Parece como si se tratara de un negocio, de un oscuro tráfico de certificados de «yo pasé por las reservas de Boca y hasta debuté o al menos estuve a punto». El hecho es que cada vez son más los jugadores que aterrizan en Colombia esgrimiendo este dudoso pergamino. En la lista encontramos jugadores como Raúl Andrés César, Jorge Ramoa, Luis Abdeneve, Angel Guillermo Hoyos, más contemporáneos a Jonathan Fabbro, Gastón Sangoy, Carlos Marinelli y a nuestro homenajeado de hoy: Esteban González.
Con su paso por las inferiores de Boca escrito en negrilla en su hoja de vida y después de una vuelta por Europa donde pasó sin ningún suceso por el Chievo Verona (en el registro aparece un rechoncho «0» en la casilla correspondiente a partidos jugados) y por el Lugano de Suiza (22 partidos, 6 goles), González llegó a Ibagué como flamante refuerzo del Deportes Tolima a comienzos del 2003. En el feudo del indio pijao nunca pudo desmostrar las condiciones que le permitieron hacer parte de la reserva de Boca y por ese motivo nadie se inmutó cuando anunció a mitad de año que había decidido subir a Bogotá a militar en un club hoy más famoso por no negarle jamás la oportunidad de vestir su camiseta a jugadores portadores de pasaportes no vinotinto que por las 13 estrellas que adornan su escudo desde hace ya 21 años.
En Millonarios (adivinaron) tuvo una historia llamémosla «complicada». Espontáneos brotes de talento no lograban ahuyentar el tedio que producía su desempeño como volante «10». Jugó de titular casi todo el semestre sin convencer jamás del todo a la parcial. Situación que por poco toma otro rumbo cuando en su penúltimo partido estuvo a un paso de despejar dudas y recibirse de ídolo azul contemporáneo (sitial no muy difícil de coronar y que todavía hoy es patrimonio de Gabriel Fernández).
Era la penúltima fecha del cuadrangular semifinal; a Millonarios le bastaba un empate en su partido de local contra el Cali para asegurar su paso a la gran final. Después de terminar el primer tiempo con un 0-2 en contra, para el segundo tiempo los de Norberto Peluffo mostraron otra cara y con un golazo del argentino, impecable remate de fuera del área, apretaron el marcador. Poco después Julián Téllez consiguió un empate que mucho se celebró pero de poco sirvió porque un cabezazo de Milton Rodríguez faltando minutos para el final dejó a Millonarios lejos de la final y a Esteban González con las ganas de instalarse en el devaluado parnaso azul.
Para el año siguiente, encontró refugio en Pasto, donde tuvo nueve partidos para marcar un gol. De ahí, unos meses de reflexión en la primera C de su país con el Villa Dalmine de Campana. Después: la ruta Azteca que comenzó por en 2005 por Estudiantes de Santender, después Indios de Juárez, de ahí salto a Tampico Madero, y de ahí corra al Correcaminos para recalar finalmente en el Querétaro, club en el que ya acumula 4 partidos jugados. En sus cuatro años en México acumula un aceptable saldo de 32 goles, goles que seguramente cambiaría gustoso por unito más esa noche lluviosa de 2003. .