El Pacho de todos

El siempre genial Pacho en otra de sus geniales aserciones. Esta vez, días antes del comienzo de las eliminatorias a Italia´90 a propósito de las críticas de algunos sectores hacia la selección..

El "Pájaro" Juárez en Panorama

El programa de JES, donde el maestro Otto Greiffestein (locutor brillante, actor de películas como “Esposos en vacaciones” y “Colombia Connection”) terciaba al lado de las más bellas jóvenes modelos-periodistas de esos tiempos como María Andrea Vernaza, Ximena Godoy y Erika Schultz entre tantas otras, era el espacio de opinión más visto de la televisión colombiana durante los años ochenta.

Parte del gran atractivo de esta creación (con el copyright de Julio Sánchez Vanegas) era la mezcla entre belleza, notas light y entrevistas de coyuntura, que despertaban comentarios durante toda una semana. Ahí, en “Panorama” Daniel Samper Pizano, Fernando González Pacheco, El Payaso Bebé, Yamid Amat, Juan Manuel Rivas y Guillermo “La Chiva” Cortés pidieron públicamente ayuda a los fanáticos de Santa Fe, quienes debían comprar unos bonos accionarios para que el club no fuera condenado a la quiebra. Y funcionó.

Y en 1990, Jaime Sánchez Cristo entrevistó a Óscar Eduardo “El Pájaro” Juárez, insignia de Millonarios para que le explicara los motivos por los cuales el club azul no había conseguido su entrada a los octogonales por primera vez desde que se estableció este tipo de sorteos.

Juárez no se salió del molde y fue un hábil declarante. Claro, no podía decir que el equipo era muy malo, que Daniel “El turco” Ahmed no le metía goles ni a sus primos menores o que Omar Franco se hizo experto en recibir goles de jugadores como “Manimal” Cortés o “Gandhi” Rodríguez o que el conjunto campeón en 1987 y 1988 se estaba diluyendo por la terminación de un ciclo lógico.

Luego el “Pájaro” jugó en Cali, Medellín, Neiva, Cúcuta y Tucumán y “Panorama” terminó extinguiéndose por la aparición de los canales privados.

(Texto de ustedesnoexisten).

Quindío-Santa Fe, 1988

Una de las páginas de oro de nuestro nunca bien valorado rentado se escribió en el por ese entonces recién inaugurado estadio Centenario de Armenia. Corría el minuto 45 de la segunda etapa y el cuadro cafetero se imponía 1-0 sobre su rival capitalino. Minuto 47, minuto 49 y el juez Luis Fernando Gil no mostraba ninguna intención de dar por concluida la primera etapa. Minuto 53, minuto 54 y nada de nada. Fue en el minuto 58, después de un gol de Sergio «Checho» Angulo que Gil recordó aquella norma de los 45 minutos. Después del empate, la hecatombe, los desmanes. Invasión de cancha, terna arbitral huyendo despavorida y jugadores batiendose a golpes con energúmenos aficionados.

Sobre el porque de tan exagerado alargue muchas cosas se dijeron. Con el tiempo tomó fuerza la versión según la cual una apuesta fue la causante de la extralimitación del avezado referí. Certeza, en todo caso, nunca hubo y el recurso a las ya traqueadas «mafias de apostadores» como simpre funcionó de maravilla para pasar esta página con la que inauguramos nuestra nueva sección: Beta Bestiario. .

Félix García

Contribución del Toto

Desconocido zaguero nacido en Bogotá el cinco de diciembre de 1983. Llegó al fútbol uruguayo en el 2002, a Wanderers, proveniente de poderosos equipos como Implacables de Buenaventura y el Coopebombas de Medellín, del registro de la Liga de Antioquia. En los «Bohemios» lo único que hizo fue pasear por el Viera, conocer el Rosedal y al «Pipa» Lago, porque no jugó. Después, en el 2003, dice que fue al Cruz Azul. «Fui un año al Cruz Azul de México con otro colombiano, John Jairo Cullman». De su paso por tierras aztecas no existe registro alguno.

En el 2004 dice que le picó el bicho de volver al Uruguay. Llegó y entrenó en Nacional, aunque pocos los recuerden y los hinchas de Peñarol se lamenten que no haya quedado en «Los Céspedes». Se fue entonces a hacerla a Europa en donde estuvo en el poderoso Hyraclis Salónica de Grecia, dirigido por Sergio Markarian, de quien asegura «haberle aprendido mucho».Pero no se que aprendió, a defender seguro que no.

En el 2005 apareció en Plaza Colonia, donde compartió zaga con el africano Mustafa.A mitad de año Malvarez (su genial empresario) lo quiso colocar en Hungría pero no pudo meterles el paquete.Entonces, qué mejor que encajárselo a un gran comprador de paquetes como el Cr. Damiani. Eso si: con tal de que no vengan de la calle Divina Comedia.

En Peñarol alternó en el Apertura 2005 con actuaciones discretísimas como la del día que el equipo mirasol perdió 7 a 2 con Danubio. Ese día los delanteros franjeados entraban por la defensa con mucha facilidad. En los manyas pudo anotar un gol en el tiempo que estuvo, pero fue en contra y favoreció a Paysandú F.C. En el clásico hizo la jugada mas relevante, se llevó la pelota hasta el área tricolor casi del medio campo y cuando los aurinegros, incrédulos, se pellizcaban para saber si era cierto lo que veían cuando se enfrento a Bava Félix se cayó y todo volvió a la normalidad.

En el resto de los partidos mostró flojedad, le entraban fácilmente,cometía muchos penales y encima lo expulsaban como el último partido contra Rocha.
Aunque a la hora de definirse Félix aseguró: «me considero un jugador fuerte, técnico y con mucha velocidad; y como espejo siempre tuve a Fernando Hierro, a quien admiré por su elegancia y su liderazgo en la cancha».

En alguna ignota web colombiana a Félix lo definen como «un defensa fuerte, que va bien al juego aéreo y muy rápido a la hora de ir a los cierres».Después de esto habría que cortar el post por acá, pero hay más porque lo mas gracioso de todo esto es que Malvarez declaró en Colombia, según nos informaron, algo así como que en Uruguay querían nacionalizar a Félix García y que el Deportivo La Coruña tenia interés en llevárselo. Para este 2006, Garisto lo tuvo como séptimo zaguero incluso atrás de Izaguirre, esto hizo que en el tiempo que el fútbol estuvo parado por los hechos de violencia Félix hiciera la valija y partiera.

Lo último que se supo es que Malvarez lo habia llevado a probar a River Plate argentino, según leimos en diario Ole de ese país. Lo que no dice es de que lo iba a probar. Seguramente de canchero del Monumental de Núñez.

Homenaje en asocio con el nuevo integrante de la comunidad, reemplazo de lujo de Seducidos & abandonados: Dondefueronaparar.

Bogdan Tomic

Contribución de Manuel Carreño

Hernán Darío, el “Bolillo”, Gómez alguna vez dijo (en tal vez su declaración más cantinflesca de tantas) que Aristizabal era el “mejor jugador del mundo sin balón”. Semejante esperpento, cuya única función era la de justificar la pobrísima producción de “Aristi” en la selección, terminó por hacer carrera obligando a todos los futboleros a preguntarnos acerca del concepto. Sin embargo, “El Bolillo” estaba equivocado (una vez mas): el mejor jugador sin balón de toda la historia era yugoslavo y jugó (¿jugó?) en Santa Fe.

Era un domingo por la tarde del año 2000. El rival de la fecha era el Once Caldas. Esa semana había llegado al equipo un yugoslavo, mediocampista mixto, de nombre Bogdan Tomic oriundo de Novi Sad (Serbia) y de la cantera de la reconocida Escuela Voivodina. La parcial santafereña pronto se emocionó pensando que talvez estábamos ante alguna reencarnación de Sekularac.

Ese domingo, en un apretado partido, Santa Fe logró irse adelante en el marcador con gol de “Pacho” Serrano y decidió defenderlo como fuera. Ya en las postrimerías del encuentro, “El Pecoso” decidió hacer su tercer cambio y llamo a Tomic, quien llevaba la casaca número 6 y le dio instrucciones durante muchos minutos, casi como si quisiera meterlo. Finalmente el cambio se realizó en el minuto 46 y medio del segundo tiempo, en medio de un atronador aplauso. Tomic no alcanzó a tocar el balón y unos pocos segundos después el partido se acabó con victoria cardenal.

Santafe volvía a ganar en el Campín, lo cual dejaba una cara de satisfacción en los jugadores quienes en medio de tímidos aplausos iban entrando al camerino, no era este el caso del bueno de Tomic, ya que mientras tanto el reventaba de alegría y comenzaba a dar vida a su leyenda.

El jugador se quitó la camiseta, bailó, saltó, se tiró al piso, alcanzó a botar alguna lagrima, gritó mientras miraba emocionado al cielo, caminó algunos metros arrodillado, se acercó a la reja de sur, se subió en lo mas alto y empezó a revolear la camiseta con los cada vez mas emocionados hinchas. Incluso se le oyó cantar junto con la barra “io te sigue todos partas cada vez te quiere mas”. Dio una mini vuelta olímpica mientras gritaba todo tipo de arengas en yugoslavo y finalmente se metió al camerino 35 minutos después con el puño apretado en señal de victoria.

A qué se debía su euforia no se sabe a ciencia cierta, algunos aseguran que el agente que lo trajo le aseguró que una victoria contra el Caldas le permitiría a Santa Fe jugar la final de la Libertadores el siguiente domingo. Otros afirman que Tomic nunca había estado en una cancha donde se jugara fútbol profesional y eso era suficiente motivo para estar feliz. Mas allá de la razón que fuera, si algo quedó claro es que en Santa Fe nunca se vio a nadie celebrar un triunfo de tal manera.

Los periodistas y fanáticos comentaban que si ese jugador sentía la camiseta en la cancha de la manera que celebraba, estábamos ante un nuevo ídolo. Pero esta hipótesis no se pudo comprobar: al otro día Tomic se devolvía en un avión para su tierra y nunca mas se sabría de el.

Decir que Tomic era un tronco puede ser una falsedad. En verdad a nadie le consta, ya que no toco el esférico. Sin embargo, un minuto en la cancha fue suficiente para dejarlo en la historia cardenal reciente, junto a Penayo y Liberman. Por eso no dudo en afirmar que Tomic fue el jugador sin balón que mas huella dejo en Colombia..

Ricardo Henao’91

«Jueegooo limpiooo, por favor señooores».

Colombia 2014

En una declaración que más parece una invitación a un pajazo mental de envergadura nacional, o mejor: un desinteresado aporte de un visitante frecuente de este espacio para que nuestra productividad laboral continúe en franco declive, el Presidente de la República anunció que candidatizará a nuestro país para ser sede del mundial 2014. El Bestiario del balón, haciendo humilde eco a la que suponemos era la intención de quien a partir de la fecha reconoceremos como un visitante frecuente de este espacio, abre este post para que todos nuestros visitantes aporten su granito de arena a esta iniciativa gubernamental de onanismo mental colectivo.

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Honrosa distinción

El Bestiario del balón, siempre preocupado por reconocer el tesón y la perseverancia de aquellos directivos que con sus ejecutorias nutren este humilde espacio, se une, sin importar que sea poco tarde, al reconocimiento de Cicrodeportes Valle a este prestante directivo. .

Gustavo "Mísil" Restrepo

Ha hecho carrera en la crónica deportiva una mentirosa distinción según la cual hay «jugadores de clubes» y «jugadores de selección». Pues bien, si decidieramos por unos instantes acogernos a esta dudosa categorización tendríamos que decir que si ha habido un «jugador de selección» en nuestro medio este no ha sido ni Carlos Valderrama, ni Ernesto Díaz, ni Mario Yepes, ninguno de ellos. Si ha habido un auténtico «jugador de selección» en Colombia este ha sido Gustavo «Misil» Restrepo. Este lateral y volante paisa, que portaba tan sonoro remoquete por una supuesta habilidad con las pelotas quietas que nadie le conoció, tuvo a bien de beneficiarse hasta el cansancio y sin mostrar mayor mérito, cual pensionado de foncolpuertos, de las convocatorias de las selecciones mayores y sub23 entre 1992 y 1996.

Agazapado siempre entre compañeros de perfil mucho más alto que el suyo como Faustino Asprilla, Diego Osorio, Hermann Gaviria y hasta el mismisimo Víctor Aristizabal y sin ser la gran cosa, «Misil» supo colarse en cuanta convocatoria, primero de la sub23 después de la mayores, anunciaban sus parceros Pacho y Hernán. Su primera aparición en el panorama nacional fue en 1992 con la selección que ese año consiguió la clasificación a los olímpicos de Barcelona. Su desempeño dejó claro, después de algunos partidos como titular, que su presencia en el combinado nacional no pasaba por sus méritos con el balón, razón por la cual no fue desafectado de una vez y para siempre de las convocatorias como sucedería con cualquier otro jugador en cualquier otra selección. No, en su caso simplemente fue relegado a la suplencia acogiéndose a esa colombianísima figura del «banco de suplentes de la selección», lugar reservado para jugadores que, como «Misil», eran también suplentes en sus equipos pero que gozaban de los privilegios de ser titulares en el corazón del técnico. De ahí en adelante, cortesía de sus ya citados parceros, Bavaria y la Federación, Gustavo pudo conocer el mundo ocupando el lugar que para él estaba reservado en el banco de la selección siendo perturbado sólo muy de vez en cuando cuando alguna necia directriz de «Pacho» o «Hernán» lo obligaba a ensuciarse los botines durante los últimos tres o cuatro minutos de algún amistoso contra las Islas Vírgenes (de esos que muy rara vez se ven en el gramado del Orange Bowl).

La desaparición del Misil del panorama curiosamente coincidió con la partida, primero de Pacho, después de Hernán del banco de la selección. Gustavo, con la serenidad que dan tres pasaportes repletos de sellos en su haber, supo que también había llegado su hora de decir adiós.

Militó, sin mayor suceso, en Nacional, Medellín, Envigado, Pereira, Once Caldas, Bucaramanga y «Cafeteros de Colombia» de la ignota «Copa Latina» de EEUU. .

Hugo Daniel Musladini

Una tarde de 1993 un empresario gaucho angustiado de plata y casi tan enhuesado como aquellos accionarios de Enron, el Grupo Grancolombiano o el Banco del Pacífico, marcó desde su teléfono en Buenos Aires para comunicarse con cualquier club que le devolviera un poco de la inversión perdida en un futbolista oscuro y plagado de falencias pero que era medianamente famoso.

Claro, es que este empresario también había sido engañado y adquirió a un muchacho solamente por referencias personales y por oír su nombre narrado por Araujo y Macaya. Entonces la idea era transferir a este Simca futbolístico y ganarse unos centavitos para que sus pérdidas no fueran tan clamorosas. Dice la leyenda que el manager engatusó a los dirigentes de un club bogotano, llamado Independiente Santa Fe, diciéndoles que este era el defensa que les hacía falta, que era un “pibito bárbaro, un fenómeno”. Y como en Santa Fe la camiseta 2 pertenecía a James Aguilar…¡pues nadie en el rojo dudó en adquirirlo!

Hugo Daniel Musladini arribó a Bogotá, con un “robo” muy bien montado: a finales de los 80 fue transferido desde San Martín de Tucumán a Boca Juniors, donde fue titular en varias ocasiones, por petición de César Luis Menotti, que lo tildó como “el clon de Passarella”.

Passarella fue a Fiorentina e Inter. Musladini, que era un verdadero dechado de defectos, vino a jugar al recordado nefasto santa Fe de Roberto Perfumo al lado de “rodillones” ilustres como el también zaguero argentino Mario Ballarino (ex San Lorenzo) y el paraguayo Medardo Robles.

Y el debut de Musladini demostró cuán equivocados estuvieron los directivos cardenales al contratarlo: ingresó en el minuto 70 en su primer partido en El Campín contra Nacional y a los cinco minutos fue expulsado por mandarle un patadón a Matamba.

Musladini actuó un par de veces más pero tenía lesionado hasta el orgullo y pronto dejó nuestras tierras. Mientras tanto el empresario, feliz contó los billetes de aquella transacción tan favorable como las de aquel pillo que vende un carro que está impecable por fuera, pero hecho miseria por dentro. Musladini era eso: un Mercedes Benz con motor de Oltcit.
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