De miriñaques y pingüiñoños…


El buen humor en un viaje es importante: quita los nervios del vuelo mejor que el whiskey y hasta relaja a «Bolillo» Gómez, que reconoció su temor a los aviones. La cosa es que cuando los chistes son groseros, pesados y el humorista empieza a forzar risa y a no callarse la boca en los momentos adecuados, a veces es preferible que el avión se caiga en medio del mar.

Aunque el «Pájaro» Juárez andaba dichoso con los chistes de «Emeterio», integrante del Dueto «Los Tolimenses», el hombre calvo está buscando con angustia un chaleco salvavidas y un paracaídas: no se aguanta un chiste más; para él el ambiente es irrespirable y en contados segundos se arrojará al vacío. Entendemos su posición aunque en el pie de foto diga que «el chiste era como para contar en una primera comunión».

Sí, en la primera comunión del Bebé de Rose Mary.

.

Agüero y Ronaldinho jugaron juntos


Ficha del partido: Orlando.

Aunque la imagen es la de un amistoso disputado en el Metropolitano de Barranquilla entre Junior y la Selección Argentina, lo más histórico de la foto no es precisamente ver a Diego Maradona cargando un niño en brazos, ni observar al lateral Óscar Garré (arriba, cuarto). No. Tampoco vale la pena contar que ese fue el último partido de los argentinos antes de viajar a disputar el Mundial de México y que debido a su mal juego esa noche, varios integrantes de ese equipo se agarraron a trompadas en los muy relucientes vestidores del coloso que reemplazaba al vetusto Romelio Martínez. Aún menos interesante resulta ver que el uniforme gaucho es una pijama BVD (TSB, según una fuente de entera confianza).

Lo verdaderamente valioso de esta imagen inédita y jamás vista en algún otro medio es encontrar a Sergio Agüero, vistiendo un hermoso peto DIDA con el número 8. Y mejor todavía observar al simpático Ronaldinho oyéndole sabios consejos a Sergio Batista y enfundado en un peto DIDA con su número preferido: el 10.

Daniel Passarella y Óscar Ruggeri empezaron a discutir sobre cuál de los dos muchachos iban a comprar, pero los viáticos otorgados a la delegación argentina no alcanzaban para comprarle un par de tenis Jogger a los habilidosos cracks que hicieron las delicias del público en la arenosa, cuando jugaron un «picadito» en el intermedio del bodrio que resultó ser el 0-0 con el que igualaron Junior y Argentina.

Formación de Argentina: arriba, de izquierda a derecha: Passarella, Ruggeri, Pumpido, Garré, Batista, Maradona, Ronaldinho; abajo, de izquierda a derecha: Agüero, Olarticoechea, Giusti, Burruchaga, Alfaro, Valdano.

Ficha del juego

JUNIOR 0
ARGENTINA 0

Junior: Carlos Goyén; Tony Salja, Luis Grau, Francisco Castell, Pedro Blanco; Mario Coll, Ronald Valderrama, Julio César Uribe, Héctor Cortina (Abello 73’); William Rico (Araujo 57’), Angulo (Campbell 73’).
Argentina: Nery Pumpido; Julio Olarticoechea, Daniel Passarella, Oscar Ruggeri, Oscar Garré, Ricardo Giusti, Sergio Batista (Héctor Enrique 64’), Diego Maradona, Jorge Burruchaga (Pedro Pasculli 57’), Jorge Valdano(José Luis Brown 80’), Sergio Almirón (Claudio Borghi 50’).
Árbitro: Fernando Palacios.
.

El recuerdo de "Cronómetro"


Cada sábado, muy bien envuelto dentro del cono que armaba el repartidor de diarios, llegaba a las casas una revista anexa que venía adjunta al diario El Tiempo. «Cronómetro» era la ventana del deporte, analizado de manera mucho más exhaustiva que en sus páginas deportivas (esas que en sus buenísimos años era todo un cuadernillo de mínimo 8 páginas)

Esta edición, una de las últimas, data del 2 de abril de 1989. Las figuras de cada partido fueron Julio César Falcioni (América), Fernando Hernández (Santa Fe), James Olaya (Tolima), Jorge Ambuila (Cali), Gabriel Jaime Gómez (Medellín), Omar Cañas (Bucaramanga) y Juan Baustista Sanclemente (Cúcuta).

Entre las rarezas de esta síntesis están por ejemplo, Darío Campagna en Millonarios, Guillermo «Teacher» Berrío en el América, el lateral costeño Alfredo Doria en el Caldas, Rolando Campbell en el Tolima y la bestiarísima alineación del Sporting con los brasileños Luvanor y Rómulo como figuras..

Habiso Clasificado: se nesesita Ballet Parking incha del Valet Azul


Colaboración: Andrés Ríos.

Condiciones: que le guste el aguante, que sepa manejar desde camiones Pegaso hasta Simca 1204. No importa si no sabe conducir su temperamento en el estadio. Basta con que sepa manejar automóvil y que escriba el nombre Gerardo Bedoya con «J», «V» y «LL».
.

Día exacto de la muerte del zapote mecánico


Arriba, de izquierda a derecha: Eugenes Cuadrado, Gonzalo Soto, Luis Eduardo Reyes, Américo Quiñónez, Luis Octavio «Ormeño» Gómez, Jorge Porras; Abajo, de izquierda a derecha: Carlos Ricaurte, Víctor Lugo, Willington Ortiz, Arnoldo Iguarán y Luis Norberto «Huevo» Gil.

La palabra zapote solamente tenía dos relaciones en Colombia: Una, las paletas de «Helados Holanda» y el uniforme de la Selección Colombia. Pero esa etapa marcada por colores sicodélicos y actuaciones deplorables de «Tribilín» Valencia, finalmente vio su final el 26 de mayo de 1985, cuando se estrenó una nueva camiseta. Fue victoria 1-0 contra Perú en las eliminatorias hacia un Mundial en el que, de no ser por la impericia de muchos, habríamos podido participar sin necesidad de repechajes, ni Navarro Montoya..

Bucaramanga en tiempos en los que el ipod no existía


Bucaramanga subcampeón 1996/1997. Arriba, de izq a der: Toninho, Arturo Reyes, César Vásquez, Rafael Méndez, Gustavo Iturburo, José Fernando Castañeda. Abajo: Vladimir Campo, Marcelo Ibáñez, Luis Alfonso «Cheo» Romero, Hernando Patiño, Alex Rodríguez.

Esta temporada el Bucaramanga se fue a la B, pero si se compara la nómina de hoy con la del equipo subcampeón del larguísimo torneo 96/97, no se sabe cuál conjunto es más bajo perfil. Con muy poco, los búcaros fueron subcampeones de nuestro fútbol bajo la batuta de Carlos Mario Hoyos. La única diferencia es que al equipo que descendió en este torneo lo dirigió el ipod de Víctor Luna. Los jugadores, en pleno camerino, se acercaban a los bafles portátiles que estaban instalados en el Alfonso López y oían las instrucciones del apple ipod que les indicaba la mejor manera de jugar. Así les fue.


Bucaramanga 1988. arriba, de izq a der: Luis Piazzalonga, Julio César «Mechas» Sarmiento, Ramiro Ruiz, Eugenio Uribe, John Freddy Van Stralhen. Abajo: Jorge Ramoa, Adolfo Holguín, Adalberto «Watusi» Lozano, Zabulón Ruiz, Héctor Ramón «Rambo» Sosa.

Y si se comparan los planteles de 2008, 1997 y 1988, el de finales de los ochenta era hasta mejor que los dos anteriormente citados. El «Rambo» Sosa, tremendo goleador, autor en el 88 de uno de los mejores goles del torneo según teledeportes (gol a Millonarios de tijera), Jorge Ramoa, crack argentino pero de cepa completamente búcara (en Millonarios y Pereira no le fue tan bien) y míticas figuras como Sarmiento, Piazzalonga, (el argentino defensa autogoleador) y «Solopinta» Van Stralhen hacen que hoy los hinchas del «Leopardo» evoquen estas formaciones con la tristeza de saber que siempre se puede estar peor.

.

El profesor Salomón


Imagen común la de Ricardo Ernesto Salomón: gritando de angustia por tantos goles encajados.

En la antigua sede de Millonarios ubicada en el edificio de la Agrícola de Seguros de la Calle 67 con 9ª hubo tragedia en 1987. Desde la ida de Pedro Vivalda, Millonarios no contaba con un arquero lo suficientemente decente para soportar con su espalda el duro reto de atajar en el tradicional club bogotano.

Tan difícil fue la situación en la sala de juntas en la que se reunieron los socios que hasta algún vocal dijo que había sido un error haber dejado ir a Esteban Basigalup, dueño de varias historias de terror en la portería azul. Es que en 1987 estaban para ocupar el puesto de arqueros cuatro nombres que producían más desconfianza que DMG: eran Fabio “La Gallina” Calle, Rubén Cuevas con sus pisahuevos Croydon, el viejo Alcides Saavedra y un muy joven Ómar Franco.

Por eso decidieron contratar a un arquero extranjero. No necesariamente de categoría, pero al menos extranjero. Con eso bastaba. Fue entonces cuando llegó a la sede del norte un tucumano tímido llamado Ricardo Ernesto Salomón. Su hoja de vida no tenía pasos por River, Boca o San Lorenzo. Atlético Tucumán, Atlético Concepción y Racing de Córdoba, donde fue eterno suplente del ex Medellín Juan José Bogado, eran sus pobres cartas de presentación.


Salomón le pide al kinesiólogo Rubens que le ponga varios bultos de sorgo en las manos. Que él es fisicoculturista y los puede cargar…

La revista oficial de Millonarios le hizo un gran reportaje en donde, en vez de descubrirse sus habilidades como arquero, se revelaron detalles tan jugosos como que era dueño de un gimnasio para fisicoculturistas en Tucumán, que por venirse a jugar a Colombia tuvo que abandonar sus estudios como “Instructor de físicoculturistas” –debía tres materias- y que le encantaba tocar guitarra, seguramente acompañado de malvaviscos asados y canelazo hirviendo. Es decir, un tipo jartísimo.

El título de esta nota hecha en la fabulosa revista “Millos” terminó siendo casi el epitafio de Salomón en Colombia: “No soy ningún aparecido”.


El Profesor Salomón mira hacia el horizonte. Para mejorar sus músculos pedía que le patearan al arco con bolas de bolos pintadas como balones Mikasa (foto).

Bajo el arco estuvo solamente 4 partidos, pero eso fue más que suficiente para que su nombre fuera inolvidable para cualquier hincha de Millonarios que se respete: el “Turco” fue un desastre total y pasó a la categoría de mito cuando en Ibagué, el Tolima le hizo cuatro goles tontos, mientras él torneaba su cuerpo haciendo barras con la portería sur del estadio San Bonifacio. Es que era la única manera que tenía para adelantar las clases de Profesor de físicoculturista que había quedado debiendo en su Tucumán natal. Y también fue la única forma en la cual podía “Sacar pecho” de su estancia en Colombia. Sacó brazos también, muy manga el tipo…

Lo peor es que después de irse por la puerta de atrás, su reemplazo fue Rubén Cousillas.


La foto oficial con el equipo

Actualmente es el entrenador de arqueros de Atlético Tucumán y como para completar los episodios extraños, supo ser presidente del Concejo deliberante de Yerbabuena (Tucumán) y alguna vez, en el 2005 sufrió una puñalada por parte de hinchas del Atlético. El que salió a defenderlo fue su hijo Juan Pablo que supo seguir los pasos de su padre: era el arquero suplente de los tucumanos..

Adivine el personaje…


Jugó en Bogotá una sola vez y se hizo un autogolazo. A pesar de eso fue campeón de América y del mundo. Volvió casi 20 años después despojado de su bigote «referencia La Volpe», con saco, corbata y gran verso. Se devolvió a su país sin plata y con Armenia como recuerdo de un terremoto futbolístico que nunca va a olvidar.
Quien logre acertar la identidad del sujeto en mención, ganará un bono por 50 mil pesos de mercado en el «2 X 3» y unas onces con churros sin bocadillo acompañado por «Palmira» Salazar..

Gustavo Gómez


En el álbum del fútbol profesional colombiano, Gustavo Gómez apareció con el nombre de «David Montoya» en las páginas del club Independiente Santa Fe

La historia comienza por el final. La dirigencia del Deportivo Pasto se enfureció cuando se dio cuenta que había sido víctima de un engaño en el momento que ratificaron que el tal David Montoya, volante de creación con el habían firmado un gran contrato, no era más que el exitoso periodista, conductor del programa “Hoy por hoy” de Caracol Radio. Por eso lo mandaron a entrenar a la C con los juveniles pastusos y al lado de ya homenajeados como el buen Manolito Galarcio. Todo fue un ejercicio del denominado “periodismo de inmersión”, llevado a cabo durante casi una década.

Alguna vez, cuando Gustavo Gómez trabajaba en Radionet, (1999) casi fue descubierto por la malicia indígena del siempre avezado Gabriel Chemas Escandón, que vio en David Montoya una especie de oveja Dolly del periodista. Sin embargo, varias “bajadas de caña” que le metieron al buen Chemas, atenuaron su desconfianza, aunque alguna vez, en un corredor desolado de la extinta emisora, encaró a Gómez y le dijo: “Yo sé quién es usted verdaderamente. Estaré vigilando”.

La foto data de tiempos como editor general de la revista SoHo

La carrera de Montoya –mejor dicho, de Gómez- en las canchas iba en ascenso, aunque sabía que no iba a durar mucho en esas. Precisamente quiso escoger como banco de pruebas el Independiente Medellín por varias razones: era un equipo grande, pero olvidado por la prensa y que llevaba 45 años sin ganar un campeonato: ahí fue Troya. Con su excelente pegada de balón y despliegue, el siempre querido DIM se consagró campeón del Fútbol Colombiano. Había que seguir sosteniendo la mentira. En el 2003 vivió uno de sus días más aciagos: aunque le marcó un gol a Boca Juniors, para el triunfo del DIM 1-0 en la Copa, recibió una llamada para que se presentara a las 4 de la mañana en las instalaciones de RCN con el fin de que terminara unos libretos de “Yo, José Gabriel” que estaban sin concluir, encima de su escritorio.

Era mucho el desgaste y eso se notó en la cancha: viajaba desde Zacatepec (era jugador del club mexicano) a Bogotá todos los días para estar muy temprano en la revista SoHo haciendo las veces de editor. Por eso cuando fue transferido a la Liga de Quito, respiró un poco: ya no le iba a quedar tan lejos la oficina. Y gritó feliz cuando Santa Fe lo llevó a sus filas. Ya iba a ser manejable la situación.


Gabriel Chemas Escandón, el «Sherlock Holmes» de esta historia

En Caracol seguía trabajando cada vez con más éxito, caso contrario al fútbol, donde el gran esfuerzo físico lo tenía a maltraer y en franco declive. Hace poco de nuevo Chemas y Gómez se encontraron en un corredor de Caracol Radio. Chemas, por dentro conocedor de la verdad, le dijo:

«Le vino bien que lo bajaran a la C del Pasto. Estaba muy flaco, Gustavo. ¿O debo llamarlo David Montoya?»

Gómez lo abrazó fraternalmente y le preguntó:

«¿Usted cómo hizo para saber la verdad desde el principio?»

Chemas, prendiendo una pipa al estilo Sherlock Holmes respondió:

“Usted es el único que se pone mocasines con medias de fútbol”..

Cante aunque no cante con Rubén Darío Hernández

«El muchacho de la carrera alegre» fue otro de los grandes invitados que tuvo Jimmy Salzedo en su popular sección, precursora de las varias sagas del «Factor X» versión famosos. El cuyabro, sin tener las vestimentas blancas y la boina tipo «Boxeadores de la salsa» que usaba Paché Andrade en el reality show, o sin dar las gigantescas risotadas de Janeth Waldman cuando -jurándose divertidísima- imitaba a Celia Cruz, Rubencho tenía lo suyo. Cantó y se dio el champú de aparecer en El Show de Jimmy a finales de los ochenta. La vida tenía destinados caminos diferentes a los protagonistas de la imagen. Rubén Darío no detuvo su peregrinar en el fútbol y es reconocido como uno de los hombres que más camisetas vistió en nuestro rentado, y Jimmy se fue en 1992 tras estar sumergido en un coma profundo durante tres años..