Freddy Bogotá

Recio y limitado defensa central que llegó a Millonarios para el segundo semestre de 1995 en compañía de Hector Valoyes provenientes ambos del extinto Alianza Llanos.

Por esas cosas que pasan en Millonarios incluso desde antes de su llegada a Freddy ya le tenían separado su lugar en la zaga albiazul en donde comenzó haciendo pareja con otro derrochador de talento y filigrana: Rodolfo Rosero. Después de su debut, Bogotá se mantuvo como titular durante casi todo el semestre sin llegar a mostrar nada diferente a una rudeza que no le alcanzaba para compensar sus limitaciones técnicas. Pese a esto, como suele suceder con todos estos jugadores que de un día para otro surgen casi de la nada, no muestran casi nada e inexplicablemente se sostienen partido tras partido en la titular, Freddy necesitó de más de 20 partidos para demostrar que su sólo apellido no era suficiente para encariñar a la hinchada.

Afortunadamente, con los jugadores de este perfil no hay lugar para términos medios: la suplencia no era una alternativa para él. Fue así como terminado el semestre Freddy desapareció de la alineación y pese a que se mantuvo en el plantel que en junio saldría subcampeón no volvió a saber de concentraciones. Debió entonces resignarse al consuelo de aparecer en la foto oficial del subcampeonato y de paso en las de todos los eventos que tuvieron lugar con motivo de los cincuenta años que para ese entonces conmemoraba Millonarios.

Regresó a mediados de 1996 a Alianza Llanos con un álbum de fotos bajo el brazo. Después, se perdió su rastro en la espesura de la B. .

Pablo Casquete

Con un apellido que evoca el fragor del combate, hay que decir que junto a Manuel Galarcio en el Bucaramanga de finales de la década de 1990 se encargó de transformar muchos partidos en pequeñas reconstrucciones de célebres batallas. Ambos hicieron historia dentro y fuera de las canchas siendo temidos tanto por delanteros contrarios como por vecinos, comerciantes y autoridades de la ciudad de los parques.

Fruto de la cantera de Boca Juniors de Cali, Casquete llegó al profesionalismo en el Bucaramanga a mediados de la década de 1990 siempre de la mano de Galarcio viviendo verdaderos días dorados a su lado en la zaga canaria.No obstante, el destino pronto los separó; Galarcio

partió al Nacional y Casquete al Junior. Mientras el primero logró a punta de vulgar ramplonería cuajar una carrera con convocatoria a la selección, paso por el fútbol mexicano y espectáculos de quinta como el protagonizado en el 2004 liderando la zaga del Valledupar, la carrera de Casquete se fue dilantando a pasos agigantados como la de Felipe cuando fue abandonado por Emeterio. Una vez salió del Bucaramanga, tuvo un paso discreto por el Junior y llegó después a Santa Fe en donde dejó algo de huella por su limitada técnica y su excesiva belicosidad. Él último registro confiable que se tiene de él es el de su regreso al Bucaramanga en el segundo semestre de 2001. Se sabe que tuvo un paso reciente por la primera B. Su trayectoria permite vaticinar que hoy en día lidera la zaga de algún equipo salvadoreño..

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Francisco Cassiani

Recio defensa central, pasó a la historia por su apodo: «Pacho pistolas». Hermano menor de Giovannis, también defensa central de algún suceso en el América y en el Nacional, el país futbolero lo conoció a comienzos de la década de 1990 cuando se ganó, a pulso o a bala, no importa, un lugar en la zaga juniorista después de haber sembrado sus primeros pinitos en el Cúcuta y en el Envigado.

Su apodo se debe a su costumbre de asistir a los entrenamientos con un arma al cinto para, una vez terminaba el entreno, descargar, con o sin motivo, el proveedor mediante sendos disparos al aire que, sumados a su tosca presencia, sembraban el terror y el pánico entre el pueblo barranquillero. Gracias a ese exótico gusto de Bolillo Gómez por los centrales guapos, braveros y poco talentosos (tipo “Chaca” Palacios) Pacho tuvo la oportunidad de “mojar” selección Colombia en no pocas ocasiones entre 1995 y 1998. Fue uno más de los jugadores que como “Tyson” Hurtado, gracias a la benevolencia y a la falta total de rigor del Bolillo en las convocatorias, llegaron a donde, de otro modo y en otro contexto, no hubieran llegado ni con los favores de San Guchito.

Este cuarto de hora le valió para ser transferido a Rosario Central en 1998 ayudado también por esa extraña conexión entre el glorioso canalla y el equipo barranquillero que ha permitido un constante intercambio de jugadores entre ambas escuadras (Gaona, Fawcett). En el sur, de acuerdo con los colegas de enunabaldosa, cumplió sin sobresalir. Después de Central vino el declive. Fue a Chile, a Wanderers, en donde dejó huella gracias al autogol que selló la caída de su equipo 6-0 contra la U de Chile. Empacó maletas y tomó rumbo al norte, a Perú donde reforzó al Alianza Atlético en 2001 en la final del torneo apertura. Después de disputar siete partidos en tierras incas, regresó a Colombia como refuerzo del Pereira. Desafortunadamente, ya nada era igual, Bolillo ya no estaba y comenzaron a escasear los técnicos que se dejaban seducir por centrales braveros como los de su estirpe. Terminó su carrera en el Atlético Huila sin lograr reverdecer nunca más los laureles de aquella época dorada de revólveres y “Bolillos”.

Dato adicional: Comenzando su carrera, estuvo en la formación del Cúcuta que prefirió retirarse antes de de sufrir una ignominiosa goleada cuando ya perdía 5-0 en El Campín contra Millonarios en 1988.

Con la colaboración de Muerte al Julgo
y La Rompieron..

Antonio "El gringo" Palacios

Escalpelo y bisturí o patecabras y navajas hechizas, que eran como decir sus piernas, eran sus armas en el campo. El Gringo, con esa risa ladina con la que aparece en la foto, se encargó de levantar por los aires a cuanto rival estaba cerca de sus predios sin tener, al menos la decencia, de aplicar fuertes dosis de anestesia a sus víctimas.

Jugador de Pereira, Cúcuta y Millonarios, entre otros clubes, se distinguió por no tener piedad a la hora de poner un planchazo en el pecho de cualquier adversario que revelara su lentitud y escasa capacidad de marca.

Alguna vez recibió una suspensión grave por haber partido en dos a Eusebio Jacinto Roldán, jugador que se atrevió a merodear por sus predios. Pero El Gringo, el querido Gringo, solamente mostraba la muelamenta y se reía, tan inocente a la hora de sacarse una foto carnet o en el momento de ensayar trepanaciones de cráneo con sus guayos.
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Manuel Galarcio

Singular elemento que sirvió de inspiración para la conocida expresión «este es mucho galarcio» utilizada para referirse a un varón procaz y de mal gusto. Defensor central, comenzó su carrera en el Bucaramanga formando una legendaria y temida pareja con Pablo Casquete. Pasó después por Once Caldas; Nacional; Junior; Atlante y Oaxaca de México;Valledupar F.C. y milita ahora en el Real Cartagena. Entre sus ejecutorias sobresale un fugaz paso por el San Lorenzo de Almagro donde llegó, así usted no lo crea, como reemplazo de Iván Ramiro Córdoba.

Se le recuerda también por haber sido detenido por porte ilegal de armas y por haber sido uno de los protagonistas del sonado tongo entre Real Cartagena y Valledupar F.C. en la final de la primera «B» de 2004. En este sonado episodio el Valledupar, equipo en el que militaba, se dejó hacer cinco goles en cuatro minutos. Gracias a su buen trabajo Galarcio fue fichado por el Real Cartagena para la temporada 2005. ¡Ah! Fue convocado para un amistoso de la selección Colombia de mayores y para el torneo de Esperanzas de Toulon en 1996 dando pie a la expresión «para esos amistosos llaman a cualquier galarcio».
Con la colaboración de enunabaldosa. .