¿Millos de verde? Sí, Millos de verde

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Densa polvareda ha levantado por estos días la propuesta lanzada por no sabemos quién para que el próximo Millonarios-Nacional se dispute bajo la modalidad swinger, es decir, con intercambio de uniformes.

Los indignados con esta idea se rasgaron las vestiduras, pusieron el grito en el cielo y llegaron incluso a amenazar con huelga de hambre y con organizar una carrera 10K contra la iniciativa. Argumentaban ellos que de llevarse a cabo lo propuesto se estaría cometiendo un grave sacrilegio que despertaría la ira del Dios del fútbol que no dudaría en vengarse, por ejemplo, multiplicando las porristas sobre los gramados del país o reviviendo los hexagonales regionales.

Pero quienes en esta causa militaban desconocían que, al menos por el bando azul, tal episodio de travestismo ya había ocurrido sin que ello hubiese supuesto la caída de Monserrate sobre Bogotá tal y como lo demuestra esta imagen a la que tuvo acceso la división de confecciones impuras de nuestra unidad investigativa.

Hay que decir, en honor a la verdad, que la polémica prenda data de años antes de que estallara la rivalidad entre ambos clubes. Según el resultado de la prueba de Carbono 14 llevada a cabo en los modernos laboratorios que funcionan en el sótano de nuestras instalaciones, esta camiseta (de la indumentaria de entrenamiento)  fue confeccionada en algún momento entre 1984 y 1985.

El caso es que esta es también la prueba de que esta no es la salida. Ya hubo intercambio y nada pasó. Al contrario, todo empeoró. Así que desde esta redacción sugerimos medidas más audaces, ¿qué tal ver a Hernán Torres usando libretica y a Juan Carlos Osorio obligado a permanecer adusto y con cara de tote durante los 90 minutos?

Imagen cortesía de @lejameco.

Daniel Machacón o el verdadero gran ausente de Brasil 2014

DanielMachacon

Ojo a la lista: David Ospina, Abel Aguilar, Fredy Guarin, Falcao García, Carlos Valdez, Cristian Zapata, Camilo Zuñiga y Edwin Valencia, entre otros. No es la última convocatoria del equipo de Pékerman, es parte de la nómina que inscribió la Federación para el Mundial sub20 de 2005 celebrado en Holanda donde, a propósito, contamos con una voluptuosa barra en la tribuna por cuenta de numerosas emprendedoras del amor y  polémicos microempresarios que son Colombia en el país de los tulipanes.

Pero eso esta vez no es lo importante. Lo que nos interesa es que junto a esos nombres estaba el del volante Barranquillero Daniel Machacón, quien para entonces era una de tantas promesas que juntó Eduardo Lara en el equipo al que eliminó la Argentina de Messi en el último minuto de los octavos de final. Machacón sólo jugó los minutos finales del partido de primera ronda en que se derrotó a Siria 2-0.

Al grano: suele ocurrir con estas camadas que vienen predestinadas para la gloria, que un cachorro se queda atrás. Ese que, escuálido, ve como sus otrora compañeros de útero alcanzan un porte y un desarrollo muscular envidiable y toman camino mientras él se ve a gatas para sobrevivir con algo de dignidad siempre cerca del nido y con un rictus en su cara, a todas estas, muy parecido al que carga 24/7 el ya mencionado profe Lara.

Eso le pasó a Machacón quien  pronto vio como la gran mayoría de sus carnales comenzaron a coleccionar visas schengen y americanas en sus pasaportes y alcanzaban la categoría Platino en sus tarjetas de cliente frecuente de Avianca mientras él se convertía, a duras penas, en un «habitué» del Puente Aéreo, escala obligada de los desplazamientos del Júnior a otras ciudades. Cuentan que en las salas de espera exasperaba a sus compañeros con cuentos tipo «Falcao se tiraba pedos dormido» o «David Ospina no podía dormir sin antes chupar dedo frotando una cobijita que ha tenido desde niño».

Y la cosa empeoró. Porque mientras sus ex compañeros pasaban de ligas del sur del continente a las más prestigiosas de Europa, Machacón salía del Junior para hacer escala en Neiva  y finalmente poner lo suyo en el descenso del Bucaramanga  a finales de 2008. Desde entonces ha estado sumido en el infierno de la B (pasó también por Valledupar hasta aterrizar en Uniautónoma), con todo lo que eso implica y que suficientemente hemos descrito en este espacio en cuanto a consumo de mareol, indigestión con gelatinas de peaje pasadas, lesiones irreversibles de columna resultado de eternos viajes en flota , cheques tan posfechados como chimbos  y desprendimientos de retinas por consumo de pornografía en celular bajando la Línea.

Hoy, cuando Colombia se apresta a celebrar el regreso a un Mundial gracias a esta prodigiosa generación, en el Bestiario del balón sabemos que nuestra responsabilidad no es acolincharnos en un bus de la victoria cuyo sobrecupo hará hablar en lenguas al General Palomino. No. Lo nuestro debe ser, como siempre ha sido, rescatar del cruel olvido mediante  pequeños, pero sencillos homenajes a aquellos  que, como Machacón, harán parte de esa extraña minoría que botarán el TV con motivo del Mundial.

América-Pepsi 1981

AmericaPepsiDef
Arriba: Juan Caicedo, Falcioni, Pascuttini, Olave, L.E. Reyes, A. Valencia. Abajo: Lugo, C. Mosquera, Saturnino Arrúa, J.M. Battaglia y G. Chaparro.

Para comienzos de los 80 -tal y como ocurre hoy- lo común era ver camisetas de equipos en su estado natural. La del América, a diferencia de la de su vecino verde  que para finales de los 70 vio aparecer los nombres de Sharp, Baboo y Avianca en su pecho, se había mantenido ajena a los tentáculos del mercadeo.  Lo único había sido el muy curioso recurso de estampar el nombre del equipo a lo ancho de la indumentaria dirigido quizás a los aficionados en condición de daltonismo.

Pero las fuerzas del mercado pudieron más que los romanticismos y las excentricidades y para 1981 esta popular bebida tipo cola se instaló en la percha americana. Fue, hasta donde tenemos noticia, su primer patrocinador y fue también la primera incursión de Pepsi en el fútbol profesional colombiano del cual se ausentaría hasta el 2006  cuando regresó pero con fondo azul. En la roja su lugar sería luego ocupado, en este orden y en esta década, por Aguardiente Blanco, Popular y Colombiana.

Y si queremos leer el episodio a la luz de la guerra de las colas, tendríamos que cerrar recordando que la respuesta de Coca-Cola se daría con alguna demora, poco más de veinte años.

America-America1980
América redundante, 1980.

El inesperado triángulo Delfina-Chiva-Monaguillo

DelfinaMonaguillo

Ocurrió a mediados de los setenta que la junta directiva de Santa Fe decidió abrir una convocatoria para el cargo de mascota del equipo. Luego de desechar hojas de vida de especímenes locales y desempleados como faras, capitanes, copetones y uno que otro lagarto, escogieron a un joven león quien frustrado ante las tristes perspectivas que para su vida le ofrecía el Zoológico Matecaña de Pereira se presentó al cargo con la buena suerte de quedar elegido. Daniel Samper fue el encargado de ir a recogerlo una vez culminado el proceso de selección.

Eran, una vez más, otros tiempos. Época en la que parecía cosa fácil y libre de misterios o complicaciones legales meter un cachorro de león en una vieja casa de Teusaquillo que era donde funcionaban las oficinas cardenales. Allí aterrizó el prospecto de fiera y allí permaneció por un buen tiempo, lapso en el que los empleados tuvieron que  proveerse de inciensos, ambientadores de canela, fósforos, galones de creso pinol y cuanta sustancia o artefacto ayudara en la causa de mitigar los olores de las excretas de Monaguillo que fueron aumentando en densidad y poder conforme las gónadas del infante felino despertaron para el universo.

MonaguilloCachorro
Monaguillo, en plena jornada laboral.

Hasta aquí nada nuevo. De hecho, la historia se ha contado más de una de vez, una de ellas en el prólogo del libro surgido de estas páginas virtuales. Lo que hasta ahora no se sabía es que en este lapso sí hubo una voz valiente que reivindicó los derechos del animal, a quien, además, no le pagaban ni pensión ni salud, a duras penas caja de compensación que, por obvias razones, tenía problemas para usufructuar.

Fue Delfina Guido, para entonces Dorisita en Don Chinche, quien,según se extrae de este testimonio que ha rescatado la Unidad Investigativa, en algún momento le dijo al entonces presidente rojo Guillermo «la Chiva» Cortés, palabras más, palabras menos, «Ole chivin, no sea guache y deje de tener en esa casa al pobre animalito. Mire que ellos sienten, mire que ellos son de campo, no de ciudad, usted que es chiva tenga compasión del animalito, pobrecito».

Al parecer la popular y recordada «Chiva» hizo caso omiso a la petición de la carismática actriz, sin importar que esta postura le significara a la institución perder a una seguidora. Cuentan que algún amigo psicoanalista le dijo que no le hiciera caso, pues lo que en realidad ocurría era que a través de ese reclamo la inesperada activista ambiental estaba tramitando un deseo reprimido que lo tenía nada menos que  a él como objeto. De ahí se podía concluir que el que el bienestar del animal era solo una excusa. Caminando por el delgado filo que separa la realidad de la ficción se podría decir que poco después se comprobó que cachacazos como Cortés eran el target perfecto para la artista argentina si nos guiamos por el irredento amor que siempre profesó por el doctor Pardito, un tipo decente como lo era, según ella, la hinchada de River, su equipo del alma en tierras gauchas.

Y tenía razón el especialista. ¿O es que alguna vez se vio a esta matrona rola-porteña marchando o en huelga de hambre por la libertad de Pastora?

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Radiobestiario y el perritu

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En el podcast que solo retaca sonrisas un repaso, a vuelo de pájaro Juárez, por la actualidad el mágico universo del FPC.

Espere en esta edición:

-Que la revelación que se avecina nos coja clasificados.

-Debate sobre episodio de cleptomanía. Desde todos los ángulos, todas las opiniones para que usted forme su propio criterio.

-Perritu irrumpe en la torre de cristal y nos sumergimos en su mundo.

-Editorial: Miguel Ángel y su dictamen del doloroso pero patriótico «affaire» Ibarbo. Imperdible.

-Toda mina algún día se agota: se va Krul del Boyacá Chicó.

-Fuente nos revela detalles inéditos del encuentro Cadavid-Tancredi en oficinas de Millonarios.

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Radiobestiario poético

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Cobijados por el aura de la rubicunda, lúbrica y propoleística prosa de Poldsk de Cardona, un Radiobestiario emitido desde la ventanita de los poetas.

Espere además:

-Nuevos y desopilantes  hallazgos de la fascinante vida de Krul en Tunja.

-Seguimiento a la noticia: el embajador de la India reloaded.

-Boxer se fija en los perritus para salvar el año. Detalles.

-Drama de la vida real: «mi amor, te juro que el técnico me mandó a la tribuna. De verdad no es lo que te estás imaginando».

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Vivalda-Selección Italia 1985

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Arriba, de izq. a der.: Marcelo Trobiani, Miguel Augusto Prince, Eduardo Pimentel, Alberto Pedro Vivalda, Germán Gutiérrez de PIñeres y Germán Morales. Abajo: Juan Carlos «Nene» Díaz, Norberto Peluffo, Jimmy Hendrix, Hernando «Mico» García y Juan Gilberto Funes.

Los 80 y los 90 fueron décadas felices para los arqueros. Antes de que los minuciosos contratos entre clubes y marcas de ropa deportiva impusieran severas restricciones a su libre albedrío, estos podían darse todo tipo de licencias, muchas de ellas ya documentadas en este espacio, como la de Eddy Villarraga  emulando a Tony Meola o la de Óscar Córdoba disfrazado de arquero del Bayern Münich.

Alberto Pedro Vivalda, argentino que militara en Millonarios entre 1982 y 1985,  fue uno de tantos cuidapalos anarcos que no tuvieron  temor a decirle «NO» al utilero llegado el momento de recibir su indumentaria de dotación. Y «el Loco»  dijo no porque había logrado hacerse a un buzo azul claro metalizado de entonces selección campeona del mundo: Italia.

No lo lució por muchos partidos. Quizás delanteros rivales se quejaron del reflejo que molestaba sus ojos o también pudo haber ocurrido que Dino Zoff lo alertara de una posible demanda por suplantación. O quizás simplemente lo guardó para no gastarlo. Eran otros tiempos, no había apertura, no existían  almacenes en Unicentro con estantes llenos de indumentaria de equipos y selecciones europeas. Era, sin dudas, una «monita difícil», que bien podría ser víctima del decol en la lavada y, por lo tanto, había que cuidarla.

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