Golondrinas que no hicieron verano, los títulos de Millonarios durante la sequía

Hinchas azules celebran título de 1988. Varios de los de que aparecen en la foto hoy hacen parte del club Tena según pudo establecer nuestra unidad investigativa.

Este año Millonarios cumple 23  sin darse el gusto de añadir una estrella a su escudo. Ya hay por las calles jayanazos casados, con hijos, barbudos, colgados en la cuota inicial del Spark y reportados en Datacrédito que no saben lo que se siente ver a su equipo campeón del torneo local.  Pero la abstinencia no ha sido total. En este lapso los azules han dado una que otra vuelta olímpica, paños de agua tibia que hoy recordamos en este especial.

Copa Tecate 1994

Bizarro certamen que tuvo lugar a comienzos de 1995 cuando algunos avezados empresarios consiguieron el apoyo de la cerveza mexicana Tecate -que por ese entonces llevaba a cabo un intento, a la postre fallido, de penetrar el mercado colombiano- para la realización de un cuadrangular internacional en Bogotá.

Desde el comienzo algo olió raro. Pese a lo llamativo de los equipos que desde diciembre habían anunciado su presencia: el Vélez Sarsfield recién coronado campeón del mundo, la selección mexicana del “Chapulín” Campos, la selección polaca y el local Millonarios al cuadrangular se le dio el mismo cubrimiento que se le suele dar por esa época al nunca bien valorado octogonal del Tabora. Fue así como en diciembre, los pocos que leyeron en algún recuadro que a Bogotá vendría el Vélez campeón intercontinental de Bianchi, Chilavert, Flores, Assad, “El negro” Gomez y Roberto Trotta además de la selección mexicana de Campos creyeron que se trataba de algún error fruto de la confusión del encargado de los despachos de AP por aquello de la similitud entre la altura de Bogotá y el DF y que la sede del cuadrangular tendría como sede la ciudad de México. De esto siguieron convencidos los pocos que tenían noticia del evento cuando en los primeros días de enero no apareció ninguna información al respecto.

Sin embargo, a finales de enero un pequeño aviso apareció en las páginas interiores del Diario Deportivo anunciando el cuadrangular internacional Copa Tecate con la participación de Vélez, la selección Polonia, Millonarios y un bizarro “combinado mexicano”. A cuentagotas se supo que en efecto el cuadrangular tendría lugar en Bogotá, que Vélez traería a buena parte de sus figuras y que Millonarios lo asumiría como parte de la preparación para la Libertadores de 1995. Lo que no quedaba claro todavía era el tema del “combinado mexicano”.

A una semana de comenzar el torneo, el evento tuvo algún despliegue en la prensa capitalina. Sobre el cuarto participante, el enigmático combinado, se supo que sería un arrejuntado de jugadores de la liga azteca con el “Chapulín” en el arco. Este último fue incluso objeto de un artículo de una página que con motivo de su próxima visita a Bogotá le dedicara el Diario Deportivo. Un nuevo aviso, también en el DD; días antes del evento anunciaba que el cuadrangular lo abrirían el viernes los partidos Vélez-Combinado mexicano y Millos-Polonia.

Llegado el día de la inauguración, los escasos enfermos que esa fría noche se agolparon en las gradas del Campín vieron salir por el túnel al que supuestamente era el tan mentado combinado mexicano luciendo un uniforme blanco y azul muy oscuro. Rápidamente se percataron de que el arco no lo ocuparía el legendario “Chapulín” sino que este sería ocupado por un portero barbudo luciendo un buzo de algodón a rayas que resultaba bastante familiar. Se trataba, no podía ser otro, del popular arquero argentino-boliviano Carlos Leonel Trucco. Esto sirvió también para desbaratar de una buena vez la farsa que se había tejido en torno al “combinado mexicano”. El equipo que saltaba a la cancha era el Pachuca, que por esa época militaba en la segunda división mexicana. Por su parte, Vélez tuvo a bien seguir esa costumbre que tienen los equipos foráneos de lesionar a sus principales figuras días antes de venir a Bogotá. En efecto, el Vélez que saltó esa noche al Campín pese a tener en su alineación a Trotta, a Zandoná, a Basualdo, a Assad y al “negro” Gómez no tenía a sus dos estrellas del momento: el gran Jose Luis Chilavert y el “Turu” Flores.

La primera jornada dejó a Vélez y a Millonarios como ganadores de sus respectivos partidos (los azules le ganaron, casi a la medianoche, 3-0 a Polonia). De acuerdo con la programación, estos serían los protagonistas del encuentro de cierre del cuadrangular el domingo siguiente. Fieles también a la tradición que obliga a todo equipo del sur del continente que disputa un amistoso en Colombia a protagonizar actos bochornosos tres jugadores de Vélez se hicieron expulsar en los primeros diez minutos del partido. Con ocho hombres en el terreno, con Sandro Guzmán en el arco y el “Turco” Assad en la banca sin que finalmente ingresara, un opaco Vélez fue presa fácil de un Millonarios que con un 3-0 se coronó como flamante campeón del Copa Tecate 1995. Torneo que nació y murió donde habita el olvido.

Andrés Cerquera y la Copa Merconorte 2001

Hay jugadores como Bonner Mosquera que le han dado la vida a un equipo recibiendo a cambio la alegría de levantar una copa Tecate en el mejor de los casos. Hay jugadores como Andrés Cerquera que le han dedicado sus ratos libres a una institución y a cambio han recibido la oportunidad de levantar el trofeo de un torneo internacional de clubes avalado por la FIFA.

De nuestro homenajeado se comenzó a saber a comienzos de 1999 cuando hizo parte, junto con Andrés Chitiva, de la nómina de Montaña y Fandiño que se coronó campeón del tradicional Hexagonal del Olaya, «Amistad del sur». Meses más tarde reaparecería en el panorama haciendo parte de la nómina alterna con la que Millonarios disputó la Copa Merconorte de ese año bajo la batuta de Luis García. Un gol, el del descuento contra Barcelona de Guayaquil en Bogotá, fue su balance. Debemos aclarar a esta altura que por algún extraño motivo las apariciones de Andrés se limitaron este año a los partidos nocturnos que entre semana se disputaban con motivo de esta competición.

Para el año entrante la tendencia continuó. Mientras las apariciones de Cerquera en los partidos del torneo local se limitaban siempre a aforar el banco de suplentes y a intrascendentes apariciones en tiempos suplementarios, en la Merconorte era común verlo en la nómina titular y disputanto partidos completos. Pareciera como si García –con García, todo es posible– lo tuviera reservado únicamente para la Merconorte garantizandole así a este «internacional» el sagrado descanso del domingo (no se descarta entonces que Andrés oficiara de forma paralela como pastor). Pastor o delantero, el hecho es que estuvo en el gramado del Capwell de Guayaquil en el partido de vuelta que los azules disputaron contra Emelec. Y si que estuvo. Tanto, que en la fotografía del título, la misma que circuló por todo el mundo en la revista de la Conmebol, la que se exhibió en la sede administrativa del club, la copa, la única copa internacional de Millonarios y la única en los últimos 18 años, aparece en sus manos. ¿Y Bonner? Bien gracias. Sendos ataques de ira del de Condoto con arremetida incluida contra el cuadro forzaron la decisión de archivarlo.

Su fulgurante carrera se apagó a comienzos de 2002.

Gracias, enunabaldosa

La sobreactuada Copa Cafam de Carmelo Valencia (2009)

La más reciente, la más fresca en la retina del hincha. Tras derrotar a un encopetado Argentinos Juniors, el equipo de Quintabani enfrentó al América en la final del más tradicional de los torneos de verano (de talento) del FPC. Tras empatar a cero en el tiempo reglamentario vino la definición desde los 12 pasos. Arango y Tavima, de los rojos, desperdiciaron sus cobros por lo que la definición quedó en los pies de Carmelo Valencia. El chocoano mandó el balón arriba, fuerte, para inmediatamente despojarse de la camiseta y dejar el alma en una celebración desatada y sobre todo lejana de lo que dicta la urbanidad de (Ariel) Carreño para celebraciones de cuadrangulares de poca monta.

Bonus track: clásico en homenaje a Pelé con doble efecto refisal (2-1, enero de 2010)

 

La saga Croydon

La llegada de Croydon, estandarte de la industria nacional, a la camiseta cardenal es un buen motivo para hacer un recorrido por la relación Santa Fe-empresa privada.

$=)(#/#»#»#$

[singlepic id=1056 w=320 h=240 float=center]

Esta camiseta con caracteres chinos fue utilizada por Santa Fe en un clásico previo a una gira por la China en 1979. Hasta donde sabemos, este fue el único partido en el que se usó el uniforme pues la gira se malogró por la derrota de esa tarde que motivó a los directivos a cancelar el periplo. No sabemos si luego la directiva firmó convenio con el China Town de la 92 con 11 para ofrecerlas como regalo a cambio de un pedido de 12 o más lomos agripicantes.

Madamme Colette


Arriba (de izquierda a derecha): Moisés Pachón, Héctor Jaime Múnera, Astolfo Romero, Hebert Armando Ríos, José Luis Carpene, Gabriel Martínez. Abajo: Hugo Ernesto Gottardi, Sergio Angulo, Hernando «Pimienta» Cuero, Raúl Humberto Grimoldi, Julio César Gaona.

El matrimonio entre el alcohol y el fútbol ha parido toda suerte de criaturas. Desde aquellas de carne y hueso fruto, por lo general indeseado, de una noche de tragos y euforia por un gol en el último minuto, hasta esas obtusas coreografías en las celebraciones de los goles de la selección para ambientar la campaña publicitaria del producto estrella del patrocinador (partidos de preparación previos a USA’94, para más señas). Al respecto hay que decir que, pese a la amplia gama de licores disponibles en el mercado, en nuestro medio han prevalecido los mismos elixires que también hacen parte de la canasta familiar de los hogares colombianos: ron, cerveza y aguardiente. Por eso llama la atención la presencia de un fino champán, Madame Colette, en la camiseta del Independiente Santa Fe por allá en 1985. Dicen, no nos consta, que la oferta de la gente de Colette superó a última hora la del también espumoso Sprint 18..

Arroz Futura

Salido de los mejores cultivos de la hermosa población de Saldaña (Tolima), el desgranado y rendidor Arroz Futura, banquete habitual en las mesas colombianas durante la primera parte de los años ochenta, fue el patrocinador oficial de Independiente Santa Fe hasta 1985, en tiempos en los que Mustafá y su harem no habían acaparado tantas fuerzas con su marca registrada “Arroz Roa” o cuando el sabroso “Arroz Florhuila” no era empacado en bolsa sino en caja de cartón.

En la imagen un hombre que en su primera incursión por Colombia le fue muy bien y en la segunda, muy mal. El atacante bogotano (como Navarro Montoya nació accidentalmente en Colombia, pero es más argentino que el asado de tira) Walter Perazzo.

Caja Social

SantaFeCajaSocialDef
Santa Fe 1981. Arriba: José James Mina Camacho, Fernando Herrera, Radamel García, Aldo Rodríguez, Miguel Escobar y Oswaldo Marcial Palavecino. Abajo: Eladio Vásquez, Víctor Palacios, Alfonso Cañón, Rolando Tovar y Miguel Ángel Converti.

Pese a que Santa Fe ha estado históricamente más cerca de la pobreza franciscana que del emprendimiento jesuíta, para 1981 se tomó una licencia aceptando el patrocinio de la Caja Social de Ahorros por ese entonces propiedad de la Compañía de Jesús (suponemos, sociedad en comandita). El resultado fue esta camiseta que en la foto luce un equipo al que tal vez la agencia encargada de la publicidad de la entidad financiera no le supo aprovechar todo el potencial que ofrecía para promover sus servicios.

Por ejemplo: tremendo afro de Rolando Tovar pudo haber sido también una invitación a dejar crecer sus ahorros o, caso contrario, una excusa para sugerir que en otras entidades su platica se perdería como billete metido en la manigua de esta cabellera. También podrían haberle sugerido a los futuros clientes que otras entidades bancarias daban incluso menos seguridad que la que alcanzaba a aportar en el arco el gran Mina Camacho en un partido nocturno. Por último, podrían haber dicho en una cuña  que el dolor de perder de un sopetón los ahorros de toda una vida por confiar en cooperativas de barrio era incluso superior al de un patadón de los que muy bien sabía propinar Radamel García.

El pensador de Robán

El Bestiario del Balón, en su afán por destacar el aspecto cultural de nuestro iletrado balompié, presenta ante ustedes una de las esculturas más representativas de este mundillo en donde este pensador, a pesar de ser todo un profesional, se mueve como pez en el agua en el mundo aficionado. Como el Pensador de Rodin, el espíritu  de esta efigie, más difícil de tumbar que la estatua de Saddam Hussein y vigente desde hace miles de años como un Moaí de la Isla de Pascua, era recrear la vigilancia de Dante en las puertas del Averno. Pero sus creadores grecocaldenses encontraron que su figura intelectual y pensativa representaba el infierno mismo.

Su diseño va en contravía de otras arquitecturas. Es que no fue tallada: al contrario: se fue moldeando esta enigmática estatua a punta de golpes de bolillo. Sus creadores alguna vez quisieron ponerle turbante, para darle un aire de gurú. Sin embarg sus creadores pensaron que si llevaba turbante, podría parecer una mujer. Y si era mujer con turbante, pues posiblemente le podrían dar en la jeta. Y que además medio país celebraría la golpiza. Por eso se omitió la venda en la cabeza.

En su momento se pensó hacer un cuadro con esta figura, que iba a llevar el título de «el jardín de las delicias», pero hombres de acrílico hepático y negra vestimenta enviaron un derecho de petición para que se cambiara el título por «La jaula de las locas».

Esta escultura podrá ser visitada en los alrededores de Teusaquillo hasta el año 2026. Ha sido tal el suceso de esta obra que se anuncia reventa de boletería para observar semejante espécimen.

Futbolistas con cara de señores viejos (o la sub50)

[nggallery id=17]

Los futbolistas ahora ya no son como antes. A aquellos señores de bigote y aire patriarcal que encarnaban en muchos casos figuras de padres ausentes los han ido reemplazando jóvenes imberbes fuertemente influenciados por tribus tipo candys, floggers y emos. Sin duda esto le ha dado al fútbol un ingrediente de sensibilidad, diversidad y estética que no tenía y esto es recatable, pero también ha hecho que el jugador promedio para los hinchas de más de 30 años ya no encarne a un padre, a un tío respetable sino, en el mejor de los casos a un hermanito menor.

Ahora, en lugar de un «sí señor o no señor» como respuesta ante un pedido de autógrafo un futbolista a duras penas inspira un «chino pendejo». Dirán, seguro con razón, que son cosas de la edad, de la godarria innata en la mayoría de los hinchas, absolutamente negados para descifrar los signos de los tiempos. Por eso, hemos querido traerles a ustedes este especial (de varias entregas) para rememorar a esa casi extinta casta de futbolistas que pese a que en el momento de la foto tenían no más 35 años nosotros los veíamos -y los vemos- como de 54 o 63.

De cuando en Colombia prohibieron los empates

Darío Aguirre, del Quindío, le da la seudovictoria a su equipo a comienzos de 1998 contra Millonarios.

Las cosas que se le ocurren a nuestros directivos. Entre pentagonales regionales, bonificaciones retroactivas de 0.34 (al cuadrado) y triangulares fantasma brilla con luz propia una innovación introducida a mediados de 1997:  prohibir los empates.

Sí. Tal como lo lee. La medida, que consistía en otorgar un punto extra mediante una definición desde los doce pasos en caso de empate (algo del nivel de mandar agrandar los arcos u obligar a que a los centrales de cada equipo se les aplicara vick vaporub en los ojos antes de saltar a la cancha), tenía, como todas las ideas originales de nuestros directivos, su pasado en Argentina, donde demostró con lujo de detalles sus falencias. Pero esto, como siempre, no fue tenido en cuenta. Se argumentó en su momento que con ella «se obligaría a los equipos a ser más ofensivos y si no, pues ahí estaba la emoción palpitante de la lotería de los cobros desde los doce pasos».  No les importó  que con ella se creara un boquete no sólo en la reglamentación, sino en la vivencia misma del deporte pues además de los tradicionales ganadores y perdedores habría una  zona gris con medioganadores y seudoperdedores.

La veda se aprobó a pupitrazo limpio acompañado de, dicen, vaya uno a saber, sendos disparos al aire, ¡taz!, ¡taz!, ¡taz! y entró en vigencia en el marco de otro adefesio normativo: el torneo adecuación 1997. Recordemos que para 1995, y con la excusa de «sintonizarnos con las grandes ligas europeas», el campeonato colombiano dejó de jugarse de febrero a diciembre para pasar a ser disputado de agosto a junio. El invento sólo duró una temporada (95/96). Para finales de 1996 la Dimayor echó reversa y decidió volver al anterior calendario,  «porque estaba más a tono con la idiosincrasia del pueblo colombiano acostumbrado a acompañar la novena de aguinaldos con octogonal». Esto hizo que en el segundo semestre de 1997 se disputara un curioso torneo llamado «adecuación», cuyo ganador (Bucaramanga, a la postre) disputaría una gran hipermegafinal contra el campeón del torneo 96/97 (América de Cali).

Importante decir que esta es la hora en que no se sabe con certeza si la noticia de esta genialidad llegó a oidos de la sacrosanta International Board. Fuentes que se negaron a revelar su nombre sostienen que el encargado en esa época de informar a la IB de esperpentos como este era, adivinen, el siempre carismático Jack Warner. Otras versiones hablan de una comisión de caducos delegados británicos que para esos días instalaron su cambuche en el bar del hotel Capilla del Mar.

También hay que señalar que la prohibición, como todas,  tuvo damificados. Las más afectadas fueron las madres de los aficionados que, acostumbradas a preguntar, no con auténtico interés, sino como gesto de maternal afecto «¿Y cuánto quedaron?» al regresar su retoño del estadio, debían enfrentarse a un desconcertante:  «no mamá, ni ganamos ni perdimos, otro día sacamos una tarde y te explico».

Ahora, también hubo beneficiados. Y entre ellos se destaca uno: Héctor Walter Burguez, el arquero uruguayo que había llegado a Millonarios justo para cuando se estrenó la medida, se cansó de darle «punticos» extra el equipo entonces dirigido por «Diemo» Umaña cuando este todavía era Diego. Lo aportado por el uruguayo dejó a su equipo muy cerca de la final, instancia de la que fue apeado tras una extraña goleada 0-4 que el Bucaramanga le propinó al Junior en el hasta ese momento inexpugnable Metropolitano. Se trató de un episodio tan oscuro como la derrota de local de Millonarios en ese mismo torneo contra Unicosta, resultado que mandó al Pereira a la B y a un cura a proferir una maldición contra los azules que si bien en su momento no fue tomada en serio, hoy es motivo de investigación y , sobre todo,  de preocupación.

Héctor Burguez, sonríe en casa tras una definición. Cada punto extra ganado por penales le representaba una pata-pernil adicional. De ahí su motivación.

La medida tuvo, seamos justos, su lado bueno. Produjo electrizantes definiciones como la de aquel 8 de mayo de 1998 en que Huila medioderrotó a Tolima 10-9 después de empatar 2-2.  También le dio a muchos futbolistas de equipos de media tabla para abajo sin posibilidades de llegar a una copa Libertadores o a una Conmebol, una vivencia que de otra forma nunca experimentarían. El gremio de los matemáticos también aplaudió la innovación pues a ellos tuvieron que recurrir los equipos para hacerse a una idea, así fuera parcial, de su ubicación en la tabla .

Finalmente el sentido común triunfó y a finales de 1998 se desmontó la prohibición. Como siempre, no estamos en condiciones de garantizar que no habrá un nuevo intento por implementarla. De algo sí estamos seguros y es que jamás se les ocurrirá prohibir el del cobro de tiros de esquina en corto o el tradicional cambio de frente bogotano.

Especiales del Bestiario: Deportivo Armenia

Su gran mérito fue haber sido socio fundador de la Primera B en 1991.  En su primer año fue consecuente con su nombre y bajó la dirección de Adolfo «el Rifle» Andrade le dio una segunda oportunidad al San José de Armenia, aunque también ofició de local en Calarcá.

La verdad es que fue una cosa bastante gris su breve existencia. Por sus filas no pasaron jóvenes promesas que luego despuntarían (los que más lejos llegaron fueron  el arquero Hoover Serna y el finado Lucio España), tampoco fue víctima de goleadas prohibidas por el DIH. Su goleador el primer año fue Héctor Pérez. El torneo de 1991 terminó penúltimo y con sólo tres partidos ganados.

Heráldica distintiva del "superdépor" cafetero.
Heráldica distintiva del "superdépor" cafetero.

Para el año siguiente bajó, pero no de categoría, sino a Buga para instalarse en el Azcárate Martínez. De esta temporada nuestra unidad investigativa logró rescatar un archivo clasificado de la Dimayor que contenía la siguiente alineación del Deportivo Armenia: Hoover Serna; Eulises Ordóñez, Fernando Fajardo, Juan Laiseca y Tomás Ferrín; Lucio España, John Rodríguez, Eddy Murillo y Héctor Pérez; Jairo Cadena y Edinson Gámez. Su goleador, fue Eddy Murillo, con 13 tantos. De este año, en el que terminó octavo, lejos de los cuatro que disputaron el cuadrangular final, sólo fue noticia el día del partido de local contra Dinastía Riosucio en el que los árbitros no se aparecieron. A los de Armenia-Buga no les quedó sino indemnizar a su rival con $250.000 (más una valera del Parador Rojo, dicen) y devolverle la plata de las boletas a los aficionados.

Para comienzos de 1993 ya el Deportivo Armenia había desaparecido y Buga recibía a su nuevo equipo: el Atlético Guadalajara, otra institución de vida efímera: sólo dos temporadas. Luego vino, pero de Florencia, Caquetá, el ya reseñado River Plate. No sabemos, debemos decirlo, en qué evolucionó (¿involucionó?) la ficha del Guadalajara. Tal vez Bello, quizás Cartago, no hay certeza. Por eso, amigo lector, si usted nos aporta ese dato le daremos a cambio la oportunidad de compartir en una mañana de lunes una lulada con Eddy Murillo.

Especial multimedia: Alianza Llanos

httpv://www.youtube.com/watch?v=SuKcUY_0pH4

La historia del equipo que le permitió a  la otra mitad del país tener su representación futbolística -como diría en esta nota de 1993 del noticiero AM PM el entonces joven reportero Óscar Fernando Gómez- comienza en 1985 y en el microfútbol. Alcanzada la madurez, en enero de 1987 se dio el salto de la zapatilla al guayo con el ingreso a la primera C. En esta categoría permaneció hasta 1991 cuando fue admitido como socio fundador de la Primera B colombiana (entonces Copa Concasa).

Junto a Deportivo Armenia,  Dinastía Riosucio,  Atlético Buenaventura, Cóndor, Envigado, Rionegro, Huila, Tuluá y Academia Bogotana, Alianza Llanos estrenó la categoría llamada a revitalizar las finanzas de Wyeth Consumer Healthcare, casa matriz del Mareol, medicamento de altísima demanda entre los planteles de estos equipos que pronto se convirtieron también en socios fundadores del club de amiguitos del Parador Rojo. Esto, en lo que a viajes, casi siempre por tierra, corresponde. Cuando le correspondía actual de local, lo hacía en el estadio  Bello Horizonte, rebautizado luego Manuel Calle Lombana pese a la intensa campaña adelantada por Óscar Fernando con su propuesta de conservar el nombre original suprimiendo sólo una «l» de «Bello»  para así enmendar el lapsus de la nota.

El plantel de 1991 hace una pausa para posar en un paseo de olla a orillas del Manacacías.

De uniforme a rayas blancas y negras, estuvo muy cerca de ascender en las dos primeras ediciones del torneo  1991 y 1992 con José Luis Forero como técnico. Su siguiente campaña destacada fue en 1995 cuando alcanzó el tercer lugar del torneo adecuación bajo la dirección del reputado técnico-ascensorista Álvaro de Jesús Gómez.  Después, un puesto 11 en el torneo 1995-1996 con pasos más bien breves de Tulio Bedoya y Heberto Carrillo por el cargo de DT  para en 1997 -con Radamel García como estratega- hacer dudosa historia al caer de la B a la C en esa breve época en la que ambas categorías estaban interconectadas.

Como suele suceder con los equipos de esta categoría, por sus filas fueron lo más parecido a un salpicón del Parador Rojo con jugadores de todos los perfiles. Jóvenes promesas como Mayer Candelo, Jorge Banguero, Orlando Ballesteros, Cástulo Boiga  y Héctor Valoyes; viejas glorias como Jairo «Banano» Murillo y Carlos «la Fiera» Gutiérrez junto a créditos locales entre los que sobresalen el arquero Asdrúbal «la Araña» Martínez -de lejos, símbolo y estandarte del equipo-, Germán Tabares, Freddy Bogotá -también de greña llanera como Asdrúbal- y Enrique Braidy.   Hasta realeza europea hubo en sus filas. Hablamos del argentino Andrés Mónaco, de los Mónaco de Montecarlo, quien registró un paso fugaz por el equipo a finales de 1995  junto a su compatriota Diego Obberti.

Por desgracia y como cualquiera de nosotros, Alianza no fue ajeno a la difícil situación del país. El problema es que fue muy cercano con cuatro de sus integrantes -Harold Fernández, Nelsón Arturo «Bimbín» Gómez Cuesta, Paco Baquero y Danilo Ospina- perdiendo su vida en oscuras circunstancias.

Insignia del primer equipo profesional llanero.

Diez años después de su descenso 2.0  y cuatro después de que otro equipo, Centauros, sin vínculo con los blanquinegros, se apropiara de su sueño de llegar a primera división haciéndolo realidad en 2002 gracias a un pujante y emprendedor respaldo, Alianza Llanos reapareció en la Primera C. Su técnico, un hombre de  la casa: Enrique «el Llanero» Braidy. No nos fue posible confirmar si el arco sigue encomendado a «la Araña» Martínez.

jfdghjhthit45

Re-post: Santa Fé campeón de la última Copa Colombia


Santa Fe campeón de la Copa Colombia 1989: Arriba (de izquierda a derecha): Adolfo Valencia, Freddy Rincón, Manuel Rincón, Miller Cuesta, José Romeiro Hurtado, Fernando Hernández. Abajo: John Edison Álvarez, William «El Palmero» Morales, Héctor Ramón «El Rambo» Sossa, Sergio Vargas y Germán Morales

(Publicado por primera vez  el 14 de febrero de 2008)

Ahora que para dicha de nuestra redacción regresa la Copa Colombia, no está por demás recordar los detalles del último certamen de este tipo disputado en Colombia. Fue en 1989, sí, el año de la cancelación del torneo, el año del asesinato del juez Álvaro Ortega.Durante el receso entre el torneo apertura y el finalización de ese trágico año, los 15 equipos que entonces hacían parte de la Dimayor se dividieron en ese invento tan colombiano que son los pentagonales regionales. En el de la zona norte quedaron ubicados Magdalena, Nacional, Medellín, Junior y Sporting; el de la zona central lo conformaron Tolima, Santa Fe, Bucaramanga, Millonarios y Cúcuta; mientras que el del Occidente tenía a Cali, América, Caldas, Pereira y Quindío. Los integrantes de estos grupos se enfrentaron, todos contra todos, en dos rondas. Al ser cinco los equipos, cada fecha debía descansar uno y al ser tres lo grupos, cada fecha descansaban tres equipos que no tenían enfrentamientos entre sí.

Al terminar la fase de triangulares el Junior encabezaba la tabla de posiciones (había una sola tabla, pese a la organización regional de esta primera instancia) con Millonarios en el segundo puesto y Santa Fe en el tercero. Pereira, el octavo, cerró el grupo de clasificados a las «eliminatorias». En esta instancia se conformaron llaves siguiendo este criterio: primero contra octavo, segundo contra séptimo y así. Al Junior le correspondió como rival el Pereira, a Millonarios el América, a Santa Fe el Quindío y a Medellín el Unión Magdalena. Estos equipos, como es natural, debían disputar partidos de ida y vuelta para definir el clasificado a la siguiente instancia. En caso de empate, debía recurrirse a los cobros desde los doce pasos. América, Unión, Santa Fe y Junior fueron a la postre los ganadores de las llaves y los llamados a disputar las semifinales. En esta instancia y después de un empate 1-1 en Cali y un triunfo 3-1 en Bogotá el Santa Fe eliminó a los del médico Ochoa. El Unión, con sendas victorias 1-0 en el Eduardo Santos y 0-3 en el Metropolitano logró el otro tiquete.

La ronda final, disputada el 28 y el 30 de junio, arrojó un empate en Santa Marta y victoria 2-1 de los dirigidos por el entonces aprendiz de DT, Diego Umaña (su único título hasta la fecha) sobre el «Ciclón Bananero» dirigido por Jorge Luis Pinto. Logro que obligará a los cronistas que cubran la versión 2008 de la Copa a referirse al Santa Fe como el «actual campeón». Todo un lujo en tiempos de sequía. .

Especiales del Bestiario: Copa Ciudad de Bogotá 1988

Selección Colombia campeona de la copa ciudad de Bogotá. Arriba ( de izq. a der.) Tréllez, Escobar, Perea, Álvarez, Hoyos e Higuita. Abajo: Redín, Herrera, Galeano, De Avila y García.

Precursor del Torneo de las Américas y de la Copa Tecate, el cuadrangular internacional Gonzalo Jiménez de Quesada o Copa ciudad de Bogotá, fue el regalo que la Federación Colombiana de Fútbol le hizo a la capital cuando el 6 de agosto de 1988 celebró sus 450 años. En el certamen tomaron parte la selección Colombia de «Pacho» Maturana, el Santa Fe de Diego Umaña (cuando este todavía era Diego no Diemo) y el entonces campeón de Colombia, Millonarios.El toque internacional del evento estuvo a cargo de una selección uruguaya que, como todas las selecciones uruguayas que vienen a Bogotá salvo en eliminatorias, parecen más un paquete turístico de la mutual de futbolistas uruguayos con posteriores escalas en Cartagena y San Andrés.

El

La primera fecha del torneo tuvo lugar el martes 2 de agosto. En un doblete -cómo hace de falta este formato- se enfrentaron a primera hora la selección uruguaya y Millonarios. Con goles del «Nene» Díaz y del «Pájaro»Juárez, los azules derrotaron a los charrúas que habían comenzado ganando con gol de Gustavo Dalto, delantero de un equipo dirigido por Oscar Washington Tabárez (él sí, técnico titular) que esa noche formó de la siguiente forma: Da Silva, De los Santos, Goncálvez, Panzardo, Cabrera, Correa, Pereira, Suárez, Da Silva, Báez y Dalto.  Ingresaron Viera y el luego santafereño Adolfo Barán.  A segunda hora, la selección derrotó 2-0 a Santa Fe. De este encuentro se destaca que fue uno de los dos partidos,si nuestros cálculos no fallan, en que Eduardo Niño saltó a la cancha con el once titular y no para tomarse la foto, sino para, en efecto, tapar todo el partido (el otro fue contra Canadá en Armenia ese mismo año). En el arco rival, otro suplente de carrera:   Fernando Hernández. De igual forma se destaca la presencia -por primera y única vez-  de Jorge Ambuila en el puesto de lateral derecho del onceno nacional.

Infografía del gol del

Dos días después, el jueves 4 de agosto, se enfrentaron Millonarios y la selección con triunfo 1-0 de los azules, gol, otra vez, de Juan Carlos «Nene» Díaz.  En el siguiente partido,  Santa Fe y Uruguay empataron sin goles. El arquero Otero, Herrera, Perdomo, Matosas y Vidal fueron novedad esa noche en la nómina charrúa.

SantafeUruguay
Postal del Santa Fe-Uruguay. No valdría un peso sin la valla de Te Quiero Pecas al fondo.
La última fecha, domingo 7 de agosto, enfretó a Colombia contra Uruguay y a Millonarios contra Santa Fe. El equipo de Maturana superó al de Tabárez 2-1 con goles de Arnoldo Iguarán y Bernardo Redín. Descontó Herrera. El arquero Jorge Seré y el volante Héctor Morán fueron los dos ases que el «Maestro» decidió conservar bajo la sudadera hasta el último partido.  Sin saberse todavía quién sería el campeón (la selección y Millonarios tenían opción) el tradicional clásico capitalino cerró la programación dominical. Al final, triunfo para el rojo con gol de Sergio Vargas sobre el final del partido. Al final los azules reclamaron airados -hacen falta los reclamos en amisotos, es más, hace falta la enjundia en amisotosos- una falta de Jorge Raúl Balbis sobre «la Gambeta» Estrada que el juez Armando Pérez no sancionó y que le habría dado el título a los azules.
Al final, título para la selección que en sobria ceremonia recibió el trofeo. No hubo vuelta olímpica. No era la Copa Cafam.

La última fecha, domingo 7 de agosto, enfretó a Colombia contra Uruguay y a Millonarios contra Santa Fe. El equipo de Maturana superó al de Tabárez 2-1 con goles de Arnoldo Iguarán y Bernardo Redín. Descontó Herrera. El arquero Jorge Seré y el volante Héctor Morán fueron los dos ases que el «Maestro» decidió conservar bajo la sudadera hasta el último partido.  Sin saberse todavía quién sería el campeón (la selección y Millonarios tenían opción) el tradicional clásico capitalino cerró la programación dominical. Al final, triunfo para el rojo con gol de Sergio Vargas sobre el final del partido. Al final los azules reclamaron airados una falta de Jorge Raúl Balbis sobre «la Gambeta» Estrada que el juez Armando Pérez no sancionó y que le habría dado el título a los azules.

Al final, título para la selección que en sobria ceremonia recibió el trofeo, como era norma en esa época para torneos amistosos. No hubo vuelta olímpica, ni jugadores descamisados colgados de la malla. Esas son costumbres que de un tiempo para acá se impusieron en la celebración de títulos de torneos de preparación. No hubo vuelta olímpica, ni jugadores descamisados colgados de la malla, costumbres que ahora se ven en la celebración de torneos de poca recordación.

zp8497586rq
jfdghjhthit45