Afligido por el acaparamiento mediático de la fauna Barranquillera, y aprovechando la ola generada por el recién bautizado Gamero, es hora de reivindicar a otro gran símbolo bogotano: La polilla de estadio. Siempre presente, terror de toda mujer primeriza en el Nemesio, es hora de que reclame su posición entre el hall zoológico de la fama del fútbol colombiano.
De la vieja costumbre de rotar la nómina
No es Richard Páez el primer técnico que juega al técnico y sorprende con una alineación hecha por su niño interior (aunque sí es el primero que se pone en estas en un partido crucial). Antecedentes hay muchos, como este de Gabriel Ochoa Uribe, técnico de Colombia en las eliminatorias al Mundial de México que para el último partido de la fase de grupos contra Venezuela decidió saltar a la cancha con una formación con varios detalles curiosos. Veamos:
- Una prueba más del desliz de tres partidos de Navarro Montoya con Colombia del que todavía hoy se arrepiente.
- Colombia ya estaba clasificada al repechaje contra Paraguay, el partido no quitaba ni ponía por lo que Ochoa decidió rotar la nómina, no poner a todos los titulares. Así, tuvieron su palomita Carlos Ricaurte, titular, «Kiko» Barrios y Eugenes Cuadrado (entraron en el segundo tiempo).
- Fue el estreno en territorio nacional del uniforme Adidas por el que a última hora se optó y que obligó a desechar el diseño en el que tanto se esmeró María Elvira Pardo.
- El ejercicio no le reportó pérdidas a Ochoa. Ganó Colombia 2-0, goles del «Triciclo» Córdoba y Hernán Darío Herrera.
La curiosa selección del «Palmero» y de Jorge Gutiérrez
En el Bestiario del balón tenemos predilección por los futbolistas que han jugado uno o menos partidos con la selección. Por eso, con frecuencia le pedimos a una de nuestras unidades de acompañamiento psicosocial que visiten sus hogares para departir con ellos y llevarles algo del afecto que en nuestras oficinas provee a borbotones el Vágner del amor.
La imagen que ven corresponde a una visita reciente a los hogares de Jorge Gutiérrez y William Morales, dos debutantes en la selección que, ataviada con indumentaria Kelme, se preparaba para la Copa América de Chile 1991. El caso es que antes de que todos los integrantes del plantel pudieran cantar a todo pulmón «Cuando pa’Chile me voy», el equipo de García decidió entrenar con público en el Metropolitano en los que hicieron prácticas de fútbol contra el Junior y el Sporting. Entonces, sólo entonces, los recién convocados pudieron cumplir su sueño de sacarse una foto con la tricolor. Una tricolor que, cosa curiosa, también decidió lucir el arquero de esa formación, el decano de los suplentes colombianos Eduardo Niño.
La imagen, como les decíamos, la tienen enmarcada y ampliada ambos jugadores en sus hogares, según nos aseguran los de la unidad psicosocial. Dos futbolistas unidos por su perfil mediano, su abnegación y su vínculo casi de sangre con cada uno de sus equipos (Quindío y Santa Fe) a los que un día el destino los premió con una foto que seguro no esperaban.
Gran aporte de «Giovanni».
Edición 20/10/11: Nos confirma una fuente cercana a ese equipo que el de la foto es Jorge «el paisa» Gutiérrez y no Augusto Vargas Cortés, que también hizo parte de esa selección.
Peluca sobre cabellera
La temprana eliminación del Mundial de Estados Unidos 1994 dejó al país plagado de pelucas del «Pibe» y a más de un emprendedor («empresario», para la época) en la ruina. Tras la clasificación a Francia 1998 muchos de estos comerciantes creyeron que un relanzamiento del producto los podría sacar de Datacrédito y en una audaz jugada de «product placement» que contó con el debido vistobueno de McDonald’s, convencieron a Deporte Gráfico y al mismo Valderrama de salir en una carátula con la versión 2.0 de las peluca sobre la celebérrima cabellera que la inspiró. Pero de nada sirvió. El trauma estaba fresco, la herida seguía abierta y las pelucas 2.0 «colombofrancesas» no calaron. Esto hizo, de paso, que se descartara la fugaz idea de sacar los miles de Max Caimanes de la bodega -en la que todavía hoy reposan- con una nueva identidad: Monsieur Max l’alligator.
Bambuco, un colombiano más
Se fue el Mundial y con él las caravanas. Atrás quedaron los viajes en camiones-tarima con policías que abrían paso. No más Hyundai de Wolfgang, burbuja de Luis, ya no hay motos cerca por si hay trancón y toca llegar a tiempo. Como pronosticamos, el fin del Mundial dejó a Bambuco mal parado, cara a cara con las vacas flacas.
Así, mientras todos los demás siguieron con sus vidas, tenían qué hacer, hoy nuestro perico padece porque en todas partes le dicen que él, de entrada, ya está sobreidentificado con una marca y que mejor «vuelva en 30 años don bambuquito» cuando la gente ya no lo conozca. Mientras tanto se gana la vida haciendo mandados temáticos y estrena, feliz, no todo podía jugarle en contra, la norma que permite la entrada de mascotas a los sistemas de transporte masivo del país.
Foto: Ricardo Salazar.
El fútbol antes de la cultura FIFA
Tenía más folclor. Permitía escenas como esta, de un saque de honor-homenaje a cargo de un empresario -Augusto LópezValencia- gerente de una empresa -Bavaria- que con su marca -Club Colombia- patrocinaba a un equipo -Santa Fe- que para la época -1992- estrenaba nuevos dueños entre ellos uno que hoy sería llamado un polémico empresario: César Villegas.
Bono: Identifique al periodista que sostiene el micrófono de Antena2 y gánese un palo de queso original de la final del Torneo de las Américas sub23.
El pensador de Robán
El Bestiario del Balón, en su afán por destacar el aspecto cultural de nuestro iletrado balompié, presenta ante ustedes una de las esculturas más representativas de este mundillo en donde este pensador, a pesar de ser todo un profesional, se mueve como pez en el agua en el mundo aficionado. Como el Pensador de Rodin, el espíritu de esta efigie, más difícil de tumbar que la estatua de Saddam Hussein y vigente desde hace miles de años como un Moaí de la Isla de Pascua, era recrear la vigilancia de Dante en las puertas del Averno. Pero sus creadores grecocaldenses encontraron que su figura intelectual y pensativa representaba el infierno mismo.
Su diseño va en contravía de otras arquitecturas. Es que no fue tallada: al contrario: se fue moldeando esta enigmática estatua a punta de golpes de bolillo. Sus creadores alguna vez quisieron ponerle turbante, para darle un aire de gurú. Sin embarg sus creadores pensaron que si llevaba turbante, podría parecer una mujer. Y si era mujer con turbante, pues posiblemente le podrían dar en la jeta. Y que además medio país celebraría la golpiza. Por eso se omitió la venda en la cabeza.
En su momento se pensó hacer un cuadro con esta figura, que iba a llevar el título de «el jardín de las delicias», pero hombres de acrílico hepático y negra vestimenta enviaron un derecho de petición para que se cambiara el título por «La jaula de las locas».
Esta escultura podrá ser visitada en los alrededores de Teusaquillo hasta el año 2026. Ha sido tal el suceso de esta obra que se anuncia reventa de boletería para observar semejante espécimen.
La postal oficial de la ONG «Hijos del Mundial Sub-20»
Grandes enigmas
El verdadero Fan Zone del Mundial, engalanado para la ocasión
Foto cortesía @pera1ta