No, Maradona no, Martelotto

Hace unos meses el mundo se paralizó cuando Lionel Messi eludió a medio Getafe antes de vencer a Luis García. No había terminado de cruzar la raya el balón cuando periodistas, publicistas y empresarios ya escarbaban en el archivo buscando el gol de Maradona a los ingleses en el Mundial de México como prueba reina de que Lionel era, en efecto, la reencarnación del Diego. Seguramente esa misma noche, Germán Ricardo Martelotto, volante argentino que ya tuvo aquí su homenaje, llamó a dos o tres conocidos a quienes seguramente les dijo: «viste, ¿viste el gol de Messi? no me vas a creer pero yo hice uno igual en Cali, en el 89, pero nadie le paró bolas, solo este periodista…, gordo, ¡Mejía! dijo que era una obra de arte, pero claro, no había ESPN, no había FOX, solo parabólicas, qué mal che, mirá es que ese gol lo ven en España y al día siguiente ya estaría mal mal en el Levante, en el Recreativo, lástima. ¿Cuándo venís y lo vemos?, acá lo tengo en beta. Sí, sí, todavía funciona, vení y lo miramos para que me creas».

En efecto, el gol de Martelotto, el último de los cinco que el Cali le metió un 3 de agosto al Caldas en una tarde de golazos, no causó mayor alboroto. A duras penas fue declarado «Gol Criptón de la fecha» y elevado a la categoría de «obra de arte» por Iván Mejía quien, precavido, le advirtió a «Angelita» -Angela Patricia Janiot- de la calidad del tanto, segundos antes de salir al aire «no se asuste, Angelita». Pero eran otras épocas, los goles colombianos rara vez traspasaban las fronteras y esta pincelada de Martelotto a duras penas llegó a México varios meses después, en un casete de Beta que llevaba su empresario en el maletín para promocionar al volante. No se trataba de un bien elaborado trabajo de edición con las mejores gambetas, pases y goles de Martelotto. Nada de eso. El empresario, viejo zorro, sabía que con la grabación del gol a Mario Jiménez sería suficiente. Y tenía razón. Cuando lo puso en el desvencijado Betamax de la oficina del presidente del Monterrey, no había terminado de cruzar la raya el balón, cuando cuando este ya había ordenado a «Jurídica» elaborarle el contrato al volante argentino. Martelotto no lo leyó y rápidamente firmó. En Monterrey, a diferencia de Cali, Germán pudo desplegar todo su talento y se consagró como ídolo histórico de los Rayados. Llegada la hora de regresar a su patria, el presidente le regaló el casete Beta Dynamicron que facilitó su transferencia. El mismo del que salió la copia que hoy comparte con ustedes la Unidad Investigativa del Bestiario del balón.

Bonus track: Victoria del Quindío ante el Sporting con tremendo golazo de Víctor Mora. .

"Pedro, el buzo"

Mucho más que los líberos, los volantes de marca o los punteros derechos, a través del tiempo los arqueros han sido los llamados a innovar en el, por lo general, recatado mundo de la moda futbolística. Hugo Gatti y su balaca tipo «Bjon Borg», Jose Luis Chilavert y su bulldog, El «Mono» Navarro Montoya y su doble troque conducido por él mismo son ejemplos de goleros irreverentes que intentaron convertir el arco en improvisada pasarela. Todos ellos, salvo Gatti, seguramente tuvieron como, nunca mejor dicho, modelo a Pedro Antonio Zape, destacado arquero colombiano. Orgullo de Puerto Tejada, en sus primeros años sorprendió a críticos de moda y a fanáticos del fútbol luciendo un buzo rosado que además de tener un número poco común -24, aun siendo el titular- lo tenía estampado -en el mismo tamaño- adelante y atrás. Cuentan que los más negados para entender los signos de la moda solían confundirse y en pleno entrenamiento o peor, en pleno partido, de buena fe se dirigían a Pedro con un «psst, psst, Pedro, Pedro, el buzohermano, lo tenés al revés». Zape, buena gente como él sólo, acostumbraba a voltearse para explicar que no era una equivocación sino una innovación que también se le vio a Raúl Navarro, arquero por ese entonces del Atlético Nacional quien lucía un «54» en su abdomen. Más de una vez, terminada la explicación, el juego se reanudó con saque desde la mitad. .

El oso del Once

Otra mascota fallida. Si Millo es hijo extramatrimonial de Ziggy, el popular Osito Bimbo también tendrá que responder ante un juzgado de familia por la paternidad de este mamífero ganador, por encima, suponemos, de un cóndor andino, una danta y un venado de páramo, de una convocatoria abierta para proveer el cargo de mascota del «blanco blanco» ante el pronto retiro del tradicional Loco Darío (también en la foto en evidente actitud hostil). Una vez conocido el ganador, la directiva argumentó haber escogido a este oso de anteojos por ser una especie «cercana a los niños», en vía de extinción, pero sobre todo porque «representa la elegancia, fuerza, entrega y combatividad de nuestro equipo». Quedan dudas sobre la primera.

Imagen, cortesía enunabaldosa..

Millo, mascota azul

Otra vez el mercadeo y nuestro rentado. Esta vez no son los uniformes, sino las mascotas, cuestionable herencia del país del norte que algunos equipos han intentado implementar a la brava con resultados francamente lamentables. Un buen ejemplo de estos intentos fallidos corrió por cuenta de Millonarios que, a comienzos del 2000, quiso darle un nuevo aire a su imagen corporativa tan percudida y desteñida como el disfraz del Oso que fungiera como mascota embajadora a finales de los ochenta.

Para tal fin se hizo un alianza estratégica con el recordado y no menos añorado programa «Sin amarillo azul y rojo» del canal CityTV. A través de este medio se convocó a la hinchada azul para que hiciera llegar sus propuestas para la nueva mascota embajadora para ser evaluadas por un jurado integrado, entre otros, por Blanca Luz Uribe -jefe de prensa azul en ese entonces-, un representante del programa y Jorge Franco, presidente de Millonarios. Recibidas las propuestas, cientos, casi miles, «Millo», un primo lejano -y con una que otra malformación- del tradicional Ziggy se impuso sobre un simpático pajarito inspirado en el ídolo azul, Oscar «El pájaro» Juárez.

No muy bien recibido por la parcial, «Millo» tuvo un bautizo con agua de batería el día en el que el Millonarios de Umaña perdió un invicto de 17 años sin perder contra Nacional en El Campín cortesía de un gol de León Darío Muñoz. También se recuerda su rol protagónico meses después cuando el Envigado atendió, en El Campín, a Millonarios con un 0-3 que desembocó en la renuncia de Diego Edison. El tierno matacho quedaría entonces estigmatizado y pronto la hinchada decidió, con argumentos, que era portador de una «mufa» tan poderosa como Max Caimán. Fue entonces cuando se generó una fuerte campaña contra el muñeco que incluyó todo tipo de peticiones registradas por la City Capsula, llamadas a las emisoras, al club, a la Curia, a todas partes. Para comienzos del 2002, el disfraz de «Millo», con algunas refacciones, fue visto voleando un trapo rojo a las afueras de un asadero de Cajicá.

Gracias, Embajador.

El oso azul de finales de los ochenta. Identifica de quién son sus ojos y gánate un fin de semana en Pacho (Cundinamarca) con todos los gastos pagos. .

Especiales del Bestiario: "Mao" Molina en Santa Fe

Contribución: Manuel Carreño

En los últimos 31 años por la escuadra cardenal han pasado muchos jugadores de gran renombre nacional (y a veces internacional) con la chapa de ser los salvadores de la cada vez más larga sequía de vueltas olímpicas. Todos estas promesas de héroes no solo han tenido que dejar la casaca albirroja con las mismas seis estrellas que esta tenia cuando llegaron, sino que además han salido por la puerta de atrás mostrando un rendimiento muy distante de aquel que le trajo la fama. Debemos decirlo, en la mayoría de estos casos ha estado presente también un inocultable gusto del jugador de turno por la mágica noche bogotana.

Enumerar las veces en que la hinchada santafereña se emociono con un nombre que llegaba a la institución, solamente para después maldecirlo un par de meses después, demandaría un Bestiario exclusivo para el Santa Fe. Si nos pusiéramos a registrar todos los nombres, este sitio colapsaría. Sin embargo, en años recientes se presentó un caso que brilla con luz propia. Primero, porque ilusionó hasta el alma al mas escéptico de los santafereños y, segundo. porque, aunque su declive efectivamente tuvo que ver con andanzas nocturnas, lo suyo fue un caso de mas “caché” que el del jugador promedio.

Mauricio Molina era una joven promesa del Envigado F.C y era además el jugador que mejor le pegaba a los tiros libres de Colombia. Había sorprendido desde muy temprana edad al convertirse en el jugador mas joven en meter un gol en el fútbol colombiano –por supuesto, al Santa Fe en el Campin– y supo lucir la 10 en más de una selección juvenil. Pronto, en el año 2001, comenzó la especulación sobre cual sería el futuro del niño maravilla. Todos los equipos lo querían. Cali y Nacional como era de esperarse empezaron una pugna que en un determinado momento parecieron ganar los paisas cuando Molina alcanzó a salir en TV, en horario triple A, con la camiseta “verdolaga” puesta.

Sin embargo, pasaban los días, la negociación con Nacional no se cerraba y la cosa parecía enfriarse. Fue entonces cuando de la nada Santa Fe entró a terciar en la puja, primero como un rumor, después como una opción y en cuestión de días, como el destino mas seguro del media punta paisa. El mercado de pases se sacudió, ya que nadie entendía como el equipo de mayor poder adquisitivo en Colombia era derrotado en su intento por llevarse a la revelación del momento por un equipo que no pasaba su mejor momento económico y que no disputaba ningún torneo internacional. El porqué Mao desembarcó en Santa Fe y no en Nacional, y las razones por las que la negociación se concretó tan rápida como sorpresivamente solo las conocen dos almas benditas: Gustavo Upegui y Cesar Villegas. El caso es que en una semana todo estaba finiquitado y Molina era presentado oficialmente como jugador de Santa Fe.

La hinchada no lo podía creer. El jugador de moda, el de más proyección, el que todo el mundo quería, estaba en Santa Fe. Había razones para ilusionarse. Más si tenemos en cuenta que en su debut fue el autor de los dos goles con los que Santa Fe remontó un uno a cero contra Tulúa. . Lo promisorio del debut se ratificó en las fechas venideras cuando vino otro gol contra el América, y uno de media chalaca en el clásico ante Millonarios. Pero la locura se desató del todo con un gol de tiro libre en el último minuto ante Junior que significó tres puntos y la ratificación de Santa Fe como candidato indiscutido al título.

Entonces la “Maomania” cardenal estalló y la ilusión inflaba el pecho de la sufrida parcial. Los hinchas soñaban con ver a Mao metiendo de tiro libre el gol en la final que diera el titulo después de tantos años. No sospechaban que este cuento de hadas pronto comenzaría a desmoronarse…

Es bueno decir que al llegar a Bogotá y a medida que se consolidaba como pilar del equipo, aumentaba también el trato hostil de algunos compañeros quienes lo veían como un advenedizo mejor remunerado. Angustiado, buscó apoyo en el plantel y lo encontró en un delantero de refinada estampa quien lo acogió en su seno, y lo ayudo a ser acogido por otros senos aun más interesantes. De la mano de este ariete, Mao supo incursionar en un importante harem de modelos, actrices y demás madrinas de ocasión quienes acogieron al joven antioqueño como su mascota. Después de aquel partido con Junior se reportó que, sin ser nada grave, a Mao lo aquejaba una pubalgia, razón por la que debería ausentarse de un par de partidos. Sin embargo, a medida que las fechas pasaron la pubalgia se complicaba y su regreso a las canchas se dilataba.

Así, mientras el equipo entraba en un tremendo letargo la hinchada empezaba a oír cada vez mas historias del convaleciente jugador en cuanto templo del tropipop de la capital. A esas alturas estaba claro que las causas de la prolongada dolencia de Mao si tenían que ver con grandes hazañas en el área de candela, pero no precisamente en la de una cancha de fútbol…

Santa Fe con esfuerzo entró a cuadrangulares y a pesar de la baja de Mao, peleó hasta la última fecha para entrar a la final. En ese partido, –un clásico contra un Millonarios eliminado y misteriosamente motivado– Mao volvió sin estar del todo recuperado. Jugó algunos minutos y fue, en el gramado, un espectador más del gol de Diego Moreno que enterró otra ilusión cardenal.

Esos fueron los últimos momentos de Mao con la albirroja. Sin hacer mucho ruido se fue de la ciudad y mientras se oían todo tipo de chismes acerca de su regreso, Cesar Villegas, máximo accionista y gestor del negocio, era asesinado. Sin Villegas de por medio el negocio se deshacía, la plata abonada se perdía y el jugador cambiaba el rojo de la capital por el del Valle de Aburrá. En el “Poderoso” retomó su mejor forma y fue suyo el gol de tiro libre en Pasto en el partido de vuelta de la final que le dio al DIM su tan ansiada tercera estrella.

Así, mientras Mao tocaba el cielo pastuso con las manos, la peor de las nostalgias embargaba a la hinchada santafereña: cuando se añora lo que nunca jamás sucedió.
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Al César lo que es del César

Así como en este medio hemos sido los más implacables correctores de estilo «ad honorem» del Diario Deportivo, es de caballeros reconocer los aciertos de este medio y en particular de sus tituladores. Por ejemplo, la frase anunciando un reportaje a lo más profundo de la intimidad de Bélmer Aguilar que acompañó el desayuno de sus suscriptores una buena mañana del año pasado. .

Clicheseando

Para personas con perfil melancólico, nada mejor que una sección deportiva de un noticiero colombiano. Puede ser el 2008 o 1994 (año del que data la nota del Noticiero de las 7 que acompaña este post), las caras, planos, temas y, sobre todo, clichés serán siempre los mismos. Que la gente linda, que el fervor de los hinchas, que el desparpajo de los narradores son lugares comunes que impunemente se han repetido hasta el cansancio, suponemos, desde el día después de que Rojas Pinilla inauguró Inravisión.

Al respecto cada vez son más insistentes los rumores sobre la existencia, desde esa época, del clichógrafo, un curioso dispositivo al que periodistas en apuros ingresan los datos clave de la nota (ciudad, equipos, jugadores) para pocos minutos después recibir del aparato un breve texto que le salva la papeleta al cronista en afanes. Dicen también que el representante en Colombia de la firma sueca fabricante del clichógrafo es, adivinaron, Ricardo Alfonso..

Ocservación pura


De nuevo se calienta el horno noticioso de la redacción del Bestiario del Balón. Mientras nuestro editor en jefe iba a hacer diligencias al water, uno de los practicantes de la mesa de trabajo encontró esta sensible perla, este magno descubrimiento que no hace más que obligarnos a seguir leyendo fielmente los títulos del Diario Deportivo.

Desde este rincón seguiremos registrando aquellas historias de los que quisieron ser futbolistas brillantes y terminaron sumados en el «obstracismo». Esa será nuestra consigna..

Real Zapote 2007

Si ha habido un equipo en Colombia que ha aplicado al dedillo los principios del mercadeo deportivo es el Real Cartagena. Mientras otros de más tradición apenas incursionan, y muy timoratos, en la materia, el Real ya lleva una buen trecho recorrido. Junto a su tradicional amarillo, al Real se le ha visto también el dorado, el negro, el verde neón y el zapote «Selección Colombia vintage» que hoy les presentamos. No sobra recordar que al mejor estilo del Inter, el Valencia o la Lazio, el Real ha decidido utilizar estos uniformes en máximo dos partidos para así convertirlos en verdaderos objetos de culto que no duran más de mediodía cuando llegan a los anaqueles de la amplia red de tiendas oficiales del equipo de la Heróica. .

¡Ojooo!

Hace pocos días se cumplió un aniversario más de la muerte de Jaime Ortiz Alvear, figura más que representativa de la radio deportiva colombiana. A manera de pequeño, pero sencillo homenaje el Bestiario del balón les presenta esta muy bien lograda parodia a cargo de César Corredor (Jaime Ortiz) y Heriberto Sandoval (Hernán Castrillón), emitida un sábado feliz de 1996. .