Imágen nocturna del coloso samario tomada con nuestro ya famoso «Kokorikóptero»
Colaboración: Abra
Hogar del célebre “morrito”, de muy ingrata recordación para algunos arqueros, no podríamos hablar del estadio Eduardo Santos de Santa Marta sin hacer referencia a él; sería como hablar de Starsky y no de Hutch; de Laurel pero no de Hardy; del Dr Jekyll y no de Mr Hyde, de Batman pero no de Robin, en fin, son mutuamente dependientes.
De las escasas ocasiones en que ha sido testigo de alguna final de campeonato, nos debemos remontar al año 1968, año en el que el Unión se coronó por primera y única vez hasta ahora, como campeón de nuestro competitivo torneo profesional.
En el primer juego de la final, Unión Magdalena derrotó al Deportivo Cali por 1-0 con gol de Palacios en Cali. El partido de revancha se jugó con el estadio ’Eduardo Santos’ completamente abarrotado. El verde mostró su gran poderío y se fue en ventaja por 2-0 (Iroldo y Ramírez Gallego). Pero en la segunda parte el cuadro ’samario’ consiguió el 2-1 en el minuto 10 (Raúl Peñaranda) y cuando sólo faltaban cuatro minutos para finalizar el partido, llegó el gol de Ramón Rodríguez para el 2-2 final.
Este fue el equipo «bananero» campeón en 1968
Ahora soplan otros vientos: la afición samaria está desconsolada por el hecho de que el escenario hasta el momento, solo es testigo del trasegar de equipos de la B, cuando durante tantas temporadas, fue un fortín inexpugnable; no han valido hasta ahora las súplicas al todopoderoso de su hincha número uno, el padre Linero. Ni tampoco logra alegrar a los pocos aficionados que asisten hoy en día al escenario, el sonido jacarandoso de la llamada “sirena humana”. Pero más triste que el hecho de perder un equipo con tanto swing como el Magdalena, es ver por las calles aficionados que no tienen más remedio que ponerse una camisa del Júnior: es como si se perdiera Spike Lee para los Knicks o Jack Nicholson para los Lakers.
El «morrito» haciendo de las suyas
Cuentan las malas lenguas que un día de Mayo del año 1974 (12 de Mayo para ser exactos) Júpiter entro en conjunción con Saturno lo que hizo que la gran afición del elenco bananero deseara mejor boxear que ver el partido de fútbol, jugaban Unión Magdalena y (otra vez) el Deportivo Cali. Resulta que un gol de tiro penal, concretado por el zaguero Alberto Cardacci a favor del Deportivo Cali a los 15 minutos de la primera parte, sirvió de punto de partida para la batalla campal vivida en el estadio ‘Eduardo Santos’, cuando restaban por jugarse ocho minutos del partido. El árbitro Pedro Nel Pineda fue víctima de agresión violenta, especialmente por parte del jugador Alfredo Arango. Pineda, juez emergente para este juego, reemplazó a última hora al central Omar Delgado, quien no pudo cumplir la cita deportiva, ya que el bus donde viajaba se quedo varado a la entrada del Rodadero.
Centenares de botellas comenzaron a caer al campo de juego, antes del pitazo final. El público invadió la cancha para agredir al árbitro Pineda. La policía tuvo que intervenir enérgicamente para alejar a la multitud, la cual esperó, hasta bien entrada la noche, la salida del citado árbitro de las instalaciones del estadio samario. Desde ese momento viene la tradición de prestarles una tanqueta a los jueces que tuvieran este tipo de inconvenientes al terminar los partidos.
La estatua del «Pibe» ha sido desgüazada por cacos de toda estirpe
El escenario no ha sido una excepción en cuanto a recibir la visita de los “amigos de lo ajeno”, y no precisamente se está hablando de técnicos como José Sassía o de refuerzos como Marcial Garay o Daniel Raschle. Unión Magdalena y Envigado F.C, jugaron la primera fecha del cuadrangular semifinal del torneo apertura de la Primera B a las 3:30 de la tarde y no a las 7 de la noche como estaba inicialmente programado. Resulta que los alrededores del estadio Eduardo Santos recibieron la visita de callejeros cacos que hurtaron por lo menos 200 metros de cables que llevaban la energía a las torres lumínicas en la tribuna de sol, quedando una de ellas completamente inservible.
Ni el gran Pibe Valderrama ha escapado de sus garras: de su estatua ubicada en las afueras del escenario han desaparecido hasta las letras del nombre. En el último hurto se llevaron el cordón de bronce del pantalón, por lo que casi se le cae algo aparte de sus medias.
El estadio Eduardo Santos fue inaugurado en 1951, su capacidad máxima es de 23.000 espectadores.
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