Les voy a quitar uno o dos minuticos de su apreciado tiempo…

Vélez Sarsfield, el club que en 1994 era campeón de Libertadores y ganador de la Intercontinental de Clubes ante el Milan, era un conjunto modesto, de hombres trabajadores y honestos. Omar Andrés Asad aprovechó la visita de su club a Bogotá en el marco de la Copa Tecate (donde también estuvieron la Selección de Polonia, Millonarios y el Pachuca de México) y conminó a sus colegas de equipo para que a falta del dinero que podrían ganarse en clubes como River o Boca, pues no sería malo hacerse unos centavitos vendiendo maní agarrapiñado, waffers Italo, o gomas Trululú.

Por eso y aprovechando que José Luis Chilavert no fue a esa gira, cediéndole el puesto al portero Sandro Guzmán, el plantel se dividió en varios grupos y el dinero recolectado se utilizaría para mejorar sus condiciones laborales. La cosa fue sencilla y todos estuvieron de acuerdo: Omar Asad y Carlos Bianchi, entrenador del conjunto velezano, se encargarían de vender maní dulce. El «Virrey» daría la muestra gratis del maní y Asad echaría la carreta y recogería el dinero. Y los demás propusieron sus propias actividades: José Basualdo se disfrazó de mimo para molestar incautos en el Parque Santander, Flavio Zandoná se llevó tres recipientes plásticos y una pelota roja para jugar «dónde está la bolita» en la Jiménez con 7a y Sandro Guzmán, con Raúl Cardozo, armaron un dueto de tangos que iba a buscar alguna «contrata» en la Caracas con 53.

Pero volvemos con Asad y Bianchi: El turco se subió, como corresponde, por la puerta de atrás con Bianchi. El veterano DT le dio su bolsita de maní al conductor y le chocó la mano para que los dejaran vender, a pesar de que se acababa de bajar un hare krishna.

Asad comenzó su discurso así, mientras que Bianchi despertaba bogotanos cansados en el ejecutivo e-43 destino Germania poniéndoles el maní en el canto. Un testigo del hecho anotó el discurso de Asad para vender el preciado maní.

«Ché, queridos pibitos, discúlpenme si andan ratoneándose a la mujer de su amigo, o tomándose un matecito. Giles, les voy a zarpar uno o dos minuticos de su apreciado tiempo para mostrarles ¡un maní báaaaaarbaro, el mejor de todos!. Acepten la pruebita que les está pasando el profe en cada uno de sus puestos y cómanla sin ningun compromiso. El precio o valor es uno en 500, tres en 1000. Para aquelllllllllllllllllllos que adquieran flor de producto que les estamos dando, no arrojen los papelitos en el bus porque el aseo es salud».

Así les fue a ellos y recolectaron 13 700 pesos entre todos. Por el cansancio que les produjo ese trabajo no pudieron afrontar bien su duelo contra Millonarios y perdieron 3-0. .

Ocservación pura


De nuevo se calienta el horno noticioso de la redacción del Bestiario del Balón. Mientras nuestro editor en jefe iba a hacer diligencias al water, uno de los practicantes de la mesa de trabajo encontró esta sensible perla, este magno descubrimiento que no hace más que obligarnos a seguir leyendo fielmente los títulos del Diario Deportivo.

Desde este rincón seguiremos registrando aquellas historias de los que quisieron ser futbolistas brillantes y terminaron sumados en el «obstracismo». Esa será nuestra consigna..

El club de Mickey Mouse

Aquí no es importante si Britney Spears cantaba bien o no, o si Christina Aguilera lloraba en cada final de temporada del famoso programa estadounidense. Lo valioso es que la unidad investigativa del Bestiario del Balón se encontró, buscando en el país al mejor estilo del «Viajero» del Noticiero Nacional, esta majestuosa obra de arte realizada en un salón de belleza de la alejada Pivijay (Magdalena). Uno de nuestros integrantes, cortándose su larga cabellera, similar a la de Orlando Rojas, encontró esta fotografía en la reputada peluquería de la alejada población y la adquirió a precio de subasta en Sotheby´s.

Aunque la oficina de nuestra redacción tenga el agua cortada y acabe de entrar el recibo rosado del teléfono por cuenta de esta compra, es un orgullo contar con una de las mejores piezas de ingeniería capilar vistas alguna vez, estampada en la cabeza del célebre Iván René Valenciano. .

Un regalo desde las estrellas

Como el mundo está al revés (que Luis Zapata hiciera gol en Sao Paulo es una prueba de ello) queremos brindarle a nuestros fieles usuarios la imagen de Flor Zuluaga M., quien a sus 17 años quiere estudiar astronomía. De pronto ella, con su figura, puede darle normalidad al curso planetario.

Cortesía: Diario Deportivo..

Pedrito Fernández

Colaboración de Xeneizebastián

Desde que José Martín Cuevas Lobos -nombre real de nuestro homenajeado- irrumpió a mediados de los ochenta interpretando “La De La Mochila Azul”, una de las muestras más pintorescas de la canción mexicana, se dio a conocer en la escena musical latinoamericana una de las figuras más relevantes de todos los subgéneros que el de la ranchera está en capacidad de parir: Pedrito Fernández.

Así es: El mismo que debe el apellido de su nombre artístico al hecho de que el gran Vicente Fernández lo apadrinara en sus comienzos, el mismo que deleitó haciendo mímica de guitarrista en la agrupación Muñecos De Papel, junto a personajes de la fauna pop latinoamericana, tales como Ricky Martin, Sasha, Biby Gaitán y demás, es quien nos ocupa en esta oportunidad.

Resulta un tanto extraño que después del -relativo- éxito cosechado por el simpático Pedrito en escenarios de la Región Andina y de Centroamérica, le haya picado el bichito del futbolista, y haya calado en el Deportivo Cali bajo el seudónimo de Gerardo Vallejo. La leyenda dice que una vez, Pedrito encabezaba una serenata en honor a una hija de un dirigente del Deportivo Cali, pero cuando empezó a cantar, el directivo le lanzó una cubeta vacía para callar sus atronadores gritos. Fernández, entonces, detuvo el balde con el pecho y le dio una patada con sus botines texanos (no eran botas, sino esas recortadas que daban al tobillo), y le clavó el envase plástico en la cara al dirigente, que en vez de increparlo bajó a “apadrinarlo” (como suelen hacer los máximos jerarcas del verdiblanco) y le ofreció trabajo para jugar en club de fútbol como el Cali.

Pasó de serenatero barato a inamovible seleccionado nacional. Esta es una imagen sonriente, al recoger un jugoso cheque de regalías en Sayco-Acimpro

Allí llegó a tener actuaciones que apenas lograron sobrepasar el promedio, lo que le valió la convocatoria para ser parte de la pantomima protagonizada por paraguayos y colombianos en Asunción, en noviembre de 2001, que terminó con un insuficiente 0-4 en favor de los de Maturana, y que de nada sirvió pues Colombia se quedó afuera de la Copa Mundo 2002; y también fue testigo de excepción de la tragedia ocurrida en Lyon, cuando Marc Vivien Foe cayó como un “Muñeco De Papel” en el juego Camerún-Colombia por la Copa Confederaciones 2003.

Reiterados desplazamientos Cali-Ibagué-Cali, una que otra salida del país por motivos de alguna convocatoria a la Selección o por juegos de Copa Libertadores, ocupan hoy la agenda del otrora artista mexicano, que antes de ocupar el lateral derecho de los equipos a donde tocó la puerta, logró pegar un poco más de media docena de canciones entre las adolescentes del continente.

Se le vio en público por última vez hace un par de días en Maracaibo, corriendo detrás de unos tales Roque Santacruz y Salvador Cabañas, pero aún no logramos establecer sí los perseguía para marcarlos, o para dedicarles alguna tonada de su extensa obra.

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Dementes, de mentas…


Esta mañana la separata de Bogotá incluída en el Diario Deportivo nos sorprendió gratamente con un titular imperdible. El mundo creía equivocadamente que tener libertad de pensamiento político o sexual era pertenecer a una corriente «Open Mind». Pero parece que justamente la frescura eucalíptica de las nuevas ideas han transformado el viejo concepto al nuevo «Open Mint».

El Bestiario del balón en pleno se adhiere a esta novedosa figura. Somos de ahora en adelante «Open mint».
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Quindío-Canada Dry 1988: el "levantamuertos"

Los hinchas del equipo milagro recuerdan con gran cariño la formación de 1988, una de las que pudo entrar a los cuadrangulares tras varias temporadas muy flojas. Con recién estrenado estadio Centenario estos futbolistas, de muy buena producción con los cafeteros, pudieron salir del encuadre bestiarista que poseían algunos de ellos antes de jugar en el Deportes Quindío. Este es el desglose, de izquierda a derecha (nótese los balones Mikasa):

Arriba

Carlos Prono:suplente de Luis Islas en el seleccionado argentino juvenil subcampeón del mundo en México 83, y descartado en Chacarita Juniors. Mina Camacho le ganó el puesto en el Caldas 86.
Norberto Cadavid: venía de ser duramente criticado por haber participado con poco éxito en el Tolima de Jorge Barón y además, en el Pereira, se hizo infaustamente famoso por casi matar a patadas a Javier Chimá en una gresca contra el Junior.
Adolfo Téllez: siempre fue bastante flojo. Jugador salido del Quindío.
Darío Campagna: salió de Rosario Central luego de haber descendido con los «Canallas». La tribuna centralista no lo quería por su poco sacrificio. Le decían «El muerto».
Augusto Vargas Cortés: el menos bestiarista, más allá de su parecido con un miembro de los Lebron Brothers.. Gran lateral izquierdo.
Rosemberg Bernal: otro producto flojo del Tolima Tapa Roja de 1986. Volante de marca muy maleta.

Abajo

Maximiliano Cincunegui: pintaba para ser goleador tremendo en Vélez, pero terminó haciendo goles en la segunda división del fútbol argentino con el Deportivo Armenio.
Luis Erramuspe: jugador de segunda en Argentina, no se pudo establecer mucho cuando jugó para el Bucaramanga en el 86.
Norberto Peluffo: el «mono» gran jugador en Nacional y Millonarios ya venía de vuelta, sin mucho ritmo.
Jorge Ricardo Forero: ¿alguien tiene datos sobre este muchacho?
Carlos Peláez: muy buen lateral derecho, pero cuando se esperaba que Francisco Maturana lo llevaría a Nacional en el 88, el pobre se quedó en el Quindío.
Hasta 1997 no se volvió a ver en el Centenario un Quindío tan vistoso. Y las figuras de este equipo fueron Prono, Campagna, Erramuspe, Peluffo y hasta Cincunegui hizo sus golcitos.

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Estadio Eduardo Santos


Imágen nocturna del coloso samario tomada con nuestro ya famoso «Kokorikóptero»

Colaboración: Abra

Hogar del célebre “morrito”, de muy ingrata recordación para algunos arqueros, no podríamos hablar del estadio Eduardo Santos de Santa Marta sin hacer referencia a él; sería como hablar de Starsky y no de Hutch; de Laurel pero no de Hardy; del Dr Jekyll y no de Mr Hyde, de Batman pero no de Robin, en fin, son mutuamente dependientes.

De las escasas ocasiones en que ha sido testigo de alguna final de campeonato, nos debemos remontar al año 1968, año en el que el Unión se coronó por primera y única vez hasta ahora, como campeón de nuestro competitivo torneo profesional.

En el primer juego de la final, Unión Magdalena derrotó al Deportivo Cali por 1-0 con gol de Palacios en Cali. El partido de revancha se jugó con el estadio ’Eduardo Santos’ completamente abarrotado. El verde mostró su gran poderío y se fue en ventaja por 2-0 (Iroldo y Ramírez Gallego). Pero en la segunda parte el cuadro ’samario’ consiguió el 2-1 en el minuto 10 (Raúl Peñaranda) y cuando sólo faltaban cuatro minutos para finalizar el partido, llegó el gol de Ramón Rodríguez para el 2-2 final.


Este fue el equipo «bananero» campeón en 1968

Ahora soplan otros vientos: la afición samaria está desconsolada por el hecho de que el escenario hasta el momento, solo es testigo del trasegar de equipos de la B, cuando durante tantas temporadas, fue un fortín inexpugnable; no han valido hasta ahora las súplicas al todopoderoso de su hincha número uno, el padre Linero. Ni tampoco logra alegrar a los pocos aficionados que asisten hoy en día al escenario, el sonido jacarandoso de la llamada “sirena humana”. Pero más triste que el hecho de perder un equipo con tanto swing como el Magdalena, es ver por las calles aficionados que no tienen más remedio que ponerse una camisa del Júnior: es como si se perdiera Spike Lee para los Knicks o Jack Nicholson para los Lakers.


El «morrito» haciendo de las suyas

Cuentan las malas lenguas que un día de Mayo del año 1974 (12 de Mayo para ser exactos) Júpiter entro en conjunción con Saturno lo que hizo que la gran afición del elenco bananero deseara mejor boxear que ver el partido de fútbol, jugaban Unión Magdalena y (otra vez) el Deportivo Cali. Resulta que un gol de tiro penal, concretado por el zaguero Alberto Cardacci a favor del Deportivo Cali a los 15 minutos de la primera parte, sirvió de punto de partida para la batalla campal vivida en el estadio ‘Eduardo Santos’, cuando restaban por jugarse ocho minutos del partido. El árbitro Pedro Nel Pineda fue víctima de agresión violenta, especialmente por parte del jugador Alfredo Arango. Pineda, juez emergente para este juego, reemplazó a última hora al central Omar Delgado, quien no pudo cumplir la cita deportiva, ya que el bus donde viajaba se quedo varado a la entrada del Rodadero.

Centenares de botellas comenzaron a caer al campo de juego, antes del pitazo final. El público invadió la cancha para agredir al árbitro Pineda. La policía tuvo que intervenir enérgicamente para alejar a la multitud, la cual esperó, hasta bien entrada la noche, la salida del citado árbitro de las instalaciones del estadio samario. Desde ese momento viene la tradición de prestarles una tanqueta a los jueces que tuvieran este tipo de inconvenientes al terminar los partidos.


La estatua del «Pibe» ha sido desgüazada por cacos de toda estirpe

El escenario no ha sido una excepción en cuanto a recibir la visita de los “amigos de lo ajeno”, y no precisamente se está hablando de técnicos como José Sassía o de refuerzos como Marcial Garay o Daniel Raschle. Unión Magdalena y Envigado F.C, jugaron la primera fecha del cuadrangular semifinal del torneo apertura de la Primera B a las 3:30 de la tarde y no a las 7 de la noche como estaba inicialmente programado. Resulta que los alrededores del estadio Eduardo Santos recibieron la visita de callejeros cacos que hurtaron por lo menos 200 metros de cables que llevaban la energía a las torres lumínicas en la tribuna de sol, quedando una de ellas completamente inservible.

Ni el gran Pibe Valderrama ha escapado de sus garras: de su estatua ubicada en las afueras del escenario han desaparecido hasta las letras del nombre. En el último hurto se llevaron el cordón de bronce del pantalón, por lo que casi se le cae algo aparte de sus medias.

El estadio Eduardo Santos fue inaugurado en 1951, su capacidad máxima es de 23.000 espectadores.
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Manuel Castro y el gol fantasma

Foto: Soho

SantaFe-Pereira era perfecto para llevar a los niños a un estadio de fútbol por primera vez. “Vamos a esto en vez de irse uno pa´ Rodeolandia” dijeron algunos padres presentes en las graderías que, a mediados de 1989, decidieron mostrarle a sus hijos de qué se trataba el fútbol.

Aunque era una tarde clara, el sol sacaba extraños destellos amarillos incandescentes, casi como si se tratara del mismísimo pelo de Dorian Zuluaga. Y cuando uno puede hacer esta comparación, significa que va a pasar algo grave.

Manuel Castro apenas había arbitrado un par de partidos en primera división y pitar en Bogotá era casi saltar a la fama. Todo transcurría con normalidad en un juego anodino porque Santa Fe andaba en plan de “brazos caídos” por una huelga ante la falta de pagos para la plantilla y Pereira buscaba su paso al octogonal. Promediando el primer tiempo Héctor “Rambo” Sosa entró al área pereirana y quiso gambetear al portero Reinel Ruiz. El balón quedó en las 5.50 y Héber González rechazó el peligro con tranquilidad, como quien está jugando en la oruga verde de Rodeolandia.

La pelota siguió su curso, todo estaba perfecto, pero Castro, el nefasto juez, señaló el centro del campo. Para él, que se encontraba lejos de la jugada, había sido gol. Su juez de línea, Néstor Macareo se equivocó y no supo qué decir. Mientras tanto los hombres inocentes y candorosos del Pereira se transformaron en el Galatasaray: los de la Perla del Otún, como si fueran hijos de Alí Agca se fueron a romperle el papamóvil (y la crisma también) a Castro que, confundidísimo, había desatado una de las más grandes miserias de nuestro fútbol.


Héctor Ramón Sosa gritó un gol que nunca existió. La pelota estuvo a tres metros de la línea de sentencia.

El “Rambo” Sosa, coprotagonista de la escena, salió con el caradurismo argentino exacerbado a celebrar el “gol” con Armando “Pollo” Díaz. También lo acompañaron en su festejo los “pollos” escupidos por miles de hinchas de su propio equipo, avergonzados por completo por su estupidez.

Muchos fanáticos se fueron de las graderías y otros le dieron la espalda al campo como señal de protesta. Como en esos tiempos el “Juego limpio” no era tan corriente, el partido continuó como si no pasara nada. 1-0 ganaba Santa Fe. Finalmente Pereira terminó empatando 1-1.

Como consecuencia de este suceso Manuel Castro nunca olió más un camerino para árbitros y el Pereira perdió un punto valioso en pos de su lucha por entrar a los ocho, cosa que no ocurrió finalmente.

Es que, claro, el torneo de 1989 fue un monumento a la absurdez: el goleador fue un volante de marca, Héctor Méndez, y su equipo, Pereira, ni siquiera clasificó al octogonal. Se jugó un bodrio monumental llamado Copa Colombia, que ganó Santa Fe, venciendo 3-0 en la final al Unión Magdalena. No hubo campeón porque mataron al árbitro Álvaro Ortega…

Definitivamente los padres que llevaron ese día por primera vez a sus hijos al estadio ese día fueron afortunados: le mostraron a su descendencia lo que es verdaderamente el fútbol.
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El baile de los cisnes… de hielo

Nadie podría afirmar o desmentir que en este festejo de Miriam Liliana Zape no hubo tacones de porcelanicrón envueltos en visillo de cortina, como recordatorio, o cisnes de hielo derritiéndose al lado de varios paquetes de tostacos y sobras de volován de pollo, pubertos con la piel aún más grasosa por el baile desenfrenado al son del Grupo Niche y sofocados por la falla en el aire acondicionado del salón comunal sede del evento o que algún padre morboso quiso pegarle su tarreada a la mejor amiga de la homenajeada, que estaba más buena que una atajada de Pedro Antonio Zape.

Nadie podría afirmar o desmentir que hubo bagres que aunque deseaban «lustrar baldosa» al ritmo de Shena Easton y Miami Sound Machine se quedaron «comiendo pavo» por feas y mal trajeadas, o que el simpático colado de gafas de apellido Arzayuz vomitó cataratas de tocinetas Yupi cuando un pesado le dio dos aguardientes como iniciación a los ritos alcohólicos.

Nadie podría afirmar o desmentir que el día después de los 15 años de Miriam, varias de sus compañeras de curso en el colegio rajaron del vestido de Pedro Antonio, a quien poco le lució el tuxedo blanco de moño negro, vestimenta que lo hizo ser el clon de ún bailarín de la orquesta de Juan Piña y tampoco se podría afirmar o desmentir que varios integrantes del América de Cali bailaron hasta el amanecer con muchachitas que se encandilaron con la presencia de los mejores futbolistas del club en todos los tiempos y menos, que hasta los «patrones» se pegaron una pasada por ahí, mientras decidían qué hacer con la liquidación definitiva del Banco de los Trabajadores.

Lo único que se puede afirmar y no desmentir, es que rebrujando entre miles de cosas, encontramos la foto de los 15 años de la hija de Zape. El resto son puras habladurías..