabríamos que fue su tope. Fue en el 2001 cuando, pese a una lesión que lo alejaría cinco meses de las canchas, se destapó desplegando un fútbol de elegante técnica y jugadas de filigrana.

En el 2002 su rendimiento se mantuvo al alza. Con ocho goles en la temporada terminó de confirmar que estaba listao para emprender vuelo. Todo parecía ir ahora sí viento en popa hasta comienzos del año siguiente cuando una nueva lesión se atravesó en su camino. Tras muchos meses de incapacidad finalmente regresó a las canchas en el segundo semestre en un clásico del que Santa Fe saldría derrotado 2-1. El desempeño de Serrano en el partido estuvo a años luz del que aún permanecía en la retina del hincha. De hecho, el Pachito que se vio en los minutos que pudo actuar el resto de ese 2003 en ningún momento alcanzó siquiera los tobillos de la joven promesa de hacía dos años. Tan paupérrimo fue su regreso que el club cardenal decidió a comienzos de 2004 prescindir de sus servicios. Después de probar suerte en Quindío y Chicó, Pacho terminaría por templar en la Academia Compensar, club en el que, por momentos, dejó asomar aislados chispazos de ese talento que en algún momento derrochó en Santa Fe. Con estos chispazos como argumento, a comienzos de este año partió rumbo a Centroamérica en donde hoy brilla con luz propia en el medio campo del «Águila» de El Salvador. .

Leonardo Enciso

De un corresponsal.

Pocos jugadores han sido tan resistidos por la tribuna y tan sostenidos por el director técnico como este delantero nacido en Pereira, pero criado para el fútbol en Cali. Enciso podría ser comparado con el Yohner Toro del América, institución que lo vio nacer para el fútbol pero que se quedó sin argumentos para sostenerlo.

Con cierto aire físico a Julián Téllez, pero con una cabeza que sobrepasaba los límites de cualquier medición, el ’Cabezón’ tuvo además la fortuna, para su carrera, de ser considerado por los técnicos de las selecciones menores de la época. Así, Enciso participó en el famoso Suramericano sub-20 de Ecuador del 2001, en el que el equipo que dirigía Alfredo Araújo quedó de sexto entre seis en el hexagonal final. En ese torneo ilusionó con un gol en el primer partido, frente a Uruguay, y después no la volvió a meter ni en los entrenamientos. Lo mismo pasó en el Preolímpico del 2004, cuando Jaime de la Pava lo llevó como primer suplente de Sergio Herrera y Martín Arzuaga. Como era de esperarse, jugó muy poco y no marcó un solo gol.

Esa falta de pericia frente al arco contrario la sufrió en el América, donde su poder de artillero fue tan escaso como puede ser hoy el dinero en ese equipo. Es uno de los pocos jugadores que fue insultado en un partido por las dos hinchadas al mismo tiempo.

Curiosamente, se fue seis meses a préstamo al Pasto, donde marcó algunos goles y volvió a Cascajal con sed de gloria. Pero nada. Otro viaje a Nariño le abrió el arco y las puertas del América, pero su tercer retorno fue el comienzo de su fin: jugó en Pereira, Cartagena y Pasto, sin éxito. En su último paso por las vecindades del Galeras no anotó un solo tanto. Cuando creiamos que la tercera era la vencida, nuevamente decepcionó. Al parecer colgó los guayos, pues se desconoce su paradero actual..

Fabián Martínez

Volante de creación bogotano de la misma camada de Juan Carlos «Paolo» Rodríguez, Juan Carlos Niño y Eddy Villarraga baluartes todos de la selección Bogotá sub23 de finales de los ochenta. Se asomó por primera vez al profesionalismo promediando 1989 cuando una huelga de la primera división obligó a las directivas a llamar a las reservas cardenales con el arquero dentista Carlos Baquero a la cabeza fueron a la primera línea para un partido en El Campín contra el Unión Magdalena (1-0, victoria samaria).

Como es la constante con los jóvenes valores bogotanos, Fabian no pudo mostrar todo su talento en Santa Fe. Fue en Manizales, en el Once Philips del «Moisa» Pachón que en 1990 fue la revelación del año clasificándose para la fiesta de fin de año en una época en la que el Once era Phillips y segundón no Caldas y ganador. Figura en Manizales y estandarte del Once en 1991, 1992 y 1993, fue, junto con Juan Carlos Niño, la cuota bogotana en la selección preolímpica del «Bolillo» Gómez. Sobra recordarlo, la constante en las selecciones de Hernán fue ver a la cuota bogotana en un terecerísimo plano. Esta no fue ni mucho menos la excepción.

El desaire del alocado adiestrador paisa no logró amilanar a Fabián que siguió recorriendo la senda del triunfo en el Once. Su regularidad en la perla del Ruiz hizo que el por ese entonces todopoderoso América fijara sus ojos en él. A comienzos de 1994 se finiquitó el que sería catalogado en su momento como el fichaje del año y Fabián –por esos días el jugador más cotoso del país– desembarcó en Cascajal. No sabía, seguramente lo sospechaba, que su nombre se uniría al de otros tantos jóvenes valores que vieron truncadas sus carreras en los anaqueles americanos. Algunos, algo maltrechos y corroídos, pudieron escapar. No fue este el caso de Fabián de quien no se volvió a tener noticia. .

Diego "Hawaiano" Gutiérrez

Es moneda común en el ámbito futbolístico capitalino el surgimiento de rumores que dan cuenta de la próxima e inevitable venida del mesías en la figura de una joven promesa que algunos pocos iluminados aseguran haber visto derrochando mágico talento en las ya desaparecidas canchas de Chigüiros, en Techo, en el Campincito y demás escenarios del día a día del fútbol aficionado de Bogotá. Tal y como en su momento se habló de Hans Schomberguer o de Giovanni Mateus, el nombre de Diego «Hawaiano» Gutierrez –suponemos que el apodo más que con la isla del pacífico tenía que ver con el concepto culinario insignia de la gastronomía popular colombiana– adquirió visos de leyenda entre todos aquellos aficionados que en plena tertulia gustan de sacar a relucir su condición de iniciado sobre quien ya ha posado sus manos el nuevo mesias anunciandole a los contertulios el advenimiento de quien tendrá la misión de llevar al equipo a la gloria prometida.

Como suele suceder con la mayoría de estas leyendas urbanas, el ansiado momento de la revelación del mesías nunca llegó y aquellos que anunciaban su llegada negaron hasta cuatro y cinco veces haber hablado de ese «pelaito que todos dicen que juega igualito a Willington Ortíz a esa edad». No sabemos si por un exceso de piña y jamón en la dieta o por el capricho de algún resabiado técnico de las divisiones inferiores de Santa Fe, Diego, en efecto, se convirtió en una leyenda pero de un tipo muy diferente al que todos hubiesemos querido. En lugar de hacerse a un lugar entre los grandes talentos que han desfilado por la primera división cardenal, Gutierrez pasó a ocupar un espacio entre los que pudieron ser y no fueron, entre los mesias que dejaron esperando a la fanaticada.

Obsesionado con una isla en el pacífico en la que, según le comentaron, se desayunaba pizza hawaiana, se almorzaba perro hawaiano y se cerraba la jornada con hamburguesa hawaiana, Diego partió rumbo al norte. En una inesperada escala en Chicago coincidió en la sala de espera con un cazatalentos del «Fire» de esta ciudad que lo obligó a aplazar unos años su sueño hawaiano. Hoy se pasea por la unión americana desperdigando el talento que le fue negado a la parcial capitalina.

Con información aportada por ARGOM17..

Carlos Gregorio Pimiento


Imagen cortesía de Gráficas guarichas

Delantero tolimense que sobreviviera a la lamentable catástrofe de Armero. Se dio a conocer en 1987 cuando hizo parte de la selección de Finot Castaño campeona de América en Pereira. Por esa época fue también la revelación del Deportes Tolima en una época en la que del «Tolimita» sólo salían lamentos y pesares. En el equipo pijao hizo parte de aquel memorable tridente ofensivo junto con el samario Jaime Manajarrez y un ignoto volante de creación de apellido Saiz.

Del Tolima pasaría poco tiempo después al Cali; equipo que en 1991 lo negociaría junto con Bernardo Redín al CSKA de Sofía. Todavía se recuerda la nota en la que el periodista de turno lo obligó a mostrar ante las cámaras los calzoncillos de invierno que iban en su maleta. Una vez en suelo Búlgaro, de poco sirvieron los calzoncillos. Salvo uno o dos goles que convirtiera recién llegado (como Usurriaga en el Málaga, como Valencia en el Atlético) cuando aún le quedaba algo de la panela que venía en la maleta, de su paso por el CSKA hay que decir que los calzoncillos no sirivieron para el frío que le asaltó el alma. Poco tiempo después regresó al Cali, en silencio y seguramente sin los calzoncillos largos. Nunca superó la incursión búlgara. Después de su regreso, rápidamente se apagó para el fútbol

Es hoy un connotado cazatalentos en su Tolima natal. .

Alexis Gamero

En abril de 2003 el siempre genial Pacho sorprendió al país futbolísitico incluyendo en una de las convocatorias de esa peculiar modalidad de robo llamada «microciclos» a un tal Alexis Gamero, defensa de un Cúcuta Deportivo que por ese entonces padecía las duras y las maduras en nuestra querida divisional de ascenso. Cuando se supo la noticia, muchos creyeron que el de Alexis era un caso similar al del ya homenajeado Christian Tamayo y que el Norte de Santander, orgulloso, ponía a disposición de la patria a su «niño maravilla». Pocos días después de conocerse la convocatoria quedó claro que no era ni niño –para ese entonces ya cargaba con 25 abriles a cuestas– y que maravilla era un adjetivo que sólo le cabía al empresario que en complicidad con Pacho había orquestado tamaña manguala.

Escarbando en su curriculum vitae, encontramos que este mismo Alexis registra breves pasos por Mineros y Unión Lara de Venezuela junto con una oportunidad de probarse en 1998 con San Lorenzo de Almagro que no alteró el normal discurrir de la vida en Boedo. Cinco años después tuvo la oportunidad de descollar con la selección y nada pasó con él. Alexis, con el apoyo de su pool de empresarios, tuvo todo para figurar junto a figuras del talante de Jose Fernando Santa, Gustavo Restrepo, Álex Viveros y Giovanny Hernández en el top 5 de las mentiras mejor vendidas de nuestro fútbol y simplemente no fue capaz, se cansó de desperdiciar oportunidades. Habiendo tanto jugador necesitado en nuestro medio, Alexis hizo la del joven adinerado que le pide al mendigo que no le hable de comida porque acaba de comer.

A comienzos de este año fue despedido del Cúcuta. Agradecemos cualquier información que pueda conducirnos a su paradero..

Carlos Rodas

Delantero de la cantera del Cortuluá. Hizo parte de la nómina del equipo que en 1993 se coronó campeón de la Copa Concasa. Después de algunas temporadas sin mayor suceso en el «equipo corazón», Rodas recaló en el Pereira, equipo en el que a finales de 1997 y pese al descenso del equipo sus ocho goles le permitieron proyectarse como la gran revelación del rentado colombiano y el jugador pretendido por todos. Nacional, América y Millonarios, todos preguntaron por él. Fue tanto el escándalo que se generó en torno a él (fenómeno que rara vez se da en nuestro fútbol) que el “Bolillo” decidió no quedarse atrás y premió su desempeño con sendas convocatorias que aumentaron aun más su cotización.

Como suele suceder en estos casos, las agallas de sus empresarios pudieron más que la chequera de los directivos rojos, verdes y azules, y bien entrado 1998, la revelación de 1997 todavía entrenaba en el parque de su barrio. Finalmente, se le pudo encontrar un campito en el Quindío pensando en que la copa Conmebol que ese año disputaría el equipo cafetero contra Italchacao de Venezuela y Sampaio Correa de Brasil podía llegar a ser algún tipo de vitrina para la joven promesa. Su rendimiento en el Quindío le aportó más argumentos a quienes insistían que lo suyo no iba a ser flor de un día. En consecuencia, una buena producción goleadora en el cuadro cuyabro le representó un ascenso en la escala del eje cafetero y algo un poco mejor que un contrato con el Sampaio Correa: ser uno de los refuerzos del once para la temporada 1999. En Manizales, no obstante, poco se vió de aquel habilidoso delantero que deslumbrara en el Hernán y en el Centenario. En esta ciudad permaneció dos temporadas para luego recalar en el “Poderoso”. Los cuatro goles que marcó con el rojo de la montaña le permitieron retomar la ruta del café y desembarcar para el segundo semestre en el Tolima, equipo en el que dos goles no fueron suficiente para borrar su imagen de flor de un día que para esa época ya comenzaba a hacer carrera. Después del Tolima y fiel a su tendencia de probar toda la oferta laboral futbolística de una región, el Huila fue su siguiente empleador. Su paso por el cuadro opita fue poco menos que discreto; al parecer , lo suyo, más que el fútbol, era una extraña fijación que lo motivaba a recorrer la misma senda que “Tirofijo” recorriera por el viejo Caldas y el Tolima Grande. Después del Huila, sólo le faltaban Marquetalia F.C., Deportes Guayabero, y Atlético El Pato. Deducimos que militó en estos equipos entre 2002 y 2004 pues ningún resgistro se tiene de su actividad durante estos años.

Reapareció en 2004 reforzando las filas de los Pumas de Casanare. A mediados de 2005, como el hijo pródigo, regresó al Tuluá, equipo en el que hacía más de una década había debutado y al que hoy lo encontraba nuevamente en la B. Un rendimiento bastante aceptable en el equipo tulueño le significó a sus 31 años una nueva, y última, oportunidad en el profesionalismo con el Deportivo Pasto, equipo que lo incluyó en su lista de altas para la temporada 2006. Al pie del Galeras, casi diez años después de su irrupción en el fútbol profesional, a duras penas se ven destellos del fútbol con el que deslumbró en su momento al eje cafetero.

Dato adicional: en medio de tantos ires y venires, Rodas se hizo acreedor a una distinción. En el 2000 fue el ganado de una votación promovida por “Tribuna caliente” para elegir al jugador más “piscinero” del torneo. Peor es nada.
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