Yo me Pinto

PintoMotilon

Una vez conoció la sanción de diez fechas sin entrar al estadio, hizo de todo para hacerle el quiebre. Terco como él sólo, trató de apelar, demandar, entutelar, pero nada. Después nos pidió prestado el Kokorikóptero,  y aunque mucho lo intentó y mucho lo repotenció no logró que levantara su peso. Y no se dio por vencido:  lo vieron trepado en el tejado del General Santander y mandaron a bajarlo y, de paso, a prohibir que se arrimara a las torres de iluminación. Luego, intentó, sin éxito, como supondrán, meterse en un disfraz de porrista.  No sólo su figura desentonaba en el conjunto sino que estuvo a punto de sufrir lesión irreversible al intentar hacer el flic-flac.  Cuando estaba a punto de darse por vencido,  el consejo de un chamán lo salvó: debía convencer al indio motilón de cederle el disfraz.

La cosa no fue fácil:  el indio argumentó que llevaba décadas siguiendo a su Cúcuta Deportivo y que por nada del mundo se iba a quedar en la casa. Pinto le dijo que se sacrificara, que era por una causa noble, que lo hiciera por su amado Cúcuta, pero el indio, terco como Pinto, no accedía a soltarle el plumaje.  El problema radicaba en que no podía haber dos indios y que ni Pinto ni el motilón original estaban dispuestos (ni en condiciones por aquello de la figura) a estrenar la figura de la india motilona.  Finalmente  Pinto se acordó de un par de cámaras hipóxicas que tenía el garaje y convenció al indio de las infinitas posibilidades de relajamiento y recreación de ellas. El indio las probó una mañana de partido e inmediatamente aceptó. Pinto entonces se enfundó el disfraz y sin problema franqueó los controles de ingreso al General Santander y desde la gramilla dirigió a su equipo. No contaba  con que días después una foto del indio sería examinada con lupa, como es la costumbre, por la unidad investigativa del Bestiario.

La fábula del tiburón y la muñeca

httpv://www.youtube.com/watch?v=Ho4QgDTgj7Q

Ocurrió el pasado domingo en el estadio Metropolitano. Willy, el nuevo tiburón del Junior, invento de algún imberbe genio del mercadeo que en mala hora decidió archivar al tradicional escualo con un stop de Ford Fairlane en lugar de ojo, presa de la euforia se olvidó del código penal y no tuvo problema en arrimársele libidonosamente a la cándida muñeca patinadora de Pastas La Muñeca. Semejante suceso fue bocatto di cardinale para un conocido noticiero necesitado de material para llenar la franja maldita del mediodía. El resultado fue este, todo un referente del audiovisual futbolero-bestiarista.

Quietico Johan…

CachosFano

Como cuando en el colegio llegaba  el día de la foto para el carnet estudiantil, la llegada a las concentraciones de nuestros equipos del fotógrafo de Panini es antes que nada una invitación a la recocha. Para la muestra, esta postal de un inquieto Johan Fano en la que seguramente será la única oportunidad que tenga en la vida de ponerle cachos a Ricardo Ciciliano.

Y  el relajo, por lo visto, fue generalizado. O sino miren al por lo general muy parco Ariel Carreño dando lo mejor de sí para llevarse el concurso de muecas, celebrado también ese día:

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Imagen de Fano,  gentil cortesía de Sergio Acevedo Valencia: www.sergioacevedovalencia.com.

Javier Dussan

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Para los lectores que no lo conocen, este joven arquero -no sabemos bien por qué, pero los eternos suplentes, salvo la «Gallina» Calle tienden a conservar, así pasen los años, un cierto aire juvenil, como si el arranque de su proceso de maduración dependiera de su esquiva consolidación como titulares-. Retomamos: para los que no lo conocen, este joven arquero nacido en Flandes (Tolima) viene siendo como el Álvaro Anzola del occidente colombiano.

Formado en las inferiores del América, Dussan, como Anzola, se hizo a un nombre como suplente abnegado gracias a los largos años (cuatro, entre 2001 y 2006) en los que alternó juicioso entre la tribuna y el banco del Pascual mientras veía a Diego Gómez, «Rufay» Zapata y Julián Viáfara percudir sus uniformes. De nada le sirvió haber sido campeón, como titular, con el Real Cartagena en el 2000: para su desgracia los técnicos rojos siempre vieron en él al tipo ideal para tener en el banco y hacer más soportable un América-Pasto un miércoles por la noche.

Con ganas de saber lo que era llegar cansado a casa un domingo por la noche, buscó nuevos aires. Fue titular del Depor de Jamundí en el 2006, de ahí el salto a Huracán de Argentina en donde tampoco pudo instalarse como titular. Regresó a Colombia a comienzos de 2008 para ser incialista de Academia Compensar en donde algo mostró pues el Deportes Melipilla de Chile se fijó en él como refuerzo para el segundo semestre.

En Chile protagonizó un peculiar episodio: Melipilla enfrentaba a un rival directo en la lucha por evitar el descenso, Santiago Morning. El equipo en la cancha no se encontró y para el final del primer tiempo ya perdía 0-5. Ofuscado, Dussan decidió empacar sus corotos y abandonar raudo y sin mediar explicación el estadio, obligando al técnico a recurrir al arquero suplente para la segunda parte. El partido finalmente terminó 1-5 y nadie del club salió a buscarlo.

Con información de La Rompieron. Imagen cortesía de Melipilla Deportes. .

Marcelino Rentería

En estas últimas décadas de oscuridad casi total en el firmamento azul, se ha vuelto común el paso de estrellas fugaces que llenan de efímera ilusión a una parcial necesitada como ninguna de una figura que renueve su caduco repertorio de ídolos.

Es en este afán de renovación que hinchas y cronistas se han empeñado en reducir los requisitos para recibirse de ídolo azul a mínimos irrisorios, tan dudosos y flexibles como los que se le piden a la sede (colombiana, por lo general) de un mundial de patinaje. Una de estas estrellas fugaces, o torero, fue precisamente Marcelino Rentería.

Corría el año 2001 y sin ningún ruido apareció en la plantilla de Millonarios este delantero antioqueño con ya alguna historia en Quindío, Junior, Pereira, Pasto y en selecciones de Juegos Bolivarianos y Centroamericanos y del Caribe. En esos últimos meses del 2001 prendió las alarmas con cuatro goles y un gran nivel que abonaba ilusiones y alimentaba el ingenio de la crónica local que pronto lo bautizó «Marcelino pan y gol». No contaba Marcelino pan y gol con que en el panorama azul se asomaba otro de tantos nubarrones y sin querer queriendo terminó al año siguiente en el ojo del huracán Peter (por Kosanovic) que ese año azotó con vehemencia las huestes embajadoras.

Aún con el viento en contra, se las arregló para opacar a sus compañeros Toro, Jaramillo y a un akilatado Valenciano y en medio del caos consiguió goles suficientes que al terminar el semestre, al redimirlos, le alcanzaron para un pasaje a El Salvador en donde el Alianza le abrió las puertas para escampar, pasear y también jugar.

Con energías renovadas, retornaría a Colombia en el 2003 para jugar con el extinto Cóndor en el primer semestre y otra vez con Millonarios en el segundo. Para el año siguiente bajó de nuevo a la B para reforzar al Deportivo Antioquia para, de nuevo, cerrar el año con los azules.

Para el 2005 paso fugaz por el Florida Soccer y de nuevo incursión en el exterior con el Técnico Universitario de Ecuador en donde alcanzó a marcar 8 goles en 17 partidos. Acostumbrado ya a recorrer el mundo, para el año siguiente terminaría templando en el Córdoba F.C para después regresar a Centroamérica atendiendo un llamado de Pérez, pero no del «Gato», sino del Pérez Celedón de la liga «tica». De ahí en adelante su paradero es un total misterio..

La mañana después de Jimi Hendrix en el Erasmo Meoz

A la mañana siguiente de haber sido internado por la afección intestinal que le produjo la desmedida ingestión de hormigas culonas, Jimmy Hendrix bajó a desayunar a la cafetería del Erasmo Meoz. Minutos antes de bajar, Rubiela Beltrán, enfermera jefe pero sobre todo pletórica groupie, le advirtió: «negrito divino, tenga cuidado, nada de tamalito ni calentao, solo caldito con tostaditas y mantequillita…». Hendrix, convaleciente y ante todo obediente se curó en salud y le hizo caso a su secreta admiradora. .

Leo Fernández

Contribución: «Il Bambino»

Tras la inolvidable final de diciembre del 2004 Nacional quería asegurar el único talón de Aquiles que le quedaba: el arquero, pues Milton Patiño se destacaba por sus ceñidas prendas, pero no por ser prenda de garantía y la juventud de Andrés Saldarriaga sembraba nervios entre cuerpo técnico y directivos. Fue así como llegó Leo Fernández, el arquero argentino nacionalizado boliviano. Por su aspecto, me recordó aquellos gorditos que en mi infancia tenían que ser los dueños del balón para poder hacerse a un lugar en el equipo del barrio. Más aún: me recordó aquellos gorditos que, no obstante fueran los dueños del balón, estaban condenados a ser arqueros muy a pesar suyo.

Llegó tarde como casi todas las contrataciones foráneas del verde. Por lo tanto, no pudo debutar contra el América, primer partido del año. En lugar de eso se fue para la barra situada en la tribuna popular sur del Atanasio junto con Chicho para ser presentado en «sociedad». Más allá del marcador, lo anecdótico fue que dos jugadores venidos del sur del continente estuvieron presentes en la tribuna sur «dando aguante». Aguante que le sirvió para aguantar un buen tiempo en banca mientras el entonces joven Andrés Saldarriaga aflojaba y el boliviano-argentino se ponía a punto.

El premio a su constancia y aguante finalmente se dio cortesía de una expulsión de Saldarriaga por una patada criminal a un delantero del Tolima en el partido en que los del «Sachi» Escobar perdieron 1-3 como local contra los pijaos. Gracias a esto Fernández pudo debutar en la fecha siguiente contra el Unión Magdalena; dicho partido fue de trámite y lo ganó el para ese entonces subcampeón por 2-0, nada del otro mundo. Tocó esperar hasta la siguiente fecha para el abrebocas de lo que nos tenía preparado. En un partido contra el Deportivo Cali apostó junto con José Carlo Fernandez, su compatriota y arquero del verde caleño, a quién se dejaba hacer mas goles. Magra actuación para ambos: cada uno encajó de a 3 goles por parte de su rival.

Hasta que llegó la fecha 11. Inolvidable para la hinchada verde fue aquella noche en la que con una tripleta Aristizabal alcanzó su goles 300 y 301. No obstante, el marcador fue de 3-2. Los dos goles del cuadro visitante, Bucaramanga, no fueron autoría de los delanteros canarios…fueron autoría de ¡Leo Fernández! Memorable par de gazapos que permitieron el empate transitorio aquella noche. Para la fecha siguiente, Andrés Saldarriaga recuperó la titular para tranquilidad de la parcial verde.

Sólo en la fecha 18 volvería Fernández a ocupar el arco nacionalista ante un merecido descanso de la nómina titular. Esa vez, ante el Junior, fuimos testigos de los desatinos del personaje en cuestión. Fueron tan sólo dos goles: en las estadísticas se dirá que fueron Rodrigo Teixeira y Jamersón Rentería los autores. Pero no nos engañemos, con su incapacidad, con su figura entrada en carnes, puso también su cuota.

Después de esta desafortunada salida , Andrés Saldarriaga se adueñó (brevemente) del arco verde y como titular dio la vuelta olímpica mientras Fernández aguantaba en la tribuna hasta que fuera hora de devolverse. Desde las gradas vio como su equipo derrotaba a Santa Fe para conquistar así la octava estrella.

Su capacidad para el aguante hicieron de él un refuerzo ideal para…el Palestino de Chile. Después pasó por el Aucas, por su natal Oriente Petrolero y más recientemente se le ha visto en el Real Mamoré boliviano. .

Miguel Ximénez

Ximénez era el seudónimo de un recordado cronista que en los años 30 se esmeró en construir amenos relatos ambientados en el bajo mundo bogotano. También fueron su fuerte las historias de los suicidas que elegían al paisaje del río Bogotá despeñandose por el Salto del Tequendama como el último recuerdo de su paso por este mundo. Fue en este lugar donde, por descender en búsqueda de una pareja que puso fin a su idilio y a sus días en este paraje cundinamarqués, pescó la pulmonía que lo llevaría a él también a la tumba semanas después.

Ximénez es el apellido de un delantero uruguayo que a finales de la primera década del siglo XXI (2007) se esmeró en evitar ser protagonista de los relatos que de los partidos del Junior de Barranquilla hacían los cronistas de todos los medios. En los ocho partidos que jugó procuró siempre mantenerse alejado del protagonismo que sólo puede dar el arco contrario. Terminado su paso por Barranquilla sin hacer ruido abandonó la ciudad rumbo a Lima en donde 32 goles marcados en 42 partidos con el Sporting Cristal el año pasado hicieron de él casi una leyenda. .

Estos datos valen plata

Inspirados una vez más en nuestro sitio mentor enunabaldosa.com, el Bestiario del balón le ofrece a partir de hoy a sus lectores esta sección semanal con lo más selecto de la actualidad bestiarista:

-El dato pasó de agache. Bueno, la Copa Colombia hace rato viene pasando de agache. El hecho es que Academia FC derrotó el pasado miércoles 0-1 al Millonarios del profesor Eyner Angulo en el Campín. Hasta ahí nada del otro mundo. La cosa cambia cuando nos enteramos de que el autor del gol fue John Jairo Sandobal (o Sandoval, no hay acuerdo). Se trata de aquel lateral que comenzó su carrera protagonizando el sonado episodio en el que el entonces técnico azul «Cheché» Hernández lo relevó en los primeros segundos del juego en el que debutaba para hacerle el quite a la norma que para la época obligaba a alinear un sub20. Poco después, Sandobal, o Sandoval, saldría por la puerta de atrás de Millonarios. La venganza es un plato que se sirve frío, en el frío de un partido de miércoles con estadio vacío…

-Hablando de estadios vacíos, hace unas semanas se registró un hecho entre lamentable y bestiarista en el Eduardo Santos de Santa Marta. Durante el clásico costeño entre el Unión y el Barranquilla F.C. (por Foad Char) un enjambre de abejas africanizadas dio buena cuenta de los escasos y no menos abnegados aficionados que presenciaban el partido. En medio de la emergencia no faltó quien sugiriera traer en el primer vuelo al padre Alirio desde Bogotá para para invitar por los altoparlantes a los insectos a abandonar el estadio en primera instancia. Finalmente le correspondió al ESMAD neutralizar a esta nueva modalidad de barrabravismo. Se espera también la sanción de la comisión disciplinaria.

-Volvemos con Millonarios. Ahora que en Facebook afloran los top 5 de corte bestiarista y teniendo en cuenta que en todos los que involucran a Millonarios hay un espacio reservado para el muy bestiarista gaucho Jesús Di Filippe nos pusimos en la tarea de averiguar qué ha sido de la vida del otrora «baby sitter» de los hijos de Héctor Burguez. Como es bien sabido, una vez salió de Millonarios fue a templar Santa Marta en donde pasó más tiempo en Taganga que en el Eduardo Santos (alegó ser alérgico a las picaduras de abeja). De ahí partío (seguramente en barco bananero) al CD Heredia de Guatemala, en donde no jugó ni un solo partido. Después lo acogió, en Ecuador, el Técnico Universitario en el que hoy milita «Rivaldito» Guerra, devenido referente del fútbol del vecino país. Su siguiente escala fue el Deflín, pero no Quishpe, sino el de la por estos días muy mentada ciudad de Manta. De ahí pasó a la Liga Deportiva de Loja de donde fue remitido al Municipal Cañar. Y no estamos cañando.

-Cerramos haciendo eco al detalle que pillaron nuestros colegas de Fox Sports durante la transmisión del partido de anoche entre América y Defensor Sporting: el jugador del América Carlos Valdez, en un arranque de anarquismo, suponemos, decidió salir al campo con un uniforme con diseño diferente al del resto de sus compañeros, como si se tratara del líbero de un equipo de voleibol. Interrogado al final del partido por su original atuendo, dicen que Valencia se remitió al derecho, también muy mentado por estos días, al libre desarrollo de la personalidad.

Los invitamos a aportar datos y novedades bestiaristas a través de los comentarios o del correo info[arroba]bestiariodelbalon.com.

Camisetas mojadas

Se podría decir que el primer equipo que le coqueteó al mercadeo en Colombia fue Millonarios. A comienzos de la década de 1980 lanzó una agresiva campaña con eslogans como «Millonarios gana por usted, gane usted por Millonarios», «Millonarios un orgullo que vale la pena compartir» y «Únase Millonarios y haga parte del gol azul» para convencer a sus hinchas de hacerse socios del club (no es de nuestro resorte especular qué pretendían los entonces accionistas con esta jugada).

Además de cuñas radiales, avisos en la prensa escrita y hasta un comercial de televisión que incluía un golazo de Silvano Espíndola, los encargados de la campaña decidieron que era una buena idea comprar un puesto en el salón del deporte de la naciente Feria del Hogar. En él, además de camisetas, videos y autógrafos los hinchas podían degustar, tampoco pregunten por qué, una selecta muestra de licores Grajales como en su momento lo reseñó la revista del club.

Allí, en medio de vinos espumosos tipo champaña despachó, junto a jugadores del plantel profesional, Marina Dangond, bella modelo que, para calentar la campaña, suponemos, días antes fue invitada a sede deportiva para posar con una pantaloneta adidas y una camiseta TSB. Una lástima, eso sí, que no se tomaron la molestia de secarla antes.

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Uno de los avisos de prensa que no ahorraba en adjetivos.

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La punta de lanza de la campaña.